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lunes, 31 de mayo de 2010

CONFERENCIA SOBRE EL MOVIMIENTO CRISTERO


El domingo de 30 de mayo el Licenciado en Historia, Enrique Bautista Gonzalez, especializado en el tema de la Cristiada en Méjico, ofreció una conferencia sobre los "Aspectos Generales del Movimiento Cristero"; en la Capilla "María Auxiliadora" ubicada en Guadalajara, Jalisco.
Le agradecemos enormemente al Lic. Bautista, su apoyo para ilustrar a la feligresía en las causas y desarrollo del movimiento Cristero

Mas delante, el Lic. Bautista se comprometió a seguir con mas conferencias, sobre este mismo tema. Así mismo también daremos a conocer los libros que ha escrito sobre el tema. y su curriculum.

Si alguno se interesa en los videos de la Conferencia pasada (16-mayo-1010) llamada "La Cruz de Zacate" y de esta de los "Aspectos Generales del Movimiento Cristero"
para la próxima semana los tendremos, si Dios quiere.

*Zacate (Del nahua zacatl) Hierva, pasto, forraje.

A continuación algunas fotos de dicha conferencia






sábado, 29 de mayo de 2010

Profecías sobre Méjico de la Madre Matiana

Estudio especial merecen las profecías complicadas y luminosas de la Madre Matiana.
La Madre Matiana ha creado una penumbra de fetichismo y de iluminación, entre los cultos de Méjico. Muchos apenas las conocen. Otros no saben a cierta ciencia, quien fue esa Madre Matiana.
Algunos juzgaron en una revista, política y humorista, a lo religioso achacándola todo lo que había que censurar en Méjico. Bajo su sombra, se cubrieron las grandes críticas y se pronosticaron favoritismos de nepotismos y de prebendas políticas.
La Madre Matiana, fue una sirvienta de Tepozotlán, que entró en el convento de San Juan de la Penitencia, de Méjico, al servicio de la Madre Sebastiana Maya. Por lo tanto, era algo menos que una lega, una sirvienta de celda de la tal monja.
Cuando murió la madre Sebastiana Maya, salió del convento de San Juan, con tal fama de santidad, que según las crónicas, ya hacía milagros en dicho convento.
Por inspiración de la Virgen, pasó al convento de monjas de San Jerónimo, donde la recibió la madre Catalina de San Ignacio. Siguió de lega, pero su prestigio en santidad, tenía visos de abadesa perfecta. "Era muy señalada en humildad, silencio y en no hablar del prójimo. Y las noches las pasaba en oración", dicen los infolios antiguos. Cuando murió, a duras penas pudieron sacarle de entre las carnes de su cuerpo, un viejo cilicio que la aprisionaba cruelmente.
Tan humilde era, que las mínimas faenas las buscaba con fruición. Las monjas la observaban tanto, que lo que ella hacía por santidad, hasta la madre superiora con todo el convento lo hacía. Fue una regla viviente.
Formó cierta escuela en las vías del espíritu. Sus dos discípulas más aventajadas, fueron doña Francisca Montes de Oca, y la otra, una india cacique, llamada María Paula.
Su espíritu fue dirigido y examinado por varios doctos y experimentados de la Inquisición. Entre ellos, fue un religioso de San Diego de Méjico, Fray Miguel Maya y otro Fray Joaquín Rojas, también dieguino, dotado con visiones y con el don de la profecía.
Las confidencias y las revelaciones de Matiana, las supieron muchos fuera del convento, ya que el prestigio de Matiana, en vida, trascendió fuera del claustro, hasta fundar una hermandad de caridad, con los seglares de fuera.
Después de su muerte, el Vicario General de las Religiosas, Don Juan Manuel Irisarri, exigió la relación de las profecías, de la Madre Matiana. Sin embargo, existen profecías de la Madre Matiana que llegaron al público antes de las que fueron escritas por la Madre Josefa de la Pasión. Luego, no todas están recopiladas. Como aquellas predicciones, que se cumplirían "cuando los coches anduvieran solos"... y "después que hubiese tres presidentes, cada uno con el nombre de Francisco"...
La Madre Josefa de la Pasión de Jesús, hizo la relación jurada bajo virtud de santa obediencia, el 18 de enero de 1837. La Madre Jerónima Josefa de la Pasión, relató lo que directamente le contaron las dos discípulas predilectas de Matiana, Doña Francisca Montes de Oca y Doña María Paula. Por lo tanto, estas profecías pierden bastante de autenticidad y de claridad, a veces. La posteridad, sin embargo las ha tenido en gran discusión.
Colocaremos por grupos las profecías de Matiana, para comentarlas en cuanto estén a nuestro alcance. Las profecías que no nos incumban las dejaremos de lado.
1.- "Le fue dicho también, LA EXTREMA POBREZA EN QUE SE HABIA DE VER EL REINO, en la época en que se haga esta fundación. Le dijo Nuestra Señora, que cuando se abran los cimientos para el convento, se hallará un pozo o manantial de aceite creado ahí milagrosamente para que este aceite fuera el vínculo de la cera, ha de arder continuamente en el Altar como centinela. El convento se ha de hacer, en el Santuario para las Religiosas del Desagravio; será habitado primero por religiosas capuchinas, que irán a santificar el lugar, mientras llegan las religiosas del Desagravio. Le dijo, los grandes bienes y provecho que vendrán al reino y a la ciudad, por el establecimiento de esta nuestra religión, y que era la última que ha de hacerse en el mundo, hasta el día del Juicio; que había de dar esta nueva y última religión del Santísimo Sacramento, mas santos a la Iglesia, de los que han dado todas las demás religiones, desde sus principios hasta el fin, contando con la religión de nuestro Padre San Francisco, que ha dado tantos".
Esta profecía, está encuadrada en los acontecimientos mundiales después de la Gran Purgación.
Por esa extrema pobreza en que se ha de ver el reino, se anuncia no sólo una gran crisis, sino algo más que una devastación nacional. En la envergadura de la prueba, sabemos que ha de ser conservada, sólo la centésima parte de cada cosa. Lo que puede ser una ruina y un cementerio. Si ha de desaparecer todo aquello que fue levantado por orgullo del hombre, y todo aquello que se amasó con las riquezas mal adquiridas, la triste panorámica para Méjico, es también aterradora.
El manantial milagroso de aceite, parece que hace alusión a un pozo de petróleo, que servirá como aceite, para las lámparas del Santísimo.
Esta nueva restauración ha de ser tan maravillosa, que nos anuncia una floración cuantiosa de vocaciones. Ya algunos videntes han vaticinado para después de la Gran Restauración, la lluvia copiosa de vocaciones en todos los conventos y claustros.
Y es claro, después de ese Pentecostés Ecuménico, por el fuego, los hombres, y las mujeres llevados por un santo celo, dejarán las cosas que ya no merecerán la pena, y se irán a los conventos y a los seminarios, a servir a Dios. Volverá de nuevo sobre los hogares católicos, aquella tradicional manera de entregar lo mejor a Dios. Los primogénitos, no serán sólo para ser un guerrero del Sacro Imperio, sino soñarán ser legos, y tener la dicha de cambiar los cetros y las fortunas tristes de la tierra, por las más humilde escoba para barrer los tránsitos apenumbrados de los claustros.
Por muchos años, no existirá esa terrible desgracia que ahora sentimos por una vocación, que se va hacia el claustro y hacia el seminario. La mayor gloria de entonces, será servir a Dios, en las cosas mínimas. Rezar maitines, comer mal, vestir pobremente y dormir poco.
Como ocio riquísimo, de un gran tesoro, será plantar coles con las hojas hacía abajo, o barrer las escaleras para arriba, o regar un bastón para que florezca ciegamente, por solo acto de prueba y de humildad.

2.- "Vio también, un conciliábulo en el infierno, y el tormento que padecían los demonios por la paz; la copia que reina en los cristianos en su tiempo, principalmente el de Lucifer. Entraron ellos en el congreso y entre todos hicieron la constitución y el código. Que Lucifer mandó a los demonios extendieran esas constituciones por todo el mundo, para pervertir a todos. Y se vació el infierno para guerrear con los cristianos y que aun en los animales se metía envistiendo a los buenos y no a los malos".
Matiana describe, con grandes rasgos, la batalla final de la cual habla Lucía de Fátima, Ana María Taigi y muchos más. El cuadro se presenta sintonizado y universal con toda la gran prueba. Catalina Emmerich vio que Satanás era desencadenado unos años antes del año 2000. León XIII en aquella visión fenomenal, vio también el conciliábulo del infierno, delante de la justicia de Dios. El mensaje de La Salette, habla de las grandes formas tácticas que usarán los demonios encarnados bajo la forma de los justos, para seducir a las almas.
Matiana, pues, está hablando por medio de terceras personas, y a su voz la descubrimos profética y clarividente. El castigo para Méjico será también, bajo la forma que hemos visto anunciada, para otras naciones. El infierno está a la vista sobre Méjico. Tenemos ya un mensaje, el castigo no se hará esperar.
Vio y declaró la gran tragedia de la insurrección, la persecución de los españoles, su expatriación y demás. Omito la prisión del Papa, los sucesos de España, Francia y Roma, por no alargar la Historia.
Dijo Matiana, que han de echar fuego graneado por las calles. Que estarán sembradas de muertos. Vio el desastre de las fincas, el saqueo, y que habían de sacar las cosas hasta debajo de la tierra. Vio los muchos excomulgados. Que dentro del palacio, ninguno moriría y que así SE OYERA MÚSICA EN LA CALLE SE ACABARIA EL BALEO. Ya no volverían a tirar una bala, y entonces dijéramos: ya se acerca la fundación y caería la bandera blanca en el cimborrío. Que un niño avisaría en las porterías de los conventos; que ya no se volvería a tirar una bala.
Vio la venida de los Anglo-americanos al reino, sus sectas, máximas y vestuario y que ellos han de ser los martirizadores. Que habían de deber mucho dinero. Vio los martirios que serán en la ciudad; la salida de las religiosas de todos los conventos, hasta las capuchinas, y que se verán dichas religiosas en tanta pobreza y necesidad.
Las tintas de este agua-fuerte revolucionario, son lúgubres. La revolución parece que se cierne sobre Méjico futuro. Un día me comentaba un preclaro obispo mejicano, una profecía que él había leído en Roma, sobre Méjico. Substancialmente, la ciudad, decía la profecía, estaría llena de cadáveres: "Un paso y un cadáver, otro paso y otro cadáver".
Para este obispo mejicano, como para mí, creíamos que aun no había venido esa profecía sobre Méjico. Matiana se nos adelanta en los mismos tonos. Parece una revolución ideológica, lo que aquí se anuncia, los muchos excomulgados nos lo hacen sospechar.
Todo parece coincidir con la Gran Purgación. El final de la Purgación, está señalado por una música en la calle.
La venerable religiosa trapense, lo enuncia, como la Madre Matiana: "Y luego oí unas arias de música tan maravillosa que creí ser conciertos celestiales".
Mariana Galtier, la profetiza francesa, y María Terreaux nos hablan también en los mismos términos, de un niño que anuncia las cosas y una gran música que anunciará el gran milagro. La paz se cierne tras de la prueba. La alusión a los americanos, a su masonería y a las desdichadas políticas, que ha podido sufrir Méjico, por su causa, están más que notoriamente precisadas. Resume todo un tratado de política internacional protectora y venal de Estados Unidos sobre Méjico.
Queda cierta duda si no será también, en lo futuro, Estados Unidos, por razón de protectorado contra Rusia, la que ocupe como base o como refugio los terrenos de Méjico.

Parece que la capital, ha de quedar algo más que en pobreza y ruinas. Estando una vez en Europa, conversando con una eminente mística aldeana, me dijo personalmente: "Salva tu vida, cuando estés en Méjico". Dios me dice que Méjico esta sobre un volcán.
Del contexto de este aviso, aquellos muertos de las profecías sobre Méjico, ¿no serán también los movimientos sísmicos y la revolución, todo junto a la vez los que descompongan la ciudad?

