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jueves, 4 de julio de 2013

LA NUEVA IGLESIA MONTINIANA (13)

Pbro.Dr. Joaquín Saenz Arriaga

(128-142)


LOS EXPERTOS ANTICIPAN LO QUE EL PAPA VA A DECIR EN EL CONGRESO EUCARISTICO INTERNACIONAL. 


     Del periódico de Bogotá, "EL TIEMPO" (Lunes 19 de agosto 1968) copiamos lo siguiente:
     "El discurso más importante del Papa Paulo VI será el que pronuncie en la Catedral, para inaugurar las deliberaciones de la II Asamblea General del CELAM. La afirmación, hecha varias veces por "expertos" en cuestiones vaticanas, que han tenido acceso 'indirecto' a los documentos, ha llevado a formular más preguntas acerca de lo que dirá el Papa en Bogotá.
     "En conversaciones con EL TIEMPO, el P. Cipriano Calderón hizo algunos pronósticos reveladores sobre los temas que Su Santidad Paulo VI tratará en sus intervenciones públicas de Bogotá. El sacerdote español está especialmente calificado para aborda el tema, por cuanto es corresponsal de diarios españoles en el Vaticano. Acaba de ser nombrado director de la edición española de L'Osservatore Romano; es el autor de la primera biografía de Paulo VI, aparecida después de su coronación como Papa, y como corresponsal de "YA", el diario madrileño, pronosticó el Papado del Cardenal Montini, cuando éste fue nombrado Arzobispo de Milán.
     "Según el Padre Calderón, a quien complementa en la conversación otro veterano periodista, el P. Martín Descalzo, los planeamientos de Paulo VI ante el CELAM serán aún más avanzados que la misma encíclica POPULORUM PROGRESSIO.
     "Personas, que conocieron esos discursos, durante su elaboración, afirmaron que dejarán chiquito al mismo Mons. Helder Cámara", precisa el P. Martín Descalzo. La revolucionaria actitud, que adoptará en sus discursos el Papa, está caracterizada por su defensa de la no-violencia activa, como respuesta cristiana a los problemas del Continente Latinoamericano.
     "El Papa predicará la revolución del Evangelio, que se hace por las vías de amor y de la no-violencia activa", agrega el P. Calderón.
     "Refiriéndose a las dos intervenciones papales del día viernes: los campesinos, por la mañana y a los jóvenes, obreros, empresarios, en las horas de la tarde del día llamado DEL DESARROLLO, los sacerdotes periodistas explicaron que, estando planteado el tema del desarrollo integral, en la POPULORUM PROGRESSIO y habiendo cerrado el mismo Papa algunos posibles caminos con la HUMANAE VITAE, en la que señaló como desarrollo inhumano el que se hace limitado el número de los invitados al banquete de la vida, los discursos papales de Bogotá mostrarán los otros caminos, que quedan abiertos y que conducen a un desarrollo integral del hombre y de la humanidad.
     "Frente a la tentación de la violencia, afirmaron los dos sacerdotes, el Papa será enfático en señalar la solución de la presión activa, que en el Continente ha tenido como vocero al arzobispo de Olinda y Recife, Mons. Helder Cámara.
     "Finalmente, revelaron la intervención activa que, en la redacción de los discursos, han tenido prelados latinoamericanos y dirigentes del CELAM: Mons. Avelar Brandao, Mons Marcos Mac-Grath y Mons Eduardo Pironio, junto con el presidente de la comisión de asuntos latinoamericanos en el Vaticano, y antiguo Nuncio de Colombia, Cardenal Antonio Samoré".

     Esta entrevista y las opiniones y revelaciones que hicieron los dos conocidos y 'ultra-progresistas' sacerdotes y periodistas españoles nos dicen una vez más el clima de excitación que reinaba en Bogotá, en los primeros días del Congreso. No era la Eucaristía; no eran sus augustos misterios; no era la renovación de la vida cristiana lo que anunciaban como temas de los discursos papales estos dos bien informados sacerdotes. "EL PAPA PREDICARA LA REVOLUCION DEL EVANGELIO". "Frente a la tentación de la violencia, afirmaron los dos periodistas, el Papa será enfático en señalar la solución de la presión activa, que en el Continente ha tenido como vocero al arzobispo de Olinda y Recife, Mons. Helder Cámara". En otras palabras, Su Santidad va a dar el espaldarazo a Don Helder, va respaldar sus revolucionarias tesis, que tanto escándalo han causado en el mundo y que son las mismas, que, hace tiempo, predica en México, con algunas variantes —de violencia y de totalitarismo — el "ultra-progresista" obispo de Cuernavaca, amigo y fiel discípulo del arzobispo brasileño.
