Vistas de página en total

martes, 29 de noviembre de 2011

SECRETOS DE BELLEZA

Una joven subió a un autobús con un gracioso perrito en los brazos. La joven tendría unos veinte años.
Era una señorita con pantalones entallados, un cigarrillo en los labios extremadamente rojos y con unos lentes negros enormes parecidos a las... anteojeras de los caballos.
En realidad un tipo sin decoro y sin gracia.
Al poco rato subió otra de unos dieciocho años. Llevaba un peinado de aquellos que parecen nidos de pájaros.
El pelo era rubio artificialmente y no armonizaba con el color de su rostro, deformado por una boca semejante a la de ciertas muñecas expuestas en las vitrinas para atraer la atención de los transeúntes. No llevaba medias y el vestido era tan corto que, una vez sentada, le quedó cortísimo, hasta dejar ver las piernas algo más arriba de las rodillas.
Pero la señorita no se preocupó. Abrió la bolsa de mano, se dió unos pocos, pero atinados retoques a su maquillaje y en seguida desplegó descaradamente una revista tapizada de figuras obscenas.
Sentí compasión por ellas y dije para mi interior: "¡Pobres jóvenes, Dios las perdone y las ilumine!"

*

No hay por que hacer muchos comentarios. Estas dos señoritas descritas son el prototipo de muchas otras, muchísimas, que invaden nuestros vehículos de transporte, nuestras ciudades y también nuestros pueblos.
¿Cómo definir jóvenes de esta clase? La primera, esclava de costumbres cinematográficas de otros países; la segunda, esclava de una moda descarada y escandalosa.
Definiciones sin duda apropiadas. Pero se les puede añadir otra que muy bien se aviene a ellas: "almas insulsas".
Sí, almas insulsas, privadas de fe y de criterio, incapaces de aquellos sentimientos delicados y profundos que suscitan los grandes y verdaderos dolores; las grandes y verdaderas alegrías de la vida.
Jóvenes frivolas para las cuales parece que el cuidado del atavío y el arreglo de la persona son las únicas preocupaciones de la vida.
Personas que a la nobleza de la virtud prefieren las vanidades de una moda indecorosa. Almas que atraen los males sobre la humanidad y el desprecio de los hombres.



Para ser bellas y agradables a los quince, dieciocho, veinte años, es necesario sobre todo aparentar lo que en realidad se es, y evitar las ficciones y apariencias engañosas.
Es ficción:
—Usar vestidos, y adoptar poses que no se adapten a la propia condición social: hacerse pasar por la señora ama de casa cuando no se fuere más que la sirvienta;
—estropear la gracia y el encanto juvenil del rostro con ingredientes o productos que alteran la fisonomía; pintarse el rostro o el pelo para aparecer dizque más bonitas;
—usar trajes y adoptar amaneramientos hombrunos;
—hacer ostentación de falsas alhajas. . .
Sin embargo, cuántas, demasiadas veces, lamentablemente se ven tupidas y negras cejas desaparecer bajo la navaja de afeitar, o de rasuradoras, o pinzas sacacejas, para ser sustituidas por una sutil linea de lápiz; bonitas cabelleras negras convertirse, en un instante, en color castaño con su lunar de canas, mientras otras ceden ante los tijeretazos más crueles para quedar como colas de burros trasquilados; vestidos discretamente bajos, acortarse para dejar ver unas piernas no muy derechas, zapatillas con tacones de estaca para aumentar unos milímetros más; uñas postizas que deforman las manos en lugar de darles gracia y elegancia, etc.

*

Pero, preguntarás, ¿no puedo ni siquiera arreglarme según las exigencias de la moda para aparecer mejor?
Te contesto con Javicoli:
"Tu mano sea pura, en tu frente brille el honor; tu velo esté entretejido de modestia y de pudor; tu vestido sea la inocencia; tus perlas, tus alhajas, las lágrimas de caridad; tu diamante, la humildad y tu espejo la conciencia".
He aquí el verdadero atavío capaz de hacerte bella y agradable.
Ciertamente, no hay nada que te impida usar los vestidos de la manera que conviene a tu persona, ni que te prohiba el uso de esos cosméticos que conservan la frescura de tu rostro.
Pero de nada te servirá esto, si te falta la gracia propia de la juventud, porque nada, absolutamente nada, hace resaltar mejor la limpidez de la mirada, la gracia del rostro, la elegancia de la persona y de los modales, como la sencillez y la exquisita amabilidad.
Sencillez y amabilidad: he aquí los verdaderos secretos para adquirir la belleza, para mantener la frescura del cuerpo y para hacerte agradable. Privado de estas cualidades el rostro de la joven, por muy bello que sea, se hace desagradable, mejor dicho adquiere una fealdad que no se puede perdonar en la mujer.



Pero también hay un secreto para la belleza y la frescura no sólo del cuerpo, sino también y especialmente del alma: el tercero, el último y mejor secreto de verdadera belleza.
No lo olvides nunca: la belleza mejor y la única verdadera tiene su fuente en el interior del alma y está constituida por la inocencia y la bondad.
Sé pues inocente y buena, y la belleza interior del alma se reflejará en tu rostro, como la figura en un espejo de cristal. Te hará los ojos y los labios como la corola de una flor que se abre lentamente para dejar exhalar el perfume. Enriquecerás tu ser con aquella armoniosa delicia que gusta, que atrae, que consuela, que purifica, que eleva.

Perseverar

     La perseverancia en la práctica del bien es el sello del carácter, uno de los elementos esenciales de la grandeza moral y la principal causa del éxito en todo.
     Oh, hijo mío, si llegas a encontrar a alguno que durante mucho tiempo dé pruebas de un espíritu de constancia y energía en la realización de su idea, descúbrete delante de él porgue ése es un hombre; y si llegas a encontrar a otro cuya vida es, durante mucho tiempo, fiel a la virtud, descúbrete también e inclínate más para saludarlo, porque es un Cristiano legítimo.
     Fuera de la perseverancia no hay ni virilidad ni nobleza: el hombre incapaz de perseverar es el juguete de todos, del demonio y de sí mismo, es una ligera hoja que un soplo arranca del árbol y se la lleva.
     De todos modos, no lo olvides: el fin que perseguimos no viene a nosotros, nosotros somos los que debemos ir hacia él, y nadie lo alcanza si no persevera.
     Jamás serás rico si no persigues la riqueza con perseverancia; jamás serás célebre si no persigues la gloria con perseverancia; del mismo modo, jamás serás un hombre ni un cristiano si no procuras con perseverancia adquirir las cualidades del hombre y las virtudes del cristiano.
     ¡Oh fuerza victoriosa de la perseverancia!
     Nunca he visto un hombre, por poco dotado que haya sido, que no haya alcanzado el éxito aplicándose en alguna cosa con perseverancia.
     Para salir bien en tu enorme empresa, no abandones nunca un proyecto cuya ejecución has comenzado y que no te haya parecido absolutamente impracticable. Abandonar un proyecto es faltar a la perseverancia.
     Jamás retrocedas ante una dificultad; cuanto más grande sea la dificultad, más noble será la tarea, y retroceder es faltar a la perseverancia.
     Si has fracasado en la primera, vuelve a comenzar, asi como el pájaro que cuando la tempestad ha destruido la rama donde estaba su nido, lo rehace con valor en otra rama.
     No te asemejes al general que derrotado en una escaramuza, se bate en retirada porque al primer choque de armas la fortuna le fue adversa.
     Vivimos en un mundo en que es una locura desanimarse por cualquier bagatela; es preciso que nos hagamos a la idea de encontrar obstáculos, que nos acostumbremos a ellos y el mérito del hombre consiste justamente en vencerlos. Y por lo que se refiere a la salvbación eterna, el Maestro ha dicho: ¡El que persevere hasta el fin, se salvará!

EL FACTOR MORAL DE LAS ENFERMEDADES VI. LAS ENFERMEDADES DE LOS SANTOS

Si los Santos, a veces, durante su vida terrenal y, siempre, en la gloria celeste, tienen el privilegio de aliviar los sufrimientos humanos, no fueron eximidos, en vida, de esos sufrimientos. Más aún, como ya hemos visto, además de su parte personal, a menudo aumentada por algún suplemento santificador, pidieron voluntariamente algo de la parte correspondiente a otros.
Gente satisfecha de sí misma, en el siglo pasado, trataron de atribuir un carácter patológico al genio y a la santidad, ¡Y se mostraron muy orgullosos de haber realizado en sí mismos la profilaxis de estas enfermedades! El buen sentido y el sentido común hicieron justicia sumaria de esta teoría paradójica y un poco demasiado cómoda para los mediocres. Mas ella tuvo la virtud de atraer la atención sobre la patología de los santos y de permitir, en esta forma, que se especificara mejor el esfuerzo que debieron hacer para dominar su "caso" y para construir una escalinata de virtudes con sus debilidades, sus rebeliones, sus gritos, que hubieran hundido a la mayoría de nosotros en egoísmos feroces y dolorosos.
Finalmente, muchos fenómenos extraordinarios presentados por los santos pudieron ser falsificados más o menos por simuladores o neurópatas; o aun ciertas consecuencias corporales de sus estados espirituales pudieron ofrecer determinados caracteres de parecido con modos de ser patológicos.
Todas estas razones han hecho avivar el interés por el estudio de la carrera patológica de los Santos. Mas tiene contenido solamente si se hace pormenorizado y por cada uno individualmente. No podríamos, pues, dar un ensayo de conjunto. Digamos sólo que de los trabajos realizados en este orden de ideas, se alcanzaron nociones ya reseñadas en el curso de esta obra y que volveremos a encontrar:
1. La fe cristiana —como escribe el doctor A. Goix— no es un asunto de sentimientos y de impresión; es ante todo un asunto de la inteligencia y de la voluntad. David lo afirmaba ya en sus Salmos: Es el debilitamiento de la verdad el que lleva a la desaparición de los santos entre los hombres. Déficit sanctus; quoniam diminutae sunt veritates a filiis hominum (Salmos, XI, 2),
2. "Los santos no son ni los melancólicos ni los iluminados que algunos artistas se complacen en representar. El retrato auténtico de Santa Teresa, por ejemplo, que reproducen los Bolandistas (Acta S. Theresiae) no da en ninguna forma esta impresión. Además, los documentos históricos establecen claramente la alegría, la paz y la tranquilidad de ánimo del santo y justifican el proverbio: "Un santo triste es un triste santo".
Muy lejos de hallar en las enfermedades de los santos una disminución de su personalidad, encontramos en ellas en cambio, casi siempre, una razón más para nuestra admiración y veneración.