3.- "Que por la mano de Santiago, vendrá la felicidad del Reino, ciudad y comunidad"
La devoción de Méjico, por el Santo Apóstol, es una raigambre de catolicismo español. Los grandes destinos de España en las horas decisivas han sido resueltos después del favor intermediario de la Virgen, por la valiente intervención de Santiago, jineteando en Caballo Blanco, aun en medio de los combates.
En cierta forma, Santiago vendrá al reino, porque ya está en él. Está guardando su heredad. Y él como guardador de los destinos a él confiados, dará la última batalla, bajo su espada y el lábaro blanco del evangelio. La sombra imperial de los santos protectores de España y Méjico, caminan por nuestras encrucijadas. La vieja estirpe de los apóstoles fraylunos, y los encomendadores piadosos, vuelven a resucitar en aquel grito de "¡Santiago y abre España!..."Porque abrir España, es abrir los meridianos al Evangelio y a la misericordia teológica, que hace a los hombres dignos de Dios y a los humildes esclavos, señores de las coronas y de los altares.
Y ser español, como ser mejicano, en el viejo tronco de la fe y de la Virgen de Guadalupe, es ser ecuménico y universal...
Aun se me han quedado rezagadas las huellas de profecías sobre Méjico, que no he podido constatar. Una de ellas, es la profecía "De los dos Adolfos" que coincidirán en el poder de Méjico, y en cuyo término ocurrirán los grandes acontecimientos.
Allá queda Concha Armida, con el tesoro de sus revelaciones, y otras sombras, llenas de místicos discernimientos se han quedado volando sobre el alba de Méjico. Cuando se despierten estarán claros los eternos luceros del evangelio.
Pátzcuaro, tiene uno de los más hermosos Cristos coloniales de Méjico. Pero más hermosa es su leyenda. La leyenda del Cristo de Pátzcuaro, tiene una afinidad con aquel Cristo de la Vega de Toledo, que Zorrilla cantara en "A buen juez, mejor testigo".
Consta en unos documentos subfirmados, por cierto virrey y algunos obispos, que un día el Cristo se estremeció en convulsiones de moribundo ajusticiado. El milagro fue patente y rubricado por autoridades. Desde entonces, la postura de Cristo en la Cruz es estremecida y convulsa. Y la leyenda, con no se qué fundamento, se le quedó grabada en su imagen: El Cristo sigue estremeciéndose y poco a poco, va bajando su Santa Cabeza sobre el Pecho. Cuando baje la Santa Cara hasta tocar el Pecho, entonces habrá llegado el fin del mundo.

Ricardo Rasines U.
1960... y el fin del mundo

viernes, 28 de mayo de 2010

No nos decimos cristianos solo por Cristo

(Extracto de un folleto de Mons. Urbina refutando un articulo de un sacerdote sedevacantista poco ortodoxo)

Quien quiera estar "afianzado" -como dicen- en Dios, o en Cristo, que me aceptarán que es lo mismo, necesariamente como definió el Papa Bonifacio VIII y hemos explicado, debe estar SUBORDINADO a Pedro, es decir al Papa en funciones, gobernando a la Iglesia y ejerciendo todas las funciones que corresponden al Vicario de Cristo. San Ambrosio (330-397) escribe en DE POENITENTIA I, Cap. VII: "No se puede tener parte en la herencia de Pedro, sino a condición DE PERMANECER ADHERIDOS A SU SEDE". En el DICCIONARIO DE LA FE CATÓLICA de la Editorial JUS (1953) se lee por esto con toda razón: "PAPA, primacía del: ...el Papa es el centro de la unidad y de la comunión, siendo la comunión con el Papa, LA SEÑAL CARACTERÍSTICA DE LA ORTODOXIA CATÓLICA". ¿No se puede estar "afianzado" en Dios o en Cristo?, no, no es posible. Lo que hemos visto sería suficiente para muchos, pero abundaremos más en el tema para que no quede ninguna duda al respecto. Dios sin Papa, no es posible.
Santo Tomás de Aquino en su COMENTARIO AL EVANGELIO DE SAN MATEO, (XVI, 18) dice: "...a este (a Pedro), especialmente lo premia: A ti te digo que tu eres Pedro, etc... Primero le da el nombre y en segundo lugar del poder... Y en cuanto a lo primero, primeramente da el nombre y en seguida la razón del nombre: y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Pues a esto he venido al mundo, a fundar la Iglesia. Isaías XXVIII, 16: "He aquí que pongo como fundamento de Sión una piedra elegida, singular, preciosa y fundamental: quien tuviere fe en ella, no vacilará. Marcada está, sigue Santo Tomás, como la piedra que sirvió de cabecera a Jacob y que él ungió, como dice el Génesis XXVIII... Y esta piedra es Cristo, y por esta unción, todos son llamados cristianos POR LO CUAL NO NOS DECIMOS CRISTIANOS SOLO POR CRISTO, SINO POR LA PIEDRA. Por lo cual, especialmente le impuso (a Pedro) el nombre. Tu es Petrus, por la piedra que es Cristo... Propiedad de la Piedra es que se ponga como fundamento y también para que dé firmeza... Sobre esta piedra, esto es, sobre , piedra: porque de mí que soy piedra, te viene que tú seas piedra. Y así como yo soy piedra, así, sobre , piedra.
Muy saludable sería que los cismáticos de hoy reflexionaran las palabras de Santo Tomás: "NO NOS DECIMOS CRISTIANOS SOLO POR CRISTO, SINO POR LA PIEDRA". Y a la luz de las doctrinas consagradas por la Revelación y recibidas por toda la Tradición y la Teología, descubrimos la terrible impostura de quienes enseñan que sin estar subordinados al Papa, pretenden estar "afianzados" en Dios. Negarse a tener al Papa, pensando que Jesucristo va a gobernara sin Su Vicario, es un gran engaño. Pensar que la elección de Pedro debe ser diferida a tiempos o situaciones más favorables es traicionar a Dios. Es manipular la voluntad de Dios. Es manipular y engañar a los fieles.
Nuestro Señor Jesucristo y Pedro, son una misma piedra. Por ese motivo, Pío XII (1939-1958) en su Encíclica MYSTICI CORPORIS, 35, dice: "CRISTO Y SU VICARIO, CONSTITUYEN UNA SOLA CABEZA". Y así, en CONTROVERSIARUM DE SUMMO PONTIFICE, de Vives, París, 1870, San Roberto Belarmino, Doctor de la Iglesia, dice que nuestro Señor Jesucristo puso a Pedro este nombre, porque con este mismo nombre El es designado en el Antiguo Testamento y también en el Nuevo Testamento: Isaías IV, 14 a 28; Daniel II, 35 y 45; Salmo CVII, 22; Mateo XXI, 42; Rom. IX, 1; Cor. X, 1; Efe. II, 1; I Pedro II, 4; etc. "Sólo con Pedro, dice San Roberto, comunica Cristo SU NOMBRE, el nombre que lo significa a él mismo, para indicar que a Pedro LO HACE FUNDAMENTO Y CABEZA DE LA IGLESIA CON EL".
Corrobora esta doctrina el Papa San León que en su Epístola 89 ad Vienn. prov. enseña: "Esto dijo (Cristo), expresando una asociación de indivisible unidad, lo que era él mismo quiso significarlo diciendo: Tu eres piedra". Y en el sermón que se pronunció para conmemorar el tercer aniversario de su elevación al sumo pontificado, dijo: "Así como mi Padre te reveló mi divinidad, así también yo te hago notar tu excelencia, porque tu eres Pedro; esto es, de la misma manera que yo soy piedra invulnerable, yo la piedra angular QUE DE UNA Y OTRA HAGO UNA SOLA, yo el fundamento, en lugar del cual ninguno puede ponerse, con todo, TU TAMBIÉN ERES PIEDRA y para que afirmando con mi virtud, las cosas que son propias de mi poder, sean también tuyas, en participación conmigo".
También el Papa Bonifacio VIII en su Bula UNAM SANCTAM del 18 de noviembre de 1302, dice: "La Iglesia, pues, que es una y única, tiene un solo cuerpo, UNA SOLA CABEZA, y no dos como un monstruo, es decir, Cristo, y el Vicario de Cristo, Pedro y sus sucesores".
¿Dónde queda ese pretendido deseo de "afianzarse" en Dios, en Cristo, sino se tiene a Pedro?. La Doctrina de la Iglesia enseña con claridad que estar con Cristo es estar con el Papa, así como estar con el Papa, es estar con Cristo. Esta unidad es indivisible.
Quien predica que se quiere afianzar a Dios y no lo hace en Su Vicario, cree lo mismo que los protestantes que dicen que con Cristo les basta. Espiritualidad y apostolado intensos también los tienen los miembros de las sectas. Pero no está con ellos Pedro.
Jaime Balmes en LA RELIGIÓN DEMOSTRADA, T. I, pág. 927 dice: "GUARDENSE LOS CATÓLICOS DE PRESTAR OÍDOS A LOS QUE INTENTAN PERSUADIRLES DE QUE LA SUPREMACÍA DEL PAPA, NO ES NECESARIA PARA NADA, entiendan que se trata nada menos que de un dogma de Fe reconocido como tal por toda la Iglesia".
El Concilio de Constanza (1414-1418), en su sesión XV del 6 de julio de 1415 condenó los errores de Juan Hus. Entre ellos el siguiente que dice: "Los Apóstoles y los fieles sacerdotes del Señor, gobernaron la Iglesia valerosamente en las cosas necesarias para la salvación, antes de que fueran introducido el oficio del Papa; y así lo harían si, por caso sumamente posible, faltara el Papa hasta el día del Juicio".
Al negarse a elegir Papa, al negarse primeramente a la unidad, han rechazado también a Cristo, que con el Papa constituye una sola cabeza (MYSTICI CORPORIS), a quien no quieren oir, porque sobre Pedro el Señor edifica Su Iglesia, y han dejado de ser cristianos, porque no nos llamamos cristianos sólo por Cristo, sino por la piedra (Santo Tomás de Aquino) y quieren hacer de la Iglesia un monstruo de dos cabezas (Bonifacio VIII), y quieren inventar una novedad herética mediante la cual debemos de suponer que hay situaciones, a juicio de los hombres, en la que no es necesario el Papa en la Iglesia, o que su elección se puede diferir para buscar situaciones favorables. Por esto, todo el edificio amenaza ruina por culpa de los hombres.
Los que dicen esto, no son más que unos corchetes del Diablo.

Mons. José F. Urbina Aznar
EL DRAMA DE LA HETERODOXIA ENTRE LOS TRADICIONALISTAS
2005