     En una conferencia que Don Helder sustentó en Sao Paulo, allá, por mayo de 1970, con el título de "Solidaridad Humana", el arzobispo de Recife dijo:
     "Cuando, después de tres siglos de persecución, el mundo greco-latino, en buena parte, se hizo cristiano; cuando los cristianos salieron de las catacumbas para el esplendor peligroso de las basílicas y de la corte imperial, comenzó a crecer el rumor de que llegaban los bárbaros.
     "Curiosa expresión: ¡Bárbaros! Traducía toda la autosuficiencia grecoromana y, al mismo tiempo, todo el pavor de ver perdida una civilización que parecía insuperable.
     "Nada más expresivo que ver, al final de su vida, angustiado de pánico, al gran San Agustín, cuya visión, casi genial, no alcanzó el sentido último del acontecimiento, que le parecía una catástrofe, cuando en realidad era el comienzo de un mundo nuevo.
     "El recuerdo de este episodio histórico se impone a nuestro pensamiento, ante la actitud que el mundo occidental ha asumido, frente al mundo socialista. Mundo que, cuando le conviene, hace alarde de ser cristiano.
     "El mundo socialista fué fácilmente el centro de los mismos ataques del mundo occidental. Como filosofía, él abraza el marxismo, que parecía ser sinónimo de materialismo y de combate a la religión como suprema fuerza alienada y alienante.
     "En la URSS el ateísmo se tornó militante, agresivo y oficial. Con la Cortina de Hierro, fue fácil hablar de atropello a la persona humana, en clima de constante delación y terrorismo. Hubo levantamientos ahogados en sangre, y continúa en pie el muro de la vergüenza. Cuando surgió la China Roja, la URSS quedó con aires de equilibrio y prudencia. "El Mundo Occidental trató de crear y difundir al máximo algunos mitos, hoy difíciles de arrancar: el anticomunismo, predicado como la Cruzada de nuestros tiempos; la URSS tenida como enemiga número uno de la libertad, de la democracia, de la civilización cristiana; enemiga de Dios, de la Patria y de la Familia. Lo ruso tomó, en la mente de muchos, el lugar de desprecio y horror, que cabía antes a lo judío, el pueblo deicida. Ultimamente la URSS se volvió, para algunos, enemiga número dos, dado que la China Roja sobrepasa a Rusia en ansias de dominación y destrucción".
     "Como contrapartida de la URSS y de China, surgen los Estados Unidos, paladines de la civilización cristiana, de la democracia y de la libertad. Muchos los tienen como el pueblo elegido, después de que, por dos veces, salvaron al mundo. Muchos les reconocen, agradecidos, el derecho y el deber de intervenir en cualquier país, que se encuentre en peligro de volverse comunista; consideran justas y salvadoras sus medidas económicas y hasta militantes, desde que se trate de impedir la expansión comunista. Muchos aceptan cualquier tipo de guerra adoptado por los americanos, y encuentran medios de, en conciencia, aceptar y compartir las escaladas e inclusive, alguna nueva Hiroshima o Nangasaky.
       "Con esta mentalidad, contribuiremos siempre más a cavar un foso entre el Mundo Socialista y el Mundo Occidental, llamado Cristiano. Con estos mitos estaremos haciendo inevitable la tercera Guerra Mundial, de consecuencias imprevisibles para la humanidad, con esta visión, estaremos en la imposibilidad práctica de entender la necesidad y urgencia de solidaridad universal...
     "No nos dejemos cegar por la pasión. No confundamos embate de intereses económicos con guerras religiosas o luchas ideológicas. ¿Hasta cuando América Latina va a aceptar la imposición de tener a su hermana Cuba como excomulgada? Los que se revelaron en Cuba deseaban tan sólo verla alejarse del subdesarrollo y de la miseria. Hubo un llamado inicial a Canadá y Estados Unidos. Quien deja a un pueblo aislado y sin salida, es responsable de los desvarios a que él es llevado.
