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jueves, 11 de junio de 2015

ILUMINISMO

     En la época en que el espíritu de incredulidad se había propagado en la Alemania con el concurso de muchos soberanos que trazaban a sus vasallos la senda del mal, el bávaro Weishaupt, nacido en 1748, y luego profesor de Derecho en la Universidad de Ingolstasdt, fue iniciado en los principios desorganizadores de los antiguos maniqueos por un mercader jutlande llamado Kolmer, que había vivido en Egipto y se había hecho expulsar de Malta. Kolmer tenía por discípulo al charlatán Cagliostro y algunos de sus adeptos, que se distinguieron por su iluminismo en el condado de Aviñon y de Lyon. El estudio del maniqueísmo y de la filosofía del siglo XVIII condujeron a Weishuapt a no reconoce la legitimidad de ninguna ley política o religiosa, y sus lecciones secretas inculcaban las mismas ideas a los discípulos de su curso de derecho. Desde entonces concibió el plan de una sociedad oculta que tendría por objeto la propagación de su sistema, mezcla repugnante de los principios antisociales del antiguo iluminismo y de los principios antirreligiosos del filosofismo moderno.
     He aquí el resumen: "La igualdad y la libertad son los derechos esenciales que el hombre recibió de la naturaleza en su perfección originaria y primitiva; el primer ataque a esta igualdad fue dado por la propiedad; el primer ataque dado a la libertad fue dado por las sociedades políticas o los gobiernos son las leyes religiosas y civiles; por lo tanto, para restablecer al hombre en sus derechos primitivos de igualdad y de libertad, es preciso empezar por destruir toda religión, toda sociedad civil, y acabar con la abolición de toda propiedad".
     Si la verdadera filosofía hubiese sido conocida de Weishuapt, le habría enseñado que los derechos y las leyes del hombre primitivo, solo aun sobre la tierra, o padre de una generación poco numerosa, no fueron ni debían ser los derechos y las leyes del hombre sobre la tierra poblada ya de sus semejantes. Le hubiera enseñado además que Dios, mandando al hombre multiplicarse sobre esta misma tierra y cultivarla, le anunciaba por esto solo que su posteridad estaba destinada un día vivir bajo el imperio de leyes sociales. Le hubiera hecho observar que sin propiedad, esta tierra quedaba inculta y desierta; que sin leyes religiosas y civiles, este inmenso desierto no alimentaría mas que hordas de vagabundos y salvajes, esparcidas aquí y allá.
     Weishaupt hubiera concluido de esto entonces que su igualdad y su libertad, lejos de ser los derechos esenciales del hombre en su perfección, no son mas que un principio de degradación y de embrutecimiento, una vez que no pueden subsistir sino con sus anatemas contra la propiedad, la sociedad y la religión.
   Massenhausen, bajo el nombre de Ajax, y Merz, bajo el de Tiberio, jueces dignos de ser admitidos a sus misterios, recibieron de él el grado de areopagitas, y Weishuapt, su jefe, bajo el nombre de Espartaco, dio así nacimiento a la orden de los Iluminados. Cada clase de eta orden debía ser una escuela de pruebas y ensayos para la siguiente. Había en ella dos principales: la de las preparaciones, a la cual pertenecían los grados intermedios que se pueden llamar de instrucción; y la de los misterios, a la que pertenecían el sacerdocio y la administración de la sociedad.
     Había un papel común a todos los asociados que era el de hermano insinuante o alistador. El baron de Knigge, bajo el nombre de Philon, le desempeño con actividad, porque se ocupó de pervertir al Norte de Alemania, mientras que Weishuapt se reservó el Mediodia. El medio que empleó consistió en ganar a los fracmasones, hombres exentos ya de preocupaciones religiosas, para hacerlos iluminados: de lo que es permitido inferir que la vasta sociedad masonica debía estar bien infectada de sus tenebrosos misterios, puesto que se las juzgaba digna de esta agresión.
     Se celebraba a la sazón en Wilhemstad una asamblea general de fracmasones; y ninguna otra se había aproximado a esta, así por el número de los elegidos como por la variedad de las sectas de que se componia; Knigge se aprovechó de esta circunstancia, y desde el instante en que los diputados masones fueron iluminados, los progresos de la secta de Weishaupt llegaron a ser imponentes.
     Lo mas deplorable es que se alistasen algunos eclesiásticos en una conjuración semejante. Los archivos de la orden contienen los nombres de algunos sacerdotes, de curas y hasta del prelado Hoeleim, vicepresidente del consejo espiritual de Munich, obispo de Kherson para la Iglesia, y hermano Philon de Biblos para Weishuapt, que desde su santuario de Ingolstad presidia a todos los conjurados, y que, a manera de emperador subterráneo, tuvo bien pronto mas ciudades en su conspiración que el jefe del santo imperio romano tenia bajo su dominio. Esta admirable extensión se explica muy bien por la facilidad con que los iluminados se introducían en las logias masonicas, y la preponderancia que los misterios de Weishaupt adquirían en ellas de día en día.
     ¡Cosa increíble! Ademas de los adeptos de todas clases, el iluminismo contó en su seno varios príncipes soberanos. Solo en Alemania hubo cinco que se agregaron a él. Estos tontos ilustres no conocían sin duda la aversión que el fundador tenia a toda clase de independencia; Weishuapt probablemente les había dispensado el juramento que hacía prestar en los últimos grados de detestar a los reyes; no les había revelado mas que lo que podía decir a estos príncipes incrédulos sin ofenderles; a saber, sus proyectos hostiles contra la religión y su horror hacía los sacerdotes. Tal era la ceguedad, que cuando Weishuapt, proscrito de su patria como traidor a su soberano, tuvo que buscar un asilo fuera de la Baviera, fue acogido, colmado de pensiones y distinguido con el título de consejero honorario en la corte de Ernesto Luis, duque de Sajonia-Gota.  

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