jueves, 27 de mayo de 2010

Celibato eclesiástico

El celibato eclesiástico no es precepto alguno divino, ni tampoco ley natural; ni siquiera es un dogma de la Iglesia Católica. Es sencillamente una ley obligatoria de la Iglesia Romana, impuesta con miras a la dignidad y a los deberes del sacerdocio. Jesucristo, "el príncipe de los vírgenes", como lo llamó San Metodio, obispo de Olimpo, ensalzó sobre manera la virginidad. Dijo en una ocasión: "No todos somos capaces de esta resolución, sino aquellos a quienes se les ha concedido..., y hay eunucos que se hicieron de propósito eunucos (con el voto de castidad) por amor del reino de los cielos" (Mat. XIX, 11-13). Estando el Señor devolviendo al matrimonio su puridad primitiva, y prohibiendo el divorcio aun en caso de adulterio (Mat. XIX, 6), los discípulos le objetaban la dureza de semejante doctrina y arguian que, en tal caso, era preferible no casarse. Jesucristo aprovecho aquella oportunidad para aconsejar el celibato por amor al reino de los cielos. El divorcio les está prohibido a todos los cristianos absolutamente; al contrario, el celibato no es más que un consejo, y para la flor y nata únicamente. De estas palabras de Jesucristo nació el ascetismo cristiano, pues el elemento esencial del ascetismo es la virginidad. Se puede dar el ascetismo sin la práctica de la pobreza, de la obediencia y de la mortificación; pero sin virginidad, ni existe ni puede existir. San Pablo vivió célibe y recomendó a otros lo mismo, aunque como Jesucristo, nunca lo impuso por obligación. "Me alegrara que fueseis todos tales como yo mismo; mas cada uno tiene de Dios su propio don: quién de una manera, quién de otra, pero yo digo a las viudas y a las personas no casadas: bueno es si así permanecen, como también permanezco yo" (I Cor. VII, 7-8). Sin embargo para hacer ver que el celibato no es cosa de obligación, dice más abajo: "En cuanto a los vírgenes, no tengo precepto del Señor; doy, sí, consejo... Juzgo que es ventajoso al hombre no casarse. ¿Estás ligado a una mujer? No busques quedar desligado. ¿Estás sin tener mujer? No busques el casarte. Si te casares, no por eso pecas. Y si una doncella se casa, tampoco peca... El que no tiene mujer anda únicamente solícito de las cosas del Señor, y en lo que ha de hacer para agradar a Dios. Al contrario, el que tiene mujer anda afanado en las cosas del mundo, y en cómo ha de agradar a la mujer, y así se halla dividido". San Juan, en el Apocalipsis, no tiene mas que palabras de alabanza para la virginidad: "Y cantaban como un cantar nuevo delante del trono... Estos son los que no se mancillaron con mujeres, porque son vírgenes. Estos siguen al Cordero doquiera que vaya. Estos fueron rescatados dentro de los hombres como primicias escogidas para Dios y para el Cordero. Ni se halló mentira en su boca, porque están sin mácula delante del trono de Dios" (Apocalipsis XIV, 3-5).
A medida que la Iglesia se desparramaba por las provincias del Imperio Romano, surgían acá y allá cristianos heroicos que se abrazaban voluntariamente con el celibato, así como con los otros dos consejos del Señor no menos difíciles de guardar, a saber: pobreza y obediencia; y estos tres consejos eran fielmente guardados por innumerables almas buenas ya en el siglo II. Cuando San Ignacio de Antioquía era llevado a Roma para ser martirizado, escribió en el camino varias cartas a diferentes Iglesias, y en la que escribió a Esmirna manda saludos especiales a los que guardaban la virginidad. Ya entonces (año 115) la virginidad era reconocida como un estado de vida permanente, y los cristianos la honraban sobre manera. Tanto era así, que no faltaron algunos de estos ascetas que se consideraban superiores en virginidad al obispo. Cuando San Ignacio se enteró de ello, escribió otra carta a San Policarpo, mandándole que atajase pronto aquel brote de orgullo. En la doctrina de los Apóstoles (100) se pone a los profetas como modelos de virginidad y continencia (11, 12). Hermas nos dice que vivía con su mujer como si fueran hermanos, y que esta continencia le había acarreado muchas gracias de Dios. San Justino, mártir (165), después de pintar con vivos colores la inmoralidad de los paganos, dice así: "Cuando nosotros contraemos matrimonio, lo hacemos para engendrar hijos; cuando renunciamos al matrimonio, guardamos con perfección la continencia". (1 Apol 29). Y mas abajo habla del gran número de cristianos que practican el celibato (14, 2; 15, 6). Otro apologeta ilustre de los primeros siglos, Taciano (120-200), se complace en hacer incapié en la pureza de los ascetas cristianos, "cuyos cuerpos no tienen mancha por la virginidad perpetua que guardan que se han abrazado con el celibato movidos únicamente por el deseo de juntarse y unirse más íntimamente con Dios" (Orat ad Graec 32). Si ya a los principios se contaban por millares los que practicaban el celibato voluntariamente "por el reino de los cielos", imitando así a Jesucristo y a su Santísima Madre, ¿no convenía que en este punto fuesen a la cabeza los jefes, es decir, los obispos, los sacerdotes y los diáconos? De hecho, había muchos clérigos que vivían célibes, aunque les estaba entonces permitido casarse. Tertuliano (200), para disuadir a una viuda que quería volver a contraer matrimonio, le recuerda el gran número de ordenados que vivían continentes y que habían escogido a Dios por esposo (De Exh Cas 13). Orígenes (185-255), comparando los sacerdotes del Antiguo Testamento con los del Nuevo, dice que aquéllos no se obligaban guardar continencia mas que durante el período de sus servicios al templo, mientras que los del Nuevo Testamento no conocen tales limitaciones. Luego contrasta la paternidad espiritual de los sacerdotes cristianos con la paternidad natural de los sacerdotes judíos (In Lev 6, 6). En el siglo IV nos hablan del celibato Eusebio, San Cirilo de Jerusalén, San Jerónimo y San Epifanio. Dicen que era práctica común en Egipto, en el Oriente y en Roma; que la Iglesia tenía en mucha estima el tal celibato, y que, gracias a él, los clérigos podían entregarse en cuerpo y alma a su sagrado ministerio. No negamos que entonces se ordenaba a no pocos casados, pero eso obedecía a que aun no se había promulgado ley alguna sobre esta materia. Sin embargo, ya notó el historiador Sócrates que en Tesalia, Macedonia y Grecia eran depuestos los sacerdotes que rehusaban apartarse de sus mujeres (Hist. Ecles. 5, 22; 440). La primera ley eclesiástica que puso en vigor el celibato eclesiástico fue el canon 33 del Concilio de Elvira, en España, hacia el año 300. Los obispos, sacerdotes y diáconos que rehusasen despedir a sus mujeres y engendrasen hijos debían ser depuestos. El Papa Siricio (384-399) expidió un decreto semejante en el Concilio de Roma y escribió cartas a España y a África insistiendo en la observación del decreto. Poco mas tarde, el Papa Inocencio I (402-417) escribió cartas parecidas a los obispos Victricio, de Rouen, y Exuperio, de Tolosa, y en tiempo de León el Grande (440-461) era obligatoria en todo el Occidente la ley del celibato eclesiástico. En Oriente se procedió en esto con más lentitud. El Concilio de Ancira de Galacia (314) permitió contraer el matrimonio a los diáconos que antes de ser ordenados declaraban que no pretendían vivir cálibes. El Concilio de Neo-Cesarea, en Capadocia (315), prohibió a los sacerdotes casarse segunda vez, bajo pena de deposición. El Concilio de Nicea (325), aunque no aprobó ley alguna en lo referente al celibato, prohibió a los clérigos tener en sus casas mujeres que pudieran excitar las sospechas del pueblo, permitiéndoles únicamente personas de quienes nadie pudiera sospechar, tales como la madre, las hermanas y otros miembros de la familia. La Constitución Apostólica (400) prohibió a los obispos, sacerdotes y diáconos casarse una vez ordenados, aunque les permitía vivir con sus mujeres. Mas aun: en el canon 6 se prohibe a los obispos y sacerdotes despedir a sus mujeres "bajo el pretexto de piedad". Más tarde en tiempo del emperador Justiniano (527-565), se exigió el celibato a los obispos.

Celibato, Continencia, es el estado de los que han renunciado al matrimonio por motivo de religión.
La historia del celibato consideraba en sí misma, la idea que tuvieron de ella los pueblos antiguos, las leyes hechas con el objeto de abolirle, los inconvenientes que de él podían resultar en otras circunstancias diferentes de las nuestras son tratados extraños al objeto de la teología. Nosotros debemos limitarnos a examinar si la Iglesia cristiana ha tenido razones satisfactorias para sujetar a él a sus ministros, y autorizar el voto en el estado monástico; si las pretendidas ventajas que resultarían del matrimonio de los sacerdotes y de los religiosos son tan ciertas y sólidas como se ha querido suponer en nuestros días.
Los críticos de esta disciplina de la Iglesia convienen ya en que el celibato, considerado en sí mismo, no es ilegítimo, cuando se establece por una autoridad divina; que Dios, sin duda alguna, puede manifestar que la práctica de la continencia le es agradable, y efectivamente así lo manifestó.
Jesucristo después de haber dicho: "Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios" (Mat. V, 8), añade en otra parte: "Hay eunucos que han renunciado al matrimonio por el reino de los cielos; el que pueda entenderlo ponga atención... El que dejase a su familia, a su esposa, a sus hijos, sus heredades, a causa de mi nombre, recibirá el céntuplo, y conseguirá la vida eterna", (Mat. XIX, 12, 29). "Si el que viene a mí no está dispuesto a dejar a su padre, a su madre, a su esposa, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y a su propia vida, no puede ser mi discípulo" (Luc. XIV, 26). Tal es, en efecto, el sacrificio que los Apóstoles se vieron obligados a hacer: o permanecieron en el celibato, o todo lo abandonaron para entregarse a la predicación del Evangelio y a los trabajos del apostolado.
San Pablo dice a los fieles: "No es un mandato el que os doy, sino un consejo; quisiera que vosotros fueseis todos como yo; mas cada uno recibe de Dios el don que le conviene. Yo digo pues a los que están en el celibato o en la viudez, que les conviene permanecer como yo. Si no pueden guardar la continencia, que se casen; esto vale más que abrasarse con un fuego impuro" (I Cor. VII, 6). Empezó por establecer como máxima que es bueno al hombre el no tocar a una mujer, Ibid. 1. La razón que da San Pablo es que el que está casado se ocupa de las cosas de este mundo y del cuidado de agradar a su esposa: al paso que el que vive en celibato no tiene otro cuidado mas que servir a Dios y agradarle, Ibid. 32. Esta razón es seguramente para todas las épocas. Exhorta a Timoteo a que se conserve casto (I Tim. V, 22). Entre las cualidades de un obispo, exige que no tenga mas que una mujer, y que sea continente (Tit. I, 8). Por continencia jamás entendió San Pablo el uso moderado del matrimonio, sino ala abstinencia absoluta: esto aparece claro del primer pasaje que acabamos de citar.
San Juan representa delante del trono de Dios una multitud de bienaventurados mas elevados en gloria que los demás: "He aquí, dice, a los que no se han manchado con las mujeres, son vírgenes, siguen al Cordero a todas partes: estas son las primicias de aquellos que ha rescatado Dios de entre los hombres" (Apoc. XIV, 4).
Los Apóstoles nos representan la continencia como un estado mas perfecto, por lo tanto mas conveniente para los ministros del Señor.
Los mismos críticos confiesan, en segundo lugar, que todos los pueblos antiguos asociaron una idea de perfección al estado de continencia, y juzgaron que este estado convenía principalmente a los hombres consagrados al culto de la Divinidad. Judíos, egipcios, persas, indios, griegos, tracios, romanos, gacios, perubianos, venecianos, filósofos, discípulos de Pitágoras y de Platon, Ciceron y Sócrates, todos convienen en este punto. Todo mundo sabe las prerogativas que los Romanos concedían a las Vestales. No es de admirar pues que los fundadores del cristianismo hayan ratificado y consagrado esta misma idea. A pesar de la alta sabiduría de que se glorian nuestros políticos modernos, presumimos que la opinión de los antiguos estaría mejor fundada que la suya.
En tercer lugar convienen en que el espíritu y el deseo de la Iglesia ha sido siempre que sus principales ministros viviesen en la continencia, y que siempre ha trabajado para establecerlo como ley. Con efecto, el Concilio de Neocesarea, celebrado en 315, diez años antes del de Nicea, manda deponer al sacerdote que se casare después de ordenado. El de Ancira dos años antes, no permitió casarse mas que a dos diáconos que habían protestado contra la obligación del celibato al recibir las órdenes.
El canon 26 de los apóstoles no permitia mas que a los lectores y cantores el tomar esposa. Según Sócrates, lib. 1º, cap. 11, y Sozomeno, lib. 1º, cap. 23, esta era la antigua tradición de la Iglesia, a la cual creyó oportuno adherirse el Concilio de Nicea, observándose también en el día en las diferentes sectas orientales.
Convenimos en que estos concilios no obligaron a los obispos, sacerdotes y diáconos a abandonar a las esposas que tomaron antes de ordenarse; más tampoco puede citarse ningún ejemplo de que se les haya permitido casarse después de su ordenación, ni de vivir conyugalmente con las mujeres con quien se habían casado antes. San Jerónimo, adv. Vigilant. p. 281, y San Epifanio, haer. 59, n. 4, atestiguan que los cánones lo prohibian.
Habían ejemplos de muchos eclesiásticos que vivían con sus esposas como si fueran hermanas. Eusebio da por razón de esto que los sacerdotes de la ley nueva están enteramente ocupados en el servicio de Dios y del cuidado de educar una familia espiritual.
En Occidente es mas antigua la ley del celibato; se encuentra en el canon 33 del Concilio de Elvira, que se cree haber sido celebrado el año 300. Fue confirmada por el Papa Siricio el año 385, por Inocencio I en 404, por el Concilio de Toledo el año 400, por los de Cartago, Orange, Arlés, Tours, Agda, Orleans, etc.
Esta ley no es más que una discíplina; ¿qué importa? se funda en las máximas de Jesucristo y de los apóstoles, en el voto de la Iglesia primitiva, en la santidad de los deberes de un eclesiástico y aun en las razones de una sabia política. ¿Qué más necesita para ser inviolable?
Los deberes de un eclesiástico, y principalmente de un párroco, no se limitan a la oración y al culto de los altares; debe de administrar los sacramentos, y sobre todo la penitencia, instruir con sus discursos y ejemplos y asistir a los enfermos. Es el padre de los pobres, de las viudas, de los huerfanos, de los niños abandonados: su rebaño es su familia; es el repartidor de las limosnas, el administrador de los establecimientos de caridad, el amparo de todos los desgraciados. Esta multitud de funciones penosas y dificiles es incompatible con los cuidados, los obstáculos y disgustos del estado matrimonial. Un sacerdote que estuviera ligado con este lazo no podría conciliarse el grado de respeto y confianza necesaria para el buen éxito de su ministerio; estamos convencidos de esto por la conducta de los griegos respecto de sus papas casados, y de los protestantes respecto de sus ministros.
La Iglesia no obliga a nadie a entrar en el estado eclesiástico; por el contrario, exige pruebas y toma todas las precauciones posibles para asegurarse de la vocación y de la virtud de los que aspiran a él; los que contraen este empeño sagrado lo hacen por elección y con todo conocimiento, y en una edad en que el hombre puede conocer sus fuerzas y su temperamento, mucho tiempo después de la época en que es hábil para contraer matrimonio. Si hay vocaciones falsas provienen de la avaricia y de la ambición de los seglares y no de la disciplina eclesiástica.
¿Para quién es penosa la continencia? Para los que no siempre han sido castos, para aquellos que inficiona la depravación actual de las costumbres públicas. Quítese la causa, y la virtud volverá a adquirir todos sus derechos. Cuando se originan escándalos, no provienen por cierto de los obreros oprimidos con el peso de las funciones eclesiásticas sino de los intrusos a quienes el interés y la ambición de las familias hacen entrar en la Iglesia a pesar de ella.