     "Se dice que dialogar con Cuba es exponer a América Latina al terrible peligro de cubanizarse. ¿Hasta cuando la democracia será incapaz de enfrentar el diálogo? ¿Hasta cuando seremos tan ingenuos al punto de escoger que aislar a Cuba, castigarla por el crimen de querer ejercer la autodeterminación que, en tesis, alardeamos respetar, es dejarla para siempre en la órbita del imperialismo soviético, y es crear, ahí sí, sobre todo en la juventud, el mito de Cuba, como modelo de revolución y de despegue del subdesarrollo?" 

     En este discurso del arzobispo de Recife, amigo personal de Paulo VI, encontramos todo el lenguaje y todo el veneno del progresismo en marcha. Su premisa: la Iglesia Constantiniana del pasado, la del "esplendor peligroso de las basílicas y de la corte imperial", según deja entender Don Helder, corrompida en poco tiempo, se asusta, se incomoda, se defiende, ante el avance incontenible de los bárbaros, que son "el comienzo de un mundo nuevo". Caía la civilización greco-romana, que parecía insuperable; pero Otra civilización más pura, más consistente, más humana, iba a salir di- aquel aparente derrumbe. Así es ahora —nos deja a entender Don Helder—, una civilización está cayendo, la que forjara la Iglesia Constantiniana durante diez y seis siglos, pero estamos en vísperas del nacimiento de un nuevo mundo. Los nuevos bárbaros son los comunistas. La Iglesia los ha anatematizado; pero la Iglesia acabará por hacer perfecta alianza con ellos. "El recuerdo de este episodio —el de los bárbaros—, dice el Arzobispo, se impone a nuestros pensamientos, ante la actitud, que el mundo occidental (y la Iglesia antes del Concilio) ha(n) asumido, frente al mundo socialista". Ese recuerdo nos demuestra que los temores de la Iglesia y del mundo libre, ante el avance incontenible del comunismo, son vanos, son irrazonables.
     El marxismo parecía ser sinónimo de materialismo y de combate a la religión. ¡Nada más falso! Nuestro insigne escriturista José Porfirio Miranda y de la Parra, amigo y camarada de trincheras de Don Helder y de Don Sergio, el de Cuernavaca, ha demostrado, en su reciente libro que el pensamiento de Marx es el pensamiento de la BIBLIA. En cuanto al combate de la religión, la organización polaca "PAX", el nuncio del Papa en Cuba y las recientes relaciones diplomáticas establecidas entre el Vaticano y algunos países comunistas, así como la recepción ostentosa y protocolaria que Paulo VI dio a TITO, el asesino de tantos católicos croatas y yugoslavos, están demostrando que la fiera puede ser domesticada y de hecho ha sido ya domesticada, y que esos nuevos bárbaros serán los forjadores de una nueva civilización, que será la civilización socialista, sin clases, sin religiones, sin barreras algunas, que dividan a los miembros de la gran familia humana, bajo el régimen paternal, no paternalista, del judaismo internacional.
     De aquí se sigue que el "anticomunismo" es un mito. Pío XI, el exaltado Pío XI, casi proclamó al "anticomunismo" como una nueva "cruzada", para salvar la religión de Cristo y la civilización cristiana. Pero, todo anti es más absurdo y más perjudicial que aquello que pretende combatir. El antibiótico es más mortífero que la infección. Además, como dijo el Arzobispo de México: el "anticomunismo" impide la acción pastoral entre los comunistas, que son ovejas de su rebaño.
     La URSS era ateísmo militante, agresivo, oficial; pero ahora, después de las visitas de los jerárcas rusos al Vaticano, las cosas han cambiado. La agresividad de Rusia ha cesado, se ha convertido en juntas de jefes de Estado, en actividad diplomática, en nuevos tratados de paz, en convivencia pacífica. Ahora ya es el enemigo número dos. Y dice o insinúa Don Helder que, en realidad, la URSS ya no es, ni ha sido nunca un enemigo. Como tampoco es China, a la que algunos consideran más peligrosa que Rusia, en ansias de dominación y de destrucción.
