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jueves, 17 de julio de 2014

In suplicium aeternum

 Al eterno suplicio
     ¡Al suplicio eterno, al eterno sufrir!
     Allá irán los condenados.
     Suplicio y eterno, esas son las dos características del que la Sagrada Escritura llama locus tormentorum, el lugar de los tormentos, el lugar ubi nullus ordo, sed sempiternus horror inhabitant, en donde habitan el eterno desorden y el sempiterno horror.
     Por un breve gozo, un eterno penar.
     ¡Qué locura, qué insensatez la del pecador!
     ¡Qué desvarío!
     Suplicio: puedo amontonar en mi imaginación tormentos, dolores, sufrimientos..., todo ello será apenas un débil bosquejo de aquel suplicio.
     Eterno: pasarán los días, correrán los años, volarán los siglos..., y el condenado seguirá en su sempiterno dolor..., y la esperanza no lucirá jamás para él.
     Suplicio: doble: el pecador se apegó a las criaturas; a ellas permanecerá apegado eternamente: pena de sentido;
     el pecador se apartó voluntariamente de su Creador; eternamente permanecerá apartado de Él: pena de daño.
     Eterno: sin consuelo..., sin remisión..., sin fin. «Dejad toda esperanza los que aquí entráis.»
     Y esa eternidad, toda entera, pesará sobre el condenado constantemente, sin descanso. ¡Oh, si pudiera hacerse siquiera la ilusión de que sus penas terminarán algún día!...
     El condenado buscará a quien culpar de su condenación..., y no se hallará sino a sí mismo. Y el gusano roedor de la conciencia, ese «que no muere» —según la palabra infalible de Cristo—, comenzará su oficio. Y roerá..., y roerá..., y roerá sin que acabe jamás.
     ¡Ay!, la pena del remordimiento: es eterno; por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa. Confesión sin arrepentimiento, confesión sin perdón, confesión sin fruto... El gusano que no muere seguirá royendo...
     ¿Por qué no pienso yo más en ese suplicio eterno?
     ¿No sería ese pensamiento fortaleza en mi debilidad, sostén en mi flaqueza, estímulo en mi tibieza, auxilio en el peligro?...
     ¿Por qué no dejo que me iluminen ahora las luces de ese fuego que no se extingue, que entonces estarán encendidas, pero que no servirán ya para alumbrar?
     Y ¿para qué amargar mi vida con ese pensamiento?
     Para que no me encuentre algún día perdido para siempre en las tinieblas oscuras de esa noche de eterno dolor.
     Suplicio... Eterno... Ese es el castigo del pecado.
Alberto Moreno S.I.
ENTRE EL Y YO

ORACIÓN ANTE UN CRUCIFIJO


     MIRADME aquí, oh bondadoso y dulcísimo Jesús, postrado de rodillas en vuestra divina presencia, para pediros y rogaros, con todo el fervor de mi alma, que os dignéis grabar en mi corazón los más vivos sentimientos de fe, esperanza y caridad; un verdadero arrepentimiento de mis culpas, y un propósito firme de enmendarme de ellas, mientras que yo, con el más grande afecto y dolor contemplo vuestras cinco llagas, teniendo presente, ¡oh Jesús mío!, lo que ya de antemano anunciaba de Vos el profeta David: “Han taladrado mis manos y pies, y han contado todos mis huesos.”

     Reza un Padre Nuestro, Ave María y Gloria al Padre, etc. Ganan indulgencia plenaria aplicable a las almas del purgatorio, los que habiendo confesado con dolor sus pecados y habiendo comulgado rezan esta oración de­votamente.

La Cruz es mi salvación segura.
La Cruz siempre veneraré.
La Cruz de Nuestro Señor está conmigo. 
La Cruz es mi refugio.
300 días de indulgencia.

lunes, 14 de julio de 2014

SAN IGNACIO DE LOYOLA (12)

Capítulo Décimo
EL SANTIFICADOR DE AZPEITIA 
(Mayo a Julio de 1535)

     De París a Azpeitia hay cerca de novecientos kilómetros. Para hacer este camino Iñigo empleó un mes. No nos queda de este viaje ningún recuerdo, ningún incidente que el viajero haya querido anotar.
     Desde que franqueó las fronteras de Guipúzcoa, en lugar de tomar el camino real que le hubiera conducido a Loyola, tomó los senderos de las montañas; su intención bien definida era la de huir de la casa paterna para vivir como un pobre en el hospital. Pero habiendo sido reconocido en Bayona, en la hospedería, por Juan de Eguibar, proveedor de las carnicerías de Azpeitia y antiguo combatiente de las guerras de Navarra, creyó éste, que su deber era el ir a Loyola para dar la noticia. Mientras que Iñigo caminaba solitario, vió llegar hacia él a dos hombres armados. Aquel lugar era famoso por las hazañas de algunos asesinos. Los transeúntes se cruzaron con él y después volvieron a toda prisa sobre sus pasos. Iñigo que se dió cuenta, tuvo un estremecimiento de miedo, sin embargo les habló y supo por ellos que eran criados de la casa de Loyola, enviados a buscarle. Rogóles que fueran por delante y continuó solo su camino. Un poco antes de llegar a Azpeitia encontró a varios sacerdotes que salían a su encuentro. Ya se adivina lo que había sucedido: Martín García supo que su hermano iba a Azpeitia, por un camino que no pasaba por Loyola, y comprendió enseguida, porque tenía muy presente en la memoria la despedida de 1521 para dudar ni un momento de la resolución de Iñigo. Pero quizás algunos sacerdotes obtendrían de él lo que Martín no se atrevía a esperar. Baltasar de Garagarza y los clérigos que lo acompañaban llevaron a cabo celosamente su comisión: hicieron al viajero las más vivas instancias para llevarle a Loyola, pero todo fue inútil. Iñigo rogó a los sacerdotes le dejaran continuar su camino y sólo pudieron seguirle de lejos. Por Etumesa, Herriazaga y el camino de Cestona llegó a la Basílica de la Magdalena, a la que estaba unido un hospital a 300 pasos de la ciudad, y allí pidió albergue. (1)