¿EL CELIBATO ES IMPOSIBLE?

Es falso que el celibato sea imposible. Ahí están para desmentirlo las legiones de sacerdotes seculares, religiosos y religiosas que adornan con su virginidad a la Iglesia, especialmente en el Occidente. No queremos decir que no haya habido ningún escándalo en este particular, pues debajo de la sotana y del hábito religioso se esconde el hombre de carne y hueso con sus pasiones y malas inclinaciones; pero deleitarse en escarbar y ahondar en los casos aislados que forzosamente tienen que ocurrir, dada la miseria humana, es, por no decir otra cosa, imitar al escarabajo, que busca el estiércol para alimentarse. Es de todos sabido que ha habido en la Historia algunas épocas decadentes, como, por ejemplo, lo que sucedió a la desmembración del Imperio de Carlomagno. Debido a las circunstancias anormales del feudalismo y otros males naturales, el celibato padeció menoscabo en Europa, y no eran pocos los clérigos que vivían en concubinato. Pero aun entonces, la voz de los Papas resonó en todos los ámbitos de la cristiandad condenando implacablemente el concubinato de los clérigos e iniciando la reforma que tuvo lugar más tarde. Merecen mención honorífica entre los Papas de entonces San Gregorio VII (1073-1085), Urbano II (1088-1099) y Calixto II (1119-1124). El Concilio de Letrán (1123) declaró inválidos todos los matrimonios contraídos después de las sagradas Ordenes, y este fue el principio de la renovación del celibato en Occidente. No es menester saber mucha Historia para ver que en Occidente se ha observado con fidelidad el celibato eclesiástico para la mayor parte de los clérigos desde el siglo IV. Los únicos que han dicho que el celibato es imposible y contra la naturaleza, fueron aquellos señores feudales, mitad obispos y mitad príncipes, a quienes siguieron más tarde Lutero y los seudoreformadores del siglo XVI. El sermón que predicó Lutero sobre el matrimonio (Grisar, Lutero, 3, 242) en una muestra clara de la Independencia que se había apoderado del monje apóstata.
No, el celibato no es imposible, pues Dios da con abundancia gracia a los sacerdotes para que vivan castamente. La celebración diaria de la Misa, el rezo diario del Oficio Divino, la meditación frecuente de las verdades eternas, los consuelos que se derivan del confesionario, el ayudar a morir y otros ejercicios de caridad y devoción, son ayudas eficaces que mantienen al sacerdote fiel a sus votos. Además, el sacerdote no es un cualquiera, sino que ha sido probado y ejercitado en ciencia y virtud durante los años de estudios sacerdotales, vigilado de cerca por los superiores celosos que solo dan su voto de aprobación cuando el joven seminarista ha dado pruebas inequívocas de solidez en la virtud. A decir verdad, un adarme de sentido común para refutar a los que dicen que el celibato es imposible. Porque, vamos a ver: ¿son impuros los jóvenes solteros de uno y otro sexo, los que por una razón u otra, nunca se han casado, los viudos y las viudas? ¿Están obligados a cometer adulterio los esposos que por negocios o por otros motivos tienen que vivir largos períodos de tiempo separados de sus esposas? ¿Si el celibato es imposible!? Decir que sí a estas preguntas es tildar de inmundos al hermano, a la hermana, al tío, a la tía, al padre y a la madre. Y no creemos que nadie toleraría semejante insulto a un miembro tan cercano de la familia. Sin embargo, nos hacemos cargo perfecto cuando oímos estas acusaciones de boca de un vicioso e impuro. Ya dice el refrán "que piensa el ladrón que todos son de su condición".
Otros dicen que el celibato es contra naturaleza. Tienen toda la razón si por naturaleza entienden la naturaleza baja del hombre, con sus inclinaciones sensuales y corrompidas, esa naturaleza de la que dijo San Pablo que está haciendo guerra perpetua "a la ley del espíritu" (Rom. VII, 23); pero se equivocan de medio a medio si creen que para ser uno puro no tiene mas remedio que casarse. Se cuentan a millares los hombres y las mujeres que han renunciado al matrimonio por fines que no son puramente espirituales, y sin embargo, han vivido una vida pura y ejemplar. Todos conocemos y hemos conocido a hombres que no se han casado por ayudar a su madre viuda y con hijos pequeños, y mujeres que han hecho otro tanto ayudando a su padre viudo con familia numerosa. ¿Sería justo calumniarlos por haber violado las leyes de la naturaleza? Y no olvidemos que la virginidad ha sido tenida siempre en gran estima aun por los paganos, como puede verse son sólo abrir los anales de Roma, Grecia, las Galias y el Perú. Los escándalos aislados que han ocurrido a través de las edades no prueban nada contra lo que venimos diciendo, pues tampoco han faltado escándalos entre clérigos casados, ya sean estos cismáticos rusos, luteranos alemanes o pastores de cualquiera de las sectas norteamericanas. La experiencia de muchos años y muchos siglos ha enseñado a la Iglesia que el clero célibe puede hacer, y de hecho hace, por la gloria de Dios mucho más que el clérigo casado. La mujer y los hijos restan muchas energías al sacerdote, energías que pueden ser empleadas en negocios puramente espirituales. Esto es tan evidente, que parece mentira que haya quien lo pueda poner en duda. Por eso han sido mucho los protestantes que han confesado la superioridad del celibato, especialmente cuando se trata de misioneros entre infieles. En cuanto a la última dificultad, es falso que el casado tenga un carácter más amable y cariñoso que el célibe. Tantos crímenes y atropellos comete el casado como el soltero. El sacerdote fiel a sus votos y obligaciones es la persona más amable y caritativa de todos los mortales; le quieren con desinterés lo mismo los niños que los viejos, y le veneran y admiran los ricos y los pobres, los rústicos y los instruidos. Finalmente, decir que el sacerdote debiera casarse para enseñar la religión con más eficacia, es como decir que el médico debiera gustar y saborear todas las medicinas antes de prescribírselas a los enfermos.

sábado, 15 de mayo de 2010

¿Por qué prohibe la Iglesia la cremación de los cadaveres?

La Iglesia no prohibe la cremación de los cadáveres porque ello sea en sí cosa mala, sino porque va contra la tradición del pueblo escogido, recibida luego por los cristianos, y por que los que la iniciaron eran enemigos de la fe que pretendían destruir la creencia en la inmortalidad y en la resurrección de la carne. Roma ha condenado la cremación en tres decretos: el primero fue expedido el 16 de mayo de 1886, y en él se prohibe a los católicos dar su nombre a sociedades que defienden esa práctica o mandar que sus cadáveres sean entregados a las llamas; el segundo (15 de diciembre de 1886) niega la sepultura eclesiástica a los católicos que tal hagan; el tercero, expedido el 27 de julio de 1892, manda a los sacerdotes que no les den los últimos sacramentos. Estos decretos del Santo Oficio condenan la cremación, no por ser cosa contraria a la ley natural o divina, sino por ser "una práctica pagana detestable, introducida por los hombres de fe dudosa" que pretenden con ella mermar la reverencia que los católicos tienen a los muertos. Los judíos acostumbraban dar sepultura a los muertos ya en la tierra, ya en los sepulcros de piedra (Gen. XV, 15; XXIII, 19). Miraban con horror la cremación (Amós II, 1), que era prescrita como castigo contra ciertos casos de escándalo e inmoralidad (Gen. XXVIII, 24) y contra los que en tiempo de guerra guardaban los despojos de las ciudades devastadas (Josúe VII, 15). La Iglesia adoptó la costumbre judía, y desde los primeros siglos condenó lo que Tertuliano llama "costumbre cruel y atroz de la cremación". Los padres basaban esta manera de sepultura en la doctrina de la resurrección de la carne y en el respeto que se debe al cuerpo, por ser templo del Espíritu Santo, en frase de San Pablo.
En los tiempos modernos, el primer atentado para restaurar la cremación lo dieron los neopaganos del Directorio francés del año quinto de aquella República. El proyecto no tuvo una acogida favorable, aunque era uno de los postulados del programa revolucionario contra la doctrina, ley y costumbre inmemorial de la Iglesia. Abogaba por la cremación "para destruir la superstición de la inmortalidad del alma y de la resurrección de la carne". Los que esto pedían ya habían manchado sus manos con sangre de sacerdotes, habían abolido la Misa y la festividad del domingo y habían inventado el culto peregrino a la diosa razón. Pero el mundo tuvo que esperar cerca de setenta y cinco años hasta que la incredulidad echase más raíces en Europa y se diese un segundo atentado, esta vez con más éxito. En 1872 se comenzaron a quemar los cadáveres en Padua, y en seguida los anticatólicos dieron comienzo a una serie de sociedades de amigos de la cremación, defendiéndola en libros y folletos sin cuento. El masón Ghisleri decía en su Almanaque: "Los católicos hacen muy bien en oponerse a la cremación; esta purificación de los muertos por el fuego tiende a sacudir en sus cimientos la ascendencia católica, que se basa en el terror con que ha rodeado la muerte". Otro masón, Gorini, decía así en su libro Purificación de los muertos: "Nuestra tarea no está terminada al reducir el cadáver a cenizas, nos proponemos también quemar y destruir la superstición". Luego propone vender las cenizas a los labradores, y añade: "El resultado sería que este material común volvería a reencarnarse parcialmente en los cuerpos en los que vivimos en Milán. Esta es la única resurrección de la carne que reconoce la ciencia". Frases como estas, que abundaban demasiado en la prensa italiana, hicieron que la Iglesia tomase cartas en el asunto y condenase en términos inequívocos la cremación.
Si se introdujera la cremación, perderían su significados las cruces y oraciones tan hermosas que la Iglesia reza por los difuntos.