     Así, en una falsa y sofística exposición, un arzobispo católico, asalariado de los enemigos, que predica pobreza y tiene dinero para recorrer el mundo, predicando el marxismo, y desarrollando esa incansable actividad destructora, nos presenta el comunismo y el socialismo, como los constructores de un nuevo mundo, un mundo mejor, un mundo más humano y, por lo tanto, más cristiano. Segun ese mitrado brasileño, el comunismo está llenando un papel histórico, semejante como dice Don Rodrigo García Treviño, al que jugó el advenimiento del cristianismo hace dos mil años o al que jugaron los bárbaros para fundar, al derrumbe del imperio grecoromano, otro imperio: el Sacro Romano Imperio.
     Frente a ese movimiento arrollador, que avanza triunfalmente de modo incontenible. Don Helder Cámara nos presenta un imperialismo caduco, cruel e inhumano, en los Estados Unidos de Norte América, a quienes muchos consideran como el pueblo elegido, después de que su intervención ganó las dos últimas guerras; muchos le reconocen el derecho de intervenir en cualquier país, amenazado por el comunismo. Son la policía del mundo. Pero, el peligro del imperialismo americano, nos insinúa el arzobispo, es mayor que el de la URSS y el de China, como lo demuestran Hiroshima y Nangasaki.
     Con esa mentalidad de guerra inevitable, de incomprensión "contribuiremos siempre —nos advierte Helder Cámara— a cavar una fosa más honda, entre el Mundo Socialista y el Mundo Occidental, malamente llamado Cristiano". Estamos haciendo inevitable la "tercer guerra". La solución única es la solidaridad universal. Es decir: no hay sino una solución para el mundo y para la Iglesia en estos cruciales momentos: la solidaridad con el comunismo; no la coexistencia pacífica, tesis ya caduca, que sirvió como instrumento de trabajo, para hacer cesar las hostilidades y empezar el camino de la comprensión. El comunismo es irreversible; el comunismo está triunfando en todas partes. No nos queda sino asociarnos al comunismo, solidarizarnos con el comunismo, hacernos comunistas. Esta es una actitud derrotista, cobarde, anticristiana, indigna de un hombre, pero mucho más de un cristiano; es una actitud que en un obispo significa traición, apostasía. Don Helder Cámara, como Don Sergio Méndez Arceo, aunque vayan mitrados, no son ya pastores de la Iglesia de Cristo.
     ¿A dónde va Don Helder Cámara en este discurso totalmente político, digno de ser pronunciado en el Kremlin? A justificar la revolución o el comunismo de Cuba, que "sólo deseaba verse alejada del subdesarrollo", en el que todos los países latinoamericanos, como lo ha diagnosticado Paulo VI, se encuentran criminalmente sumergidos. "Quien deja a un pueblo aislado y sin salida, dice como experto estadista, "experto en humanidad" —como diría Paulo VI en la ONU—, es responsable de los desvarios a que él es llevado".
     Pero, Cuba no está aislada; está muy protegida por el poderío militar de la URSS y también de la China Roja. Luego, no el mundo libre que se defiende, sino los imperialismos comunistas, que están aliados con la Cuba de Fidel, son los responsables de sus frecuentes y condenables desvarios, prueba fehaciente de lo que es el comunismo. Dialogar con Cuba, abrir las puertas a Cuba comunista, es quitar la cuarentena sanitaria; es dejar que el "caballo de Troya" entre a nuestros países; es aceptar la propagación de las guerrillas; es admitir que el comunismo nos domine. Como escribe García Treviño, "si, en palabras, Fidel trataba de sacar a Cuba 'del subdesarrollo y de la miseria', en los hechos, ha agravado tremendamente la segunda, y esto no es ni puede ser desarrollo. Si con la lengua quería para la Isla autodeterminación, para conservarse en el poder, la ha hecho mucho más dependiente de Rusia que antes lo era de los Estados Unidos". Cuba es un peligro real, no ficticio, para toda la América Latina, porque en Cuba se adiestran y financian los guerrilleros, los secuestradores, los terroristas; porque Cuba exporta los dirigentes de la subversión, como lo demuestra el caso idealizado del "Ché" Guevara.
