El segundo domingo de
Epifanía, el P. Meramo publica, a través del blog de Radio Cristiandad, su
sermón donde habla sobre la consagración episcopal de Mons. Merardo Loya y,
como siempre, ofende, insulta, difama, calumnia, detracta, etc, a quienes se
oponen a su postura anárquica de acéfalo perenne, insostenible por cierto, y
más la suya, que ni siquiera obedece a ningún obispo, sedevacantista fruto del
efecto Bergoglio, tradicionalista lefebvrista frustrado que ni su congregación
lo quiso.
Primero, quiero decirle, al P. Meramo,
que sus sermones dan vergüenza ajena, dan pena, tristeza, fruto de un
temperamento visceral y violento, amargado y desequilibrado (como ud. mismo
dice en su sermón que es el resultado de la crisis de la Iglesia), que siempre
tuvo y que nunca lo llevó a nada, porque desde que yo era seminarista de la
Fraternidad, así como ud. dice que me conoció, así también yo lo conocí y
conocí también la reputación de violento y mal llevado y soberbio que ud. tenía
en medio de quienes lo conocían, pero bueno, este comentario es nada más para
decirle que somos pocos y creemos que nos conocemos mucho, cosa que a veces no
es tan así, que eso se comprueba en la práctica, y por el tenor de sus
sermones, me doy cuenta que no estaban tan equivocados los que así hablaban de
ud.
Segundo, cuesta creer que todas esas
barbaridades que dice, las dice en el ámbito de la Santa Misa, sepa, Padre que
muchas de las cosas que ud. afirma son viles calumnias, groserías, faltas
gravísimas a la caridad y después de eso no tiene escrúpulos en seguir el Santo
Sacrificio de la Misa. Yo le digo que ud. sigue la Misa en pecado mortal contra
la caridad, contra la justicia, contra la veracidad. Da tristeza y vergüenza
escuchar a la gente que asiste, reír y algunas veces carcajear por las burlas
que ud. hace de aquellos que no puede refutar, porque sus argumentos teológicos
son viscerales, casi infantiles, a lo mejor quizá fruto de su edad, que en el
caso suyo no es precisamente signo de sabiduría y sensatez y repito algo que ya
escribí, como los judíos contra Jesucristo Nuestro Señor que no podían contra
su doctrina, arremetieron contra su persona con toda clase de injurias y
calumnias, como hace ud.
Tercero, no estoy de acuerdo con ud. en
que la situación de la Iglesia a cualquiera amarga y a cualquiera desequilibra.
Amarga y desequilibra a los que como ud. predican una Iglesia que se destruye a
sí misma y que no tiene los medios para subsistir como si no fuera una sociedad
perfecta y además divina. Entiendo que los que piensan como ud. y sostienen en
la teoría y en la práctica una acefalia perenne terminen amargados y
desequilibrados y desesperados, como pasa con sacerdotes y obispos que como ud.
creen tener una jurisdicción suplida eterna y haciendo de la necesidad, ley,
obran inventando una iglesia humana, con un magisterio muerto, estéril por
completo, como el suyo, como Lutero, como Enrique VIII, como Calvino y tantos
herejes que tuvo la historia de la Iglesia. Tradicionalistas y sedevacantistas
se están disgregando como sectas protestantes. La postura católica de
la elección del Papa solo los puso en evidencia y manifestó la soberbia de sus
corazones. Pobres las almas a las que les toca estar bajo su autoridad
caprichosa.
Cuarto, ud. habla de un sedevacantismo
que se guía según sus gustos. Tiene razón, definición dentro de la cual ud. es
un exponente perfecto…El problema es que no mucha gente quiere guiarse por los
gustos suyos, y por eso se indigna porque después de escucharlo no dan muchas
ganas de seguirlo.
Quinto, los argumentos teológicos que
ud. da contra la elección del Papa, sobre la jurisdicción ordinaria y suplida,
y los otros temas que toca en sus sermones, son deplorables, impresentables,
paupérrimos, fruto de su ira y de su desequilibrio. Con respecto a la necesidad
de Cardenales y que la elección del Papa es un acto jurisdiccional, le exijo
que refute por escrito el trabajo “Coetus Fidelium” del dr. Homero Johas, a
quien ud. difama, calumnia y se burla en uno de sus sermones, porque no le da
para refutar sus principios.
Sexto, ud. dice que aún en este tiempo
de sedevacante, la Iglesia tiene un equilibrio, yo le pregunto, cuál equilibrio
puede tener una sociedad que toma como principio de acción la acefalía perenne
de la autoridad máxima y deja librado a sus miembros a un individualismo
anárquico donde cada uno juzga según su gusto, como dice ud en su sermón.
“Habrán tantos cismas como sacerdotes”. Ud. no es capaz con su postura
sedevacante de decir donde está la Iglesia Una y Única fundada por Cristo
Nuestro Señor. Ud. es un cisma más de todos los que provocaron los
sedevacantistas perennes. Ud. viene viciado desde siempre con el principio
falso de autoridad que argumentaba Mons. Lefebvre, de que el pueblo le daba el
poder para confirmar porque él confirmaba cuando la gente le pedía, por eso no
le importa la necesidad del Papa, pues actúa como un sacerdote ortodoxo,
haciendo de jurisdicción suplida, jurisdicción ordinaria en la práctica. Ud.
viene del desequilibrio de la Fraternidad San Pío X, donde, como en centros de
subversión, enseñan a los jóvenes seminaristas y a los fieles la desobediencia
a la “autoridad legítima” como un modus operandi habitual y de derecho, por eso
justifica su postura anárquica y acéfala sin ni siquiera tener un obispo a
quien debería obedecer...entre Dios y ud. no hay autoridad, Dios lo inspira a
ud. directamente.
