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viernes, 15 de octubre de 2010

LA JUSTICIA EN EL MUNDO


(Páginas 129-145)

El segundo punto importantísimo del estudio de los obispos congregados con Paulo VI en el último sínodo de Roma, fue, como era de esperarse el tema de la justicia en el mundo, el tema de la "POPULORUM PROGRESSIO", el tema del Congreso Eucarístico de Bogotá y de la Asamblea del CELAM en Medellín, el tema que el Papa Montini quiere resolver, antes de que su ya avanzado Pontificado termine, según sus compromisos con los jefes de Estado y los Organismos mundiales, "El Sínodo, nos dice en su crónica el Director de ECCLESIA, cambió de tono y color, al abrirse el debate sobre el tema de la justicia en el mundo. Las intervenciones, que se han podido ya registrar y que seguirán siendo numerosísimas, tienen en ocasiones un acento patético, que irá 'in crescendo', a medida que la panorámica de los desarreglos en la sociedad internacional de nuestros días vaya poniendo en evidencia el desacuerdo fundamental entre el Evangelio y la actual sociedad humana, insolidaria, egoísta, opresiva de unos contra otros, injusta con los más débiles. . . Pero, lo sangrante, lo explosivo, lo terrible es que precisamente los pueblos y comunidades cristianas son las que detentan el 75 por ciento de los recursos mundiales, mientras que tres cuartas partes de la población mundial se debaten entre el hambre, la miseria y el subdesarrollo. ¿Qué podrá hacer la Iglesia, qué el Sínodo, ante situación tan anticristiana? Mucho nos tememos que denunciar a los cuatro vientos una tal situación, comprometerse a seguir descubriendo y señalando con el dedo las injusticias —tantísimas— en donde quiera que aparezcan, y clamar, clamar. . . ¿En el desierto? Esperamos que no; y que se vaya, a impulsos de la voz profética de la Iglesia (es decir, por la liturgia de la palabra, por las voces implacables de la |Jerarquía y de los laicos) abriendo conciencia en el mundo de que las cosas no pueden seguir así, sin, una y otra vez, hoy y mañana, antes o después, volver a los caminos de la violencia y de la guerra".
Ya este preludio nos está diciendo cuan caldeado estaba el sínodo, ansioso de secundar las consignas secretas del Pontífice. Como si todos los sinodales estuvieran compitiendo en denunciar con mayor estridencia las injusticias del mundo y hacer así una reafirmación valiente del documento montiniano, que quiere revolucionar al mundo entero. Ya anteriormente y como una preparación al Sínodo, las Conferencias Episcopales, regionales o nacionales, habían hecho sentir a los obispos y a sus Consejos Presbiteriales y Pastorales, que, sobre todos los problemas religiosos y morales, estaba, por voluntad expresa de Paulo VI, el impulso definitivo, que hiciese cambiar audaz y rápidamente todas las "estructuras" socio-económicas, socio-políticas y socio-religiosas del mundo entero. ¿No había dado la Iglesia el necesario ejemplo, sacrificado sin timidez alguna sus ritos y tradiciones más sagradas?

EL "MOTU PROPRIO" DE PAULO VI DEL 6 DE ENERO DE 1967
Ha sido y es una nota característica del pontificado del Papa Montini el establecer en el mundo la justicia social, que suprima en el mundo las excesivas desigualdades económicas y sociales, que se dan entre los miembros y los pueblos de una misma familia humana. "Estas desigualdades son contrarias a la justicia social, a la equidad, a la dignidad de la persona humana y a la paz social e internacional". (Gaudium et Spes, 29, 3).