BIBLIOGRAFIA

Obras varias:
Ader, Dr. Guillermo: Medici enarrationes de AEgrotis et morbis in Evangélico, Tolosa, 1620. Bitterlin, Dr. Jorge: La guérison de Mme. Augault, Tardy, Bourges, 1929.
Boissarie, Dr.: Lourdes. Histoire medícale, Lecoffre, París, 1891.
Id.: Les grandes guérisons de Lourdes, Téqui, París, 1900.
Id.: L'oeuvre de Lourdes, Téqui, París, 1907.
Bulletin de l'Association Medícale Internationale de N. D. de Lourdes, Oficina de Comprobaciones, Lourdes.
Goret, Dr.: Une observation médicale presque en forme d'expérience, Bonne Presse, París, 1922.
Le Bec, Dr.: Preuves medicales du miracle, Beauchesne, París, 1921.
Id.: Critique et controle des guérisons surnaturelles, Bonne Presse, París, 1920.
Id.: Les deux miracles pour la Canonisation de sainte Jeanne d'Arc, Bonne Presse, París, 1922.
Id.: Etudes sur les quatre miracles pour la béatification et la canonisation de sainte Thérése de l'Enfant-Jésus, Mignard, París, 1927.
Van der Elst, Dr.: Vraies et fausses guérisons miraculeuses, Beauchesne, París, 1924.

Dr. Henri Bon
MEDICINA CATOLICA

De los que tenían algunas partes de su cuerpo fuera de lugar y San Vicente los sanó. Y de una mujer que sanó de apoplegía


Cerca del año 1428, a un mozo de la diócesis de Vannes se le volvió la cara hacia las espaldas, de tal suerte que de mu­chos remedios que buscó, ninguno le aprovechó para alcanzar lo que deseaba. Y así, obligándole a ello su trabajo, hizo voto a San Vicente de visitar cada año su sepulcro y ofrecerle allí ciertos dineros. Apenas hubo concluido su oración, cuando ya la cara se le volvió a su lugar natural. Pero como él se olvidase de visitar el sepulcro cada año, como era obligado, cuando menos se cató se vió en el mesmo trabajo que antes. Y como aquel que ya sabía el remedio, encomendóse al Santo con el mesmo ofrecimiento, y alcanzó la salud deseada.

Cerca del año 1428, Pedro Chauteur, niño de hasta siete años, vino en otra enfermedad semejante a la del enfermo, de quien ahora tratábamos, y estuvo así lisiado siete meses. Encomendóle su padre a muchos médicos y en especial a uno que emprendió su cura muy de propósito. Al cabo de tiempo, can­sado el padre de tanta prolijidad, hizo un voto a San Vicente y partióse a ver su hijo que estaba en otro lugar del obispado de Vannes. Y encontrándose con el médico, le prequntó si su hijo estaba ya sano. Respondióle el otro que no. Entonces dijo el padre: Hora bien, que yo ya sé el médico que tengo que buscar; si no es con favor del santo fray Vicente, ninguno de vosotros me lo podrá curar; y así ya le tengo ofrecido a este santo mi hijo. Dicho esto, fuése a ver su hijo, el cual en el mesmo punto le halló sano y con la cabeza concertada. De lo cual, atónito el padre, le llevó al sepulcro del Santo para hacerle gracias de ello. Entendió el niño por dónde le había venido la salud y aprobó el voto de su padre; y de nuevo prometió de cada año visitar el sepulcro. Cosa maravillosa fue, que en espacio de veinticinco años por ciertas ocupaciones no pudo cumplir su voto seis o siete veces, y todas ellas le volvió la mesma enfer­medad. No obstante, que cada vez de éstas enviaba en su lugar a otro para que cumpliese el voto; en cumpliéndole por su mesma persona, estaba muy sano. Así lo atestigua él mesmo bajo de juramento en el proceso.

Tres semanas antes que se escribiesen en Bretaña los mila­gros, por mandado del papa Nicolao V, un barbero llamado Oliverio Helbet, vecino de Vannes, súbitamente vino en tal enfermedad que la boca se le torció hacia la boca derecha, y se le hincharon la lengua y cara. También el brazo derecho se le ató o tullió de suerte que sg podía ayudar muy poco de él; y no sabiendo qué sería de sí mesmo, subióse a un aposento alto de su casa para llegarse a la lumbre y calentarse. Mas, antes que a ella llegase se ofreció a San Vicente, y luego la boca se le tornó a enderezar, y la cara y la lengua se le deshin­charon y pudo hablar. Lo cual visto, envió una ofrenda al sepulcro del Santo.

Juana, mujer de Juan Ausray, natural del obispado de Van­nes, cerca del año de 1449, estuvo muy mala de apoplejía, la cual particularmente la atormentó en la cabeza, y le quitó la vista de los ojos. Encomendóse a San Vicente, y dentro de tres días estuvo muy buena, y ofreció en el sepulcro del Santo lo que había prometido: excepto que tuvo empacho, y no pu­blicó el milagro. De allí a ocho días, poco más o menos, le sobrevino la misma enfermedad y volvió a perder la vista. No dejaba de buscar muchos remedios y no le aprovechaban nada. De lo cual maravillada la persona que la tenía en cura, le preguntó, como adivinando, si había hecho algún voto a algún santo. Por donde ella dió en la cuenta de su descuido, y se hizo llevar a la iglesia de Vannes, y con un penitenciario del obispo se confesó de sus pecados, pidiendo a Dios perdón de ellos. Hecha esta diligencia, se puso delante de un Crucifijo a hacer oración, y allí se desmayó. Pero, encomendándose de veras a San Vicente para que le fuese buen medianero con Jesucristo, se sintió sana y cobró la vista, e hizo que se publicase el mila­gro, y nunca más se vió en semejantes trabajos. Alano Cressoles, bretón, tenía el pie fuera de lugar, y en­comendándose al Santo, de allí a poco sanó. Y demás de esto atestigua que, cerca del año 1450, tuvo tres días calentura continua que le debilitaba mucho. Y visitando el sepulcro del Santo y orando allí luego se sintió mejor, y el mesmo día con­valeció de todo punto.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Superiore Anno


De LEÓN XIII
Exhortando otra vez al rezo del Santo Rosario
Del 30 de agosto de 1884