Padre Meramo, ud. está mal, mal en su
teología, mal en su apostolado, mal de sus nervios, amargado y desequilibrado.
Ya no haga más daño con sus sermones, si no está de acuerdo con los demás en
cuestiones teológicas, siéntese y escriba y publique y refute y estudie. No
difame, ni calumnie, ni detracte, ni ofenda, ni insulte a nadie; no es la forma
que usó Jesucristo Nuestro Señor, ni nunca fue la forma que utilizó la Iglesia
para predicar la Verdad ni tampoco sus Santos Doctores.
Sepa que esto que escribo, no lo hago
por mí ni para defenderme de ud. ni de nadie, no me interesan, sí para defender
la fama y reputación de gente que ud. ensucia gratuita y escandalosamente. Si
escuché sus sermones, no es para enterarme de lo que dice de mí o de los demás,
sino para escuchar las falacias teológicas que dice para refutarlas para que no
haga más daño y no predique el error.
Por mí, puede seguir despotricando
y enrabiándose sólo el próximo domingo y todos los demás, es problema suyo y
hablando en contra mía y de la doctrina que profeso y que voy a seguir
profesando pues es la única postura católica pero sepa que tendrá que dar
cuentas a Dios por todas esas barbaridades que dice.
Confiésese de todas esas cosas tan
graves que dice y después repare la fama de todas las personas que difamó y
calumnió desde sus sermones y retráctese de sus errores sobre la constitución
divina y dogmatica de la Iglesia que profesa sobre la sedevacante como un
estado y predicando la herejía de la acefalía perenne y viviéndola en la
práctica.
Y le dejo esta frase para que la
medite, le hará mucho bien:
“Debe
existir en la Verdadera Iglesia perfecta unidad de régimen, o sea: debe haber
al frente de esa sociedad religiosa una autoridad suprema y visible, de
institución divina, a la cual obedezcan TODOS los miembros que la
forman.
No
basta una especie de política de amistad o buena vecindad entre un montón de
jefaturas eclesiásticas desconectadas jurídicamente, es decir: independientes
entre sí, SIN OTRA CABEZA SUPREMA QUE UN CRISTO INVISIBLE Y CELESTIAL CUYAS
PALABRAS Y MANDATOS INTERPRETA CADA UNO A SU GUSTO.”
(R.P.
Fernando Lipúzcoa. Breviario Apologético. 1954)
El segundo párrafo del Padre Lipúzcoa me recuerda mucho a ud. y a
tantos sacerdotes y obispos sedevacantistas que así viven, como Papas cada uno
en su rincón…pero muertos a la hora de enseñar, soberbios, envidosos, viendo
enemigos hasta en su sombra, celosos de su propia gloria…
Y
si alguna vez tiene buena voluntad y deseos de ser vínculo de caridad y unión
para resolver la crisis tan terrible de la Iglesia y desea trabajar para acabar
con la sedevacante que pasa la Iglesia de Cristo desde la muerte de S.S. Pío
XII, buscando la elección del Papa, estoy a sus órdenes. Mientras tanto, no
profesamos la misma fe.
Mons.
Juan José Squetino Schattenhofer
Y le
pido a los del blog “Radio Cristiandad” que también publiquen este escrito pues en ese blog se publican sus sermones.
Quiero agragar un comentario que me
llegó hace un rato de una persona, me pareció muy atinado, caritativo pero
certero sobre su actitud, padre Méramo. Espero en Dios le sirva para cambiar:
Sólo
se ve a una persona amargada, solitaria, enojada con la vida; un albañil sin
educación teológica podría hablar más decentemente que este
"sacerdote", el cual no tiene el mínimo pudor en sus palabras, ni
caridad en el corazón.
Dice
que hay jerarquía, que se debe respetar a los sacerdotes más antiguos y más
sabios; aunque coincido con él en parte de esto, la edad no necesariamente da
la sabiduría, muchas veces brinda necedad; sin embargo, él no es parte de esos
venerables y sabios ancianos, por sus
discursos (que no son santas predicaciones) se escucha la ceguedad de su
orgullo, se escucha como una serpiente ahogándose en el propio veneno de su
rencor. Es un seguidor de Lefebvre corrido por la misma congregación de
Lefebvre; un sedevacantista peleado con todos los sedevacantistas; un
"sacerdote" separado y juzgando a todos los sacerdotes; triste, muy
triste su situación. No logro entender cómo aún tiene un puñado de
"fieles" que soportan tanta grosería y permiten que sus hijos las escuchen
de un "sacerdote", es escandalosa y nada santa su manera de actuar.
Termina
su sermón diciendo: que la situacion actual de la Iglesia a cualquiera amarga,
a cualquiera desequilibra; en eso estoy de acuerdo con él, porque él es un
ejemplo de amargura y desequilibrio. Por último dice que debemos perseverar
"incolumnes", bueno, esta palabra nueva lo dice todo.
Dios les bendiga.