Es indudable, ya que Dios providente, en sus designios inescrutables así lo ha dispuesto, que la decantada igualdad de todos los hombres es un mito irrealizable, ya que va contra las desigualdades oncológicas, que surgen de la misma naturaleza humana, en su estado actual, después del pecado. Admitamos, pues, como algo inevitable, que, a pesar de que todos los hombres tenemos la misma naturaleza humana, el mismo origen y el mismo último fin, nunca, sin embargo, hemos sido, ni somos, ni seremos todos iguales. Admitamos, como base de todo plan tendiente a mejorar la condición de los individuos, de las familias y de los pueblos, la verdad objetiva, que Su Santidad el Papa San Pío X expresó en aquellas palabras, citadas varias veces por mí, en mis dos libros últimos: "ES CONFORME AL ORDEN ESTABLECIDO POR DIOS QUE EN LA SOCIEDAD HUMANA HAYA GOBERNANTES Y GOBERNADOS, PATRONOS Y PROLETARIOS, RICOS Y POBRES, SABIOS E IGNORANTES, NOBLES Y PLEBEYOS" (Doctrina Pontificia. Documentos Sociales, Madrid 1959, pág. 454).
No ha habido, ni hay, ni habrá jamás en el mundo ningún gobierno, ninguna legislación, ningún partido político que pueda eliminar esa desigualdad que existió siempre, existe y existirá entre los hombres. El comunismo y el socialismo, que han propuesto, como programa y meta de su activismo y como justificación de sus medios atentarios contra la moral y la misma justicia, (el establecer la igualdad, el dar a todos, según sus necesidades y el exigir a todos según sus posibilidades), lejos de haber cumplido sus promesas, ha establecido, por el contrario, un supercapitalismo más monstruoso, más inhumano, más esclavizador, que los sistemas liberales del capitalismo que combatieron. La desigualdad, que predomina en los regímenes socialistas y comunistas, es la misma que se da entre la libertad y la esclavitud, porque la única manera de mantener el socialismo o de implantarlo donde no existe, es la supresión de todos los derechos del hombre y la represión brutal de los inconformes. Yo pregunto a nuestros venerables prelados y, con audacia, pregunto también a Pulo VI: ¿Cuál es más contraria a la justicia social, a la equidad, a la dignidad de la persona humana y a la paz social e internacional, la desigualdad que hay en los regímenes del mundo libre o la que hay en los re gímenes socialistas o comunistas? En los regímenes del mundo libre, aun suponiendo todas las injusticias quo puedan tener, hay, por lo menos libertad para trabajen, para comer, para protestar, para exigir; mientras que, en los países socialistas o comunistas, no hay sino un dilema: o esclavitud aceptada sin protestas, o el paredón, la cárcel inhumana, la fuga peligrosa, que busca en el extranjero un refugio, contra la sangrienta persecución de las paternales autoridades, que por la fuerza mantienen su poder, contra todos los derechos divinos y humanos.
Teniendo esta realidad en cuenta, me parecen demagógicas las siguientes palabras de la Gaudium et Spes del Vaticano II: "Para responder a las exigencias de la justicia y de la equidad hay que hacer todos los esfuerzos posibles para que, dentro del respeto a los derechos de las personas y a las características de cada pueblo, desaparezcan lo más rápidamente posible las diferencias económicas, verdaderamente monstruosas que, vinculadas a discriminaciones individuales y sociales, existen hoy y frecuentemente aumentan".
Paulo VI es un convencido, es un hombre de ideas fijas, es un hombre que actúa —si es posible, fingiendo una democrática unanimidad con los obispos, y, si no es posible, dictando "Motus Propios"—, para llevar adelante su comprometido programa, del cual nunca retrocede, porque nunca puede retroceder. Por eso, usando las facultades que el parlamento conciliar le concedió, en un "Motu Proprio" del 6 de enero de 1967, estableció dos nuevos organismos vaticanos, para llevar a efecto, de modo permanente, el programa central de su pontificado, aprobado, si es que no fue dictado, por sus poderosos aliados, en cuyas manos ha puesto su gobierno y la permanencia misma de la Iglesia. Estos dos organismos son: El "consilium" de los seglares, para promover el apostolado internacional. Es decir, para promover entre los laicos los ejecutores decididos de su transformación de las estructuras del mundo; y la Comisión Pontificia "Justicia y Paz".