I.- Acatamiento de instrucciones anteriores
El año antecedente, como todos sabéis, decretamos por Nuestra Carta Encíclica que en todos los lugares del Orbe Católico, y para impetrar el celestial auxilio en las tribulaciones de la Iglesia, se celebrase el rezo solemne del Santísimo Rosario a la gran Madre de Dios en todo el mes de Octubre. En lo cual siguió Nuestro juicio el ejemplo de Nuestros Predecesores, que en los tiempos difíciles para la Iglesia, recurrieron a la Virgen Augusta, con singulares actos piadosos y acostumbraron a implorar su auxilio con reiteradas preces. Aquella Nuestra voluntad fue en todos los puntos obedecida con tanto ardimiento y concordia de las almas, que brilló claramente cuanto entusiasmo de piedad y Religión existe en el pueblo cristiano, y cuanta y universal esperanza pone en el patrocinio de la Virgen María.
II. Perseverancia en el rezo del Santo Rosario
Por lo que subsistiendo las causas que Nos impulsaron, según dejamos dicho, a excitar la piedad pública el año anterior, encaminamos Nuestra solicitud también en este año a exhortar a los pueblos cristianos, a que en la misma forma de oración que se llama Rosario Mariano, permanezcan perseverantes invocando el patrocinio de la Gran Madre de Dios. Como sea tanta la obstinación en los propósitos de los enemigos del nombre cristiano, conviene que no sea menor en sus defensores la constancia de voluntad, para que supuesto el celestial auxilio y por la bondad de Dios, sea fructuosa Nuestra perseverancia.
Conviene recordar el ejemplo de Judit, tipo de la Virgen pura, por cuyo medio, reprimida la impaciencia de los hebreos, quiso Dios que en el tiempo designado a su arbitrio, fue liberada la oprimida ciudad. Y también el ejemplo de los Apóstoles, que esperaron, perseverando unánimes en oración con la Madre de Jesucristo, los grandes dones del Espíritu Paráclito, que les había sido prometido.
Nuevas intenciones
Pues se trata ahora, en los momentos presentes de una cosa ardua y grande, de humillar en sus tiendas a un enemigo antiguo y formidable en la fuerza exaltada de su poder; de vindicar la libertad de la Iglesia y de su Cabeza; de conservar y defender los principios descansa la seguridad y salvación de la sociedad humana.
Debe procurarse, que en estos luctuosos tiempos para la Iglesia, se conserve la piadosa y devota costumbre de rezar el Rosario de la Virgen María principalmente porque esta oración está compuesta de modo que Nuestra mente recorra todos los misterios de Nuestra salvación, y es muy provechos para fomentar el espíritu de piedad.
Y por lo que atañe a Italia, necesario es ahora con mayor motivo implorar con las preces del Rosario el poderoso patrocinio de la Virgen, por lo mismo que pega sobre Nosotros una nueva calamidad. El cólera asiático, franqueados los términos ordinarios de su naturaleza por permisión divina, se extendió por importantes puertos de Francia, invadiendo luego regiones de Italia.
Preciso es acudir a María, a aquella que justamente la Iglesia llama salud, auxilio y protección, a fin de que propicia a las plegarias que le son agradables, se digne otorgarnos el implorado socorro, y nos libre del impuro contagio.
III. Rezo en el mes de Nuestra Señora del Rosario
Por lo que aproximándose el mes de Octubre, en el cual se celebra en el Orbe Católico la fiesta de Nuestra Señora del Rosario, establecemos y preceptuamos lo mismo que el año precedente. Decretamos y mandamos que desde el 1º de Octubre hasta el 2 de Noviembre, en todos los templos y capillas dedicados a la Madre de Dios, o en las que elija el Ordinario, se recen al menos cinco decenas del Rosario y las letanías; si es por la mañana, se rezarán durante la misa; si es después del mediodía, se expondrá el Santísimo a la adoración de los fieles y se verificará la aspersión según las rúbricas. Deseamos que las Cofradías del Santísimo Rosario, en todas partes donde las leyes lo consientan, salgan en procesión solemne por las calles, haciendo pública profesión de fe.
Las indulgencias concedidas
Para que la piedad cristiana obtenga las celestiales gracias del Tesoro de la Iglesia, renovamos las mismas indulgencias concedidas el año pasado. Por lo cual a todos los que asistieren en los días referidos al rezo público del Rosario y rogaren por Nuestra intención, y aquellos que impedidos por causa legítima hicieran esto en particular, concedemos, por cada vez una indulgencia de siete años y siete cuarentenas.
A los que en el tiempo mencionado practicasen estos ejercicios diez veces al menos, sea públicamente en las iglesias, sea si hay justos motivos, en el recinto de su casa, y expiadas sus culpas en la confesión, recibieren la Sagrada Comunión, otorgamos del Tesoro de la Iglesia indulgencia plenaria. Y esta misma indulgencia plenaria concedemos a los que en el mismo día de la fiesta de la Virgen del Rosario o en alguno de los ocho siguientes se lavasen de sus culpas y acudieran al celestial convite, y de igual modo orasen por NUestra intención en alguna Casa de Dios, y rogasen a su Madre Santísima.
Finalmente, queriendo atender también a todos los que se dedican principalmente en este mes de Octubre a las labores agrícolas, concedemos que a éstos pueblos puedan ser diferidas las prescripciones y las indulgencias a los meses siguientes de Noviembre y Diciembre, según el prudente arbitrio de los Ordinarios.
IV. Exhortación y conclusión.
No dudamos, Venerables Hermanos, que han de responder a Nuestros cuidados frutos lozanos y abundantes, principalmente si lo que Nos plantamos y riega vuestra solicitud, recibe del mismo Dios gracias abundantes para su desarrollo. Por cierto tenemos que el pueblo cristiano, oyendo Nuestra Apostólica Autoridad, dará en el presente como en el pasado año, amplio testimonio de su fe y piedad.
Sea propicia la Celestial Patrona invocada por las preces del Rosario, y Dios, oyendo sus ruegos, haga que quitada toda diferencia de opinión y restaurada la cristiana doctrina en todas las partes del orbe terrestre, obtengamos de Dios la suspirada tranquilidad de la Iglesia. Esperando este beneficio, concedemos a vosotros, a vuestro Clero y a los pueblos confiados a vuestra solicitud la Bendición Apostólica
Dado en Roma, junto a San Pedro, el día 30 de agosto del año 1884, año séptimo de Nuestro Pontificado.  
León XIII

miércoles, 23 de noviembre de 2011

A LA VIRGEN DE GUADALUPE.


Te da su blando arrullo la paloma:
las madreselvas y el jazmín, su esencia,
mi corazón... el canto y el aroma
de la inocencia!

Pura es el alma candida de un niño;
puros los besos de una madre buena
pero es mucho más puro tu cariño,
Madre morena!!!

Yo he visto en la mañana, que un lucero
contempla de la aurora los sonrojos. . .
En la aurora de mi alma ¿Qué más quiero?
tengo tus ojos!

Por copiar de tu rostro la hermosura,
blanca la luna fué; blanca y serena:
al ver que te hizo indita tu ternura
se hizo morena!!

Queriendo enamorada darte un beso,
la roca te dio flores. . . y era roca!. . .
Mi alma no tiene flores, y por eso
se vuelve loca.. .!

Las estrellas parecen en el cielo
blancas maripositas que aletean. . .
por servirte, los soles de tu velo
ni parpadean!

Yo no envidio al querube que sostiene
la fimbria de tu veste con su mano;
Yo tengo una grandeza que él no tiene:
¡Soy mexicano!

De mi padre Cuauhtémoc, el ejemplo
lo he superado yo, dulce bien mío:
me abraso al contemplarte. . . y te contemplo,
y así sonrío.. .!

¡Cómo mienten los hombres, cómo mienten!
dicen que ya son libres. . . ¡desgraciados!
Por tus brazos de madre, no se sienten
encadenados. . .!

Por probar a mi reina sus amores,
las alas de un querube, son alfombra,
el cielo es manto. . . las estrellas, flores;
el sol es sombra!

Por sentir de mi madre la ternura,
la tristeza más honda, es alegría. . .!
Es miel de abejas, hasta la amargura
de la agonía!!

¡Abre tus ojos, Madre; soy tu hija!
Si tus ojitos matan con su fuego,
en mi, que te amo, tus miradas fija. . .
Mátame luego.. .!

Abre ya tus ojitos.. . mirar quiero
la dulce luz que tu pupila vierte!
¿No la podré mirar si no me muero?
¡Venga la muerte!

