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viernes, 19 de junio de 2015

Ecce ascendimus Hyerosolimam

MIRAD QUE SUBIMOS A JERUSALÉN
     Bien sabia Él lo que allí le esperaba: la traición y la entrega en la manos de sus enemigos, insultos, burlas, escarnios de toda clase, bofetadas, azotes, cruz, muerte.
     Subir a Jerusalén era subir al Calvario.
     Y en el Calvario le esperaba el suplicio mas horroroso, mas cruel e infamante.
     Con todo, sube y sube con tal prisa, que sus discípulos apenas si alcanzan a seguirle.
     Anuncia a sus apóstoles loq ue le aguarda en Jerusalén: Et ipsi nihil horum intellexerunt. ¡No entendieron nada! ¿Qué significaba aquello de que hablaba el Maestro?... ¡Pobre corazón humano, tan corto para penetrar en los misterios de la pasión!.
     En Jerusalen esperaba a Jesús el Calvario.
     Pero tras el Calvario estaba el triunfo de la Resurrección.
     El lo anuncia a los suyos para levantar sus ánimos quebrantados; pero tampoco lo entienden.

     Yo también, Señor voy subiendo a Jerusalén: Pero, ¡Ay!, que no subo como Tú, con paso decidido y apresurado, sino con pasos lentos y perezosos, como si mis pies participaran de la pesadez que embarga mi alma cuando subo al lugar en donde le espera el dolor..., aunque después de ese dolor venga también el gozo de la resurrección.
     Subo a Jerusalén trabajosamente cuando voy cumpliendo tu voluntad, que quiere probarme con el sufrimiento, con la enfermedad, con la contradicción, con las incomprensiones, que tanto me duelen.
     Subo a Jerusalén con paso difícil y por sendas tortuosas cuando el deber de cada día se me hace monótono y duro, cuando me exasperan la rudeza o la desvergüenza de los que encuentro en mi camino.
     Y como los apóstoles, tampoco yo comprendo lo que significan esas palabras tuyas de escarnios y de bofetadas, de traiciones y de azotes y de cruz; en mi desolación, son palabras sin sentido.
     Y cuando, con tu gracia, vislumbro algo de lo que ellas significan, siento que el temor se apodera de mí, y que mi andar se hace más lento y mas pesado. Me atemoriza, me aterra esa cruz...

     Sin embargo, Señor, yo sé que sin esa cruz no habrá resurrección gloriosa.
     Y si quiero resucitar y triunfar contigo, menester es subir a Jerusalen, y subir por el camino áspero y duro por el que Tú subiste, y llegar contigo hasta el calvario, y en el  Calvario subir contigo a la Cruz.
     No hay otro camino.
     Haz, Señor, que comprenda tus palabras.
     Y que ellas me sirvan de estímulo y de esfuerzo en esta subida a Jerusalén.
Alberto Moreno S.I.
ENTRE EL Y YO

martes, 16 de junio de 2015

Et erat mater Jesu ibi


Y ESTABA ALLÍ LA MADRE DE JESÚS
     Y donde Ella está, están la tranquilidad, la alegría, la seguridad.
     Y allí estaba Ella con su mirada vigilante y caritativa, solícita y amorosa.
     Los recién desposados, los invitados, disfrutaban alegres de las fiestas de aquel día de bodas.
     Mientras tanto, Ella se preocupaba de que no faltara nada a la alegría de aquel sencillo regocijo.
     ¡Y con que discreta solicitud, con que amorosa prudencia ejercita su oficio!
     Va a faltar el vino, Ella lo prevé.
     Mas no se contenta con preverlo.
     Su corazón se conmueve, ¿cómo permitir que la alegría de aquellos sencillos esposos se perturbe y que el bochorno de la imprevisión los avergüence? ¡No! Y busca solícita el remedio a aquella necesidad.
     Su Hijo está allí.
     Ella conoce muy bien su corazón.
     Y se acerca, discreta y amorosa: Vinum non habent: No tienen vino.
     La respuesta de Jesús parece a primera vista negativa. Pero no.
     Está María tan cierta de haber sido escuchada, que, sin esperar, da la orden a los sirvientes: "Haced cuanto Él os dijere".
     Y el milagro se hace, a petición de María, y el agua se convierte en vino.
     Vino abundante, delicioso, exquisito, el mejor del convite.
     La necesidad se ha remediado y con tanta discreción, que el maestresala mismo no se ha dado cuenta de lo que ha sucedido.
     