Hatemistas, Helicitas, Hematitas, Heracleonitas

HATEMISTAS
     Mosheim, en su Hist. ecles., siglo XVII, secc. 2, p. 2, c. 2, § 36, nos habla de los verschoristas y de los hatemistas, dos sectas fanáticas de la Holanda. La primera, dice, trae su nombre de Jacob Verschoor, natural de flesinga, que el año 1680, reuniendo los perversos principios de Cocceyo y de Espinosa, formó una nueva religión, tan notable por su extravagancia como por su impiedad. Se llamó a sus sectarios hebreos, a causa del estudio asiduo que hacían todos sin distinción del texto hebreo de la Sagrada Escritura. Los hatemistas se llamaron así también de Ponciano Van-Hattem ministro en la provincia de Zelandia, que era también adicto a las ideas de Espinosa, y que por esta razón fue degradado. Estas dos sectas difieren en algunos puntos de doctrina; así Van-Hattem no pudo obtener de Verschoor que formasen una misma sociedad, aunque uno y otro hiciesen profesión siempre de ser adictos a la religión reformada.
     Contumaces con la doctrina de esta religión relativa a los decretos absolutos de Dios, dedujeron de ella el sistema de una necesidad fatal e insuperable, cayendo de esta suerte en el ateísmo. Negaron la diferencia entre el bien y el mal y la corrupción de la naturaleza humana. Dedujeron de esto que los hombres no están obligados a violentarse para corregir sus malas inclinaciones, y obedecer a la ley de Dios; que la religión no consiste en obrar, sino en padecer; que toda la moral de Jesucristo se reduce a soportar con paciencia todo lo que nos suceda, sin perder jamás la tranquilidad de nuestra alma.
     Los hatemistas decían también que Jesucristo no ha satisfecho a la Justicia divina, ni expiado los pecados de los hombres por sus padecimientos, sino que por su mediación solo ha querido darnos a entender que ninguna de nuestras acciones puede ofender a la divinidad. Así es como, decían ellos, Jesucristo justifica a sus servidores, y los presenta puros en el tribunal de Dios. Se ve que estas opiniones no tienden nada menos que a extinguir todo sentimiento virtuoso y a destruir toda obligación moral. Estos dos novadores enseñaban que Dios no castiga a los hombres por sus pecados, sino para sus pecados. Lo que parece significar que por una necesidad inevitable, y no por un decreto de Dios, el pecado debe hacer la desgracia del hombre, tanto en este mundo como en el otro. Pero nosotros no sabemos en que hacían consistir esta desgracia.
     Mosheim añade que estas dos sectas subsisten todavía; pero que no llevan el nombre de sus fundadores. Es extraño que la multitud de sectas locas e impías que los principios del protestantismo originaron no haya abierto los ojos a sus sectarios.

HELICITAS
     Fanáticos del siglo VI que hacían una vida solitaria. Hacían consistir principalmente el servicio de Dios en cantar cánticos y bailar con las religiosas, para imitar, decían, el ejemplo de Moisés y de María. Esta locura se asemejaba mucho A la de los montanistas que se denominaban ascitas o ascodrutas; pero su secta desapareció antes del siglo VI. Los helicitas parece que eran solo religiosos relajados que habían tomado un gusto ridículo por el baile; su nombre, tal vez, derivado del griego lo que vuelve, era probablemente a sus danzas en círculo.

HEMATITAS
     Herejes de los cuales habla San Clemente de Alejandría en su libro 7 de los Estromatas, su nombre viene del griego sangre.Tal vez era una rama de los catáfrigas o montanistas, que según Filastrio, usaban en la Pascua la sangre de un niño para sus sacrificios. San Clemente de Alejandría solo dice que tenían dogmas que les eran peculiares, sin decirnos cuáles eran estos dogmas. Algunos autores creyeron que estos sectarios se llamaban así, porque comían sangre y carnes ahogadas, a pesar de la prohibición del concilio de Jerusalen.

HERACLEONITAS
     Herejes del siglo II, y de la secta de los valentinianos; se llamaron así por su jefe Heracleon, que apareció el año 140, y que esparció sus errores principalmente por la Sicilia.
     San Epifanio habló de esta secta: (Haer. 36), dice que a los delirios de Valentín, Heracleon añadió sus propias visiones, y trató de reformar en algún modo la teología de su maestro. Sostenia que el Verbo divino no era el criador del mundo, sino que era la obra de uno de los eonos. Distinguía dos mundos, el uno corporal y visible, el otro espiritual é invisible, y no atribuía al Verbo divino mas que la formación de este último. Para fundar esta opinión, alteraba las palabras del Evangelio de San Juan: todas las cosas fueron hechas por él, y nada ha sido hecho sin él; y añadía de suyo estas otras palabras: de las cosas que están en el mundo.
     Deprimía mucho la ley antigua, y rechazaba las profecías: eran, según él, sonidos echados al aire, que no significaban nada. Hizo un comentario sobre el Evangelio de San Lúcas, del cual cita algunos fragmentos San Clemente de Alejandría, y otro sobre el de San Juan, del que refiere muchos trozos Orígenes en su propio comentario sobre este mismo Evangelio, y comúnmente es para contradecirlos y refutarlos. El gusto de Heracleon en explicar la Sagrada Escritura de una manera alegórica, y buscar un sentido misterioso en las cosas mas sencillas: abusaba de tal modo de este método, que Orígenes, aunque gran alegorista, no ha podido dejar de vituperarle (Grabe, Spicil. del segundo siglo, p. 80; D Massuet, Primera disertación sobre San Ireneo art. 2, núm. 93).
     No se acusa a los heracleonitas el haber atacado la autenticidad ni la verdad de nuestros Evangelios, sino solo el haber extraviado su sentido por interpretaciones místicas esta autenticidad era, pues, mirada entonce como incontestable. No se dice que haya negado ó puesto en duda ninguno de los hechos publicados por los apóstoles y referido en los Evangelios: por lo tanto estos hechos eran una certeza, a la cual nada se podía oponer. Las diferentes sectas de los valentinianos no estaban subyugadas por la autoridad de los apóstoles, porque la mayor parte de sus doctores se creían mas ilustrados que aquellos, y tomaban por orgullo el título de gnósticos, hombres inteligentes. Sin embargo, a principios del siglo II la fecha de los hechos era bien reciente, para que pudiera saberse si eran verdaderos ó falsos, ciertos dudosos, públicos ó apócrifos: ¿cómo unos hombres que disputaban sobre todo, pudieron convenir todos en los mismos hechos, si hubieran podido ponerse en duda? Repetimos muchas veces esta observación, porque es decisiva contra los incrédulos.

¡SALVA TU ALMA!