UNA INTERPRETACION DE LA PROFECIA DE DANIEL

Por Mons. José F. Urbina A.
     En el Cap. 12 del libro del Profeta Daniel, al que se refiere nuestro Señor Jesucristo cuando predice que la abominación de la desolación será "instalada" en el lugar santo, al fin de los tiempos, encontramos unos textos que es interesante recordar y reflexionar: dice Daniel: "Será aquel un tiempo de angustia -se está refiriendo a los últimos días del mundo-, como no habrá habido hasta entonces otro desde que existen las naciones... Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán, unos para la vida eterna y otros para el oprobio y para el horror eterno -evidentemente se está refiriendo a la resurrección de la carne. Entonces está hablando de los tiempos próximos a ese aterrador suceso-. Los doctos brillarán con el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad", "...guarda en secreto estas palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin -es decir, que antes de los tiempos próximos al fin, será imposible interpretarlas, pero en aquellos tiempos serán reveladas-. Muchos andarán errantes y la iniquidad aumentará", "...todas estas cosas se cumplirán cuando desaparezca aquel que aplasta la fuerza del pueblo santo". Parece que está anunciando la destrucción del Anticristo y de su cuerpo, extendido por toda la Tierra- No se puede pensar más que en un acontecimiento catastrófico. Daniel preguntó: "¿cuándo será la última de estas cosas?. Dijo (el ángel): Anda Daniel porque estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin. Muchos serán lavados, blanqueados y purgados; los impíos seguirán haciendo el mal; ningún impío comprenderá nada. Sólo los doctos comprenderán" -entonces, llegará el momento que los sellos se rompan y las palabras de la profecía sean reveladas para el resto fiel. Y añadió el ángel: "Contando desde el momento en que sea abolido el Sacrificio perpetuo e instalada la abominación de la desolación: mil doscientos noventa días. Dichoso aquel que sepa esperar y alcance mil trescientos treinta y cinco dias". Es famosa la Profecía de las Setenta Semanas de Daniel. Para ocultar su significado, él juega con el tiempo. Los días los hace años, o viceversa. Las semanas meses, y los meses años. La profecía de las Setenta Semanas eran en realidad setenta semanas de años. Todas las profecías sobre el Mesías, sobre Su muerte, la destrucción del templo, etc., se cumplieron al pie de la letra. Cada día era un año. Eran 490 años para que los vaticinios se cumplieran.
     Evidentemente, la profecía de Daniel era inexplicable, por lo menos sin la fecha de la supresión del Sacrificio. Inútilmente los exégetas pensaron que esos 1290 días eran los tres años y medio que correspondía al reinado del Anticristo -lo cual se hizo muy popular- y en realidad, todos erraron en una cosa y en la otra.
     El Padre Leonardo Castellani de Argentina, dice que los cristianos siempre han errado cuando interpretan las cosas del fin, pero un día ya no se van a equivocar, y ese día está cada vez más cercano.
     En nuestro tiempo, ya tenemos algunos factores seguros inimaginables hace sólo 50 años. Sabemos que el Sacrificio perpetuo fue quitado en el año de 1969. Tenemos la cifra bíblica de Daniel: 1290 días y tenemos a nuestro favor el tiempo transcurrido desde 1969 hasta la fecha.
     Con estos tres datos seguros podemos llegar, si no a una conclusión infalible -solo de Dios-, por lo menos a algo que sea lógicamente próximo.
     Daniel habla de 1290 días. 1290 días son tres años y medio y por el tiempo transcurrido desde 1969, sabemos que nada pasó, además de que era ilógico pensar que en sólo tres años y medio eran suficientes para extender la abominación de la desolación a todo el Planeta que en tiempo de Daniel era tan limitado. La demolición mundial de Iglesias y cambios de rito no podía hacerse en tres años y medio. A más de que ahora sabemos que el Anticristo no ha reinado tres años y medio sino mucho más. Hay que desechar esto como imposible.
     Tampoco el número 1290 pueden ser años, porque, entonces, la Profecía diriá que el Sacrificio perpetuo va a ser eliminado una cantidad de años superior a la mitad de la vida de la Iglesia, lo cual es una señora tontería. Desechado entonces.
     Nos queda entonces si Daniel está representando semanas o meses en cada uno de los días de la Profecía. Si dividimos los 1290 días, en semanas, obtenemos 184. ¿184 qué?, no pueden ser semanas, porque así tendrías algo más de 26 años. Y ya sabemos que en el año de 1995 no sucedió nada que es la suma de 1969 más 26 anos. Tampoco son 184 años. ( ¡ ) .
     Nos queda analizar si el Profeta Daniel se refiere a meses. Si dividimos los 1290 "días" de Daniel entre 30, para sacar los meses contenidos, obtenemos 43. ¡43 años!. Y ahora si sumamos los 1290 "días" de Daniel y contamos desde 1969, año en el que se suprimió el Sacrificio con 43 años, obtenemos el año de 2012.
     Si hay otra forma de interpretar la Profecía de Daniel, con los datos exactos que ya tenemos y con lo que estamos viendo, que se me diga, que no encuentro otra.
     Luego Daniel dice que "dichoso aquel que sepa esperar y alcance mil trescientos treinta y cinco días". Esto es como un año y medio después. ¿Qué sucederá en este tiempo?.
     A pesar de los datos concretos con que ahora contamos y de que el mundo y la Iglesia están a punto de colapsar, ¿es segura nuestra interpretación?, no, creo que sólo lógica, pero no infalible.
     LO SABREMOS EN SU MOMENTO, pero es indiscutible que hay que prepararse, porque una de las señales que dio nuestro Señor de Su próxima venida, es el ver que la abominación desoladora es instalada en el lugar santo, es decir, el destierro del Sacrificio perpetuo de las Iglesias católicas. Esto es así, desde el año de 1969.
     En una de las notas de la Biblia de Torres Amat a estos textos de Daniel, se dice: "Muchos le recorrerán (del hebreo correrán de aquí para allá) -es decir las profecías de este Libro-". "Significa la acción de buscar apresuradamente la verdadera Doctrina... Al fin de los tiempos se leerá el libro de Daniel, a fin de comprenderlo lo mejor posible y admirar la maravillosa coincidencia de los acontecimientos con los vaticinios" (Filión).
     De la cifra resultante, llama mucho la atención el número 40. Nuestro Señor Jesucristo, ayunó 40 días. Los judíos estuvieron 40 años en el desierto. Moisés estuvo 40 días en el desierto. El profeta Elias estuvo 40 días en el desierto. Entre la Resurrección y la Ascensión, nuestro Señor Jesucristo estuvo en la Tierra enseñando a Sus Apóstoles durante 40 días, todo lo necesario para organizar el primer embrión de Su Iglesia naciente -creo que la administración de los Sacramentos, sobre todo-. En el Apoc. luego de que el hijo varón fue arrebatado a Dios y a su trono -papal- (Cap. 12, v. 6) la mujer -la Iglesia huyó al desierto 1260 días, para ser alimentada por Dios. Llama la atención la diferencia con Daniel que habla de 1290 días, es decir, un año antes. Esto nos daría el año de 2011 y no 2012 anterior. ¿Por qué esta diferencia? pues no lo sé. ¿Cuáles serán los acontecimientos durante 2011, 2012, 2013 y medio?. Será que estos tres años y medio considerados en días ¿son los 1335 días de Daniel luego de 40 años la Iglesia en el desierto?. De lo que debemos estar seguros, es que todas las señales de la Parusía, están ya cumplidas comenzando con la instalación de la abominación desoladora en el lugar santo que nos introdujo a los últimos tiempos, y de esto, por lo menos, no tenemos duda, acontecimiento que ha pasado inadvertido para la inmensa mayoría.
     Hay que reflexionar también que las señales no serán claras en todas partes, pues dice el Señor que las gentes se estarán casando, construyendo, comprando pero no Su Parusía que caerá como una red sobre toda la Tierra. Entonces, hay que estar preparados. Algunos sufrirán los acontecimientos anunciados. En otros lugares, sólo llegarán leves noticias que a nadie preocupe, sobre todo a los "no pasa nada". Una general indiferencia y frialdad. El Señor ya sabrá aplicar Sus señales con más intensidad, a fin de que muchos sean blanqueados y purificados, de forma que sean salvados la mayor parte de almas rescatadas de este mundo perverso y apóstata.
     El Dr. en Teología Johannes Rothkrans dice algo interesante. "Los grandes sabios de la Sinagoga de Satanás, se han señalado un objetivo desde hace siglos para colocar al Anticristo representante de Satanás y para lograr el Gobierno Mundial. Para esto, ellos necesitan la ayuda de sus amos y señores diabólicos. Sin embargo, Lucifer concede su ayuda -si así lo permite Dios-, como resultado de hechizos mágicos. Esa es la forma de adoración que le gusta al Príncipe de las Tinieblas, que como dice San Agustín, "es el mono de imitación de Dios".
     "Los estudiosos y conocedores de la magia cabalística hacen notar que las invocaciones mágicas a Satanás de sus discípulos deben someterse a ciertas reglas especiales que son estas dos: 1. Si quieren repetir una operación ya ejecutada con buen éxito por cualquier razón, tratan de asegurar la ayuda de Satanás copiando un gran número de datos: fechas, nombres, lugares, etc. 2. Si una operación fracasó o sólo salió bien en parte, entonces debe repetirse en un exacto intervalo de 25, 50, 75 o 100 años, reproduciendo todos sus aspectos lo mejor posible para obtener la ayuda de Satanás".
     El Dr. Rothkranz da ejemplos. Un ejemplo de la primera regla es el asesinato de los presidentes Lincoln y Kennedy de los Estados Unidos: Lincoln fue elegido en 1860. Kennedy fue elegido en 1960. El secretario privado de Lincoln se llamaba Kennedy. El secretario privado de Kennedy se llamaba Lincoln. El sucesor de Lincoln se llamaba Johnson, nacido en 1808. El sucesor de Kennedy fue Johnson, nacido en 1908- La muerte de Lincoln fue por una bala en la cabeza. La muerte de Kennedy fue por una bala en la cabeza. Lincoln murió en viernes. Kennedy murió en viernes. La fecha del nacimiento del asesino de Lincoln, fue 1839. Se llamaba Booth y era judío. La fecha del nacimiento del asesino de Kennedy es 1939. Se llamaba Oswald.
     Otro ejemplo de la primera regla: Tres pasos gigantes al Gobierno Mundial deseado por la Sinagoga desde hace siglos para destruir a la Ciudad Católica. Año de 1517 inicia la Revolución de Lutero con el lema APARTATE DE LA IGLESIA. Satanás interviene directamente. Lutero reconoció en sus escritos las conversaciones con el Demonio. Año de 1717. Es fundada la Masonería con el lema APARTATE DE CRISTO. Está perfectamente probado y reconocido por los mismos judíos que esa secta fue creada por el Judaismo. Naturalismo. Año de 1917. Toma del poder del Comunismo con el lema APARTATE DE DIOS. El fundador del sistema fue el judío alemán Karl Heinrich Marx cuyo verdadero nombre era Kissel Mordekay y que era un poseso en cuyos escritos -bastante desconocidos- hay odas y versos al Demonio. Ateísmo.
     Otro ejemplo de la primera regla: Otros dos pasos gigantes hacia el Gobierno Mundial. Año de 1789. La Revolución Francesa y el primer ataque furioso a la monarquía cristiana. El Rey Luis XVI es decapitado. Se funda la Democracia moderna, que es en realidad una dictadura secreta. Año de 1989. Revolución "pacífica" de los países del Este con el objetivo de un nuevo orden mundial. Una dictadura abierta.
     Un ejemplo más de la primera regla: Año de 1776. Primer catálogo de los Derechos del Hombre en la declaración de Independencia de Estados Unidos. Año de 1976. Entra en vigor la Convención de los Derechos Humanos en las Naciones Unidas ya votadas y decididas en 1966 y que adquirieron indiscutible fuerza con las visitas y apoyo de Paulo VI y de Juan Pablo II que visitaron la sede de las Naciones Unidas.
     Ejemplo de la segunda regla: La Primera Guerra mundial se inicia en 1914, pero no produce el deseado Gobierno Mundial. Por eso, 25 años más tarde, exactamente, en 1939, se inicia la Segunda Guerra Mundial. La pregunta es: los altos iluminados ¿estarán preparando la Tercera Guerra Mundial de exterminio a 75 años de la Segunda, o sea, en el año de 2,014?. No se debe olvidar que San Pedro profetizó que el castigo del hombre apóstata y perverso en el final, será el fuego.
     Otro ejemplo de la segunda regla: Colocar un "iniciado" en el Trono de San Pedro fracasó en 1903 en el último minuto porque en vez del alto masón Rampolla, fue elegido el Cardenal Sarto, futuro San Pío X. Exactamente 75 años más tarde, en 1978, fue "elegido" el iluminado Karol Wojtyla. En 1903 veta a Rampolla el Arzobispo de Kracovia de parte del Emperador Francisco José en Viena. En 1978 colabora en la elección de Wojtyla el Cardenal de Viena F. Konig. El nombre Konig significa 'Rey". Francisco José era el Rey en aquel entonces. Era Arzobispo de Cracovia el Cardenal Wojtyla. A pesar de lo que muchos digan o las situaciones históricas, Juan Pablo I para que la operación tuviera éxito, debía de ser asesinado a los 33 días de su "pontificado" para darle su lugar al elegido. ¡Juan Pablo I, tenía que morir!.