El primero de estos organismos, el "Consilium de los seglares" —dice el "Motu Proprio""Tendrá como fin trabajar por el servicio y la promoción del apostolado de los seglares. Particularmente procurará: Promover el apostolado seglar en el plano internacional y llevar a cabo su coordinación y su inserción, cada vez mayor, en el apostolado general de la Iglesia; procurar los contactos con el apostolado, en el plano internacional; actuar de forma que sea un lugar de encuentro y diálogo, en el seno de la Iglesia, entre la jerarquía y los seglares, y entre las diversas formas de actividad de los seglares, de acuerdo con el espíritu de las últimas páginas de la Encíclica ECCLESIAM SUAM; promover los congresos internacionales para el apostolado seglar; preocuparse de la fiel observancia de las leyes eclesiásticas, que se refieren a los seglares".
Segundo: "Aconsejar. Asistir con sus consejos a la jerarquía y a los seglares en las obras apostólicas".
Tercero: "Promover estudios para contribuir a la profundización doctrinal de las cuestiones, que se refieren a los seglares, estudiando, sobre todo, los problemas del apostolado, con particular referencia a la asociación de los seglares en la pastoral de conjunto. Estos podrán ser publicados".
Cuarto: "Constituir un Centro de Documentación, para recibir y dar informaciones sobre los problemas del apostolado seglar, con la intención de suministrar orientaciones para la formación de los seglares y proporcionar una válida ayuda a la Iglesia".
Amplios, muy amplios son los planes del Papa Montini, al establecer este "Consilium", de promoción apostólica entre los laicos, con proyección internacional". Desea llevar a cabo una coordinación sincronizada de todas las fuerzas vivas del catolicismo mundial y "su inserción, cada vez mayor en el apostolado general de la Iglesia". Los proyectos, que hace tiempo había formado, para una transformación completa de todas las estructuras de la Iglesia, demandaban una participación inmediata, directa, personal de los laicos, a niveles nacionales e internacional. El "Consilium" debía hacer los contactos, promover los congresos necesarios y sugerir las consignas, siempre del todo acomodadas al espíritu de su Encíclica "Ecciesiam suam". De esta manera, se explica ahora la famosa "corresponsabilidad" del cardenal Suenens. Comprometidos los laicos en este movimiento universal de carácter "ecuménico" y pastoral, se eliminarían las resistencias a los cambios indispensables, se unificarían los criterios y se lograría, de esta manera, el festinar, según el espíritu del Vaticano II, la unificación religiosa de la gran familia humana.
Será ese "Consilium" central, el que aconseje a la jerarquía y a los seglares; el que promueva los estudios para contribuir a la profundización doctrinal del sacerdocio bautismal de los laicos, sobre todo en lo que se refiere a la pastoral de conjunto. Será también un centro receptor y transmisor de información sobre ios problemas del apostolado seglar, insertado ya en el apostolado general de la Iglesia.
El segundo organismo, instituido por el "Motu Proprio" de Paulo VI fue la Comisión Pontificia de estudios "Justicia y Paz". Este segundo organismo debe estar unido con el anterior, en su vértice, por una sola dirección. "Tendrá como fin suscitar en el pueblo de Dios un pleno conocimiento de su misión en el momento presente, para promover, de un lado, el progreso de los países pobres y alentar la justicia social entre las naciones, y para ayudar, por otro lado, a las naciones subdesarrolladas a trabajar ellas mismas en favor de su desarrollo".