     Salvarse. ¿Y qué es salvarse? Lee, medita y resuelve. Te lo van a decir los experimentados a lo humano y a lo divino. Te lo dirá la Verdad Eterna.
     El Rey. Luis XVI de Francia, a punto de ser ejecutado, te da su verdad y su lección suprema, que tú no debes aprender tan tarde: “Muchos negocios tuve en vida; este de ahora es el negocio”.
     El maestro de almas. Dijo Ignacio de Loyola: “El hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios, Nuestro Señor, y mediante esto salvar su ánima”.
     El poeta. “¿Yo para qué nací? Para salvarme”.
     La sabiduría popular.
“Es la ciencia consumada 
el que el hombre en gracia acabe, 
porque al fin de la jornada, 
aquel que se salva, sabe, 
y el que no, no sabe nada”.
     El conductor político. “Consideramos al nombre como portador de valores eternos, con un alma capaz de salvarse y de condenarse...”
     El asceta convertido. Escribe el P. Faber: "¡Salvarse! ¿Y qué es salvarse? ¿Quién puedo decirlo? Es escapar del más terrible de los naufragios, es gozar del reposo en la Patria. Pero ¿qué patria? Es mecerse por siempre dulcemente en el seno de Dios, en un éxtasis eterno de invariables delicias”.
     El Apóstol de las gentes. “Vestrum negotium agatis”. El negocio vuestro. Tu cuestión personalísima; necesaria, porque si no, lo pierdes todo; urgente, porque es de máxima importancia y tu vida tiene un límite que tú desconoces...
     Jesús, nuestro Salvador. “¿Qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma?” Esta pregunta de Jesús convirtió a Javier, el mundano universitario de París, en el santo y el apóstol de las Indias... ¡Salvarse! En realidad, para tu dicha, es lo único que te importa. Te va en ello la inmortalidad del gozo, el aquietarse definitivo de esa tu alma, enferma de insatisfacción hasta que repose en su último Fin. ¡Así nos hiciste, Señor. Y así andamos, menesterosos de Ti.
     Entonces, ese tu entendimiento ávido quedará anegado en luz. Y esa tu voluntad, centrada en amor total y eterno. Y no habrá ausencia, ni temor, ni tristeza, ni ansiedad, ni pecado, ni remordimiento. Vida sin fin; posesión de Bien sumo; paz y sosiego inefables.
     Pero salvarse es cosa muy tuya.
     Y oye bien lo que enseñan los teólogos:
     1.° Si el hombre está decidido a salvar su alma, nadie se lo puede impedir.
     2.° Si el hombre está decidido a perder su alma, nada es capaz de forzar su resolución.
     Ante ti, niño, joven, caminante de la tierra, se bifurca el camino de la vida.
     ¡Por aquí se va al cielo!
     ¡Por aquí se va al infierno!
     Y Jesús dice: El que quiera venir en pos de Mí...
     Fíjate bien: el que quiera... Puedes seguir libremente una de las dos direcciones: derecha, izquierda.
     O salvarme, o condenarme.
     Es mi dilema terrible. Terriblemente práctico y personalísimo. Ahí abocará mi trayectoria humana, sea cual fuere, clamorosa o escondida. De mí, en definitiva, sólo quedará un alma salvada o un alma condenada, un elegido o un réprobo...
     Y esta incertidumbre de mi salvación se revelará y disipará cuando ya no quede alternativa. Cuando Dios me declare eso: elegido para siempre; réprobo para siempre.
     ¡Señor que me creaste, ten misericordia de mí!
     Yo sé que Tú me esperas con los brazos abiertos y con los tesoros de tu gracia. Toma mi voluntad y mi cooperación en total entrega.
     Maestro Ignacio de Loyola, que clavaste en el ánimo de Javier la saeta evangélica del "¿qué aprovecha...?” Clávala, profunda y tenaz, en mi alma.
     Jesús, Maestro soberano, que pronunciaste esas desgarradoras palabras de vida eterna.
     ¡Pierda yo el mundo y mil mundos! ¡Pero que mi alma se salve!
R. P. Carlos E. Mesa, C.M.F.
CONSIGNAS Y SUGERENCIAS PARA MILITANTES DE CRISTO

sábado, 12 de julio de 2014

EL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO (2) Deontología médica prematrimonial.

CAPITULO VI (2)
DEL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO
Artículo primero (II)
Deontología médica prematrimonial.
§ 2. Prohibiciones del matrimonio.


111 Impotencia: concepto; en el hombre; en la mujer; perpetua; esterilidad; conducta del médico.
112. Prohibición por enfermedades. salud del cliente; la del consorte; el bien de la prole; eugenesia.
113. Esterilización.
114. I. Nociones previas.
115. II. Esterilización obligatoria (defensa de terceras personas, exigencias del bien común).
116. III. Esterilización voluntaria.
117. Circunstancias prohibitivas del matrimonio: edad, parentesco, desigualdades.
118. Certificado prematrimonial.


111.- Impotencia.
     Entre los conflictos que al médico pueden presentársele en los preliminares más inmediatos al matrimonio, merece destacarse la impotencia, por afectar al objeto esencial del contrato. De ella vamos a dar algunas nociones claras sin perjuicio de la concisión. Algunas veces nos expresaremos en lengua latina por razones que fácilmente se alcanzarán a cualquiera. Dice así el canon 1068 del Código de Derecho Canónico:
     «§ 1. La impotencia antecedente y perpetua dirime el matrimonio por derecho natural, tanto si proviene de parte del varón como de parte de la mujer; tanto si es conocida por la otra parte como si no lo es; tanto si es absoluta como si es relativa.
     § 2. Si el impedimento de impotencia es dudoso, ya sea la duda de hecho, ya de derecho, el matrimonio no se debe impedir 
     § 3. La esterilidad no es impedimento dirimente ni impediente del matrimonio.»


     Algunas explicaciones pondrán en claro los conceptos de este canon.

jueves, 10 de julio de 2014

11 Razones del por que el yoga es sumamente peligroso

Este trabajo me ha llegado por correo
Yoga y cristianismo son esencialmente incompatibles. 


No diga ahora… que no sabía.
15 Razones del por que el yoga es sumamente peligroso

Es peligroso porque…
1. Disciplina o práctica milenaria, mística-espiritual hindú (1,800 a.C.). Sus posiciones y ejercicios son inseparables de su cosmovisión; “no hay hinduismo sin yoga, y no hay yoga sin hinduismo”.