     Según la palabra bíblica, ya sabemos que habrá regiones del planeta en las que las señales del fin no se sentirán con tanto rigor, Dios sabe por qué, pues El mismo dijo que las gentes se estarán casando, sembrando, construyendo. En algunos lugares solamente llegarán noticias o rumores. Pero, ¿Que debemos de esperar en México en este tiempo que luego de la supresión del Sacrificio sé sabe que el mundo ha entrado a los tiempos del fin?. Con la información anterior, veamos: en el año de 1810, se inicia la Independencia del Imperio Español. Era la venganza del pueblo judío expulsado de España por los reyes católicos, un día antes de que Colón saliera rumbo a América del puerto de Palos. Y era el odio contra la España católica, que es desmembrada en una acción perfectamente concertada y en poquísimo tiempo por las independencias de los países americanos. En 1910, exactamente cien años después, se inicia la Revolución sangrienta que pone en manos de los liberales a toda la Nación. La Iglesia es perseguida, robada, humillada. ¿Qué le espera a la Nación mexicana en 2010 que se ha dejado prostituir por un gobierno ateo, que ha dejado que sus familias sean divididas, enemistadas, depravadas?, ¿no son parte y alcahuetes todos de que la juventud esté aprendiendo que la vileza no se castiga en esta Tierra y que incluso ayuda a prosperar, por lo que crecen violentos, audaces e irresponsables, creando las bases futuras de la generación de bestias que los va a suceder?. Pavoroso remolino de polvo y escombros centrifugado por un huracán de las más bajas pasiones que enceguecen a todos. En estas condiciones, ya se instala una nueva cultura y un nuevo sentido común. Una nueva libertad absoluta, sin comprenderse que la verdadera libertad limita, porque el orden limita, pues la libertad absoluta es el caos absoluto. ¿Qué le espera a esta Nación mexicana, que se ha entregado por cientos de miles a las sectas protestantes y a la herejía que el actual Vaticano predica que es la suma y jugo de todas las herejías, que ha eliminado el Sacrificio; que permitió que la Basílica de la Señora del Tepeyac sea profanada, con frialdad, con indiferencia y con desprecio?, ¿viene una purificación terrible para que muchas almas sean salvadas para Dios?.
     La razón de los hombres ha sido sometida al influjo tiranizante de nuestras potencias inferiores y se ha interrumpido violentamente los vínculos que la unen con la inteligencia, pues los hombres no pueden alcanzar la normalidad en un clima exclusivamente natural del que se ha desterrado lo sobrenatural.
     ¿Cuánto tiempo más va a tolerar el Señor la profanación de las iglesias?, ¿no es iluso pensar que esta es ya una situación establecida, irreversible en la que las nuevas generaciones y hasta los viejos han perdido la noción de los ritos, de la moral y de las doctrinas católicas?, ¿no todo apunta ya a un desenlace pronto y necesario?.
     Hay que recordar que algunos Padres de la Iglesia dijeron que Dios permitirá al Anticristo pensar que ha triunfado, y lo que ha establecido es irreversible. Pero después vendrá su ruina.

martes, 22 de noviembre de 2011

Catecismo sobre la Misa (9)

CAPITULO VII
MISA DE LOS FIELES
PARTE SEGUNDA
Números 221-230

221. CONSAGRACION.

I. RELATO DE LA ULTIMA CENA.
¿Cómo se obra la Consagración?
La Consagración se obra mediante el RELATO LITURGICO de la ULTIMA CENA.
AL DECIR «RELATO LITURGICO» entendemos:
a) Que la Consagraciónacto esencial y como el corazón y núcleo del Sacrificio de la Misa —, ES UNA REPRODUCCION FIEL Y EXACTA DE LA ULTIMA CENA: véanse nn. 3 y 4.
b) Que el sacerdote, en este acto, no hace más que obrar en nombre y en lugar de Jesucristo, CON SU PODER Y AUTORIDAD: véase n. 9, y
c) Que al referir el hecho y las circunstancias históricas de la Ultima Cena, reproduciendo al vivo los gestos y acciones de Jesucristo y repitiendo con toda exactitud las mismas palabras y la misma fórmula consecratoria que empleó Jesús, EL CELEBRANTE NO ES UN MERO NARRADOR, sino que sus palabras, como palabras de Jesús, SON TAN EFICACES Y CREADORAS que obran la misma maravillosa conversión total, o transubstanciación, que obraron en la última Cena las palabras de Aquél... «Tomad y comed... PORQUE ESTE ES MI CUERPO...»

¿Cómo se compuso este RELATO LITURGICO?
Se compuso con elementos suministrados principalmente por los Evangelistas y por S. Pablo: Mt. XXVI, 25-28; Mc. XIV, 22-24; Lc., 19-20 y I Cor. II, 23-25; y también por algún que otro pequeño detalle añadido por la TRADICION APOSTOLICA.
Comparando, en efecto, el RELATO LITURGICO de la Cena del Señor que figura en el Canon, con las narraciones que del mismo hecho nos ofrecen los escritores sagrados, observamos: a) que aquél, aunque está entretejido con los textos bíblicos de éstos últimos, no reproduce, sin embargo, todas y cada una de sus expresiones, sino solamente las necesarias para el rito sacramental y su descripción; y b) que la tradición apostólica, comentando sobria y cariñosamente estos textos, para ella tan queridos, añadió por su cuenta algunos pocos elementos, detalles preciosos que vienen a completar el cuadro incomparable de la CENA DEL SEÑOR. Tales detalles son, p. e., «en sus santas y venerables manos», «Levantados sus ojos al cielo, a Ti, Dios Padre suyo poderoso» (Cfr.: Jo. 11, 41; Mt. XIV, 19; Mc. VI, 41; Lc. IX, 16...), «precioso cáliz», que es del salmo 22, 5, y, en fin, «misterio de fe», expresión esta última que, según parece, era una llamada de atención, que en estos momentos daba al pueblo un diácono y que después, al multiplicarse las Misas rezadas, tuvo que decirla el mismo celebrante, quedando, por fin, intercalada, y como entre paréntesis, en la fórmula consecratoria del vino.

II. CONSAGRACION DEL PAN Y DEL VINO.
Es el Jueves Santo. NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, en este día, VISPERA DE SU PASION, TOMO EL PAN EN SUS SANTAS Y VENERABLES MANOS (el celebrante también toma la Hostia con los dedos pulgares e índices, pues sólo ellos la tocarán desde ahora), Y LEVANTADOS LOS OJOS AL CIELO (el celebrante también los levanta), A TI, DIOS, PADRE, SUYO, OMNIPOTENTE, DANDOTE GRACIAS (el celebrante, en un gesto de agradecimiento, inclina reverente la cabeza), LO BENDIJO (el celebrante también bendice con la señal de la Cruz el pan que sostiene en sus manos), LO PARTIO Y LO DIO A SUS DISCIPULOS, DICIENDO (estas acciones de Jesús, la Fracción del Pan y su distribución o Comunión, tendrán lugar después): TOMAD Y COMED TODOS DE EL... Y ahora, el sacerdote, inclinándose sobre el altar y apoyándose en él, atentamente, con voz silenciosa y clara, pronuncia las cinco palabras divinamente eficaces y creadoras:

PORQUE ESTE ES MI CUERPO

Al instante el sacerdote cae de rodillas para adorar a la Majestad de Dios, humildemente oculta en la Hostia consagrada; se levanta, la muestra al pueblo, la deposita sobre los Corporales y vuelve a adorarla.
En seguida, para consagrar el vino, descubre el Cáliz y prosigue el RELATO LITURGICO:
DE MODO SEMEJANTE, DESPUES DE HABER CENADO, TOMANDO ESTE PRECIOSO CALIZ EN SUS SANTAS Y VENERABLES MANOS (el celebrante toma también el Cáliz con ambas manos), DANDOTE IGUALMENTE GRACIAS (el celebrante inclina la cabeza), LO BENDIJO (el celebrante bendice el Cáliz) Y LO DIO A SUS DISCIPULOS, DICIENDO: TOMAD Y BEBED TODOS DE EL.
Y apoyándose, como antes, en el altar, pronuncia las palabras consecratorias del vino:

PORQUE ESTE ES EL CALIZ DE MI SANGRE DEL NUEVO Y ETERNO TESTAMENTO: (MISTERIO DE FE) QUE SERA DERRAMADO POR VOSOTROS Y POR MUCHOS PARA EL PERDON DE LOS PECADOS. CUANTAS VECES HICIEREIS ESTO, HACEDLO EN MEMORIA MIA

Mientras dice estas últimas palabras el celebrante, doblando como antes la rodilla derecha, adora la sangre de la Divina Víctima, levanta después el Cáliz para que también el pueblo la adore, y cubriendo luego el Cáliz con la Palia y haciendo una última genuflexión, prosigue con los brazos abiertos la Plegaria Eucarística.

LA ELEVACION DE LAS SAGRADAS ESPECIES
A principios del siglo XIII suscitóse entre los teólogos de la Universidad de París esta controversia: «¿Las palabras esenciales para la consagración del pan—ESTE ES MI CUERPO — producen inmediatamente sn efecto cuando se acaban de pronunciar, o no lo producen hasta que se han terminado de pronunciar las palabras esenciales para la consagración del vino, ESTE ES EL CALIZ DE MI SANGRE...?» La respuesta segura y cierta a esta pregunta la dio, del modo más claro y popular, el Obispo de París — Eudes de Sully (1199-1208) — ordenando a todos sus sacerdotes que inmediatamente después de pronunciar las palabras consecratorias del pan elevasen la Sagrada Forma para que el pueblo adorase a Jesucristo, ya realmente presente en ella. A esta elevación de la Hostia, que pronto se extendió a toda la Iglesia, siguió, naturalmente, la del Cáliz — hacia el siglo XIV— y el toque de la campanilla, que es también de fines del siglo XIII; la incensación, del siglo XIV, y, en fin, la genuflexión del celebrante aparece prescrita por vez primera en el Misal de S. PIO V.
La antigua plegaria eucarística o Canon primitivo, sin los mementos ni plegarias sacrifícales que ahora encierra, venía a ser toda ella, por así decirlo, una continua consagración o narración consecratoria: no había, pues, necesidad, como ahora, de llamar la atención hacia este momento culminante de la misa, y por eso, solamente al terminar la gran plegaria o Canon es cuando el sacerdote, que, como ya se sabe (V. n. 82), celebraba vuelto al pueblo, mostraba a éste las Sagradas Especies, diciendo estas palabras, que al mismo tiempo eran una invitación a la Comunión: He aquí el Cuerpo y la Sangre del Señor. Esta elevación, como en seguida veremos, sigue todavía hoy ocupando el mismo lugar; pero al introducirse las anteriores elevaciones fue quedando en la penumbra hasta reducirse a la mínima expresión que presenta ahora: v. n. 228.