viernes, 14 de mayo de 2010

Los vicios y los pecados destruyen la familia


Los vicios y los pecados destruyen la prosperidad de los mortales, y desde el principio del mundo se comenzó a experimentar, pues por el pecado de nuestros primeros padres se perdieron, y nos perdieron a todos sus descendientes, y por aquella primera culpa quedó maldita toda la tierra, y desde entonces produce penetrantes espinas para nuestra mortificación y justo castigo.
Sobre este castigo comun vienen otros particulares a los ingratos pecadores; porque como ellos a la culpa original añaden otras personales, también el Señor agraba las penas a proporción de sus torpes ingratitudes, aunque siempre con infinita misericordia; porque no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta, y viva eternamente.
La virtud hace felices y prósperas las casas, y el vicio las destruye. Aun en lo material, la pared que hace vicio amenaza ruina, si con el tiempo no se remedia; y la que se conserva con perfecta rectitud permanece constante.
Aun los bárbaros han conocido esta verdad, que la destrucción de la buena fortuna de los hombres consiste en que no sean ingratos y pecadores contra su Dios y Señor. Así se lo dijo expresamente al profeta Jeremías el principe de las milicias del rey de Babilonia: "Tu Dios os ha enviado este grave castigo, porque habéis pecado contra él, y no habéis querido oír su misericordiosa voz, para enmendar vuestros ingratos vicios" (Jerem. XL, 3)
El mismo santo profeta Jeremías lo confesó llorando en sus trenos, y dijo: "Peccatum peccavit Jerusalem, propterea instabilis facta est". Y por sus gravísimos pecados pasó aquella nobilísima ciudad del mundo a su mayor ignominia.
Esto sucede prácticamente a muchas casas y familias. Dígalo la casa desgraciada del ingrato Saul. Mientras en ella se sirvió fielmente al altísmo Dios, todo fue prosperidades y buenas fortunas; pero desde que se dejó llevar de los vicios, no vio sino calamidades y miserias, y se arruinó su casa con horrendas fatalidades. (Reg. XXIII, 12 y sig.).
Al rey David por su virtud le levantó Dios del polvo de la tierra, le llenó de honras y riquezas; pero luego que se hizo pecador, vinieron las desventuras; permitiendo el Señor, que un hijo suyo le persiguiese, y le echare de su casa, hasta que con ejemplar penitencia Dios se dio por satisfecho, y le retituyó a sus honores y conveniencias antiguas.
En la casa infeliz donde reinan los vicios, y o la virtud y el santo temor de Dios, todo se arruina. Dios tiene paciencia algún tiempo; mas si la piedad no aprovecha entra el justo rigor.
El mismo Dios, cuando intimó a su pueblo su Santa Ley, les dijo, que si no guardaban sus mandamientos, y no temian a su Dios y Señor, y se dejaban llevar de sus pasiones y vicios, los llenaria de plagas y de enfermedades pésimas, y de aflicciones contínuas.
Esto conocieron, aunque tarde, los miseros cautivos israelitas, cuando decían: nosotros nos precipitámos cada uno en su sentir maligno, cometiendo muchas maldades delante de los ojos de nuestro Dios, no atendimos a la voces de los profetas y predicadores que nos desengañaban con su santo celo; y por eso nos han llegado tantos males juntos y estamos sujetos al imperio de un tirano. Así lo escribe el profeta Baruch.
Llora la tierra de lástima, porque sus habitadores no lloran sus culpas. La yerba del campo se seca por la sequedad y dureza obstinada de los corazones de sus indignos dueños. Todo lo causa la malicia de los hombres ingratos con su Dios y Señor, que los avisa, y no se enmiendan.
Considerad bien, hombres mortales, estas católicas doctrinas, para ser felices en vuestras casas, ajustando vuestras vidas a la ley de Dios, el cual no tiene pensamientos de aflicciónes y castigos, sí de paz verdadera con vosotros. Su divina Majestad ofrece por sus profetas oír, atender y consolar a todos los que oyeren su misericordiosa voz, y enmedaren sus operaciones erradas, conpropósito firme de no volver a ellas. Esta es la vida, y lo contrario es la muerte.
Las maldiciones atroces que Dios tine fulmindas contra los que desprecian y no guaradan la divina ley, causan horror; pero aun aterroriza más el considerar que es infalible su cumplimiento, porque son palabras de un Dios inmutable, que antes faltara el cielo y la tierra, que se dejen de cumplir. (Mat. XXV, 55).
Moisés dice en el Deuteronomio: "Si no quereis oír la voz de tu Dios y Señor, y guardar todo lo que te tiene mandado, vendrán sobre ti todas estas maldiciones: maldito serás en la ciudad, maldito en el campo. Maldito será tu granero, y todo el fruto de tus culpas, y malditos tus ganados. Maldito serás entrando en tu casa, y maldito saliendo de ella. Dios enviará sobre ti hambre y calamidad hasta que acabe contigo, y te pierda y destruya repentinamente por tus maldades pésimas con que has dejado a tu Dios". (Deut. XXVIII, 15 y sig.).
Y sigue el texto sagrado: "Dios te castigue con pobreza y necesidad, frío y calentura, ardor y fuego, aire corrupto y humor destemplado; de tal manera que padezcas hasta que perezcas. El cielo que tienes sobre ti sea de bronce, y la tierra que pisas sea como de hierro. En lugar de agua te llueva polvo, y del cielo descienda sobre tu cabeza la ceniza, hasta que te deshagas como ella. Entréguete Dios a tus enemigos, los cuales prevalezcan contra ti; y si sales por un camino contra ellos, huyas de ellos asombrado por siete caminos, y vayas fugitivo por todos los reinos de la tierra". Prosigue el sagrado texto: "Dios te castigue con plaga de Egipto, y se corrompa en tu cuerpo la via del estiercol, y abundes de sarna y prurito; de tal modo que no te puedas curar. Dios te castigue con locura, fatuidad, ceguedad y furor, de tal manera, que pierdas el tiento, y al mediodia vayas palpando paredes, como al ciego le sucede, y no aciertes a gobernar tus pasos. En todo tiempo padezcas calumnias, y seas oprimido de la violencia, y no halles quien te libre de ella; edifiques casa, y no habites en ella: plantes viña, y no la vendimies".
Sigue el texto sagrado: "Permita Dios, que tus enemigos se coman tus bienes y tu hacienda delante de tus ojos, y tú no la gustes. Te roben lo que tienes, y no te lo vuelvan. Tus ovejas y ganados pasen a tus enemigos, y no halles quien te ayude... y sobre todo padezcas calumnias y opresión... Siembres mucho y cojas poco y langostas se coman todos tus sembrados..."
Aun prosigue el texto sagrado: Vengan sobre ti todas estas maldiciones hasta que perezcas, porque no quieres oír la palabra de tu Dios y Señor, ni has querido guardar sus santos mandamientos. Servirás a tu enemigo, pues no quieres servir a tu Dios en alegría santa. Dios pondrá sobre tu cerviz un yugo de hierro, pues no quieres llevar el yugo suave de su santa ley...

Dicen los impíos y obstinados pecadores, que todas la referidas maldiciones son amenazas para terror de los hombres, y que ellos han conocido y conocen a muchos de grandes conveniencias y buenas fortunas, que al mismo tiempo vivían envueltos en gravísimos pecados. En estos desalmados se cumple a la letra lo que dice el Espíritu Santo, que el hombre pecador no hará caso de la corrección, porque conforme a su voluntad hallará la comparación (Eccli., XXXII, 12).
Este gravísimo punto tenia muy confuso al profeta Jeremías cuando le pregunto a Dios nuestro Señor, ¿cuál sería la causa de que la vida de algunos pecadores prosperaba, y se hacían felices al parecer en los bienes temporales, y triunfaban y prevalecían contra los justos?
Esta misma dificultad le ocurrió al santo Job cuando propuso en presencia de Dios la cuestión: ¿Por qué viven los impíos, y son ensalzados y enriquecidos de bienes temporales de la tierra?
Y el profeta Habacuc propone con admiración el mismo punto, y dice: ¿Por qué, Señor, pones tus ojos sobre los que obran maldades; y callas, viendo que el impío destruye al justo, y prevalece contra él?
A todo esto se responde cumplidamente con el texto del apóstol San Pablo, que dice, son incomprensibles los juicios de Dios, y altísima su sabiduría infinita (Rom. XI, 33). Su divina Majestad sabe y comprende el motivo justificado, porqué tolera, favorece y opulenta a algunos impíos y perversos en este mundo, y permite prevalezca contra los justos.
El gran San Juan Crisóstomo, considerando profundamente la gloria eterna de inmensas delicias que Dios tiene prevenida para los justos, y la horribilidad de las penas eternas del infierno, que han de padecer los malos, llegó a decir, se admiraba mucho de que a los justos no se les convertiese en amargas y penetrantes espinas toda la tierra que pisan, habiendo de estar después en el cielo por toda la eternidad; y que a los infelices pecadores no se les convirtiese en oro y en delicias cuanto manejan en esta vida mortal, habiéndose de condenar después para siempre al eterno fuego del abismo en compañía de los demonios.
El insigne doctor San Agustín halló dos motivos principales, por los cuales Dios nuestro Señor tolera a los malos en este mundo: el uno es, para que se conviertan; y el otro es para que ejerciten a los justos.
Según esta doctrina todo hombre malo, o viven en este mundo por la divina misericordia para que se convierta a Dios, o vive para dar mucho que merecer a los justos y santos, y después condenarse para toda la eternidad. Si vive por el primer motivo, él padecerá para su bien eterno los trabajos temporales referidos, o algunos de ellos; y será grande la piedad del altísmo Señor, que en esta vida pague sus pecados, y salve su alma, y Dios nuestro Señor hará con él, como padre amoroso, que castiga y corrige a sus hijos, para que no se pierdan.
Pero si los infelices pecadores son de los que por último se han de condenar eternamente, a estos tal vez les permite Dios el gozo momentáneo de sus bienes temporales, o por no dar dos castigos a sus gravísmas culpas, o por no adelantarles sus tormentos y trabajos del infierno, antes de su fatalisimo término. Estos son los desventurados, que confunden el mundo miéntras viven, siendo causa de juicios perversos contra los justos.
Todas aquellas casas y familias donde no se sirve a Dios nuestro Señor, ni en ellas se cuida del amor y temor de Dios, ni del cumplimiento puntual de sus divinos mandamientos, sucederá una de dos; o que en esta vida mortal tendrán grandisimos trabajos, y será grandísima la misericordia divina que los tengan, o serán como casas de condenados infelicísimos, a quienes les estaría bien no haber nacido.
Abran los ojos los padres de familias, y vean cuánto les importa que en sus casas se ame y se tema a Dis nuestro Señor, y se guarde su divina ley; pues en este cuidado consiste, no solo la vida eterna, sí también las conveniencias temporales de esta vida mortal, el ser felices los hijos, el conservarse la casa, y el aumentarse todos los bienes en ella; y de lo contrario se sigue el acabarse y arruinarse todo, como queda probado. Por esto encarga Dios tanto a los padres, que enseñen desde niños a sus hijos esta doctrina del cielo, de la cual depende toda su buena fortuna en este mundo, y en la vida eterna.
Yo conocí a un religioso anciano, bien desengañado, el cual amargamente se quejaba de sus padres, maestros y parientes, porque no le habían castigado en su niñez, cuando le veían travesear y hablar solturas indecentes, hasta que con el castigo aprendiese esta constante verdad: de que la buena fortuna de la criatura consiste radicalmente en amar, temer y servir a su Dios y Señor, y observar sus divinos mandamientos.
Por lo cual suspirando y llorando solía decir: Dios les perdone a mis padres y maestros el descuido que tuvieron conmigo en mis primeros años, cuando debieron haberme castigado y escarmentado, hasta que aprendiese perfectamente esta católica verdad, de que fui creado para conocer a mi Dios, amarle, temerle y servirle en esta vida mortal, para después verle y gozarle para siempre en la vida eterna.
Padres de familia, aprended bien esta obligación estrecha que tenéis de enseñar a todos en vuestras casas esta doctrina fundamental para hacerlas felices y dichosas. Mirad no prevalezcan en ellas los vicios y pecados, que serán toda vuestra ruina.
R.P. Fray Antonio Arbiol
La familia regulada (1866)