     2. Fueron Christopher Isherwood y la Sociedad Teosófica quienes trajeron a Occidente el budismo zen y el yoga del Oriente. No se conocían antes estas creencias ni en Estados Unidos ni en Europa. Los gobiernos estadounidense y británico impulsaron sus planteamientos. La Sociedad Teosófica fue dirigida por masones y ocultistas (Helena P. Blavatsky, Annie Besant, Alice Bailey).

     3. En cualquiera de sus formas, la finalidad del yoga no es únicamente la relajación, la correcta respiración ni el bienestar o control físico, sino la “iluminación”. Es una “vía de perfección” (de ocho pasos) a través del control de los “elementos físicos y psíquicos” de la persona que pretende el “nirvana” (extinción del sufrimiento) para alcanzar la “iluminación” (apertura del “tercer ojo”) y la “unión con Dios”.
     Dicen los yoguis hindúes que los primeros cinco pasos (disciplina moral, purificación corporal y espiritual, posturas gimnásticas-corporales, control respiratorio y desconexión sensorial) son la preparación para alcanzar los grados más altos del “yoga regio” o “raja yoga”.

     4. La “Iluminación” se lograría despertando a Shiva (deidad hindú) en forma de serpiente (kundalini), que se dice mora al final de la espina dorsal, o bien, en los genitales, con objeto de que ascienda desde ese punto por la columna vertebral y vaya “activando” uno a uno los seis o siete chakras (supuestos centros de energía ubicados a lo largo la espina dorsal), y así se una a su esposa Parvati (diosa “energía”) que le espera en la cabeza.
     El enlace Shiva-Parvati abriría el “tercer ojo” a nivel psíquico y… ¿físico? Esta es la meta del “yoga kundalini” y de la “meditación dinámica”.

     5. Instructores y difusores de esta disciplina como Ana Paula Domínguez (Directora del Instituto Mexicano del Yoga) confirman que, en efecto, las diferentes posiciones de ese método encarnaban al dios Shiva, a quien solían adorar mediante un símbolo fálico llamado linga, y que “el objetivo era obtener la liberación al fundirse con aquella poderosa deidad”.

     6. La apertura del “tercer ojo” ha sido motivo de interés de los yoguis, swamis y “maestros” orientales, como también de los ocultistas occidentales, pues afirman que con ello se tiene acceso al conocimiento de todo cuanto existe, de toda la realidad, aún de la sobrenatural (por ejemplo, sobre el futuro).
     Por ello, personalidades como el fundador del satanismo, Aleister Crowley (“el satanista más depravado de todos los tiempos”), y Jon Klimo (el “médium” más famoso de la historia), practicaban y recomendaban ampliamente el yoga.

     7. Asociaciones como la Masonería (excomulgada por la Iglesia Católica) promueven dicha práctica oriental. En el ritual llamado “Paladión”, el segundo paso (de cinco en total) consiste en la “iluminación” o apertura del “tercer ojo”.
     Willian Shnoebelen (ex satanista y ex masón), quien practicó el ritual, afirma que ese ojo (“el Ojo que todo lo ve”) “es el punto de contacto entre los humanos y la conciencia de Lucifer”, y se comienza a “pensar como él piensa y a ver con sus ojos... No es una buena experiencia”.

     8. Gopi Krishna, ex yogui de Cachemira quien introdujo la teoría del “Kundalini” (“energía vital” y “serpiente”), estuvo a punto de caer en locura completa en 1937, mientras meditaba sobre su “chakra” superior (o “tercer ojo”).
     Dijo: “De aquí en adelante, durante largo tiempo, tuve que vivir pendiente de un hilo, debatiéndome entre la vida y la muerte, entre la salud y la enfermedad. (…) He pasado por casi todas las etapas de (...) tipos de mente: mediúmnica, psicótica y otros; durante un tiempo estuve alternando entre la cordura y la locura”.

     9. El Swami Prabhavananda advierte sobre los peligrosos efectos físicos que pueden resultar de los ejercicios de respiración yoga: “A menos que se hagan correctamente, hay una buena posibilidad de dañar el cerebro. Y las personas que practican este tipo de respiración sin una supervisión adecuada, pueden sufrir una enfermedad que ninguna ciencia o médico conocidos pueden curar”.
     Los ejercicios respiratorios tienen como finalidad, en la religión hindú, aspirar el prana = la esencia del éter, el Atman-Brâhman, lo divino, la “fuerza vital” (“la energía”). Asimismo, el yogui Shakta Kaur Khalsa afirma:
     “El mito de que el kundalini es peligroso sólo sería posible mediante una muy mala práctica... la técnica y preparación adecuadas son el aislante necesario para el flujo correcto de la energía kundalini”.

     10. Ana Paula Domínguez y Marco Antonio Karam (Director de Casa Tíbet México), reconocieron juntos en el programa radiofónico “¿Qué tal Fernanda?”, en 2004, que el yoga puede presentar un riesgo para quienes lo practican, debido, en parte, a que en México existen numerosos institutos o escuelas no autorizados para enseñarlo.

     11. Existen ya testimonios de posesiones demoniacas, parciales o totales, en personas que practicaron el yoga. Los mismos ocultistas y médiums ya mencionados, nos confirman lo anterior, pues usaban su cuerpo con esta técnica para entrar en contacto con los “muertos” (espíritus malignos).
     Por lo tanto, el Yoga es una forma actual de idolatría, esoterismo, neopaganismo, ocultismo, adivinación, comunicación “mediúmnica”, y posesión diabólica. Así, yoga y cristianismo son esencialmente incompatibles. ¡No diga ahora… que no sabía!

lunes, 7 de julio de 2014

ANTES QUE VORONOFF

CIEN PROBLEMAS SOBRE SUESTIONES DE FE
53
ANTES QUE VORONOFF
     He leído en la revista La Vie Espirituelle de julio de 1951 un artículo del P. Hamman, O. F. M., titulado: «¿Por qué conviene leer el Antiguo Testamento?'», el cual dice que la edad de los patriarcas tiene un significado espiritual. ¿Cómo se concilia esto con la Encíclica Humani generis de Pío XII, la cual dice explícitamente que «los once primeros capítulos del Génesis pertenecen al género histórico en un sentido verdadero»? (C. F.—Ventimiglia.)