A grandes rasgos, el fin concebido y promulgado por el Papa Montini para este nuevo organismo vaticano es, según nos dice él mismo en su Motu Proprio, "suscitar en el pueblo de Dios (es decir, en toda la Iglesia: prelados, sacerdotes, religiosos y laicos) un pleno conocimiento de su misión en el momento presente". ¿Acaso la misión del pueblo de Dios, la misión de la iglesia ha variado? Así parece, por lo que, en su documento nos dice Paulo VI. Antes la misión de la Iglesia era la gloria de Dios y la salvación de las almas; ahora, la misión del "pueblo de Dios" (de la Iglesia) es "promover, de un lado, el progreso en los países pobres y alentar la justicia social entre las naciones" y "ayudar", por otro lado, a las naciones subdesarrolladas a trabajar ellas mismas en favor de su desarrollo". Aquí tenemos, con palabras claras e inequívocas, la desviación fundamental de la Iglesia del postconcilio, de la Iglesia de los Pobres, de la nueva Iglesia Montiniana. La misión de la Iglesia, en el momento presente, es la promoción, a escala internacional, de los pueblos del Tercer Mundo, de los subdesarrollados, de los hambrientos. Esta finalidad es, así parece, del todo ajena a la finalidad permanente que Cristo, el Hijo de Dios, dió a su Iglesia. Esta finalidad rebasa las posibilidades de la jerarquía y de los católicos, en cuanto tales. Esta finalidad invade un terreno, que no es ya religioso, que corresponde a las autoridades civiles. Esta finalidad viene a establecer un neoclericalismo, es decir la intervención de los clérigos en el gobierno civil de las naciones. Esta finalidad parece justificar las reacciones violentas, que los gobiernos puedan tomar con tra los clérigos, que sin derecho, sin capacidad, sin medios adecuados, quieren "ayudar a las naciones subdesarrolladas a trabajar ellas mismas en favor de su desarrollo". Y ¿cómo van a promover el progreso de los países pobres EL VATICANO, los obispos "el pueblo de Dios"? ¿Vendiendo, por ventura, los tesoros artísticos, que la piedad de nuestros antepasados legaron, como un testimonio de su fe, de su devoción genuinamente católicos, a los templos, que para nosotros son y representan la casa de Dios?
Cuando los progresistas nos hablan ese nuevo lenguaje, cuando so quejan del esplendor de la liturgia, de la riqueza de los vasos sagrados, de las ricas coronas de oro y de piedras preciosas con que nuestros antepasados coronaron las sagradas imágenes de la Virgen Santísima, me dan la impresión que asumen la actitud de Judas Iscarióte, que se quejaba del desperdicio de María Magdalena, al romper el frasco de alabastro, para ungir los pies del Señor: ¿No hubiera sido mejor, dijo el traidor apóstol, que se hubiera vendido, para repartir ese dinero entre los pobres? Y no dijo eso, porque lo sintiera, sino porque era ladrón, como nos dice el Evangelio. Y ¿qué respondió Jesucristo? A los pobres siempre los tendréis con vosotros.
No viene al caso el detenerme ahora en estudiar todo el "Motu Proprio" del 6 de enero del 1967, los fines particulares de la Comisión Pontificia "Justicia y Paz", ni la estructura de los dos organismos, establecidos por Paulo VI "ad experimentum", por cinco años, pero que, sin duda, serán confirmados después y, tal vez, quedarán codificados en el nuevo Derecho de la Iglesia. ¿Cuáles han sido sus resultados prácticos?
Del Consilium de laicos poco sabemos. Tenemos noticia de la actividad subversiva, que han seguido desarrollándose en varios países de la América Latina, especialmente en Bolivia, Perú y Argentina. Tenemos también noticia de que han sido los "Cursillos de Cristiandad", las escuelas eficaces para indoctrinar, en la doctrina socialista y comunista, a los innumerables ingenuos, que yendo a buscar a Dios, se encuentran con las enseñanzas de Marx, de Lenin o Mao. En Perú, el gobierno militar, que rige a la nación, está integrado por activos "cursillistas", dirigidos a control remoto por Su Eminencia Reverendísima.
Don Helder Cámara, el conocido arzobispo, cuya agitación se ha hecho internacional, acusó ante la Comisión Pontificia 'Justicia y Paz' a su gobierno, de las torturas es pantosas que los instrumentos represivos del Brasil estaban dando a los inocentes 'presos políticos', cuyo único delito era luchar por la emancipación de los pueblos de América Latina de la tiranía intolerable del imperialismo americano. Parecida fue la acusación anónima, que esa Comisión Pontificia recibió contra la policía y el gobierno de México, cuando los disturbios estudiantiles del año 1968 y del 10 de junio del presente de 1971.

EL DRAMA DE BOLIVIA
La Revista Ecclesia de Madrid, en su nº 1,557 (4 de septiembre de 1971), dedica un artículo a estudiar el problema gravísimo, que ha puesto en pie de guerra a casi todo el clero boliviano, amargado por el "golpe de Estado" que salvó, siquiera sea temporalmente, de que ese país hermano cayese en las garras del comunismo. Porque el clero boliviano, en su mayoría, está integrado por extranjeros del ala progresista: algunos fueron debidamente preparados, en el CIDOC de Cuernavaca, por el diligente y bien informado Mons. Iván lllich; y otros canadienses, de espíritu moderno, que habían ido a ese país hermano con el firme propósito, a lo que parece, de hacer la audaz y rápida transformación de las estructuras, promulgadas por el CELAM, según las normas de la POPULORUM PROGRESSIO. Nuestros lectores recordarán aquel artículo, publicado en mi anterior libro y que apareció, durante el Congreso Internacional de Bogotá, en el cual se afirmaba: "las guerrillas de Bolivia no han terminado; apenas han empezado".