jueves, 13 de mayo de 2010

PROFECÍAS SOBRE MÉJICO

Méjico, ha tenido ante Dios, cierta singularidad. La historia de Méjico religiosa y política, nos lo demuestran. Cuando un hombre o una Nación, han de ser grandes, hay un secreto en la afinidad del alma y en los gestos individuantes, que lo anuncian. Los individuos tienen rumores extraños y gravitaciones profundas, que los impulsan desde adentro a esa vocación misteriosa, a su predestinación.
Las naciones están dominadas por esa ley secreta a la predestinación, a la gloria o a la esclavitud. La fisonomía espiritual de Méjico, tiene todas las características de un pueblo grande en lo religioso. No mido el poderío de Méjico, por las estadísticas gloriosas de las batallas, ni por los puestos en la producción de los metales, ni por la grandeza numérica de sus divisiones, ni siquiera por la pompa efímera de su producción artística. Nada tan periférico, como mirar así a Méjico, tierra de volcanes y de insurgentes, llena de divisiones de generales, y de mariachis nocturnos bajo las rejas prometidas. Méjico, hay que mirarlo desde la otra ribera, casi desde la divinidad. Y desde ahí, contemplamos esos destinos gloriosos, de tanto mártir mejicano y de tantos inditos llenos de sencillez, con el rostro prieto y aceitunado de los aborígenes autóctonos, llenos de tilmas que amparan el sufrimiento y la plegaria resignada. Pueblo hecho para la esclavitud del Evangelio y para el servicio de los grandes. Sufrimiento y audacia quemada, en la aventura indiferente de jugarse la vida por el Señor de los cielos o de la tierra. Pueblo de alma elemental, emparentado con los pardos sayales franciscanos, llenos de alegría y de servicio, perfumados de Avesmarías y de abandono. Casta de ascetas sin ventura, buenos para levantar pirámides cristianizadas, florecidas de cúpulas coloniales bajo la gloria de los arquitectos de Castilla. La exportación folclórica del mejicano para el turismo y para la caricatura, nos ha dado un tipo de macho de tribu, jugador y pundonoroso en el honor a las mujeres, sobre todo el de su madre. Es el pueblo de las menciones honoríficas, que son el diploma del deshonor de una mujer. Y el macho que burla a las mujeres y a la fidelidad, decadencia del Don Juan Español, cuida, como nada en el mundo, la gloria de su madre. Este pueblo con categorías y esencias maternales, está gravitando en su religión hacia la Madre de los cielos, tal vez como ningún otro pueblo. Y el que entra en la Iglesia y en los cielos por el corazón de la Madre, es un pueblo predestinado. La Madre, en los cielos, resume la teología de la salvación, y la gran diplomacia de la gracia, si es que en la gracia hay recovecos ponderables para la política del reino. Un pueblo, que por la intuición de su alma, resume tratados de teología, y caminos y métodos de salvación, ese pueblo, es un hijo que tiene sangre del reino celeste. Como tal, Méjico, tiene la singularidad de un aristócrata. Por encima de estas cosas, tenemos el testimonio de los siglos, la aparición de la Señora de Guadalupe, sobre Méjico. Cuando un pueblo tiene esa gesta, está predestinado por la tierra, a ser elegido y por los cielos a que dé testimonio. Méjico, es elegido por la tierra porque aun más allá de las noches evangélicas, la sangre azteca, con su poderío de grandes reinos tributarios, de grandes culturas llenas de pomposas manifestaciones arquitectónicas, de briosos guerreros llegados de la noche, de emplumados salvajes tintos con la sangre bebida en los sacrificios de las vírgenes sacrificadas en los teocalis; de esa legión agorera de brujos y sacerdotes amparados en los celotes sagrados o en las fuentes conjuradas bajo las sombras de los dioses que auspiciaban el comal y la guerra; esa sangre pues, era una cimente religiosa de cristianismo militante. Pueblo de grandes, amamantado con la sangre doctrinal de los mejores soldados y de los mejores evangelizadores. Si algún pueblo tuvo una suerte mejor en el descubrimiento y de la depuración moral de sus encomendadores y de sus clérigos fue Méjico. Méjico se llevó lo mejor de la conquista, la flor y nata de los soldados, y el cogollo y la solera de la Teología y del Evangelio. A Méjico, se encaminaba San Juan de la Cruz, para fundar, y la mano de Castilla nos lo arrebató. A Méjico, se venía aquella alma de apóstol de Andalucía, el Beato Juan de Avila, y los obispos, envidiosos, lo apartaron del camino de las Indias. Pero Fray Martín de Valencia, y la realeza gloriosa de Pedro de Gante, con sus compañeros apostólicos, padres de la fe, eran de la misma casta. Por eso entendemos el estilo de la Providencia, en la gran tradición común en los aztecas y en los indios americanos, de la llegada de un pueblo poderoso que acabaría con todos los reinos aborígenes, para implantar una nueva Religión y una nueva política ¿De dónde les vino a estos pueblos precolombinos, la tradición pavorosa y terrible, que habían de ser sojuzgados por un pueblo blanco, adorador de un Dios desconocido? Es impresionante contemplar el alma de Moctezuma, corriendo y recorriendo los reinos, consultando a los adivinos, sobre la llegada de los españoles. El último a quien consultó, después de un penoso vía-crucis de oráculos y de pitonisas, fue un adivino de casta regia. Cuando le anunció lo que tantos le habían predicho, no pudo con el oráculo ni con el adivino. Le aplacó con métodos aztecas, como diría Don José Vasconcelos. Le hundió su propio palacio sobre su pellejo. Moctezuma se llenó de sombras trágicas, imperiales en decadencia; con él lloraba toda una raza, se acababa un culto, nacía una aurora de siglos gloriosamente enmascarada. Dios tuvo un impresionante juicio nacional sobre Méjico. Por medio de una princesa le dio un testimonio. Un muerto real fue el argumento de Dios para Méjico, y cuando los muertos regios vienen a anunciar los caminos del Rey, ese pueblo tiene un destino de reyes. La historia no es peregrina, Betancourt, Torquemada y Bourini y otros varios, cuenta la gran historia y el gran mensaje. La historia llegó a Europa, y la tradición azteca la conserva, como suceso imperial en las pinturas de la época del último imperio. Papatzin, era una princesa, hermana de Moctezuma, que casó con el gobernador de Tlaltelolco. Murió el año 1509, y fue enterrada en una cueva subterránea, dentro del mismo jardín imperial, junto al estanque donde la princesa solía todos los días bañarse. A los pocos días de muerta, su hijita que desconocía el suceso, salió al jardín y contempló sentada en el borde del estanque, a su madre. Esta le dijo que avisara a la mujer del mayordomo. - "Hija mía, le dijo la mujer del mayordomo; Papantzin ya murió y la enterramos ayer. La mujer del mayordomo por dar gusto a la hijita real, accedió y partió con ella de la mano, hasta el estanque. Al avistar a la princesa se horrorizó y cayó desvanecida. Volvió en sí. Papatzin le dijo: - Id a Texcoco y suplicad de mi parte al Rey Netzahualpilli, mi deudo, que venga a verme
Llegó el mayordomo a Tlatelolco. - ¿Eres tú mi hermana, o quién eres? - Soy, Señor, vuestra hermana Papatzin a quienes antes de ayer enterraste. Estoy viva, porque así os importa. Se sentó el Rey y otros reyes tributarios y toda la nobleza azteca, que conmovida por el suceso, acudió con el espanto y el miedo religioso del momento. Papatzin con una grandilocuencia tranquila, comentó las luces y las sombras de la otra orilla. Los oráculos de la princesa muerta, caían como lluvias de plata, sobre una armadura repujada, que había que cincelar con las uronografías de una cábala sagrada, para hacer un guerrero inmortal... "Después que morí, o si no podéis asentir a que he muerto, después que un letargo me privó del movimiento y de los sentidos. Me hallé improvisadamente en una dilatada llanura, cuyos términos no alcanzaba a ver por ninguna parte. En medio de esta llanura, observé un camino que después se dividía en varías sendas, y en una parte de él corría un caudaloso río, cuyos raudales hacía un rumor espantoso. Y pensando echarme al agua para pasar a nado a la otra orilla, se me puso delante un hermoso joven de buena vestidura, vestido de hábito largo, blanco como la nieve, y resplandeciente como el sol, con esta señal en la frente, (y poniendo el dedo pulgar sobre el índice, formó la señal de la Cruz) y con alas formadas de vistosas plumas y tomándome la mano, me dijo: "Detente, que aún no es tiempo de pasar ese río. Dios te ama mucho aunque tú no lo conoces; y con esto me fue llevando por la orilla del río donde vi muchos cráneos y huesos de muertos, y oí unos gemidos tan lastimeros que movían a compasión. Volviendo después, los ojos a la corriente, vi río arriba, a unos grandes barcos y en ellos unos hombres de color y traje muy diferente al nuestro. Eran blancos, traían estandartes en las manos y capacetes en las cabezas. "Dios -me dijo entonces el joven- quiere que vivas para que seas testigo de las revoluciones de este reino". Los gemidos que escuchas de entre aquellos huesos, son de las almas de tus antepasados, que penan y penarán para siempre por sus delitos. Aquellos que ves venir en los barcos, son los que a fuerza de armas, se han de apoderar de este reino, y con ellos vendrá la noticia y conocimiento del verdadero Dios creador del cielo y de la tierra. Tú, luego que pase la guerra y se promulgue el lavatorio con que se borran los pecados, sé la primera en recibirlo, y guía con tu ejemplo a los de tu Nación. Dicho esto, desapareció el joven y yo me hallé restituída a la vida, me levanté del lugar en que yacía, removí la lápida que cerraba el sepulcro y salí al jardín en donde me hallaron los domésticos". ("Historia antigua de Méjico" Francisco Clavigero. Cap XI. Tomo II). Atónitos, quedaron los nobles y los reyes. La noticia de un nuevo reino y de una nueva religión, consternó y puso triste a los más valientes soldados de la decadencia. Era la tarde del imperio y los muertos imperiales como Papatzin, atestiguaban cosas maravillosas. Dios empezaba a distinguir a Méjico. Más tarde en 1524, Papatzin se bautizó en Tlatelolco, llamándose María Papatzin; vivió en gran abstinencia y recogimiento, como una mujer cargada de muchas virtudes. Era la primer alma de Méjico, entroncada manifiestamente con la divinidad. Señales misteriosas comenzaron a aparecer desde entonces. Un cometa brillante y raudo, apareció por el cielo de Méjico. Entonces fue cuando la gente se sintió consternada al sentir el movimiento de aguas de la laguna, que derribó bastantes casa de la ciudad, sin haber terremoto ni viento ni otra "causa natural". En 1510, en un noche apacible y clara, sin saber por qué, se quemaron violentamente las torres del Teocali mayor de Méjico. Empezaba el crepúsculo de los dioses aztecas. Y lo más terrible y profético, que pudiera ser hasta una profecía sobre el Méjico actual y futuro, es que el año 1515: "SE VIERON EN EL AIRE HOMBRES ARMADOS QUE COMBATÍAN ENTRE SI Y SE MATABAN". ¿Qué significa esta visión que concuerda con ciertas profecías sobre nuestra época, una guerra aérea, una invasión por el cielo, un bombardeo aéreo? Podría ser hasta un vislumbre genial sin elementos humanos, es decir, un testimonio celeste de las luchas y castigos aéreos sobre Méjico, manifestado por el cielo sin que intervengan los mismos videntes o profetas. Esto cuentan las historias antiguas de Méjico. Predilección y aviso de parte del cielo. Los pueblos predestinados, tienen señales y testimonios singulares.