     ¡Oh María! Donde estás Tú no puede faltar nada.
     Tú eres la omnipotencia suplicante. Y tu palabra adelanta la hora de los milagros de Jesús.
     Por eso mi confianza en Tí no puede tener límites.
     Basta abrir mi corazón, y que aparezcan los vacíos que hay en él; me falta humildad, y me hace falta caridad para con mis hermanos, y me hace falta sinceridad conmigo mismo, y me falta amor a mi Dios, y me falta... ¿Que un abismo sin fondo, y que la lista de mis deficiencias formara la letanías de la miseria.
     Mas tu ves todas esas deficiencias, todas esas miserias.
     Y tú corazón se conmueve.
     Y pides a tu Hijo por mí.
     Tu oración todo lo alcanza. Por eso mis deficiencias no me desalientan ni ese vacío inmenso de mi corazón me causa vértigo. Tú quieres colmar ese vacío y remediar esas miserias.
     Mas quieres que yo coopere en la medida de mis pobres fuerzas.
     Y a mí como a los servidores de Caná, me dices también: "Haz cuanto Él te dijere".
     En Caná, los servidores llenaron de agua los cántaros.
     Yo pondré el agua de mis lágrimas, que es lo único que tengo.
     Eso basta. Y que llene hasta el borde mi pobre corazón.
     Esas lágrimas se transformarán.
     Y el vino de la alegría, de la paz, de la confianza, llenará mi corazón.
Alberto Moreno S.I.
ENTRE EL Y YO

sábado, 13 de junio de 2015

LA EXCOMUNIÓN DE UN SACERDOTE (Parte I)

Por Dr. Homero Johas
INTRODUCCIÓN
PARTE INTRODUCTORIA.- LA UNICIDAD DE LA VERDAD
1.- El camino único de la salvación
2.- El camino opuesto a la salvación.
3.- La naturaleza del Bautismo de deseo
4.- La naturaleza del acto de voluntad
5.- Desviaciones de la fe verdadera
6.- Argumentación falsa


PARTE II.- SENTENCIAS DE UNA CARTA CONTRA LA FE DIVINA
1.- Negación de la verdad única, universal.
2.- Verdad individual y libre
3.- Falsedades heréticas
4.- El camino del anti-Cristo
5.- La implícita negación de la fe
6.- La perdición por la voluntad inconsciente
7.- Necesidades libres
8.- Incertidumbre universal y naturalismo
9.- Siguiendo a Dios y a Lucifer


CONCLUSIÓN
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LA EXCOMUNIÓN DE UN  SACERDOTE
INTRODUCCIÓN
     El fin supremo de la vida humana es la salvación eterna.
     Para conseguir este fin sólo existe un camino: el del Dios verdadero y de la Iglesia verdadera.
     Esto no es lo que predica el Vaticano II con la libertad religiosa.
     Esto ya se dice en una Carta del Santo Oficio, en el tiempo de Pio XII, que predica la salvación fuera de la Iglesia.
     La Carta niega la verdad absoluta, divina. Porque ahí niega el único medio de salvación: la Iglesia verdadera de Cristo.
     En su lugar entra el libre arbitrio individual; que quita la verdad racional, universal.
     Un sacerdote fue excomulgado por no aceptar las falsedades de la Carta.
     Es necesario denunciar el camino falso del individualismo libre de la verdad y de la negación de la verdad divina, absoluta, universal, necesaria.
     Por el libre arbitrio en el sentido de cada palabra de la Carta, como en el Vaticano II, el sentido falso es puesto al lado de algunas verdades para encubrir la falsedad de la libertad e igualdad religiosa.