Vale la pena, pues, reproducir ahora el artículo de Ecclesia, cuyo autor quiso quedarse en el anonimato:
"Entre la serie de problemas socio-políticos, que afectan gravemente a la vida de los países hispanoamericanos, el drama de Bolivia, acrecentado con el último "golpe de Estado", da ocasión para reflexionar sobre los males del Nuevo Continente y sus causas. Unos cinco millones de bolivianos viven en algo más de un millón de kilómetros cuadrados, en una zona geográfica situada en el corazón mismo de todo Hispanoamérica, y cuentan con 146 años de independencia, desde su proclamación oficial el 10 de agosto de 1825. El balance de 193 golpes de Estado, en la historia de un país tan joven como Bolivia, es índice suficiente para evidenciar la azarosa vida social y política, por la que ha atravesado este pueblo, en su mayor parte campesino y rural, arraigado en sus costumbres tradicionales.
"Sin salida al mar, y cerrada entre países más potentes, sin un desarrollo cultural y económico adecuado, Bolivia, en los últimos años ha vivido una dolorosa conciencia de frustración y se ha encerrado en luchas intestinas, con mayor virulencia tal vez que en el resto de los países del continente. Según declaraciones de sus dirigentes más destacados, allí se dan los índices más altos de analfabetismo y las diferencias sociales más grandes. Por otra parte, los conflictos entre la población indígena y la que ha ido llegando de países más adelantados, han mantenido las distancias entre los grupos, sin una fraternal fusión de unos y otros. Más del 75 por ciento de la población habla las lenguas nativas, y la minería, principal riqueza del país, se halla en manos del capital extranjero.
"El episcopado de Bolivia no ha estado callado. Ha sido uno de los que más han hablado en favor de la promoción social de los humildes, ya que Bolivia se ha constituido en el paradigma de Sudamérica y en el punto de partida de toda "acción libertadora". Los obispos, con motivo de la fiesta del trabajo, y últimamente en diversas otras ocasiones, han denunciado las injusticias aún existentes en el país y han exhortado a una mayor responsabilidad de los cristianos, para lograr las indispensables condiciones de un verdadero orden social. "Los cristianos deben trabajar juntos para edificar un mundo mejor —ha dicho recientemente el cardenal arzobispo de Sucre, Monseñor Clemente Maurer—, donde cada persona contribuya de acuerdo con su capacidad, y donde cada uno reciba según sus necesidades".
"El mismo Paulo VI, en diversos mensajes, se ha referido concretamente a los problemas del país boliviano. En 1968, en sus primeras palabras al entonces nuevo embajador de Bolivia ante la Santa Sede, dijo el Papa: Abiertamente diremos, como lo hicimos en nuestro reciente viaje al continente americano (Bogotá, agosto de 1968), a que vuestra excelencia aludía, que cuanto se haga por dar al pueblo humilde un mejor tenor de vida retribuyendo equitativamente a los trabajadores, realizando planes que provean a la alimentación, a la asistencia sanitaria, a la habitación digna y conveniente, es obra de caridad y justicia, que cuenta con nuestro aliento y reconocimiento. De manera especial queremos referirnos a los programas de cultura, de educación de base, de orientación profesional, de formación de la conciencia cívica y política, que contribuirán a que cada uno de los ciudadanos, aún los menos favorecidos y pudientes, desarrolle la propia dignidad, sea sujeto consciente de derechos y de obligaciones y coopere responsablemente al progreso integral de la nación.
