Si los Santos, a veces, durante su vida terrenal y, siempre, en la gloria celeste, tienen el privilegio de aliviar los sufrimientos humanos, no fueron eximidos, en vida, de esos sufrimientos. Más aún, como ya hemos visto, además de su parte personal, a menudo aumentada por algún suplemento santificador, pidieron voluntariamente algo de la parte correspondiente a otros.
Gente satisfecha de sí misma, en el siglo pasado, trataron de atribuir un carácter patológico al genio y a la santidad, ¡Y se mostraron muy orgullosos de haber realizado en sí mismos la profilaxis de estas enfermedades! El buen sentido y el sentido común hicieron justicia sumaria de esta teoría paradójica y un poco demasiado cómoda para los mediocres. Mas ella tuvo la virtud de atraer la atención sobre la patología de los santos y de permitir, en esta forma, que se especificara mejor el esfuerzo que debieron hacer para dominar su "caso" y para construir una escalinata de virtudes con sus debilidades, sus rebeliones, sus gritos, que hubieran hundido a la mayoría de nosotros en egoísmos feroces y dolorosos.
Finalmente, muchos fenómenos extraordinarios presentados por los santos pudieron ser falsificados más o menos por simuladores o neurópatas; o aun ciertas consecuencias corporales de sus estados espirituales pudieron ofrecer determinados caracteres de parecido con modos de ser patológicos.
Todas estas razones han hecho avivar el interés por el estudio de la carrera patológica de los Santos. Mas tiene contenido solamente si se hace pormenorizado y por cada uno individualmente. No podríamos, pues, dar un ensayo de conjunto. Digamos sólo que de los trabajos realizados en este orden de ideas, se alcanzaron nociones ya reseñadas en el curso de esta obra y que volveremos a encontrar:
1. La fe cristiana —como escribe el doctor A. Goix— no es un asunto de sentimientos y de impresión; es ante todo un asunto de la inteligencia y de la voluntad. David lo afirmaba ya en sus Salmos: Es el debilitamiento de la verdad el que lleva a la desaparición de los santos entre los hombres. Déficit sanctus; quoniam diminutae sunt veritates a filiis hominum (Salmos, XI, 2),
2. "Los santos no son ni los melancólicos ni los iluminados que algunos artistas se complacen en representar. El retrato auténtico de Santa Teresa, por ejemplo, que reproducen los Bolandistas (Acta S. Theresiae) no da en ninguna forma esta impresión. Además, los documentos históricos establecen claramente la alegría, la paz y la tranquilidad de ánimo del santo y justifican el proverbio: "Un santo triste es un triste santo".
Muy lejos de hallar en las enfermedades de los santos una disminución de su personalidad, encontramos en ellas en cambio, casi siempre, una razón más para nuestra admiración y veneración.
BIBLIOGRAFIA
Obras varias:
Ader, Dr. Guillermo: Medici enarrationes de AEgrotis et morbis in Evangélico, Tolosa, 1620. Bitterlin, Dr. Jorge: La guérison de Mme. Augault, Tardy, Bourges, 1929.
Boissarie, Dr.: Lourdes. Histoire medícale, Lecoffre, París, 1891.
Id.: Les grandes guérisons de Lourdes, Téqui, París, 1900.
Id.: L'oeuvre de Lourdes, Téqui, París, 1907.
Bulletin de l'Association Medícale Internationale de N. D. de Lourdes, Oficina de Comprobaciones, Lourdes.
Goret, Dr.: Une observation médicale presque en forme d'expérience, Bonne Presse, París, 1922.
Le Bec, Dr.: Preuves medicales du miracle, Beauchesne, París, 1921.
Id.: Critique et controle des guérisons surnaturelles, Bonne Presse, París, 1920.
Id.: Les deux miracles pour la Canonisation de sainte Jeanne d'Arc, Bonne Presse, París, 1922.
Id.: Etudes sur les quatre miracles pour la béatification et la canonisation de sainte Thérése de l'Enfant-Jésus, Mignard, París, 1927.
Van der Elst, Dr.: Vraies et fausses guérisons miraculeuses, Beauchesne, París, 1924.
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Goret, Dr.: Une observation médicale presque en forme d'expérience, Bonne Presse, París, 1922.
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Van der Elst, Dr.: Vraies et fausses guérisons miraculeuses, Beauchesne, París, 1924.
Dr. Henri Bon
MEDICINA CATOLICA
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