PARTE I.- LA UNICIDAD DE LA VERDAD

1°. El único camino de la salvación
     La voluntad de Cristo, es de que todos los hombres conozcan la verdad por la luz divina, y se salven.
     Por esto el Hijo de Dios vino a la tierra, se hizo hombre, y se sacrifico en la Cruz, para que por sus méritos consiguiese el perdón de los pecados de los hombres.
     Para tal fin ordeno los medios necesarios: creer en Él, profesar de modo integro la fe verdadera, recibir el bautismo, ser miembro de su Iglesia, observar los mandamientos.
     Este es el único camino, que excluye los otros. Cualquier otro lleva a la perdición eterna.
     Este es el Magisterio universal de la única Iglesia de Cristo. Que fue enseñado en todos los siglos.
     En 1215, Inocencio IV, en el Concilio de Letrán, repetía las palabras de San Cipriano:
     "La Iglesia Católica es una sola, fuera de la cual nadie se salva" (D.S. 802). En 1302, Bonifacio VIII definió: "Declaramos, decimos y definimos ser de entera necesidad de salvación para toda criatura humana, ser obedientes al Pontífice Romano" (D.S. 875).
     En 1442, el Concilio de Florencia definió:
     "Nadie puede salvarse a no ser que permanezca en el gremio y unidad de la Iglesia".
     "La Iglesia cree, profesa y enseña, de modo firme, que nadie que este fuera de la Iglesia -paganos, judíos, herejes y cismáticos- pueden participar de la vida eterna; irán al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles (Mt. XXV, 41); a no ser que antes del fin de su vida, se unan a ella". (D.S. 1351)
     En 1863, Pio IX repetia:
     "Es necesario recordar y de nuevo reprender el error gravísimo en el cual, miserablemente, se encuentran algunos católicos opinando que los que viven en el error, alejados de la fe verdadera y de la unidad católica, pueden alcanzar la vida eterna".
     "Bien conocido es el dogma: Fuera de la Iglesia nadie puede salvarse. No pueden alcanzar la salvación eterna los contumaces contra la autoridad y las definiciones de la Iglesia; los pertinazmente divididos de la Iglesia y del Pontífice Romano, a quien fue confiada el cuidado de la viña". (D.S. 2865-2867).
    Condenó la sentencia:
     "En el culto de cualquier religión los hombres pueden encontrar el camino de la salvación y alcanzar la salvación eterna" (D.S. 2916).
     La norma del VIII Concilio fue repetida por el Concilio Vaticano I:
     "Para la salvación, guardar la recta fe es la primera norma".
     Y el Símbolo de San Atanasio profesa:
     "Quien quiera ser salvo, antes de todo, es necesario que mantenga la fe católica; la cual, si alguien no conserva integra e inviolada, sin duda, perecerá eternamente" (D.S. 75).
     Y el Concilio de Trento enseñó:
     "El símbolo de la Fe usado por la santa Iglesia Romana como en principio en el cual, necesariamente, convienen todos los que profesan la fe en Cristo, es el fundamento firme y único contra el cual las puertas del infierno no prevalecerán (Mt. XVI, 18); debe ser expresado con las mismas palabras por las cuales, en todas las iglesias se lee" (D.S. 1500)


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     Por lo tanto, para el magisterio de la Iglesia, para alcanzar la salvación eterna es necesario:

     * Profesar de modo integro e inviolado, público y explicito, los artículos del Símbolo de la Fe católica, propuestos como revelados por el Magisterio universal de la Iglesia.
     * Ser miembro de la Iglesia católica por el Bautismo de agua o de deseo, profesando la Fe verdadera y observando los mandamientos de Dios y de la Iglesia.
     Esto puede ser alcanzado por todos por el auxilio de la gracia divina, con la cooperación humana y con la sumisión a la autoridad concedida por Cristo a los Sucesores de san Pedro, observando las normas del creer, sin las cuales nadie se salva y las normas del obrar, principalmente las que son de necesidad de medio de salvación.


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     Mientras, después del Concilio Vaticano II, surgieron nuevos caminos de salvación:

     Las verdades universales, necesarias y únicas, se vuelven en individuales, no necesarias y libres.
     San Pablo profetizó la "operación del error" que lleva a la perdición "Los que no aman la verdad, pero consienten la iniquidad" (2 Tess. I, 11)
     Se niega la sumisión a la autoridad del único Dios verdadero; se niega creer en las verdades absolutas y el obedecer los mandamientos.
     Cada uno sigue su libre arbitrio frente a las verdades y mandamientos divinos, contra el Magisterio dogmático y canónico de los sucesores de san Pedro, en la Cátedra de la verdad.
     
2° Un camino opuesto

     Mientras, ya en 1949, bajo Pio XII, el Santo Oficio envió una Carta al Arzobispo de Boston, condenando la doctrina de un sacerdote acusándolo de no someterse a la autoridad de Pio XII.

     Según la Carta, era doctrina de Pio XII lo que expresaba esa Carta.
     Después el sacerdote fue excomulgado.
     Y el centro de la doctrina de la Carta era afirmar:
     "Para conseguir la salvación eterna no siempre es necesario estar incorporado, realmente, a la Iglesia Católica, como miembro".
     Sería suficiente un "voto o deseo de adherirse" a la Iglesia. Y este voto o deseo individual, no necesitaría ser explicito y consiente, bastaría ser implícito e inconsciente.
     Donde existe "ignorancia invencible" sobre las verdades católicas, Dios aceptaría el deseo implícito e inconsciente.
     Decía: "Los que están fuera de la Iglesia están ordenados para la Iglesia por cierto voto inconsciente, a los cuales Pio XII, de ningún modo, excluía de la salvación eterna".
     Después el Concilio Vaticano II enseñó la libertad religiosa; el derecho de seguir el error, la igualdad de las religiones falsas con la única verdadera; la verdad individual y libre de cada uno, con su fe, sus normas, y la salvación eterna en cualquier religión.
     El "Enchiridion Symbolorum", de Denzinger, edición 1965, consideró el dogma de fe mero "adagio" y su sentido un "rigorismo" de interpretación, que habría sido cambiado por Pio IX. Los catecúmenos que reciben el Bautismo de deseo, con "voto explicito", de entrar en la Iglesia seria un "excepción" a la ley divina.
     No conocemos los escritos del sacerdote católico que fue excomulgado. Por eso no decimos nada sobre sus doctrinas.
     Y aquí solamente consideraremos las doctrinas de la Carta del Santo Oficio.
     Mientras, ya en el inicio del siglo XX San Pio X condenó las doctrinas de la "Iglesia de la humanidad" (Notre charge apostolique); o el agnosticismo modernista (Pascendi) y León XIII ya condenó la libertad religiosa (Libertas) y Pio XI condenó el Ecumenismo (Mortalium animos).
     Entretanto, el Arzobispo Montini, en la sede de Milan, antes del Concilio Vaticano II, predicó en Milán "la religión del futuro", la de Einstein, ateo; que "podría ser la suya". Y, en 07-12-1965, como Paulo VI, predicó en el Templo de Dios: "Tenemos el culto del hombre", "un nuevo humanismo". Que está opuesto al culto del único Dios verdadero.
     