"La lección del drama boliviano es tristemente elocuente. Trescientos muertos, víctimas de las últimas luchas sangrientas por la toma del poder, están clamando por un sereno y sensato proceder en las cabezas rectoras de aquel país. Como en las demás tierras de Hispanoamérica, y en cualquier nación joven del mundo, una acción política para ser eficaz tiene que llevar anejo un plan de profunda reforma social, basada en la igualdad y capacitación de todos los hombres, para participar activamente en la ordenación de la vida pública. Porque la paz no es una simple ausencia de guerra —ha dicho el Concilio— ni el resultado del solo equilibrio de las fuerzas o de una hegemonía despótica, sino que con toda exactitud y propiedad se llama obra de la justicia. (Gaudium et Spes, 78).
"Si se quiere evitar que la sangre inocente siga derramándose sin cesar, tanto en Bolivia como en el resto de repúblicas vecinas debe plantearse seriamente una acertada promoción social de sus pueblos. "Nuestra intención es llamar a la acción concreta —ha dicho el cardenal José Clemente Maurer. La teología, si no se traduce en acción, no pasa de mera teoría, ni produce cambio alguno que nos libre de las cadenas que nos tienen oprimidos. Los cristianos no podemos olvidar que el Evangelio trajo al mundo una verdadera revolución e introdujo cambios profundos, audaces, acelerados".
Este artículo anónimo, publicado en una Revista oficial, como es Ecclesia, órgano de la Acción Católica Española, es, a no dudarlo, un documento comprometedor, por lo que dice, por quien lo dice y por la manifiesta finalidad que persigue, en vísperas ya de la celebración del Sínodo de Roma, cuyo segundo punto era —como todo mundo lo sabía— la así llamada JUSTICIA SOCIAL en el mundo, tema fundamental en el pontificado de Juan B. Montini.
El artículo por carecer de firma, puede y debe ser considerado como un artículo editorial de esa Revista Católica. Es, por lo mismo, la expresión del pensamiento oficial de la jerarquía española, si es que no también de la política vaticana. América Latina sigue siendo el centro de operaciones, el laboratorio de experimentación, donde la POPULORUM PROGRESSIO ha de probar su eficacia redentora.
La ocasión del artículo —además de preparar el ambiente para la discusión propicia del ya inminente sínodo— la dio el último "golpe de Estado", por el cual se impidió, siquiera sea temporalmente, el que Bolivia cayese en manos del comunismo internacional. "El drama de Bolivia, dice el editorialista, acrecentando con el último 'golpe de Estado', da ocasión para reflexionar sobre los males del Nuevo Continente y sus causas".
Que estas palabras se hubieran escrito en otra parte en Inglaterra, por ejemplo, en Italia, en los Estados Unidos, no sería extraño, ya que, a pesar de los medios de comunicación tan sorprendentes que tenemos, hay, sin embargo, una gran ignorancia de la realidad hispanoamericana en esos países superdesarrollados. Se imaginan que todavía andamos con plumas; que aun tenemos sacrificios humanos, que nuestros pueblos famélicos son, por necesidad, antropófagos. Lo que no tiene explicación satisfactoria es que se escriban esas enormidades en España y que sean sacerdotes españoles los que, olvidando las gestas gloriosas de sus antepasados en América, se unan ahora, para divulgar esos absurdos, a los que, hoy como ayer, y pese al piadoso "ecumenismo", siguen calumniando la obra católica de España.
Es un hecho innegable que América Latina, por sus problemas etnológicos y por sus riquezas naturales y por su mismo arraigado catolicismo, por su hispanismo hondo y sincero, ha sido y es la presa codiciada de las sectas y de las logias o, mejor dicho, de la "mafia judía", que utiliza y mueve a los eclesiásticos, para dominarlos a su antojo y conveniencia. Actualmente el programa ya descarado de esas manos invisibles, que nos estrangulan, es la socialización comunizante de todos nuestros países. El porvenir de América Latina es el socialismo: así lo han declarado los poderes que tienen en sus manos los destinos del mundo.
Lo que es increíble, lo que es inexplicable, lo que es irritante es la postura que han tomado muchos prelados y clérigos de nuestros mismos países, que a ciencia y conciencia, le están haciendo el juego al enemigo. Y, a ellos se han unido los sucesores de aquellos misioneros que con su sangre y con su vida implantaron en nuestros pueblos la verdad evangélica.