     Conviene tener presente este discurso de Don Helder y este mi comentario, para comprobar la tesis de mi libro: el YO ACUSO que con sentido de responsabilidad y de verdad hago, ya desde ahora, a los elementos progresistas, especialmente a los eclesiásticos, responsables de la gran tragedia de América Latina.
     Y ya que estamos en esto, me voy a permitir copiar ahora una carta al Obispo de Cuernavaca, por el Lic. Agustín Reyes Ponce, del 31 de agosto del año pasado de 1971.
    "Sr. Don Sergio Méndez Arceo.
     Obispo de Cuernavaca.
     Cuerrnavaca, Morelos.
     Muy señor mío:

     "Quiero ante todo asegurarle a Ud. que no le escribe ningún conservador... Pero, tampoco soy, uno de esos autollamados 'progresistas'... "Dentro de ese espíritu, vi con agrado, y con orgullo, que un prelado nuestro, el obispo de Cuernavaca, intervenía en forma maciza y original, en cinco o seis ocasiones, en el Concilio. Cierto que había en sus ideas elementos que yo sentía no poder compartir. Pero, consideraba que, al dirigirse al conjunto de los obispos del mundo, convocados por el Pastor Supremo, las ideas contradictorias tenían que aparecer, necesaria y aun fructuosamente, para hacer que, por fin, surgiera lo debido, aunque cada opinión careciera aisladamente de valor definitivo, como no lo tienen las alagaciones del fiscal y del defensor. No eran "el Concilio", sino elementos para llegar a las verdaderas conclusiones de éste: sus Constituciones, sus Decretos y Declaraciones promulgadas, únicos i|ur pueden considerársela voz conciliar.
     Por desgracia, en forma gradualmente acelerada, tuve que ir cambiando mi opinión... Pienso que los éxitos logrados por Ud. en el Concilio (?), y la atracción que ejerce por su sistemático afán de novedades, principalmente en los sectores extraños al catolicismo, lo han conducido insensiblemente, a cierta actitud exhibicionista... No hay tema, no hay problema, no hay lugar, no hay semana casi, en que no se publiqué una frase, una declaración, etc., del Obispo de Cuernavaca. Lo grave del caso es que, no sólo por ese carácter episcopal, sino, sobre todo por el tono de sus palabras, deja la impresión de que por su boca habla, no una persona privada, ni un teólogo, ni un obispo, ni un político, sino la Iglesia Universal o, por lo menos, la Iglesia Católica en México.
     "Creo que los católicos mexicanos tenemos el derecho de sentirnos representados, ante las demás confesiones, la nación y el mundo, sólo por nuestros legítimos pastores, y no por quien, por habilidad, extroversión o audacia, aun con las mejores intenciones, está ofreciendo una imagen, que no es la que, ni jurídica, ni realmente le corresponde. Por supuesto no me refiero a lo que haga en su diócesis y para sus diocesanos (¡infelices diocesanos e infelices clérigos, que, cuando no se doblegan, son perseguidos, por los perros de su Excelencia! Esta es nota mía)...
     "La última —y ya plenamente desafortunada manifestación de esa postura exhibicionista, y de su creciente intromisión en rebaños que no le han sido confiados—, lo constituye lo que podríamos llamar el "affaire Puebla". El obispo de Cuernavaca, para satisfacer sus ansias de orientación pastoral de ovejas de otro pastor —pues no creo que lo hiciera por su encargo—, en una manifestación popular, que Ud. mismo menciona con el título: Don Sergio en la calle"... pensé mucho en el grave daño y la honda perturbación que iban a causar su actitud y sus declaraciones... de que el socialismo es lo que debe ser y va a imperar. Y su declaración contra el celibato eclesiástico, donde lo que me pareció, ya no sólo sin altura teológica, sino impropio de la seriedad de un obispo, fue el chiste (?), que le atribuyeron los periódicos: 'lo que les deseo a los sacerdotes casados es que tengan buen ojo para escoger'.
     "... El motivo que me hace escribirle es cierta innata rebelión a que aparezca hablando, a nombre de la Iglesia en México, y de sus fieles, un prelado carente de todo encargo para hacerlo, pues no sé que se lo hayan encomendado ni el Papa, ni la Conferencia Episcopal, ni, en el caso, el Arzobispo de Puebla, ni siquiera la mayoría de los católicos poblanos. Si un grupo de ellos estaba deseoso de ser orientado por Ud., bien pudo, en último caso, llamarlos a su diócesis, para ilustrarlos, mas no ir a indoctrinar ovejas ajenas, en redil ajeno.