¿Qué deben hacer los fieles durante la Consagración? Las rúbricas no prescriben nada más que el arrodillarse.
«En ciertas regiones, la gente se persigna y se golpea tres veces el pecho. La señal de la Cruz tiene, ciertamente, un sentido: pretende expresar que nos apropiamos la realización de la muerte sacrifical de Cristo. Pero golpearse el pecho no tiene aquí ningún sentido; es un gesto de penitencia que no está ciertamente en su lugar en este momento. Del mismo modo la inclinación de la cabeza durante la elevación es un contrasentido, ya que las especies se muestran al pueblo para que las mire. Actualmente se va imponiendo cada vez más la costumbre de omitir todo signo y aun toda palabra durante la Elevación de las especies; y va introduciéndose la práctica muy litúrgica de levantar los ojos hacia la Hostia y el Cáliz en las Elevaciones, y de inclinar la cabeza a las genuflexiones del sacerdote. Tengamos bien presente, en efecto, que en el Canon y generalmente en la Misa, la ofrenda sacrifical es el punto más importante, mientras que la adoración de las Santas Especies es secundaria. Habituémonos a considerar sobre todo el acto sacrifical. La Misa no es ni una devoción a la Eucaristía, ni una adoración de la Eucaristía: es el Sacrificio de Cristo, al mismo tiempo que nuestro Sacrificio... Hay que realizar un trabajo de educación para llevar a nuestra generación a una manera diferente de ver.» Parsch: o. c. pp. 214-215.

Muy atinadas nos parecen estas observaciones del sabio liturgista austríaco, y por eso las hemos dejado traducidas aquí, casi al pie de la letra; pero si alguna jaculatoria quiere espontáneamente brotar de nuestros labios en estos momentos, no nos olvidemos de aquella rotunda afirmación de fe y de amor en que prorrumpió el apóstol Santo Tomás ante las llagas de su Divino Maestro: «SEÑOR MIO Y DIOS MIO».
(Indulgenciada por PIO X — siete años, plenaria semanal — mirando a la S. Hostia durante la Elevación o, también, en la Exposición solemne).

222. PLEGARIAS DESPUES DE LA CONSAGRACION.
Ofrecimiento de la Víctima
Plegar. Memor. "UNDE ET MEMORES"
Aceptación de la Víctima
Plegar, sacr. III "SUPRA QUAE"
Entrega de la Víctima:

Plegar, sacr. IV "SUPPLICES"
Frutos del Sacrificio:
PARA LOS DIFUNTOS: MEMENTO IV "MEMENTO ETIAM" PARA NOSOTROS: MEMENTO V "NOBIS QUOQUE"

223. PLEGARIA MEMORIAL: OFRECIMIENTO DE LA VICTIMA.
¿Por qué se llama «memorial» esta plegaria?
Se llama «memorial» — en griego, memoria o recordación — por las palabras con que comienza: «Unde et MEMORES... Por tanto, RECORDANDO».
___________________
PLEGARIA MEMORIAL
Por tanto, recordando, Señor, nosotros tus siervos y también tu pueblo santo, la dichosa Pasión del mismo Cristo, Hijo tuyo, Señor nuestro, y su Resurrección de entre los muertos y su gloriosa Ascensión a los cielos, ofrecemos a tu excelsa Majestad de tus dones y dádivas la Hostia pura, la Hostia santa, la Hostia inmaculada, el Pan santo de vida eterna y el Cáliz de salud perpetua.

Esta oración es: a) un precioso comentario de las últimas palabras con que ha terminado el Relato Litúrgico de la Consagración: «Cuantas veces hiciereis esto, hacedlo en memoria mia": con ellas está unida lógica y gramaticalmente... «Unde Por tanto...»; b) el testimonio de que la Iglesia cumple con fidelidad y cariño este postrer encargo de su Divino Maestro, encargo divinamente fecundo que dió origen al sacerdocio católico y fundó el Sacrificio de la Nueva Ley; c) un compendio admirable de las sublimes excelencias de la Misa (véanse nn. 3-16), es un recuerdo de Jesús... Por tanto, recordando... la Pasión... su Resurrección... y Ascensión...; es el Sacrificio de la Iglesia Católica... «Ofrecemos esta Hostia o Sacrificio...»: es el Convite del Cuerpo y de la Sangre de Jesucristo... «Él Pan santo de la vida eterna y el Cáliz de perpetua salud».

En esta oración, también se expresa una vez más — véase n. 208 — que el Sacrificio de la Misa, no sólo es MEMORIAL principalmente de la Pasión y Muerte de N. S. Jesucristo, conforme a lo que San Pablo escribe inmediatamente después del Relato de la Cena: «Pues cuantas veces comiereis de este pan y bebiereis de este Cáliz, anunciaréis o representaréis la muerte del Señor», 1 Cor. II, 26, sino también de toda su obra redentora, compendiada aquí en sus tres grandes actos: PASION, a la que se llama dichosa, beata, por sus frutos dichosos, RESURRECCION Y ASCENSION a los cielos: cfr. n. 13.
Probablemente de origen apostólico, esta oración ya aparece en la anáfora o Canon más antiguo, en el de Hipólito, hacia el año 200. En ella se nombra,como en el HANC IGITUR, a las dos clases de personas que componen la familia de Dios en la tierra: NOS SERVI TUI, NOSOTROS SIERVOS TUYOS, al clero o sacerdocio católico que se designa a sí mismo con toda humildad, con el nombre de «siervo»; y «PLEBS TUA SANCTA, TU PUEBLO SANTO», a los fieles, a quienes aquel clero designa con el epíteto más honorífico: SANTO. Así se llamaba a los fieles en la Iglesia primitiva. SANTO, DE HECHO quiere significar aquí: a) haber recibido el germen de santidad, al ser incorporados en el Cuerpo místico de Jesucristo y al ingresar en la familia de Dios y de los Santos; y b) estar separados del mundo y ser propiedad de Dios.
Plebs, pueblo, es el viejo título romano que conservaron al principio las nacientes comunidades cristianas. San Cipriano endereza su carta al Clero et plebibus de León-Astorga y Mérida; y en Elvira se abre el primer Concilio Español, adstante omni plebe, en presencia de todo el pueblo. G. Villada, Histor. Beles, de España: t. I, Parte I, p. 210.
La expresión: DE TUIS DONIS AC DATIS, DE TUS DONES Y DADIVAS, se refiere al Cuerpo y a la Sangre de Jesucristo: Dios nos los dió y a Dios se los devolvemos...

¿Qué significación encierran las Cruces que traza ahora el sacerdote después de la Consagración?
«El sacerdote, después de la consagración — nos responde Santo Tomás de Aquino—, no usa la señal de la Cruz para bendecir y consagrar (como antes) la Oblata, sino solamente para recordar la virtud de la Cruz y la representación de la Pasión de Jesús: Summ. Theol. III, 83, 5 ad 4. Estas Cruces son otras tantas repetidas y solemnes afirmaciones de la identidad del Sacrificio de la Cruz y de la del Sacrificio de la Misa.
Los Cartujos y los Dominicos recitan esta oración con los brazos extendidos en forma de Cruz: es un rito del siglo XII, que prescribían algunos misales anteriores al de PIO V, y que estos Religiosos siguen conservando, porque conservan todavía la Liturgia de aquellos tiempos. Cfr. n. 122.

PLEGARIAS SACRIFICALES III Y IV:
ACEPTACION Y ENTREGA DE LA VICTIMA

224. Con la Víctima divina, ya sacramentalmente inmolada, sobre el altar (véanse nn. 12-14), nuestras plegarias después de la Consagración, tienden:
1. A OFRECER a la «preclara o excelsa Majestad de Dios esta Hostia pura, santa e inmaculada». Eso acabamos de hacer en la Plegaria Memorial,
2. A lograr que «sobre estos clones se digne el Señor mirar con rostro propicio y sereno y ACEPTARLOS, así como se dignó ACEPTAR los dones de Abel y los sacrificios de Abrahán y de Melquisedec; sacrificios que, sin embargo, eran incomparablemente inferiores y sólo fueron anuncios balbucientes y figuras toscas e imperfectas de este otro único y verdadero Sacrificio... SACRIFICIO SANTO, HOSTIA INMACULADA. (A este fin se dirige la Plegaria sacrifical III: Supra quae. Sobre los cuales...)
Esta plegaria pertenece también al antiguo Canon romano: su rico contenido, los tres preciosos Sacrificios y las disposiciones interiores de sus célebres protagonistas: la inocencia de Abel, la Fe y obediencia de Abrahán y la regia generosidad de Melquisedec, brindan al comentarista de la Misa interesantísimas aplicaciones; y
3. A rogar humildemente (por eso el celebrante reza esta oración profundamente inclinado sobre el altar) a Dios Todopoderoso que ordene sean llevados estos dones por manos de su SANTO ANGEL a su sublime altar del cielo, para, que una vez allí, entregada nuestra Ofrenda, todos cuantos participamos de este altar — de la tierra—(besa el altar, símbolo de Cristo, con un beso eucarístico que exhala el alma, deseosa de unirse por la Comunión con la Divina Víctima) recibiéremos el sacrosanto Cuerpo y Sangre de tu Hijo (traza la señal de la Cruz sobre la Hostia y sobre el Cáliz), seamos colmados (se santigua) de toda bendición celestial y de toda gracia... En estas últimas palabras encontramos la más hermosa definición de la COMUNION.
______________________
PLEGARIA SACRIFICAL III
Sobre los cuales dones dígnate mirar con rostro propicio y sereno y aceptarlos así como te dignaste aceptar los dones de Abel y el su crificio de nuestro patriarca Abrahán y el que te ofreció tu sumo sacerdote, Melquisedec — SACRIFICIO SANTO, Hostia inmaculada.