No conoce Bolivia el escritor que afirma, que denuncia la azarosa vida social y política, por la que ha atravesado este pueblo, en su mayor parte campesino y rural, arraigado en sus costumbres tradicionales. No conoce Bolivia el que nos dice que el país "en los últimos años ha vivido una doloroso conciencia de frustración y se ha encerrado en luchas intestinas, con mayor virulencia tal vez que en el resto de los países del continente". Pero, la explicación de esas demagógicas e intencionadas afirmaciones, la encontramos en las siguientes palabras del artículo: "Bolivia se ha constituido en el paradigma de Sudamérica y en el punto departida de TODA ACCION LIBERTADORA".
"Cinco millones de bolivianos viven en algo más de un millón de kilómetros cuadrados" —escribe el editorialista—, quien se olvida de que cincuenta millones de españoles viven en una extensión de menos de 500,000 kilómetros cuadrados. En México, en 2 millones de kilómetros cuadrados, vivimos ampliamente cerca de 50 millones de mexicanos. No es, pues, un exceso de población el problema de América Latina, ni, especialmente, el problema de Bolivia. La posición geográfica de este país sudamericano es, sin duda, el problema más serio, ya que Bolivia está situado sobre las inmensas alturas de los Andes. En realidad, el área total de la República, a partir de las últimas segregaciones de territorio, está calculada en 1,568,241 kms. cuadrados, vasto país en el que podrían vivir holgadamente unos 40 millones de habitantes. Sin embargo, entre las naciones de SudAmérica es la que ofrece menor densidad de población. La República boliviana puede considerarse dividida en tres regiones naturales: interandina, amazónica y del Plata.
Región interandina. Comprende los declives occidentales de la cordillera de los Andes y los occidentales de la cordillera Exterior, entre los cuales se levanta la puna o meseta boliviana, cuyo nivel sobre el nivel del mar oscila entre los 2,500 y 3,825 metros. Su rasgo característico es la gran elevación de las montañas, muchas de las cuales, como el Illampa o Sorata, lllamini, Cololo, Guallatirio, Sajama y Murata exceden los 6,000 metros de altura. El Illampa o Soata tiene la impresionante altura de 7,696 metros sobre el nivel del mar. En esta meseta está el lago Titicaca y el Peopó. El clima, como es de suponer, es frío. Sólo conoce dos estaciones: la lluviosa o verano y el invierno.
Crece durante el verano, el caudal de los ríos y lagos, y se cubre el suelo de un verdor amarillento, mientras que las depresiones se convierten en pantanos. En invierno, de mayo a septiembre, el campo sólo es un inmenso páramo de tono grisáceo. La fauna es pobre y la vejetación de los sitios húmedos se reduce a plantas forrajeras y musgos propios para combustibles. En cambio, la minería ofrece abundantes y variadas producciones, explotadas desde los primeros tiempos de la conquista.
Región amazónica. Es la más importante, con un área de 532,647 kmts. cuadrados. Comprende el norte de Bolivia y tiene una región montañosa y otra de llanos. La primera está surcada por valles profundos y extensas quebradas, ricas en productos de todos géneros. Al descender desde las altas cumbres hasta el llano, se presentan los más bruscos contrastes. Primero, las cimas altísimas, coronadas de nieve, después las laderas desiertas y desnudas; luego la cabecera de los valles, de pobre vegetación, con tristes arbolillos; en seguida, el valle sonriente, lleno de luz y aromas, frutas incógnitas, aves y flores; más abajo, la extensa vega de pródiga vegetación, surcada de grandes ríos, llena de bosques impenetrables. Las aguas corren impetuosas, las unas extendidas como brazos de mar, las otras entre bosques de caucho, besando los cimientos de granito de las montañas y perdiéndose en los uniformes llanos, apenas interrumpidos por montañas da cima redondeada. La fauna y la flora son ricas. Se cosecha caucho, café, cacao, algodón, arroz, caña y demás productos de los trópicos. Los ríos facilitan las comunicaciones por medio de lanchas de vapor.