3°- La naturaleza del Bautismo de deseo.
     Santo Tomas, antes del Concilio de Trento, enseñó la naturaleza del Bautismo de deseo, o del deseo del Bautismo, cuando, involuntariamente, la persona que profesa la fe verdadera y quiere entrar en la Iglesia, y que por la muerte es impedido de recibir el Bautismo de agua. Dice:
     Si alguien, teniendo libertad para querer o no querer el Bautismo, lo desprecia. No se salva porque no pertenece al Cuerpo de Cristo, ni por el Sacramento necesario, ni por el juicio de su mente. La salvación solamente existe por medio de Cristo.
     Pero si la persona quiere ser bautizada y no recibe el Bautismo de agua, no por su voluntad, sino porque muere antes de recibirlo, ella se puede salvar porque tal deseo procede de la "Fe operante por la caridad", por la cual Dios santifica interiormente al hombre.
     "El hombre ve las cosas que aparecen, pero Dios ve el interior del corazón" (1 Reg. XVI, 7).
     "La circuncisión de corazón existe en el espíritu y no en la letra; su alabanza viene de Dios y no de los hombres" (Rom. II, 29)
     Nadie se salva siendo reo de culpa; sin la absolución de los pecados; y el Bautismo perdona la culpa y la pena.
     Tal persona, con la "fe operante por la caridad", profesa exteriormente el Símbolo de Fe, y querer entrar a la Iglesia. Asimismo su voluntad explícita del Sacramento, con la profesión de la Fe verdadera suple el recibimiento del Bautismo de agua.
     Este es el sentido del "deseo del Bautismo", expresado por el Concilio de Trento y expuesto antes por Santo Tomas (S.T. 3, 68, 2).


4°- La naturaleza del acto de voluntad
     Por voluntad de Cristo, expone Santo Tomás: una promesa debe ser implícita y explicita, interior y exterior (S.T. 2-2, 88, 1). Ella viene de un acto de la razón; en la voluntad mueve la razón. Es ella el medio por lo cual un voto obliga a cumplirlo. El propósito viene después de la promesa. Por lo tanto es necesario el acto de la razón y no basta el acto de voluntad en la promesa que debe ser hecha en el Bautismo.
    El acto de la voluntad implica una obligación que puede ser para hacer o no hacer algo. Por este acto de voluntad el hombre se obliga actuar, operar, obrar por si mismo o también por otros. Tal promesa es una ordenación; por ella el hombre o se obliga a hacer por los otros o lo que debe ser hecho por los otros para él. Y esta ordenación, entre los hombres, sólo se hace por actos, palabras o señales exteriores.
     Estas palabras exteriores son dichas o por una inspiración propia ante Dios, como en la oración; o por respeto a los otros o para que los otros no rompan el voto.
     La promesa procede de una intención de hacer, y el propósito de una deliberación previa.
     El voto existente requiere la deliberación, el propósito es la promesa de hacer algo. A veces se agrega la forma oral, y este es el testimonio para los demás.
     Por lo tanto el voto es el testimonio de una promesa hecha por un acto libre de la voluntad; que se hace sobre cosas de Dios, y de ser hecho para Dios.
     "...A Dios desagrada la promesa infiel e imprudente..." (Eclesiastes V, 3)


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     Por lo tanto en el deseo de Bautismo, no basta el acto de la voluntad, sin el acto de la razón. Si alguien quiere "entrar" a la Iglesia, debe prometer a Dios someterse al precepto divino de recibir el bautismo y de profesar la fe verdadera y de observar los mandamientos. Sin el objeto del acto de voluntad, sea por ignorancia, sea por otra causa, sin la "fe que opera por la caridad", el acto de voluntad no profesa aquello que se debe creer, pues debe de creer aquello que fue mandado por Dios.
     Estando dotado del uso de la razón y de la voluntad libre, esta exclusión de aquello que debe creer y de aquello que debe hacer, es una desobediencia de la voluntad y juicio humano a la voluntad y juicio divino. Es obrar contra la voluntad y juicio de Dios.
     Es no querer obedecer la autoridad de Dios. Es despreciar las normas divinas del creer y del obrar. Es ir por el camino de la perdición.
     Nadie puede querer y prometer algo ilícito, o contra la voluntad de Dios.