     Es cierto que Voronoff, si leyó la Sagrada Escritura, se debió quedar con la boca abierta ante los patriarcas —nombre que significa: «Cabezas de la estirpe»— que desde Adán a Noé vivieron ¡varios cientos de años! Y es preciso imaginarse sus conversaciones con sus hijitos...: «Cuando hace quinientos años me encontré...», la intrepidez de aquellos jovencitos de cien años, y asi por el estilo. Aunque varíen un poco las cifras de las diversas lecciones, son todas enormes. Basta citar a Matusalén que ¡pasó con mucho de los novecientos! Después de los que tenía... podía llegar a los mil.
     En realidad no es necesario suponer que los trate de números puramente simbólicos, Esas largas edades se pueden realmente explicar por las condiciones ambientales más favorables y las mayores energías de una Humanidad menos viciada y más joven. Aun en el reino animal y vegetal, la geología conoce en los tiempos antiguos especies de dimensiones gigantescas que confirman la existencia de una vida primitiva más vigorosa. Se sabe además que muchas narraciones del Génesis coinciden con tradiciones babilónicas y egipcias que, aun con las evidentes hojarascas de la leyenda, pueden ser un eco de la verdadera historia humana. La tradición babilónica, en correlación, por ejemplo, con los diez patriarcas anteriores al diluvio, habla de diez reyes, cuyas edades se cuentan por millares de años. Así que esa longevidad—providencial para la propagación del género humano y para la transmisión más segura de la revelación primitiva— no es inverosímil, incluso naturalmente, esto es, sin recurrir a la hipótesis—posible también— del milagro.
     Sin embargo, la citada interpretación simbólica del P. Hamman no podría sin más considerarse inconciliable con el valor histórico del Génesis, afirmado por la Encíclica del 12 de agosto de 1950. Esta afirma realmente con moderación, apelando, para precisarla, a la condescendiente carta de la Pontificia Comisión Bíblica al arzobispo de París de 16 de enero de 1948, que «los once primeros capítulos del Génesis, aunque propiamente no concuerden con el método histórico usado por los eximios escritores grecolatinos y modernos, no obstante pertenecen al género histórico en un sentido verdadero, que los exegetas han de investigar y precisar, y que los mismos capítulos, con estilo sencillo y figurado, acomodado a la mente del pueblo poco culto, contienen las verdades principales y fundamentales en que se apoya nuestra propia salvación, y también una descripción popular del origen del género humano y del pueblo escogido".
Bibliografia
Pio XII, Encíclica "Humani generis", 12 de agosto de 1950
E. Lavagnino: Genesi, problemi particolari, EC., V. págs. 2010-12.
B. Mariani: Patriarchi biblici, EC., IX, págs. 953-7.

viernes, 4 de julio de 2014

DOCUMENTOS BIBLICOS DE LEON XIII (1897-1903)

Decreto de la Suprema Congregación de la Santa Romana 
y Universal Inquisición sobre la autenticidad de 
I lo. V, 7, de 13 de enero de 1897

     Este decreto de la Inquisición se refiere a la autenticidad del versículo 7 del capítulo V de la primera Carta de San Juan (Tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son una misma cosa), que se conoce con el nombre de Comma Ioanneo. El texto en cuestión falta en los mejores y más antiguos códices del Nuevo Testamento, tanto griegos como latinos. No obstante, la edición Sixto-Clementina de la Vulgata lo recogió.
     Se discutió mucho su autenticidad por estas razones críticas. Intervino la Inquisición Romana con fecha 13 de enero de 1897. Esto no obstante, muchos autores siguieron defendiendo la opinión contraria a la autenticidad, amparados en interpretaciones benignas del decreto que se decían proceder de Roma. Y, efectivamente, al publicarse en 1927 el Enchiridion Biblicum por la Pontificia Comisión Bíblica, el Santo Oficio aprovechó la ocasión para hacer pública la declaración que podrá verse en el texto.
     Hoy la mayoría de los autores, aun católicos, están en contra de la autenticidad del Comma.
131
     El miércoles 13 de enero de 1897, en reunión general de la Santa Romana y Universal Inquisición, tenida ante los Emmos. y Revdmos. Sres. Cardenales inquisidores generales contra la herejía, propuesta la duda:
     “Si se puede negar con seguridad o, por lo menos, poner en duda la autenticidad del texto de San Juan, en su primera Carta, V, 7, que dice así: Porque tres son los que dan testimonio en él cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno”;
     Examinadas diligentemente todas las cosas y previo el parecer de los señores consultores, dichos Emmos. Cardenales mandaron responder: “Negativamente”.
     Y el viernes 15 del mismo mes y año, en la acostumbrada audiencia concedida al R. P. Asesor del Santo Oficio, hecha relación detallada de lo arriba transcrito a Nuestro Santísimo Padre León Papa XIII, Su Santidad aprobó y confirmó la resolución de los Emmos. Padres. (I. Can. Mancini, notario de la S. R. y U. Inquisición).
132
     Declaración dada en privado desde el principio por la  misma Suprema Sagrada Congregación y repetida después muchas veces, que ahora con su autorización se hace pública:
     “Este decreto se dio para reprimir la audacia de los autores privados que se atribuían el derecho de rechazar en absoluto la autenticidad del Comma Ioanneo o, por lo menos, de ponerlo en duda en última instancia. Pero no quiso impedir que los escritores católicos investigaran más profundamente el asunto y, pesados cuidadosamente los argumentos de una y otra parte, con la moderación y templanza que la gravedad de la cosa requiere, se inclinaran incluso hacia la sentencia contraria a la autenticidad, con tal que se profesaran dispuestos a acatar el juicio de la Iglesia, a la cual Jesucristo encomendó el oficio no sólo de interpretar las Sagradas Letras, sino también el de custodiarlas fielmente”.
     Jueves 2 de junio de 1927. Luis Castellano, notario de la Sagrada Congregación del Santo Oficio.