Sustancialmente Méjico, es un pueblo religioso. La etimología de su nombre nos lo está indicando. Méjico, significa: "ALTAR EN LA ROCA". Parece que el mismo nombre tiene una gran alusión ala Virgen, en la montaña del Tepeyac. La leyenda del pueblo azteca, nos trae una lejana y entrañable afinidad con Israel, el pueblo escogido. Méjico, fue una tierra prometida por la profecía de Huitziloposchtli, al sacerdote de la misma divinidad Tenoch: "CUANDO VEÁIS SOBRE UN TUNAL UN ÁGUILA DEVORANDO UNA SERPIENTE, ESA SERÁ LA TIERRA PROMETIDA DE LOS DIOSES". Los aztecas, tienen pues, una profecía, una tierra de promisión y un errabundaje por mandato de los dioses. Y los aztecas caminantes en el destierro por el Valle, encontraron un día el águila parda y majestuosa de la profecía. Desde entonces, el símbolo y el escudo de Méjico, adquieren misteriosas resonancias bíblicas. La profecía de Huitziloposchtli, tiene misteriosas afinidades con la Virgen de Guadalupe. El Altar en la Roca del pueblo, entroniza la religión antes que la Patria, el pago o la tribu. Cuando la Virgen de Guadalupe habla a Juan Diego, le recomienda su voluntad para que el Sr. Obispo y el pueblo, la llamen: "La siempre Virgen María de Guadalupe". La Virgen María se Dirigió a Juan Diego en Nahuatl. Al expresar la voluntad de llamarse, Guadalupe, lo hizo con este sentido profundo de la unión del significado de Méjico con la Inmaculada. Según afirman los grandes eruditos y los grandes filólogos mejicanos, la Virgen empleó el sustantivo nahuatl "COATLALLOPE", una palabra compuesta de "COATL" que significa serpiente, A, forma contacto de una preposición, y "LLOPE" que quiere decir aplastar, luego viene a resultar que la palabra Guadalupe, en nahuatl, significa, "LA QUE APLASTÓ LA SERPIENTE". Y he aquí unidas, en providenciales nupcias, la profecía de los dioses aztecas, con el bautizo solemne de la Virgen de Guadalupe. La Serpiente de la leyenda azteca, y la serpiente del nombre de la Virgen, se unen en un mismo lugar: EN EL ALTAR DE UNA ROCA: MÉJICO. El escudo y la leyenda de Méjico, se ha interpretado vergonzosamente. El águila, significa el lobo rapaz y la serpiente, la traición y la falsedad. Los méjicanos, no son dioses de bronce con alma de geniecillos forestales y nórdicos, poéticos susurradores de los hados y los tiempos prósperos. Tienen como todos los pueblos, sus luces y sus sombras. Pero el sentido de este maridaje espiritual de la tierra y el cielo, de la profecía azteca y la teología Mariana de Guadalupe, ha sintetizado la unión y el símbolo de este pueblo. Por la leyenda azteca, este pueblo águila sobre los cielos y sobre un islote, está verticalmente dirigido hacia la Virgen. El águila que simbólicamente destruye a la serpiente, son esos tipos aristócratas con la sangre de los predestinados. Méjico, como María, dará la batalla al diablo sobre la tierra. La leyenda, pues, azteca, tuvo un barrunto genial en su lengua de dioses y de sacerdotes, de la Virgen María. ¿Quién como Ella ha dado la batalla al demonio? Por María este Méjico, islote sagrado de altares y de rocas, se librará de todas las influencias formidablemente dañinas y deletéreas. Podrán caer los buenos como semillas al surco sin victoria, pero la victoria de los méjicanos, como la de los auténticos cristianos, es caer silenciosamente, no haciendo retóricas de la muerte. Méjico ha caído como los buenos. Por eso, ser mejicano, autenticamente mejicano, es ser casi predestinado. Y nada mejor como nacer bajo esa águila de María en esta tierra que está predestinada a la tentación y a las insidias del diablo, pero por la lucha y la protección de María, también esta predestinada a la Gloria. El mensaje de la Virgen de Guadalupe, tiene una gran filosofía. En ninguna de las apariciones de la historia, la Virgen ha dado un testimonio tan humano y tan poético, de su venida. Manda por delante como embajadora de sus sueños y de su protección a las rosas maravillosas de un diciembre primaveral. Cuando la Virgen manda rosas a un pueblo y a toda una generación de hijos, ese pueblo está predestinado al amor de la Madre. Porque eso son las rosas: la melodía enamorada de todos los jardines y la poesía de todas las fragancias hecha encanto. Cuando las cosas se dicen con flores, están muy lejos los castigos y muy cerca la intimidad. La admiración se ha hecho amor y la protección, se ha dulcificado a su máxima cualidad, la maternidad. No hay reyes por medio, sino el indio Juan Diego. Ningún contestador, ningún evangelizador, fue señalado para la gran misión y el gran mensaje. Y el amor no necesita filósofos, sino poetas y cantores. Por eso, este pueblo se ha hecho junto al regazo de la Guadalupana, niño como ningún niño, y poeta y cantor, como los trovadores medievales al pie de los castillos o bajo la sombra de los pórticos, en las vísperas de las grandes romerías. La Virgen manda también su retrato y dedicatoria en lenguaje mestizo de Indita Glorificada y Humilde. Para Europa, venían bien, las Madonnas bizantinas, hieráticas y reinas en su trono, con su cetro. O las madonnas cortesanas, llenas de glorias inaccesibles bajo los cielos y las miradas trinitarias del Empíreo. En Méjico, el cielo y la revelación, se han hecho democráticas y raciales, con el color de los soles aztecas de bronce, y con las lumbres doradas como plumas de guacamayas y aves del paraíso de los andes. El mensaje de Guadalupe, es un mensaje de amor; no hay castigos ni tremendas ruinas que anunciar al pueblo, o a los gobernantes. Su silencio tiene una profundidad de Cruz. Méjico, ha tenido una historia penumbrosa a la luz de este mensaje. La Guadalupana, nos trae una protección y una sombra como aquella que guiaba a los Israelitas por el desierto. Las palabras de la Virgen de Guadalupe a Juan Diego, tienen sabor para todos los mejicanos: -"Oye y ten entendido hijo mío, el más pequeño... ¿No estoy Yo aquí que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No soy Yo tu salud? ¿No estás por ventura, en mi regazo? ¿Qué más has menester?"... Y sin embargo, viendo la historia religiosa de este pueblo, diríase que esta predilección de la Virgen, no se ha cumplido. Se podrán vanagloriar las fuerzas negras, ocultas, la masonería, que ellos llevan la educación de las Normales y dela Universidades. Que la Iglesia no tiene libertad, sino una falsa apariencia de consentimiento. Se podría hablar de días de insurrección y martirio de los buenos, se podrá decir que el triunfo de los Cristeros fue una broma sangrienta; podrán decirnos que han conquistado el ideal de todas las juventudes. Ese ideal para la indiferencia y esa calma chicha por todo lo que significa restauración moral y política. Todo se nos podrá decir. Pero yo os digo que hay dos maneras de triunfar. O en el Tabor, o en el Calvario. Y Méjico ha tenido la gloria de triunfar en la Cruz. Los triunfos y las buenas rachas políticas y los grandes frutos nacionales, algunos los obtienen en la gloria y la victoria. Méjico como legado de María, tiene la Cruz y desde aquí se triunfa. Y donde está la Cruz, ahí está Ella, dolorosamente triste, atormentada místicamente. Por eso, hasta que no llegue el día glorioso de la restauración en Cristo, Méjico, seguirá en la Cruz, qué es donde mejor se está, aún cuando nos duela. Y ahí está su eficacia. El que siembra desde la Cruz, recoge desde el Paraíso...

En Méjico, no podía faltar esa voz profética para el aliento y para los designios realizables. Por encima de los hechos de hoy, se llega el mañana designado y bordado por Dios, desde el ayer de su Eternidad. La profecía que presentamos, tiene el sabor de ser, de una vidente india, de unos 23 años, llena de piedad y de singulares virtudes. Fue hecha en 1860 y pasó al conocimiento del Señor Arzobispo de Méjico, por conducto de su confesor. Fue publicada en 1904. Los sucesos referidos tienen gran categoría de anuncio profético. Se cumplieron grandemente. Al señalar la vidente, al Papa Benedicto XV, que aun no existía, así como la paz en ese pontificado, le da un gran valor: "En octubre de 1860, en cierto pueblo del Estado de Méjico, por los días 14 y 15, esta persona oyó, en su humilde choza, como a las cuatro de la mañana, unos ruidos extraordinarios y fuertes, y en los días 16 y 17 del mismo mes, volvió a escuchar igual cosa a las mismas horas. Entonces, se llenó la casita de una luz extraordinaria, demasiado resplandeciente y muy bella. Luego oyó una voz que serenó el sobresalto, que le había causado los ruidos y la luz. Dos veces, la llamó por su nombre y le dijo: "No temas, soy Yo, la Madre de Dios". Inmediatamente, se vio en medio de la luz, a una joven de regular estatura, muy hermosa, que tenía aun niño en sus brazos, igualmente bello y un Rosario, a la que dicha persona tenía singular devoción, desde su mas tierna infancia, en la Iglesia de su pueblo. La Admirable Joven, con el niño en los brazos y el rosario en la mano, que permanecía en medio de la luz, añadió: "Te he elegido para que manifiestes a tu confesor y éste al Arzobispo, lo que voy a comunicarte: "Sábete, que grandes acontecimientos, a más de los que ha habido, se verán por la falta de fe. La desmoralización y la impiedad que tanto ha crecido, en los hijos de Méjico, son los motivo que tienen ofendido a mi Hijo. Por tanto, los enemigos de esta Iglesia, vencerán a los que aparentan defenderla, pues muchos de ellos o casi todos, abrigan en sus corazones, fines perversos y torcidos. Tan luego como triunfen, la Iglesia será tan perseguida, que los religiosos y las religiosas serán arrojados de sus conventos; al salir, tanto los de uno, como los del otro sexo, se verán prevaricaciones, aunque han de volver a sus monasterios por poco tiempo, entraran contra su voluntad. Además la Iglesia, en mayor conflicto, estará sin el ejercicio de sus Sagradas funciones a tal grado, que sus ministros no podrán ejercerlas con libertad. Muchos templos serán cerrados y profanados con la mayor audacia e impiedad, muy particularmente, tales desacatos y abominaciones, las sufrirá el Santuario de Guadalupe. Todo esto, ocasionará una persecución bastante sangrienta en los ministros de la Iglesia y de gran parte de los fieles. Este furor subirá a tal grado, que hará muchos mártires en esta nación; mas semejantes acontecimientos no tendrán lugar sino después de la muerte del actual arzobispo, y como la desmoralización tiene su raíz y origen en el Santuario, que el señor arzobispo y sus sufragáneos, impulsen a todo su clero a la penitencia y eleven fervientes oraciones, lo mismo todos los fieles, encargados a su pastoral cuidado, encomendándolos mucho a la práctica del Santísimo Rosario. Esto aplacará a la Justicia Divina, pues los acontecimientos referidos, siempre tendrán lugar. Ultimamente, el Sumo Pontífice, que tiene en la actualidad muchos enemigos, lo perseguirán, fuerte y constantemente hasta triunfar de él". Su Santidad llamará en auxilio a las Naciones Católicas, que no la oirán. Estas se verán agitadas por guerras, en medio de esto vendrá un formidable enemigo del Norte de Europa, que a todos perseguirá. La Iglesia Romana, adquirirá su paz y tranquilidad y de esto participará Méjico. esto se verá realizado cuando la Silla Apostólica, este ocupada por Benedicto XV. Te recomiendo, un gran secreto para que no seas conocida. Esta profecía parece cumplida en su totalidad. Pero hay ciertas expresiones, que relacionadas con la masa general de los acontecimientos mundiales, indican otro período de purgación. "AUNQUE HAN DE VOLVER A SUS MONASTERIOS POR POCO TIEMPO, ENTRARAN CONTRA SU VOLUNTAD". La relación de tiempo, después de la vuelta a los conventos, parece que tiene dos perfiles. O aquellos que vuelven contra su voluntad, entran y no saben aguantarse, o mas bien, ese poco de tiempo después de la entrada, es un lapso de paz tras del cual viene otro gran acontecimiento que las obligará a salir de nuevo. Mi interpretación mas de conformidad con lo que se espera, parece denotar otro período de luchas, según el contexto de la profecía. "MUY PARTICULARMENTE TALES DESACATOS Y ABOMINACIONES LAS SUFRIRÁ EL SANTUARIO DE GUADALUPE". Aquí tenemos, otro texto que los hechos pasados parece que no lo explica demasiado. ¿Se puede contar por desacatos y abominaciones muy particulares, las que se originaron con la explosión de un cirio lleno de dinamita en el altar de la Virgen de Guadalupe, con el fin de destruir la Santa Imagen? Yo creo que aunque el intento horrendo de volar la imagen por medio de un cirio de pólvora, no ha sido un desacato del todo muy particular. Ya que tal abominación fue mas bien, una gloria y un testimonio del poder de María, que un verdadero vandalismo. "ULTIMAMENTE EL SUMO PONTÍFICE QUE EN LA ACTUALIDAD TIENE MUCHOS ENEMIGOS, LO PERSEGUIRÁ FUERTE Y CONSTANTEMENTE, HASTA TRIUNFAR DE EL". La celosía del futuro entrevista por medio de estas luces proféticas, nos trae una dolorosa confirmación de hechos vaticinados por grandes Santos. Según esta profecía, un Papa ha de ser perseguido. San Pío X, lo vió salir de Roma por medio de los cadáveres de sus sacerdotes. San Juan Bosco, vaticina saliendo, al Papa de Roma, a causa de las maquinaciones de sus hijos. La mística Jacinta, vió aquel Papa apedreado por la multitud. La indita mejicana, nos dice algo más: Este Papa perseguido será muerto por los enemigos de la Iglesia, "HASTA TRIUNFAR DE ÉL". "SU SANTIDAD LLAMARÁ EN SU AUXILIO A LAS NACIONES CATÓLICAS QUE NO LE OIRÁN; ESTAS SE VERÁN AGITADAS POR GUERRAS, EN MEDIO DE ESTO VENDRÁ UN FORMIDABLE ENEMIGO DEL NORTE DE EUROPA QUE A TODOS PERSEGUIRÁ". El tiempo de la persecución está definido. La muerte de este Papa, ocurrirá en la época de este Coloso de Europa. La profecía de la indita tiene grandes raíces de conexión con los mensajes de Fátima. En Fátima la Virgen se presentó con la advocación de la Virgen del Rosario. Allá y acá la Virgen recomienda a todos el rezo del Santo Rosario. La profecía de la indita, habla con términos bastante precisos de Rusia. En Fátima la Virgen afirma la dominación moral del mundo de Rusia. La profecía de la indita dice que ese formidable enemigo de Rusia perseguirá a todos. Todas las profecías un poco generales, hablan del Coloso del Norte y del Terrible Gigante en la Batalla de los Pirineos. La paz parcial de la Iglesia de Méjico, parece que coincidió con la subida al Solio Pontificio de Benedicto XV, quien murió en el año de 1922. Pero en el fondo se habla también aquí de la paz universal de la Iglesia, de la cual gozará Méjico, como participación y aquietación universal. "LA IGLESIA ROMANA ADQUIRIRÁ SU PAZ Y TRANQUILIDAD Y DE ESTO PARTICIPARÁ MÉJICO". Luego, según esta profecía, una paz universal alboreará de nuevo en el mundo. Ese Méjico tiene también su alborada de palomas blancas volando sobre todos los cimborrios y todas las espadañas coloniales de los pueblos arremansados, como la cara de los santos.