5°.- Desviaciones de la Fe verdadera
     La Carta pasa del deber de creer, con fe integra, sin cambio de sentido, al deber de obrar cambiando el sentido. Modifica el Dogma por la Ética y por una Ética agnóstica que adopta la libertad propia y no la verdad absoluta, universal, divina.
     Iguala lo que es de necesidad por voluntad de Dios a lo que procede de la voluntad del hombre, con objeto opuesto a la razón y voluntad divina, en cuanto a la necesidad del Sacramento del Bautismo, de la Penitencia y de integración a la Iglesia.
     Iguala lo que es de necesidad de medio, absoluta, sine qua non, a lo que es de necesidad meramente de precepto, que puede tener excusas por no obedecer lo preceptuado.
     Niega la verdad absoluta, universal, racional, de origen divino y coloca una "verdad" dudosa, insegura, relativa al arbitrio individual.
     Retira del voto o voluntad humana el objeto racional que debe de existir por imperio divino, en cuanto al deber de creer y al de obrar.
     Cambia lo que es de necesidad absoluta, por mandato divino por lo que es simple auxilio útil, pero no necesario,y, sin lo que es de necesidad absoluta para llegar al fin, quiere el mismo efecto, como si tal medio necesario existiera.
     Cambia la necesidad de la confesión pública e implícita de los artículos del Símbolo de la fe por un mero deseo implícito e inconsciente, como el silencio exterior sobre el deber de creer y de obrar.
     Juzga ser buena disposición del alma no confesar de modo explicito y público lo que por obediencia al deber de creer y obrar debía querer para estar conforme con la voluntad de Dios.
     No excluye de la salvación a los que dicen ignorar la voluntad de Dios y ser invencible tal ignorancia, como el auxilio de la gracia divina y la cooperación de la voluntad humana con esa gracia.
     Coloca el medio único de la salvación subordinado al libre arbitrio humano individual; sin el asentimiento necesario del juicio humano al divino, y sin la obediencia necesaria de la voluntad humana a la divina.
     Tiene libre interpretación de la revelación divina opuesta a la interpretación de la Sede de la Iglesia Romana.


6°.- Argumentación falsa
     Porque los catecúmenos, obedientes a las doctrinas del Magisterio de la Iglesia entraron en la Iglesia profesando este deseo y la fe verdadera de modo explicito, pues fueron impedidos contra su voluntadpor la muerte de entrar en la Iglesia; de esto, quieren deducir que los hombres adultos, con uso de razón y de la voluntad, sin expresar de modo explicito el deseo de entrar en la Iglesia y sin conocer la fe verdadera, por un voto inconsciente, también pueden salvarse como los catecúmenos, sin recibir el bautismo y sin entrar a la Iglesia, sólo con el simple adhesión a la Iglesia, inconsciente, sin someterse a las doctrinas y leyes divinas y sin los medios absolutamente necesarios para la salvación.
     Pretende que los dogmas de la fe divina, con ignorancia e inconsciencia de los hombres, están contenidos en la voluntad individual de cada uno de los que están fuera de la Iglesia y no se someten al Magisterio universal del Pontífice Romano.
     Pretenden que fuera de la Iglesia la salvación es insegura por la carencia de los auxilios de Dios y no que es incansable por lo pecados de cada uno.
     Pretende que puede existir la Caridad perfecta y fe sobrenatural en quien cambia el Dogma por la Ética y los preceptos divinos por la voluntad de cada uno, sin el Bautismo y sin manifestar querer entrar a la Iglesia.
     Pretende que aquellos que tengan buena disposición para la gracia divina, cumpliendo la ley divina, siendo adultos dotados de razón y de voluntad, pueden tener ignorancia invencible por la gracia y luz divina, no son culpables de pecados personales.
     Pretenden que lo que es necesario "sólo por institución divina" es igual a lo que es necesario "sólo por el voto y deseo" humano.
     Pretende que para la salvación es suficiente sólo la voluntad libre natural, sin el conocimiento racional de la doctrina y leyes de Cristo; sin la cooperación humana a la gracia; sin las obras mandadas por Dios en los mandamientos; sin penitencia de los pecados, sólo con la voluntad natural humana.