Constitución «Officiorum ac munerum»
sobre prohibición y censura de libros, 25 de enero de 1897

     En la última edición del Enchiridium Biblicum (Roma 1954), este documento, que se contenía en la primera edición (Roma. 1927), ha sido suprimido por considerarse derogado por el Código de Derecho Canónico.
     Preferimos conservarlo por razones históricas. Comparando la presente constitución con el Código, y más aún con los documentos posteriores en que se hace mención de las versiones católicas de la Biblia en lengua vulgar, se observa un sensible cambio en la actitud de la autoridad eclesiástica. cpda día más favorable a la lectura de la Sagrada Biblia por parte del pueblo fiel.

jueves, 3 de julio de 2014

Aprovechamiento del tiempo

     Eres cuidadosa, guardas con solicitud plausible las cosas, sobre todo si son de valor o las aprecias mucho.
     No desperdicies el tiempo, que es una joya de gran valor.
     El tiempo es oro, dice un vulgar refrán inglés, repetido hasta la saciedad. Y es verdad, el tiempo bien aprovechado ahorra y produce dinero; malgastado, priva de ganancias y causa gastos.
     Por un momento no llegas al tren y tienes que coger un coche o quedarte en una localidad extraña con los gastos consiguientes.
     Has andado despacio, sin preocuparte de la hora; te han cerrado mientras tanto las tiendas y te encuentras sin poder adquirir de momento lo que te hacía falta. Suele ser muy corriente en estos casos tener que improvisarlo gastando más.
     Pierdes el tiempo, desperdicias sus minutos sin apreciarlos, y luego te faltan horas para hacer las cosas; trabajas menos, dejas labores sin hacer, no produces lo que debías producir, y tu menor rendimiento se traduce en menor bienestar hogareño o en mayores gastos para suplir tu falta.
     Tiene razón el adagio popular; el tiempo es oro.
     A mí, sin embargo, me parece que el refrán se quedó corto; yo lo enunciaría así: el tiempo es cielo.
     ¿No habías reparado en ello?
     Es uno de los grandes bienes que Dios te ha dado para que. administrándolos rectamente, ganes el cielo.
     Reflexiona: Esas horas por ti vividas, esos minutos por ti malgastados, los tienes en administración: un día se te pedirá cuenta de ellos.

miércoles, 2 de julio de 2014

La Visitación de la Santísima Virgen

 
2 DE JULIO
INTRODUCCIÓN
     Génesis y significación de esta solemnidad. 
     Mientras la Iglesia, desgarrada por el gran cisma de Occidente, se agitaba en medio de la más cruel de sus pruebas; el pensamiento del soberano Pontífice volvióse hacia María. ¡Qué consuelos, qué santificación no había llevado a la casa de Zacarías la visita de la Madre de Dios! ¿Acaso no querrá hacer por toda la Iglesia lo que hizo en el interior de una familia? ¡Cuánta necesidad tenía la Iglesia de ser fortalecida y santificada! Conmovido Urbano VI por las necesidades del rebaño cuyo Pastor era, y fortalecido con esta esperanza, dio en 6 de abril de 1389, un decreto, promulgado el 9 de noviembre del mismo año por su sucesor Bonifacio IX, por el que se impuso a toda la Iglesia latina la fiesta de la Visitación de la Virgen Santísima (1). Siempre con el fin de pacificar más y más a la Iglesia, la institución de esta fiesta, al terminarse el cisma, fue confirmada por el conciliábulo de Basilea y mantenida por los Papas legítimos. Pío IX la elevó a rito doble de segunda clase en 31 de mayo de 1850, en memoria de su regreso de Gaeta y de la liberación de la ciudad de Roma. Este fausto acontecimiento había coincidido el año anterior con la Visitación de la Virgen Santísima.
     La Visitación, por lo demás, ya se celebraba más antiguamente en las iglesias particulares. Se la menciona, por primera vez, en los estatutos de la iglesia de Mans (2) de 1247, y en 1263 era ya venerada por los Franciscanos.
     Escogióse el 2 de julio para esta festividad, porque, hacia esta fecha, María puso término a su estancia casi de tres meses en casa de su prima (3).

Plan de la meditación. 
     En este misterio, la piedad cristiana considera a María como el canal de una santificación que pacifica y consuela. La que visita a Isabel es la Madre de la gracia (4) y el consuelo de los afligidos. Dispondremos, pues, la meditación, según esta idea fundamental, considerando sucesivamente la consoladora santificación de San Juan Bautista, la de Isabel y finalmente la de María.

MEDITACIÓN
«Exsultavit infans" (Luc. I, 41).
Saltó el niño de gozo.
     l.er Preludio. Recordemos el relato evangélico de la Visitación, insistiendo, sobre todo, en los santos consuelos que embalsaman este misterio. Habiendo salido María apresuradamente después de la embajada de San Gabriel, llega a la casa de su prima y la saluda. A esta salutación, siente Juan Bautista en el seno de su madre un estremecimiento de gozo, indicio, según la tradición católica, de la gracia santificante que, en el mismo momento, le purificó de la culpa original. Isabel, llena también del Espíritu Santo, no puede contener su regocijo y levanta su voz (5) para felicitar a su parienta, investida de tan alta dignidad, y para felicitarse a sí misma por recibir bajo su techo a la Madre de su Señor.
     María, a su vez, manifiesta una santa alegría en aquel canto de gratitud llamado el Magníficat.
     2.° Preludio. Representémonos la casa de Zacarías, en la que María encuentra a Isabel.
     3.er Preludio. Pidamos la insigne gracia de ser también consolados, y de ejercer a nuestro alrededor esta influencia pacificadora que caracteriza la acción de los hijos de Dios (6).

I. CONSOLADORA SANTIFICACIÓN DE SAN JUAN BAUTISTA
     I. Jesús, llevado por María, santifica a su precursor Juan Bautista, dándole, con ello, materia de gozo y de consuelo inefables. El alma de Juan Bautista, obscurecida hasta entonces y manchada, resplandece de pronto con un brillo magnífico que jamás le dejará. Este adorno incomparable es al mismo tiempo una sublime dignidad. Aguardemos el primer despertar de la razón. ¡con qué amoroso ímpetu ofrecerá este amigo del esposo (7), el mayor de los profetas (8), todo su corazón a Dios! ¡Oh dulzura suave de la caridad, que confunde en un mismo sentimiento al hombre con Dios! Tal es el consuelo que Nuestro Señor comunica, por María, a Juan Bautista y al mundo.
     Mas, en este momento, el principio de este gozo divino es depositado en el alma de un niño que no conoce su hermosura ni su grandeza. Juan mismo no comprende la sacudida que le agita (9).