¿Qué es comulgar? COMULGAR ES PARTICIPAR DEL ALTAR —del Santo Sacrificio de la Misa—, RECIBIENDO EL CUERPO Y LA SANGRE DE JESUCRISTO PARA SER COLMADOS DE TODA BENDICION Y DE TODA GRACIA CELESTIAL. Cfr. n. 44.
Hay en esta última plegaria sacrifical, una de las más sublimes de toda nuestra liturgia, misteriosas bellezas que en vano han tratado de explicar los más sabios liturgistas... ¿Quién es, por ejemplo, este SANTO ANGEL encargado de presentar ante la Majestad de Dios nuestro Sacrificio? ¿Es S. Miguel, el Arcángel Protector de la Iglesia, o es tal vez nuestro Angel de la Guarda?... ¿O se trata de una invitación o llamada a los ángeles en general, pues por la Santa Escritura, p. e., en el libro de Tobías 12, 12, sabemos que ellos llevan a la presencia de Dios nuestras oraciones y buenas obras?... Si este SANTO ANGEL es el ESPIRITU SANTO — nótese que ángel, en griego, es lo mismo que ENVIADO, y que en algunas liturgias se dice solamente ESPIRITU —, entonces tendríamos en esta plegaria una EPICLESIS, es decir, una solemne invocación al ESPIRITU SANTO para que, transformándola en el Cuerpo y Sangre de N. S. Jesucristo, lleve y presente nuestra Ofrenda y nos obtenga los frutos de la Comunión o participación en la Victima inmolada. En este caso también nuestro Canon romano tendría — cosa muy discutida entre los doctos — esta célebre oración, que poseen y colocan en este mismo lugar, después de la Consagración, las liturgias antiguas y, todavía hoy, las orientales... Lo que parece más probable es que aquí se alude a esta visión del Apocalipsis: «Vino entonces otro Angel y púsose ante el altar con un incensario de oro; y diéronsele muchos perfumes, compuestos de las oraciones de todos los santos, para que los ofreciese sobre el ALTAR DE ORO COLOCADO ANTE EL TRONO DE DIOS. Y el humo de los perfumes o aromas encendidos de las oraciones de los santos SUBIO POR LA MANO DEL ANGEL AL ACATAMIENTO DE DIOS». Apoc. 8, 3-4.
Otra oración que también presenta algunos caracteres de la EPICLESIS tradicional, es la Plegaria Sacrifica! II: «QUAM OBLATIONEM»: v. n. 220, Cfr. 201.-
Reanúdase ahora la LECTURA DE LOS DIPTICOS, comenzada antes de la Consagración: v. n. 217; por eso se dice en este MEMENTO IV: «Memento ETIAM, Acuérdate TAMBIEN», y en el siguiente: «Nobis QUOQUE, TAMBIEN a nosotros», uniéndose con el Memento de los vivos y con el de los Santos.
_____________________
PLEGARIA SACRIFICAL IV Humildemente te suplicamos, Omnipotente Dios, que ordenes sean llevados estos dones por manos de tu Santo Angel a tu sublime altar, unte la presencia de tu divina Majestad, para que todos cuantos, participando de este altar, recibiéremos el sacrosanto Cuerpo y Sangre de tu Hijo, seamos colmados de toda bendición y de toda gracia celestial. Por el mismo Cristo, nuestro Señor. Amén.

225. MEMENTO IV: FRUTOS DEL SACRIFICIO.
a) Para los DIFUNTOS. Ya el celebrante había ofrecido— en. el Ofertorio, n. 197 — la Hostia Inmaculada por todos los fieles cristianos vivos y DIFUNTOS ; mas ahora, al recoger a manos llenas los frutos preciosos del Sacrificio de la Misa, nos recordamos en primer lugar de nuestros queridos hermanos difuntos... Hacemos lo mismo que hizo Jesucristo al consumar el Sacrificio de la Cruz: El bajó al Limbo o seno de Abrahán para aplicar a los justos del Antiguo Testamento las primicias de su Sacrificio: nosotros, al consumar el mismo Sacrificio, también bajamos al purgatorio para aplicar a las almas, allí detenidas, los primeros frutos de la Misa.
EL MEMENTO DE LOS DIFUNTOS ES UN FLORILEGIO DE LAS MAS HERMOSAS INSCRIPCIONES FUNERARIAS DE LAS CATACUMBAS: ni allí, sobre aquellas losas sepulcrales, ni aquí, en esta oración tan hermosa y delicada, leemos la palabra «muerte»...; nada que indique desaparición absoluta, aniquilamiento de los seres queridos:
_____________
MEMENTO IV Acuérdate también, Señor, de tus siervos y siervas NN..., que nos han precedido con la señal de la fe y duermen el sueño de la paz (pausa y oración en silencio por los difuntos). A éstos, Señor, y a todos los que descansan en Cristo, te rogamos les concedas el lugar del refrigerio, de la luz y de la paz. Por el mismo Cristo, nuestro Señor. Amén.

Ellos son LOS QUE NOS HAN PRECEDIDO: es una partida, nos han precedido en el camino de la vida, han partido antes que nosotros; pero también nosotros partiremos, porque todos somos viajeros, y cuando hayamos partido... ¡nos volveremos a ver!
LOS QUE NOS HAN PRECEDIDO CON EL SELLO O SEÑAL DE LA FE: con la señal de la Cruz que los regeneró para Jesucristo, con el carácter indeleble del Bautismo, con todas las bendiciones y cruces del sacerdote que los asistió en su partida.
Y DUERMEN EL SUEÑO DE LA PAZ, esperando plácidamente tranquilos en el «dormitorio», eso significa la palabra cristiana «cementerio», a que Dios los despierte de su sueño confortador, de ese sueño que tiene que ser muy dulce, porque descansan en los brazos de Jesús: ET OMNIBUS IN CHRISTO QUIESCENTIBUS.
TE ROGAMOS LES CONCEDAS EL LUGAR DEL REFRIGERIO, DE LA LUZ Y DE LA PAZ. He aquí definida la eterna felicidad del cielo, y atestiguada, al mismo tiempo, la fe de la primitiva Iglesia en la existencia y en la naturaleza del PURGATORIO... ¿Qué es el PURGATORIO? Ardores de fuego expiatorio... por eso pedimos el refrigerio de esos ardores — refrigerio es una de las palabras más repetidas en los epitafios de las Catacumbas—; es región obscura, noche tenebrosa, Job X, 21-22, ausencia de la vista de Dios... por eso pedimos la luz Increada, la visión de Dios; es inquietud, anhelo, atracción-repulsión de Dios..., por eso pedimos la Paz.
La rúbrica que prescribe aquí, al terminar esta oración y sin pronunciar el nombre de Jesús, una inclinación de cabeza, parece ir referirse al «Nobis quoque» que sigue (Brinktrine, citado por Parsch). Véanse en CABROL: La Orae. de la Iglesia, los cc. 23 y 33: La mansión del descanso y La muerte.

226. MEMENTO V: FRUTOS DEL SACRIFICIO.
b) Para NOSOTROS. Él celebrante alza ahora la voz al pronunciar las palabras «Nobis quoque, peccatoribus, también a nosotros, pecadores». Es que estas palabras eran la señal convenida para que los subdiáconos que durante la recitación del Canon habían estado profundamente inclinados en torno al altar, cambiaran de posición y comenzaran a preparar la FRACCION DEL PAN que ya se aproximaba; entonces, en aquellos primeros siglos — tal vez hasta el siglo VII—, el Canon se decía todo él en voz alta, pero cuando comenzó a pronunciarse en voz baja, estas tres palabras, que habían de ser oídas por los subdiáconos, fueron las únicas del Canon que continuaron pronunciándose en voz alta.

ESTA PLEGARIA RESPIRA UNA HUMILDAD ENCANTADORA: comienza con un golpe de pecho, en señal de arrepentimiento y contrición de nuestros pecados, y nos recuerda aquella conmovedora respuesta de la Cananea, que tanto enterneció el Corazón de Jesucristo — Mt. XV, 21-28 y Mc. VII, 24-30— ; como ella, nos reconocemos indignos del pan de los hijos, del trato de Dios a sus Santos, y solamente le pedimos, «confiando en la multitud de sus misericordias», que nos deje arrebañar las migajitas de los hijos, que caen de la mesa espléndida de la gloria... «ALGUNA PARTE en la compañía de tus Santos, Apóstoles y Mártires... en compañía de los cuales te pedimos nos recibas, no como apreciador del mérito, sino como generoso, pródigo, manirroto dispensador del perdón, veniae largitor
___________
MEMENTO V
También a nosotros, pecadores (golpe de pecho), siervos tuyos que esperamos en la multitud de tus misericordias, dígnate hacer que tengamos alguna parte y compañía con tus santos Apóstoles y Mártires: Juan (el Bautista), Esteban, Matías, Bernabé, Ignacio, Alejandro, Marcelino, Pedro, Felicidad, Perpetua, Agueda, Lucia, Inés, Cecilia, Anastasia y con todos tus Santos: en cuya compañía te pedimos nos recibas, no como apreciador del mérito, sino como pródigo dispensador del perdón. Por Cristo, nuestro Señor. Amén.

SEGUNDA LISTA DE SANTOS
Como en la primera parte de este díptico — v. n. 218 —, aquí también los Santos — Apóstoles y Mártires — pertenecen todos ellos a los cuatro primeros siglos; allí la proporción era 1-12-12 (Virgen María, Apóstoles, Mártires) ; aquí es 1-7-7 (S. Juan Bautista, Hombres. Mujeres).