Continuará.....
Primera parte de cuatro

COETUS FIDELIUM  
Marzo 2014
N°10 
Traducción
R.P. Manuel Martínez Hernández F.S.V.F.

jueves, 11 de junio de 2015

ILUMINISMO

     En la época en que el espíritu de incredulidad se había propagado en la Alemania con el concurso de muchos soberanos que trazaban a sus vasallos la senda del mal, el bávaro Weishaupt, nacido en 1748, y luego profesor de Derecho en la Universidad de Ingolstasdt, fue iniciado en los principios desorganizadores de los antiguos maniqueos por un mercader jutlande llamado Kolmer, que había vivido en Egipto y se había hecho expulsar de Malta. Kolmer tenía por discípulo al charlatán Cagliostro y algunos de sus adeptos, que se distinguieron por su iluminismo en el condado de Aviñon y de Lyon. El estudio del maniqueísmo y de la filosofía del siglo XVIII condujeron a Weishuapt a no reconoce la legitimidad de ninguna ley política o religiosa, y sus lecciones secretas inculcaban las mismas ideas a los discípulos de su curso de derecho. Desde entonces concibió el plan de una sociedad oculta que tendría por objeto la propagación de su sistema, mezcla repugnante de los principios antisociales del antiguo iluminismo y de los principios antirreligiosos del filosofismo moderno.
     He aquí el resumen: "La igualdad y la libertad son los derechos esenciales que el hombre recibió de la naturaleza en su perfección originaria y primitiva; el primer ataque a esta igualdad fue dado por la propiedad; el primer ataque dado a la libertad fue dado por las sociedades políticas o los gobiernos son las leyes religiosas y civiles; por lo tanto, para restablecer al hombre en sus derechos primitivos de igualdad y de libertad, es preciso empezar por destruir toda religión, toda sociedad civil, y acabar con la abolición de toda propiedad".
     Si la verdadera filosofía hubiese sido conocida de Weishuapt, le habría enseñado que los derechos y las leyes del hombre primitivo, solo aun sobre la tierra, o padre de una generación poco numerosa, no fueron ni debían ser los derechos y las leyes del hombre sobre la tierra poblada ya de sus semejantes. Le hubiera enseñado además que Dios, mandando al hombre multiplicarse sobre esta misma tierra y cultivarla, le anunciaba por esto solo que su posteridad estaba destinada un día vivir bajo el imperio de leyes sociales. Le hubiera hecho observar que sin propiedad, esta tierra quedaba inculta y desierta; que sin leyes religiosas y civiles, este inmenso desierto no alimentaría mas que hordas de vagabundos y salvajes, esparcidas aquí y allá.
     Weishaupt hubiera concluido de esto entonces que su igualdad y su libertad, lejos de ser los derechos esenciales del hombre en su perfección, no son mas que un principio de degradación y de embrutecimiento, una vez que no pueden subsistir sino con sus anatemas contra la propiedad, la sociedad y la religión.
   Massenhausen, bajo el nombre de Ajax, y Merz, bajo el de Tiberio, jueces dignos de ser admitidos a sus misterios, recibieron de él el grado de areopagitas, y Weishuapt, su jefe, bajo el nombre de Espartaco, dio así nacimiento a la orden de los Iluminados. Cada clase de eta orden debía ser una escuela de pruebas y ensayos para la siguiente. Había en ella dos principales: la de las preparaciones, a la cual pertenecían los grados intermedios que se pueden llamar de instrucción; y la de los misterios, a la que pertenecían el sacerdocio y la administración de la sociedad.
     Había un papel común a todos los asociados que era el de hermano insinuante o alistador. El baron de Knigge, bajo el nombre de Philon, le desempeño con actividad, porque se ocupó de pervertir al Norte de Alemania, mientras que Weishuapt se reservó el Mediodia. El medio que empleó consistió en ganar a los fracmasones, hombres exentos ya de preocupaciones religiosas, para hacerlos iluminados: de lo que es permitido inferir que la vasta sociedad masonica debía estar bien infectada de sus tenebrosos misterios, puesto que se las juzgaba digna de esta agresión.
     Se celebraba a la sazón en Wilhemstad una asamblea general de fracmasones; y ninguna otra se había aproximado a esta, así por el número de los elegidos como por la variedad de las sectas de que se componia; Knigge se aprovechó de esta circunstancia, y desde el instante en que los diputados masones fueron iluminados, los progresos de la secta de Weishaupt llegaron a ser imponentes.
     Lo mas deplorable es que se alistasen algunos eclesiásticos en una conjuración semejante. Los archivos de la orden contienen los nombres de algunos sacerdotes, de curas y hasta del prelado Hoeleim, vicepresidente del consejo espiritual de Munich, obispo de Kherson para la Iglesia, y hermano Philon de Biblos para Weishuapt, que desde su santuario de Ingolstad presidia a todos los conjurados, y que, a manera de emperador subterráneo, tuvo bien pronto mas ciudades en su conspiración que el jefe del santo imperio romano tenia bajo su dominio. Esta admirable extensión se explica muy bien por la facilidad con que los iluminados se introducían en las logias masonicas, y la preponderancia que los misterios de Weishaupt adquirían en ellas de día en día.
     ¡Cosa increíble! Ademas de los adeptos de todas clases, el iluminismo contó en su seno varios príncipes soberanos. Solo en Alemania hubo cinco que se agregaron a él. Estos tontos ilustres no conocían sin duda la aversión que el fundador tenia a toda clase de independencia; Weishuapt probablemente les había dispensado el juramento que hacía prestar en los últimos grados de detestar a los reyes; no les había revelado mas que lo que podía decir a estos príncipes incrédulos sin ofenderles; a saber, sus proyectos hostiles contra la religión y su horror hacía los sacerdotes. Tal era la ceguedad, que cuando Weishuapt, proscrito de su patria como traidor a su soberano, tuvo que buscar un asilo fuera de la Baviera, fue acogido, colmado de pensiones y distinguido con el título de consejero honorario en la corte de Ernesto Luis, duque de Sajonia-Gota.  