     II. 1. ¿No estamos representados en San Juan los que estamos en el seno de nuestra Madre la santa Iglesia ? La hermosura, la dignidad de la gracia y de la caridad se han derramado también en nosotros, y en nuestra mano está el conservarlas siempre. Pero también desconocemos la magnificencia de este ornato y de esta grandeza. ¡Qué entusiasmo se apoderará de nuestra alma a la luz de la visión! Meditemos estas palabras de San Juan (10): «Considerad el amor del Padre para con nosotros merced al cual somos llamados, y somos, en efecto, hijos de Dios. Sí, hijos suyos somos ahora; pero lo que seremos un día no aparece aún. Sabemos que, cuando Jesucristo se manifestará en su gloria, seremos semejantes a Él porque le veremos tal cual es». Y añade el discípulo amado: «Cualquiera que alimenta esta esperanza en Él, se santifica a sí mismo como Él es también santo».
     2. Este gran consuelo de la caridad, por poco que lo comprendamos, será suficiente para nuestras almas, y nos negaremos a vivir de otros cualesquiera goces y consuelos.

II. CONSOLADORA SANTIFICACIÓN DE ISABEL
     I. Isabel siente un indecible consuelo al recibir la visita de su prima, y al oír la voz de María que la saluda. ¡Qué beneficio el de la venida de María! La gracia del Espíritu Santo sigue los pasos de la Madre de Dios; y la suavidad de la dulcísima Virgen añade un consuelo presente a las deliciosas esperanzas del porvenir.
     II. Beati pacifici! ¡Bienaventurados los pacíficos! (11). Hay hombres que poseen el talento inestimable de consolar y alentar a los demás, abriéndoles como una perspectiva, de suyo muy dulce, sobre la dicha de amar a Dios en la eternidad. Talento tal vez no a todos concedido; pero que supone un grande olvido de los propios cuidados, de los propios negocios, de los propios intereses, y un amor a Dios poco común. Mas por este camino del renunciamiento todos tendrán alguna parte en este don que permite realizar tan gran bien. Consideremos qué nos costaría mostrar, durante un año, buen rostro a todo el mundo; y, por otra parte, la saludable influencia que nos procuraría el acoger a todos cordialmente. Ya veremos que el sacrificio del tiempo y las molestias nada son comparados con los felices frutos que podrían producir.
     III. En nuestras tristezas y desolaciones, dirijámonos confiadamente a María; ella puede y quiere consolarnos y fortalecernos.

III. CONSOLADORA SANTIFICACIÓN DE MARÍA
     I. Estas bendiciones de que María fue testigo la llenan de una gratitud inmensa, que acrecienta su gracia, su mérito y su dicha. María participa del gozo de su prima; pero se goza, nos dice ella, en el Señor que perpetúa su alegría: "Exsultavit spiritus meus in Deo salutari meo» (12). Mi espíritu se ha alegrado deliciosasmente en Dios mi Salvador.
     II. En todo este misterio de la Visitación, María no ha pensado en sí misma. Ved, sin embargo, su felicidad. Se cumple la palabra de Jesucristo: «Hay más dicha en el dar que en el recibir» (13). Consideremos bien el sentido y todo el alcance de esta sentencia. ¿Tendríamos valor para ensayar su práctica? Jesús no engaña. ¡Qué dicha sentiríamos en el olvido de nosotros mismos!

COLOQUIO
     Supliquemos a María, en el coloquio, que pacifique nuestra alma, y que nos obtenga el don de llevar la paz dulcísima de Dios a tantos corazones afligidos y llagados. Pidámosle también que santifique y pacifique la Iglesia. Pidamos las mismas gracias a Jesús por medio de María y, al terminar, digamos con nuestra Santísima Madre el Magníficat de la esperanza cristiana y de la gratitud.

(1) Tomamos de Holweck, op. cit., estas dos estrofas de un breviario sueco de 1513:
     Scisuram tuae tunicae Tuus natus resarciat, Unus pastor catholice Suam sponsam custodiat! Aufer lites et schismata Credentium de finibus Tranquillae pacis sabbata, Nostris praebe temporibus.
     "¡Que vuestro hijo repare lo rasgado de vuestra túnica, que un solo pastor guarde católicamente a su esposa! Desterrad de la tierra de los creyentes las querellas y los cismas; conceded a nuestros tiempos el reposo de una tranquila paz».
(2) Labbe-Mansi, t. 23, p. 764.
(3) Por suprimirse entonces, en cuaresma, las fiestas de los santos, no podía celebrarse la llegada de María a casa de su prima; pues esta llegada, que siguió de cerca a la Anunciación (25 de marzo), coincide ordinariamente con la cuaresma.
(4) En el calendario de la iglesia de Marsi (Italia meridional) esta fiesta se anuncia como Fiesta de Santa María, Madre de gracias, Visitación de la B. V. M.—S. Mariae, matris gratiarum, Visitatio B. V. M.

(5) Exclamavit voce magna. Exclamó con gran voz (Luc. I, 42).
(6) «Bienaventurados los pacíficos porque ellos serán llamados hijos de Dios» (Matth. V, 9).
(7) "Amicus autem sponsi" (Joan. III, 29).
(8) "Major Ínter natos mulierum propheta Joanne Baptista nemo est». Entre los nacidos de mujer ningún profeta hay mayor que Juan Bautista (Luc. VII, 28).
(9) Sea esto dicho sin perjuicio de la opinión que atribuye a Juan Bautista una milagrosa posesión de sus facultades. Véase Knabenbauer in Luc. I, 41.
(10) 1.a Joan. III, l, 2.
(11) Matth. V, 9.
(12) Luc. I, 47.
(13) Act. XX, 35.
Arturo Vermeersch
MEDITACIONES SOBRE LA SANTÍSIMA VIRGEN

martes, 1 de julio de 2014

Quid fecisti nobis sic?