Relato la última profecía sobre Méjico. Tuvo lugar, en el éxtasis luminoso de una religiosa probada en virtud. Con una sencillez maravillosa, la religiosa mejicana de vida contemplativa, me lo contaba bajo el mandato de su Superior Religioso. La obediencia le hacía hablar para trasmitir los mensajes. El día uno de noviembre de 1958, estando esta Madre con un grupo de religiosas, tuvo que abandonarlas. Su alma y su mente empezaban a trasvolar, barruntando la llamada de Dios. La urgían dolorosamente para el coloquio y el mensaje. Eran las diez de la mañana. Salió a la habitación contigua. No pudo más y cayó transida de sollozos sobre el pupitre de la mesa de estudio. Su alma tuvo una bilocación tripartita, la monja llegó a tres lugares diferentes del cielo, en tres vuelos sucesivos. El cuerpo de la religiosa, estaba sobre el pupitre abandonado a los sollozos, al dolor y al horror del mundo, que ella contemplaba pasar. Más bien, ella asistía con su alma bilocada a los cuadros dantescos, del mundo incendiado y destruido. Contemplo, entonces, un mundo cósmico, lleno de horror y de fuego. Cruzaban el espacio gigantescas centellas y un potente fuego misterioso. Ese fuego universal, invadía la tierra, bajado desde el cielo. En el lenguaje de imágenes y de locuciones secretas, la dijeron: "HE AHÍ, EL CASTIGO DEL MUNDO SE EXTENDERÁ SOBRE AMÉRICA Y SOBRE MÉJICO". Un Cristo grande, se interponía sobre el mundo en llamas. El Cristo dijo a la Madre vidente: "¡HA LLEGADO LA HORA DEL IMPERIO DE LA CRUZ! ¡HA LLEGADO EL IMPERIO DE LA CRUZ!" La monja dialogaba con Cristo: - ¿Señor, qué es el imperio de la Cruz? Se quejaba amorosamente Cristo: - "Comprended la Cruz, para que estos castigos, no os sorprendan descreídos ni desesperados. Hay que salvar el mayor número de almas. Hay que avisar a todos. Pero serán muchos los incrédulos y los escépticos. "HA LLEGADO YA EL CASTIGO. SE ESTA LLEGANDO". La vidente mejicana, cuyo nombre tengo que guardar, vio entonces sobre Méjico en llamas, a la Virgen de Guadalupe. Se interponía en el castigo. Le decía, maravillosamente triste, a la monja: -"DI A MIS MEJICANOS QUE ESTOY CON ELLOS. YO ESTOY CON ELLOS EN MEDIO DE LA PRUEBA". Luego, llegará la prueba, que para nosotros tendrá tal vez menos rigor, gracias a la intervención de la Virgen de Guadalupe. Llega la Cruz para redimirnos, bajo la forma de gigantesca purga, a base del fuego y de cataclismos insospechados. Es la hora de amar la Cruz, de disponernos al sacrificio, a renunciar a muchas cosas lícitas e ilícitas, de amar lo que hemos olvidado. Llega la hora DEL IMPERIO DE LAS CATÁSTROFES Y DE LOS SISMOS ATÓMICOS. Sólo por la Cruz, se llega a la Luz de la Inmensa Amanecida, y a la Nueva Primavera de Méjico. Esta profecía, concuerda con la de Teresa Neumann sobre Méjico. Varios años, después de la primera Guerra Mundial, estando en Roma, fue invitado, el canónigo de Queretaro, don Pedro Vera y Zuria, para sumarse a la Comisión Pontificia, que partía a una aldea de Alemania. Se trataba de fallar científicamente sobre la estigmatizada famosa. La Comisión fue seleccionada en el Vaticano, y llevaba eminentes personalidades de varias naciones. Llegaron a presencia de Teresa Neumann un viernes. Aquel viernes había caído en éxtasis. El canónigo queretano, con las grandes eminencias, contemplaba, aquella carne congelada y fresca, pre presenciaba lejanos vaticinios y visiones maravillosas. Teresa Neumann, en éxtasis lloraba lágrimas de sangre. La Comisión Pontificia, bajo la presión de la obediencia, obligaba a Teresa a que dijera, en el éxtasis, lo que veía de las naciones. Le preguntaban en francés. Ella respondía con un exquisito acento parisino. -Francia será abatida de nuevo... Los alemanes se interesaban, también por sus designios. Les contestaba en alemán, hablándoles de Dunquerque y de la Derrota... Alemania perderá la guerra... Después volverá a Dios... El futuro arzobispo de Puebla, sintió la llama de su Patria. Su vocecilla de mejicano castizo, le preguntaba en el éxtasis: -Teresita... no has dicho nada de mi Patria. ¿Qué será de Méjico? La vidente estigmatizada, cambió en risueñas complacencias, su rostro dramático, al oír el nombre de Méjico. Aquel castellano de la vidente de Kennersreuth, le supo a cielo, al futuro obispo de Puebla: -"MÉJICO, SERÁ UNA DE LAS NACIONES MENOS CASTIGADAS, PORQUE ESTA DEBAJO DEL MANTO DE LA VIRGEN".


Profecías sobre Méjico (4)

[Image]Relato la última profecía sobre Méjico.
Tuvo lugar, en el éxtasis luminoso de una religiosa probada en virtud. Con una sencillez maravillosa, la religiosa mejicana de vida contemplativa, me lo contaba bajo el mandato de su Superior Religioso. La obediencia le hacía hablar para trasmitir los mensajes.
El día uno de noviembre de 1958, estando esta Madre con un grupo de religiosas, tuvo que abandonarlas. Su alma y su mente empezaban a trasvolar, barruntando la llamada de Dios. La urgían dolorosamente para el coloquio y el mensaje. Eran las diez de la mañana.
Salió a la habitación contigua. No pudo más y cayó transida de sollozos sobre el pupitre de la mesa de estudio. Su alma tuvo una bilocación tripartita, la monja llegó a tres lugares diferentes del cielo, en tres vuelos sucesivos. El cuerpo de la religiosa, estaba sobre el pupitre abandonado a los sollozos, al dolor y al horror del mundo, que ella contemplaba pasar. Más bien, ella asistía con su alma bilocada a los cuadros dantescos, del mundo incendiado y destruido.
Contemplo, entonces, un mundo cósmico, lleno de horror y de fuego. Cruzaban el espacio gigantescas centellas y un potente fuego misterioso. Ese fuego universal, invadía la tierra, bajado desde el cielo.
En el lenguaje de imágenes y de locuciones secretas, la dijeron:
"HE AHÍ, EL CASTIGO DEL MUNDO SE EXTENDERÁ SOBRE AMÉRICA Y SOBRE MÉJICO".
Un Cristo grande, se interponía sobre el mundo en llamas. El Cristo dijo a la Madre vidente:
"¡HA LLEGADO LA HORA DEL IMPERIO DE LA CRUZ! ¡HA LLEGADO EL IMPERIO DE LA CRUZ!"
La monja dialogaba con Cristo:
- ¿Señor, qué es el imperio de la Cruz?
Se quejaba amorosamente Cristo:
- "Comprended la Cruz, para que estos castigos, no os sorprendan descreídos ni desesperados. Hay que salvar el mayor número de almas. Hay que avisar a todos.
Pero serán muchos los incrédulos y los escépticos. "HA LLEGADO YA EL CASTIGO. SE ESTA LLEGANDO".
La vidente mejicana, cuyo nombre tengo que guardar, vio entonces sobre Méjico en llamas, a la Virgen de Guadalupe. Se interponía en el castigo. Le decía, maravillosamente triste, a la monja:
-"DI A MIS MEJICANOS QUE ESTOY CON ELLOS. YO ESTOY CON ELLOS EN MEDIO DE LA PRUEBA".
Luego, llegará la prueba, que para nosotros tendrá tal vez menos rigor, gracias a la intervención de la Virgen de Guadalupe.
Llega la Cruz para redimirnos, bajo la forma de gigantesca purga, a base del fuego y de cataclismos insospechados.
Es la hora de amar la Cruz, de disponernos al sacrificio, a renunciar a muchas cosas lícitas e ilícitas, de amar lo que hemos olvidado.
Llega la hora DEL IMPERIO DE LAS CATÁSTROFES Y DE LOS SISMOS ATÓMICOS.
Sólo por la Cruz, se llega a la Luz de la Inmensa Amanecida, y a la Nueva Primavera de Méjico.

Esta profecía, concuerda con la de Teresa Neumann sobre Méjico.
Varios años, después de la primera Guerra Mundial, estando en Roma, fue invitado, el canónigo de Queretaro, don Pedro Vera y Zuria, para sumarse a la Comisión Pontificia, que partía a una aldea de Alemania.
Se trataba de fallar científicamente sobre la estigmatizada famosa. La Comisión fue seleccionada en el Vaticano, y llevaba eminentes personalidades de varias naciones.
Llegaron a presencia de Teresa Neumann un viernes. Aquel viernes había caído en éxtasis. El canónigo queretano, con las grandes eminencias, contemplaba, aquella carne congelada y fresca, pre presenciaba lejanos vaticinios y visiones maravillosas. Teresa Neumann, en éxtasis lloraba lágrimas de sangre. La Comisión Pontificia, bajo la presión de la obediencia, obligaba a Teresa a que dijera, en el éxtasis, lo que veía de las naciones.
Le preguntaban en francés. Ella respondía con un exquisito acento parisino.
-Francia será abatida de nuevo...
Los alemanes se interesaban, también por sus designios. Les contestaba en alemán, hablándoles de Dunquerque y de la Derrota...
Alemania perderá la guerra... Después volverá a Dios...
El futuro arzobispo de Puebla, sintió la llama de su Patria. Su vocecilla de mejicano castizo, le preguntaba en el éxtasis:
-Teresita... no has dicho nada de mi Patria. ¿Qué será de Méjico?
La vidente estigmatizada, cambió en risueñas complacencias, su rostro dramático, al oír el nombre de Méjico.
Aquel castellano de la vidente de Kennersreuth, le supo a cielo, al futuro obispo de Puebla:
-"MÉJICO, SERÁ UNA DE LAS NACIONES MENOS CASTIGADAS, PORQUE ESTA DEBAJO DEL MANTO DE LA VIRGEN".
Ricardo Rasines Uriarte
1960... y el fin del mundo.