miércoles, 10 de junio de 2015

PANEM NOSTRUM QUOTIDIANUM

EL PAN NUESTRO DE CADA DÍA
     "Vuestros padres -decía Jesús a los judíos-, vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; pero el que come este PAN vivirá eternamente".
     ¿Y este PAN?
     El PAN de la sagrada Eucaristía: el Cuerpo y la Sangre de Cristo Nuestro Señor.
     "Porque -dice el Señor- mi carne es verdaderamente comida y mi sangre es verdaderamente bebida". Son palabras de quien no puede engañarnos.
     ¡Misterio admirable! ¡Misterio adorable!
     ¡El Pan de los ángeles se hace Pan de los hombres!
     ¡Sagrado convite en el que Cristo mismo se nos da por manjar!
     Memorial sagrado de la Pasión de nuestro Redentor.
     Prenda segura de eterna vida. Porque el PAN que Cristo nos da es su Carne, inmolada por la vida del hombre, y Él mismo, verdad eterna, me asegura:
     "El comiere este PAN vivirá eternamente".
     
     ¿Y yo como de este PAN?... ¿Cuántas veces me acerco a la sagrada mesa?... ¿Y por qué no cada día?... Así lo desea el Vicario de Cristo, así lo desea Cristo mismo.
     El hijo prodigo, en medio de su desgracia, sintiéndose consumir por la miseria y por el hambre, pensaba:
     "¡Cuántos mercenarios en la casa de mi padre tienen pan en abundancia, y yo aquí perezco de hambre!"
     ¿No puedo yo decir algo semejante?...
     En la casa de mi Padre está el PAN  que alimenta, el PAN que fortifica, el PAN  que hace crecer, el PAN que alegra la vida del alma, y yo,... muerto de hambre, y de debilidad, y de tristeza...
     ¡Insensato de mi!Y tengo a la mano el remedio:
     El PAN divino que es el cuerpo sacrosanto de Cristo.
     El convite está preparado.
     La mesa está ya puesta.
     En ella se me da el PAN de los fuertes.
     El vino que engendra vírgenes.
     La prenda de mi inmortalidad gloriosa.

     En esa mesa se me da Jesús, mi Amigo, mi Padre, mi Redentor, mi Dios.
     Allí me espera Él.
     ¡Oh Señor, dame siempre ese PAN!
     Ese PAN que es tu Cuerpo sagrado; ese PAN que es vida, que es alegría, que es cifra de todas tus bondades y de todo tu amor.
     Dame siempre ese PAN,
     Para que no perezca de miseria y de hambre.
Alberto Moreno S.I.
ENTRE EL Y YO

martes, 2 de junio de 2015

ILUMINADOS

     Nombre de unos herejes que aparecieron en España hacia el año 1575, y a quienes los españoles llamaban alumbrados. Sus jefes eran Juan de Villalpando, natural de Tenerife, y una carmelita, llamada Catalina de Jesús. Muchos de sus discípulos entraron en la Inquisición y sufrieron la pena de muerte en Córdoba; otros abjuraron sus errores.
     Los principales que se les atribuyen son, que por la oración sublime a la cual llegaban, entraban en un estado tan perfecto que ya no necesitaban de sacramentos, ni de obras buenas; que podrían entregarse sin pecar  las acciones mas infames. Molinos y sus discípulos siguieron algún tiempo después esta misma doctrina.
     Esta secta fue renovada en Francia en 1634, y los guerinos, discípulos de Pedro Guerin, se agregaron a estos sectarios; pero Luis XIII hizo que los persiguiesen con tanta eficacia, que fueron destruidos al momento. Pretendían que Dios había revelado a uno de ellos llamado Fr. Antonio Bocquet, una practica de fe y de vida supereminente, desconocida hasta entonces en toda la cristiandad; que por este medio se podía llevar en poco tiempo al mismo grado de perfección que los Santos y la Virgen María, quienes en el concepto de estos herejes no habían tenido mas que virtudes comunes. Añadían que por este medio se llegaba a una unión con Dios tan estrecha, que todas las acciones de los hombres quedaban desfiguradas; que llegando a esta unión, era preciso dejar obrar en nosotros a Dios solo, sin hacer nada por nuestra parte. Sostenían que todos los doctores de la Iglesia habían ignorado lo que es la verdadera devoción; que San Pedro, hombre sencillo, no entendió nada de la espiritualidad, igualmente que San Pablo; que toda la Iglesia estaba en las tinieblas y en la mayor ignorancia sobre la verdadera practica del Credo. Decían que no era permitido hacer todo lo que dicta la conciencia; que Dios a nadie ama mas que así mismo; que era preciso que su doctrina se extendiese dentro de diez años por todo el mundo, y que entonces ya no habría necesidad de mas sacerdotes, ni religiosos, ni curas, ni obispos, ni otros superiores eclesiásticos.