¿Por qué has hecho esto con nosotros?
     La Virgen Santísima se queja amorosamente a su Hijo: ¿Por qué les ha dejado a Ella y a José de esa manera, sin decirles siquiera una palabra? ¿Por qué les ha causado ese inmenso dolor? Quid fecisti nobis sic?
     Ella tenía derecho a quejarse.
     ¡Era su Madre!
     Y el divino Niño acepta aquella queja amorosa, y sus palabras parecen casi una excusa: Nesciebatis... Pero, ¿no sabíais!... ¡Si mi oficio y mi deber son ocuparme en las cosas de mi Padre!
     El Señor santifica a los suyos con las pruebas a que los somete.
     Algunas veces se ausenta sin causa aparente.
     El alma sufre de esa ausencia. Llama, pregunta, busca.
     Y Él la hace esperar: Et post triduum invenerunt eum: pero al fin se deja encontrar de nuevo.
     Y la paz y la alegría renacen el corazón que ama.
     Señor, ¿por qué te escondes? ¿Por qué me dejas solo en medio de las dificultades y de las tentaciones y de los peligros?
     Él quiere que yo le busque.
     Pero, ¡ay Señor!, que yo muchas veces, en vez de buscarte, y de buscarte sin descanso hasta que te encuentre —como te buscaron José y María—, me entristezco y me dejo llevar del desaliento; busco quizá el primer día, persevero unas horas llamando y preguntando por Ti —inter cognatos et notos—, pero no soy suficientemente fuerte para perseverar.
     Y no sé buscarte en donde Tú quieres que te busque: en la oración.
     José y María te encontraron en el templo.
     Si yo supiera acudir con más instancia a la oración, seguramente te encontraría.
     Muchas veces el Señor se oculta, no sólo porque quiere probarme, sino también porque quiere castigar amorosamente mis infidelidades.
     Y por eso, cuando Jesús se ausenta, debo examinarme cuidadosamente. ¿No habré dado yo la ocasión a esa ausencia?
     Entonces debo redoblar mi fervor.
     Insistir con mayor frecuencia en mis súplicas.
     Velar más cuidadosamente sobre mí mismo.
     Y Jesús se volverá a mostrar a mi alma.
     Entonces experimentaré mejor lo que dice el autor de la Imitación:
     «Cuando Jesús está presente, todo es bueno, y no parece cosa difícil; mas cuando está ausente, todo es duro.
     Cuando Jesús no habla dentro, vil es la consolación; mas si Jesús habla una sola palabra, gran consolación se siente...
     Estar sin Jesús es grave infierno; estar con Jesús es dulce paraíso...
     El que halla a Jesús, halla un buen tesoro, y de verdad bueno sobre todo bien.
     Y el que pierde a Jesús, pierde muy mucho y más que todo el mundo.
     Pobrísimo es el que vive sin Jesús, y riquísimo el que está bien con Jesús» (lib. II, c. VIII).

PRÁCTICA PARA ANDAR EL VÍA CRUCIS

     Para ganar las muchas indulgencias que la Iglesia concede a la devoción del Vía Crucis, no se requiere oración vocal alguna. Pero es necesario meditar en la Pasión de nuestro Salvador delante de cada estación. Trata de hacer actos de compasión, de acción de gracias o de dolor de los pecados, o más generalmente emplear el pensamiento en meditar algo en la Pasión de nuestro Salvador. Aunque uno se entretenga en un solo pensamiento de alguna estación durante todo el Vía Crucis, se puede ganar la indulgencia. Es bueno acompañar la meditación con alguna oración vocal saludando al Salvador al comenzar cada estación, haciendo genuflexión o inclinación de cabeza, dando gracias, y diciendo: “Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos; porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo." Al fin se dice “Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros y de las almas del purgatorio."
     Congregados los que hubiesen de practicar este piadosísimo ejercicio en el lugar de la primera estación, hincados de rodillas, y hecha la señal de la cruz, dirán el siguiente:
Acto de Contrición
     SEÑOR mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Criador, Padre y Redentor mío: por ser Vos quien sois y porque os amo sobre todas las cosas, pésame en el alma y con todo mi corazón de haberos ofendido; propongo firmemente, con vuestra gracia, nunca más pecar y apartarme de toda ocasión de ofenderos, de confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta; ofrézco mi vida, obras y trabajos, en satisfacción de todos mis pecados, y confío en vuestra divina bondad y misericordia infinita me los perdonaréis por los méritos de vuestra preciosísima Sangre, Pasión y Muerte, y me daréis gracia para enmendarme y perseverar en vuestro santo servicio hasta el fin de mi vida. Amén,
     Luego el que ofreciere dirá en voz alta (acompañándole los demás con el corazón) el siguiente:
Ofrecimiento
     Amantisimo Jesús, Redentor, salud y vida de nuestras almas: en unión de aquella divina intención con que en la tierra orasteis a vuestro Eterno Padre, os ofrezco y presento (por mí y por todos mis prójimos) este espiritual ejercicio, en memoria, honor, reverencia y culto de vuestra sagrada Pasión y muerte, y de cuantos pasos disteis, ¡oh amantísimo Dios!, por nuestro remedio y rescate. Y pretendo ganar todas las indulgencias que han concedido tus Vicarios en la tierra, y te lo ofrezco todo en remisión de mis pecados y de las penas merecidas por ellos, o por las almas de mis mayores obligaciones, según el orden de caridad o justicia que debo y puedo hacer. Finalmente, os suplico, dueño y Señor mío, por el remedio de todas las necesidades comunes y particulares de la santa Iglesia, por la exaltación de nuestra santa fe católica, paz y concordia entre los príncipes cristianos, extirpación de las herejías, conversión de los infieles y pecadores, y cuanto sea conforme a vuestro divino beneplácito y espiritual aprovechamiento nuestro, para que, empleados en serviros, imitando vuestros divinos pasos, sea nuestro fin en vuestra amistad y gracia para alabaros en eternidad de gloria.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria Patri.

PRIMERA ESTACIÓN
JESÚS ES CONDENADO A MUERTE
     Hincados, dicen todos:
     Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
     Luego, enderezándose, atenderán a lo siguiente, que en alta voz leerá el que ofrece:
     Contempla, alma, en esta primera estación, qué es la casa de Pilatos, donde fue rigurosamente azotado el Redentor del mundo, coronado de espinas y sentenciado a muerte.
     Meditan algún tanto, y luego prosigue el que ofrece:
ORACIÓN 
     ¡OH suavísimo Jesús, que quisiste padecer como vil esclavo delante del sacrílego pueblo, esperando la sentencia de muerte que contra Ti daba el tirano juez! Te suplico, Señor mío, que por esta mansedumbre tuya mortifique yo mi soberbia, para que, sufriendo con humildad las afrentas de esta vida, te goce en la eterna. Amén.
     Dicen todos (se repetirá en cada estación):
     Señor, pequé; tened misericordia de mí. Pecamos, Señor, y nos pesa; tened misericordia de nosotros.
     Luego dicen:
     Bendita y alabada sea la sagrada Pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo, y los dolores y angustias de su purísima Madre María santísima, Señora nuestra, concebida sin mancha de pecado original en el primer instante de su ser natural. Amén.