Región del Plata. Es parecida a la anterior. Sus cordilleras son menos elevadas y menos profundas sus quebradas; en cambio, sus llanuras son más extensas y ricas en metales y vegetación. Pueden estimarse en unos 300,000 kmts. cuadrados. Los macizos metalíferos se levantan en sus estribaciones, como el cerro del Potosí, que ha pasado a la leyenda. El suelo de la llanura ofrece escaso declive, lo que motiva que se formen charcos inmensos en la estación de lluvias. Desaparecidos estos charcos, la vegetación se manifiesta robusta y potente, observándose allí el fenómeno que ofrece el valle del Nilo, pasadas las inundaciones periódicas que fertilizan el suelo. La abundancia de pastos hace que los granos se vendan a precios reducidísimos.
Esta somera descripción de Bolivia nos da la explicación de la vida azarosa, que ha tenido esa república sudamericana. La desigualdad topográfica, la escasez de población, la multiplicidad de tribus indígenas, entre las que sobresalen los aymaraes y quechuas, han sido y son todavía una rémora, una barrera casi invencible para el progreso de la nación. El indio prefiere la pobreza en que vive a las comodidades de las sociedades modernas, contra las que siempre está dispuesto a luchar y que constituyen la obsesión de sus odios. Por eso, en las convulsiones políticas del país, el indio aprovecha estas situaciones de desorden para cometer actos de la más brutal barbarie, al lúgubre son de su aterrador pututu, sin que ni los clamores de las víctimas, ni un sentimiento de humanidad, hayan encontrado eco en su corazón, sediento sólo de derramar la sangre de sus dominadores.
Muchos beneméritos misioneros católicos han trabajado en estas tierras de misión, sufriendo los rigores del clima y luchando contra las supersticiones, la ignorancia y las ancestrales resistencias de las diversas tribus. ¿Se dan cuenta en Europa nuestros modernos redentores de las dificultades insuperables, que paciente y abnegadamente tienen que vencer los verdaderos apóstoles, para incorporar esos indígenas en nuestra civilización? ¿Piensan que con discursos demagógicos van a resolver en poco tiempo lo que con heroísmo de santos no pudieron conseguir los antiguos misioneros? ¿Pueden con buena conciencia pensar en que el comunismo, la esclavitud monstruosa de todos los bolivianos, va a resolver los enormes problemas, que han hecho tan difícil la vida social y política, por la que ha atravesado este pueblo, en su mayor parte indígena, arraigado en sus costumbres seculares?
El editorialista de Ecclesia, cuando afirma que Bolivia es "el paradigma", el ejemplar de América Latina, el "punto de partida de toda acción liberadora" o ignora la situación verdadera de Bolivia o trata de sorprender la ignorancia y buena fe de sus lectores. Y los obispos y el clero extranjero, encabezado por su Eminencia el cardenal José Clemente Maurer, al propiciar esas guerrillas, ese estado de inconformidad, ese ambiente adecuado para preparar el advenimiento del comunismo, para hacer el punto de partida en Bolivia de "toda acción libertadora"; al incitar a los cristianos a trabajar juntos para edificar un mundo mejor, donde cada persona contribuya, de acuerdo con su capacidad y donde cada uno reciba según sus necesidades, lejos de contribuir al progreso del pueblo, cimentando la paz, están provocando nuevos conflictos, cada vez más desastrosas, no sólo en Bolivia, sino en toda la América Latina. El programa tiene un marcado tinte comunista.
Pero, el CELAM, desde su sede de Bogotá, urge el programa. Por eso —ha dicho el cardenal José Clemente Maurer: "Nuestra intención es llamar a la acción concreta. La ideología, si no se traduce en acción, no pasa de mera teoría ni produce cambio alguno, que nos libre de las cadenas que nos tienen oprimidos. Los cristianos no podemos olvidar que el Evangelio trajo al mundo una verdadera revolución e introdujo cambios profundos, audaces y acelerados". Si, en vez de cristianos, ponemos la palabra "revolucionarios", este documento de Su Eminencia pudiera ser una proclama comunista del Ché Guevara o de Camilo Torres; y también —¿por qué no?— de uno de los discursos del Congreso Eucarístico Internacional de Bogotá.
Pbro. Joaquín Sáenz y Arriaga
¿CISMA O FE?

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