A San Juan Bautista que, en frase de Jesucristo, fue el último y el mayor de los profetas, sigue el diácono y protomártir San Esteban, los dos nuevos Apóstoles Matías y Bernabé, el primero, sucesor de Judas, y el segundo, discípulo de Jesús, y más tarde de San Pablo; Ignacio, el célebre obispo de Antioquía, despedazado por los leones en el anfiteatro romano el 20 de diciembre del año 107; el Papa Alejandro I, decapitado hacia el 119, y los dos compañeros de cárcel, el presbítero Marcelino y el exorcista Pedro, también decapitados en Roma hacia el año 304, y cuya iglesia, levantada por Constantino, llegó a ser uno de los títulos de Roma. En el díptico de los Santos del Canon, verdadero pórtico de la gloria donde la Iglesia ha colocado a los hijos que la han plantado y regado con su sangre también figuran algunas santas mujeres: las dos grandes madres cristianas, Felicidad y Perpetua, mártires de Cartago, hacia el año 203; pero todos los demás nichos de este retablo son para las VIRGENES CRISTIANAS, tan admiradas y queridas de la Iglesia primitiva: son para las sicilianas, Agueda y Lucía, aquella amable protectora de Catania en las erupciones del Etna, y ésta, siracusana, que murió en la hoguera después de anunciar la paz de la Iglesia (año 304); para la doncellita romana Inés, mártir a los trece años (334), tan elocuentemente celebrada por San Ambrosio; para la nobilísima y angelical Cecilia, que recibe tres golpes de espada y muere al cabo de tres días; y por fin, para la mártir de Sirmium — hoy Mitrovitza—, Anastasia, tan venerada por los Pontífices romanos, que acostumbraban celebrar en su Iglesia la segunda Misa de Navidad, y ahora sigue haciéndose conmemoración de ella en la Misa de la Aurora.
Las Vírgenes cristianas eran el ornamento más preciado de la primitiva comunidad cristiana; su consagración se hacía por medio de una ceremonia emocionante, llamada velatio, o imposición del velo. Vivían entre los demás fieles, o en sus casas, o reunidas en comunidad. Tenían un puesto especial en las iglesias; ninguna matrona salía de allí sin haberles dado antes el ósculo de paz. Lo mismo que Santa Inés, también Santa Eulalia de Mérida, cuando sólo contaba doce años de edad, sufre el martirio por conservar la virginidad. O. Villada: Histor. Beles., t. I, Parte I, p. 213.

227. CONCLUSION DEL CANON:

D O X O L O G I A S
(o Fórmulas de GLORIFICACION)
Fórmula I: Glorificación de JESUCRISTO
Fórmula II: Glorificación del PADRE y del E. S.
por mediación de JESUCRISTO AMEN final del CANON

228. GLORIFICACION DE JESUCRISTO.
Al cerrarse el paréntesis de los dípticos — colocados antes en otro lugar, como ya sabemos: v. n. 217—, vuelve a abrirse la gran Oración Eucaristica, que en su última plegaria sacrifical: v. n. 224 (3), había, concluido con estas palabras: «Por el mismo Cristo N. S.». A estas palabras hay, pues, que referir el «Per quem... Por quien», con que empieza la siguiente doxologia, que es al mismo tiempo una BENDICION DE LAS OFRENDAS.

Con qué sencillez tan sublime ha sabido formular la liturgia primitiva la más perfecta GLORIFICACION DE JESUCRISTO: JESUCRISTO CAUSA Y FUENTE DE TODA LA CREACION: «POR QUIEN oreas siempre, olí Señor, todos estos bienes...»; «JESUCRISTO CAUSA Y FUENTE DE TODA SANTIFICACION: POR QUIEN los santificas...»; «JESUCRISTO, CAUSA Y FUENTE DE TODA VIDA»; «POR QUIEN los vivificas...», y en fin, JESUCRISTO, CAUSA Y FUENTE DE TODA BENDICION: «POR QUIEN los bendices y nos los repartes con inagotable y divina sobreabundancia».
El mejor comentario de esta doxologia lo hallará el lector en «LOS NOMBRES DE CRISTO», del Maestro Fray Luis de León: léase uno de sus capítulos más soberanos, el tercero del Libro 1: «Es llamado Cristo PIMPOLLO, y explícase como le conviene este nombre...».

BENDICION DE LAS OFRENDAS: para comprender mejor esta Fórmula, recuérdese lo que ya indicamos al estudiar el Ofertorio: v. n. 193: las ofrendas que no se escogían para la Misa, quedaban sobre la «mesa del sacrificio: prothesis», para ser después distribuidas entre los pobres o aplicadas a otros usos cristianos ; pero antes de darles ese destino, esas ofrendas y otras que también el pueblo presentaba ahora después del «Nobis quoque peccatoribus», como las primicias de los frutos, del trigo, aceite, legumbres, uvas, etc., recibían aquí, al terminar el Canon, esta bendición tan breve y hermosa.
De esta manera, no sólo la Iglesia militante — Mementos I, II y V —, y la triunfante — Memento III —, y la paciente — Memento IV —, sino también la misma naturaleza con su rica y hermosa variedad de frutos, atraída por los brazos del Redentor del mundo, venía a colocarse en torno al Sacrificio de la Cruz; «Cuando fuere levantado sobre la tierra, todo lo atraeré a mi mismo»... ¿No estaban suspirando todas las criaturas y como con dolores de parto por recibir esta bendición redentora? Cfr. Rom. 8, 22 y Colos. I, 20; v. n. 211.

229. GLORIFICACION DEL PADRE Y DEL ESPIRITU SANTO por mediación de JESUCRISTO.
El Canon de la Misa, antología incomparable de las más hermosas plegarias y de los ritos más expresivos de la Liturgia Católica, toca ya a su fin y va a clausurarse coronándose con esta celebérrima y antiquísima DOXOLOGIA, en honor del PADRE Y DEL ESPIRITU SANTO...: como esos magníficos retablos españoles que, después de haber situado en su centro — como está en el centro del mundo y de la teología — la divina figura del CRUCIFIJO, colocan allá, en lo más alto de sus frontones y cresterías, cual digno remate y excelso coronamiento de toda su rica y afiligranada obra artística, la representación venerable del PADRE ETERNO y la simbólica paloma del ESPIRITU SANTO.

El celebrante descubre ahora el Cáliz y como, va a tocar la Hostia consagrada, la adora primero con una genuflexión— genuflexión que repetirá desde ahora, siempre que tenga que tocar las Sagradas Especies —; toma aquélla con su mano derecha, la coloca sobre la copa del Cáliz y allí, sobre la sangre de Jesucristo, con profundo y claro simbolismo, traza tres cruces que son la reafirmación plástica y solemne del INFINITO PODER GLORIFICADOR DEL SACRIFICIO DE LA CRUZ:
«POR EL MISMO», es decir, por Jesucristo, nuestro único y verdadero mediador, fórmula que ha garantizado y asegurado nuestras oraciones y que ahora viene a avalorar en grado infinito esta nuestra glorificación... Cfr. n. 170.
«Y CON EL MISMO», o sea, unidos todos con Jesucristo, como los sarmientos con la vid, como los miembros con su cabeza y como los granos de trigo con el pan y las uvas con el vino... Cfr. la Didaje: n. 62.
«Y EN EL MISMO», esto es, EN CRISTO JESUS, fórmula paulina que es como el latido — tantas veces la repite en todas sus Epístolas — de aquel gran corazón, cuya vida era Cristo... Cfr. n. 176.

A continuación, entre el cáliz y su propio pecho, señala otras dos nuevas cruces: «A TI, DIOS PADRE OMNIPOTENTE, EN UNIDAD DEL ESPIRITU SANTO.
_____________________________
CONCLUSION DEL CANON: Doxologias
Glorificación de Jesucristo. Por quien creas siempre, oh Señor, todos estos bines, les santificas, los vivificas, los bendices y nos los repartes. Glorificación del Padre y del E. S. por mediación de Jesucristo: pequeña elevación. Por El mismo, y con El mismo y en El mismo, a TI Dios Padre Omnipotente, en unidad del E. S. es dada toda honra y gloria.

Y elevando juntos el CALIZ Y LA HOSTIA, ahora sólo un poco — cfr. 11. 221—, por eso se llama pequeña elevación; pero antiguamente mucho más para que los viera y adorara el pueblo, termina la doxológía con estas palabras:
«ES DADA TODA HONRA Y GLORIA.»
En muchas iglesias sigue tocándose ,la campanilla en estos momentos: es un recuerdo de la antiquísima y única elevación, que tenía lugar en la Misa aquí al terminar el Canon.

230. AMEN FINAL DEL CANON.
Vuelve el sacerdote a depositar sobre los Corporales la Hostia consagrada, adora las Sagradas Especies, se levanta y elevando la voz para comunicarse de nuevo con el pueblo que, en silencio, le ha venido acompañando desde el Prefacio, exclama con la emoción de quien acaba de realizar lo más grande y sublime que en la tierra y en el cielo -puede realizarse:
«POR TODOS LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS».
¡Es el final del Canon! ¡El Sacrificio está realizado!
El pueblo escucha estas palabras, y con la adhesión más consciente, unánime y absoluta al acto sacrifica! que acaba de llevarse a cabo, adhesión que es un acto de fe en la presencia de Jesucristo sobre el altar y al mismo tiempo una confirmación de todas las oraciones del celebrante y, en fin, un anhelo incontenible de participar por la Comunión de la Víctima divina que acaba de mostrársele, exclama con la misma emoción que embarga a su sacerdote:
AMEN: ASI ES».
Cercado como se llalla en la actualidad por diversos ritos y ceremonias que en épocas posteriores se le han ido sobreponiendo, reducida casi a la mínima expresión la elevación de Especies que le acompaña y, sobre todo, absorbida en gran parte su solemnidad por la Consagración que con sus elevaciones y genuflexiones — introducidas en el siglo XIII—, ha, reclamado para sí en nuestras Misas el lugar más preeminente del Santo Sacrificio: es realmente difícil para nosotros llegar a comprender todo el fervor y entusiasmo religioso que este final del Canon despertaba en la asamblea cristiana; fervor religioso que, remansado durante toda la prolongada recitación de la gran Plegaria Eucarística, ahora se desbordaba al ver realizado el Santo Sacrificio y arrancaba de todos los pechos el grito de fe más popular y sincero, el AMEN más antiguo — ya lo menciona San Justino: v. n. 136 (6) — y el más importante y significativo de toda la liturgia.