ILUMINADOS AVIÑONESES
     Pernety, benedictino, abad de Burkol, bibliotecario del Rey de Prusia; el Conde Grabianka, estaroste polaco; Brumore, hermano del químico Guyton-Morveau; Merinval, que era empleado de hacienda, y algunos otros se habían reunido en Berlin, para ocuparse de ciencias ocultas. Buscando los secretos del porvenir en la combinación de los números, no hacían nada sin consultar la santa cabala; así es como llamaban el arte ilusorio de obtener del Cielo respuestas a las preguntas que le dirigían. Algunos años antes de la revolución creyeron que una voz sobrenatural, emanada del poder divino, les ordenaba el partir para Aviñon. Grabianka y Pernety adquirieron en esta ciudad cierta especie de crédito, y fundaron una secta de iluminados, que tuvo muchos partidarios ahí y en otras partes.
     Bajo el nombre del Padre Pani, dominico, comisario del santo Oficio, se publicó en Roma en 1791 una colección de documentos concernientes a esta sociedad: el Padre Pani dice que Aviñon a visto nacer después de algunos años una secta que pretende estar designada por el Cielo para reformar el mundo, estableciendo un nuevo pueblo de Dios, Sus miembros, sin excepción de edad ni de sexo, se distinguieron no por sus nombres, sino por una cifra. Los jefes, que residen en Aviñon, son consagrados por un rito supersticioso. Ellos se dicen muy apegados a la religión católica, pero pretenden estar asistidos de los ángeles, tener sueños e inspiraciones para interpretar la Biblia. El que preside a las operaciones cabalísticas se llama patriarca pontífice. Hay también un rey destinado para gobernar este nuevo pueblo de Dios. Octavio Cappelli, sucesivamente criado y jardinero, que estaba en correspondencia con estos iluminados, pretendía tener respuestas del Arcángel San Rafael, y haber compuesto un rito para la recepción de los miembros: la inquisición le formó un proceso, y le condenó a siete años de detención. La misma sentencia persigue a esta sociedad, por atribuirse falsamente apariciones angélicas, sospechosas de herejía; prohíbe agregarse a ella, hacer su elogio, y manda denunciar sus adictos a los tribunales eclesiásticos. Pernety, nacido en Ruan en 1716, muerto en Valencia (de Francia) en 1801, tradujo del latín, de Swedenborg, las maravillas del cielo y del infierno. Los swedenborgianos se habían jactado de tener correligionarios en Aviñon; pero esta esperanza se desvaneció al saber que los iluminados aviñoneses adoraban a la Santísima Virgen, de quien hacían una cuarta persona, agregada a la Trinidad. Este error no era nuevo, porque los coliridianos atribuían la divinidad a la Santísima Virgen y le ofrecían sacrificios. Klotzio habla de un tal Borr, que pretendía que la santísima Virgen era Dios, que el Espíritu Santo había encarnado en el cuerpo de Santa Ana, que la Virgen santísima, contenida con Jesucristo en la Eucaristía, debía por consiguiente ser adorada como él: este Borr o Borri fue quemado en efigie en Roma, y sus escritos lo fueron en realidad el 2 de enero de 1661.
     Los iluminados aviñoneses se dice que renovaban también las opiniones de los milenarios; se les ha acusado hasta de admitir la comunidad de mujeres; mas la clandestinidad de sus asambleas ha podido favorecer semejante imputación, sin ser por eso una prueba de que sea fundada.
     Habiendo muerto Pernety, la sociedad que en 1787 se componía de una centena de individuos, se halló reducida, en 1804, a seis o siete. De este número era Beaufort, autor de una traducción con comentarios del Salmo Exsurgat. En ella sostiene que el Arca de la Alianza, el maná, las varas de Aaron, ocultas en un rincón de Judea, reaparecerán un día, cuando los judíos entren en el seno de la Iglesia.