     "Quizá apelará Ud., para justificar su actitud, a la colegialidad episcopal, ya que en LUMEN GENTIUM se señala: 'En cuanto miembros del Colegio Episcopal y como legítimos sucesores de los Apóstoles, todos deben tener aquella solicitud por la Iglesia universal, que las instituciones y preceptos de Cristo exigen'. Pero, quisiera recordarle que en la misma se señala que 'cada uno de los obispos, puestos al frente de la Iglesia particular, ejerce su pastoral sobre la porción del pueblo de Dios, que se le ha confiado; no sobre las otras Iglesias, ni sobre la Iglesia Universal'.
     "Y en la Constitución CHRISTUS DOMINUS (n° 11) se expresa: 'La diócesis es una porción del pueblo de Dios, que se confía a un obispo, para que la apaciente... Cada uno de los obispos, a los que se ha confiado el cuidado de una Iglesia particular... apacienta sus ovejas en el nombre del Señor, desarrollando en ellas su oficio de enseñar, de regir, de santificar'
     "Mas, no creo que sea necesario prolongar los argumentos de tipo conciliar... para demostrar que su desafortunada interveneción en Puebla, culmen de una actitud permanente de intromisiones, en temas y lugares ajenos, se sale de su misión como obispo de Cuernavaca. Creo que la más elemental educación —que deriva de la dignidad de la persona humana, que Ud. tanto defiende— indica que una persona no puede irse a meter en casa ajena, a asumir las funciones, que en ella no se le han encomendado...
     "Que el obispo de Cuernavaca, dentro de su diócesis, para sus súbditos, o en lo que a ellos respecta, exprese ideas conservadoras o progresistas, sensatas o incoherentes, en tanto siga siendo obispo de esa diócesis, confirmado por la Iglesia y las autoridades jerárquicas de la misma, nadie se lo puede discutir. Podremos objetar lo que diga, en cuanto ideas que permean otros sectores, dan buen o mal ejemplo a otras diócesis; no como extralimitación de su función episcopal. Pero que progresando en una actitud intervencionista, que parece presentarlo como el único capacitado en México para hacerlo, corregir o complementar a los demás obispos, creo que va, no sólo en contra de las disposiciones eclesiásticas y conciliares, sino en contra de la más elemental educación, y tiende a crear mi ambiente de división, de desconcierto y confusión entre los creyentes...
     'Las objeciones de Ud. —al menos en lo que puede desprenderse de la información aparecida en 'EXCELSIOR'—, siguen el esquema usual de los superficiales contestarlos de estos pobres tiempos: el empleo de palabras y frases de impacto. Lo que Ud. ataca en la pastoral de Mons. Márquez es su "triunfalismo", "el empleo de una eclesiología preconciliar", su "tradicionalismo", su "autoritarismo", "el apoyarse en textos pontificios no sujetos previamente a una exégesis más minuciosa" ... la "falta de confianza en el Espíritu...
     "Pero hay un capítulo un poco más explícito; es el caso del marxismo. Lo que encabeza esta sección dice textualmente:
     'HOY POR HOY, EL MARXISMO ES LA MAS POTENTE IDEOLOGIA DEL MUNDO. DESCUBRAMOS SU FUERZA SIMBOLICA...

     He aquí una carta que nos describe, a grandes rasgos, la figura pintoresca del ya conocidísimo obispo de Cuernavaca, Don Sergio VII. Después de mi libro "Cuernavaca y el Progresismo Religioso en México", que causó, entre los muchos timoratos que hay entre nosotros, admiración, espanto y casi escándalo farisaico, han abundado los francotiradores, que, ya sin miedo alguno, le han dicho y le dicen a Don Sergio Méndez Arceo algo de lo mucho, que, sobre su persona y sus hechos y dichos, podría decirse. Sin embargo, esta carta toca puntos capitales, que merecen algún comentario, en este libro de más amplia y comprensiva visión. Don Sergio Méndez Arceo, en otros tiempos, ya hubiera terminado el la "Villa del Olvido", como su venerable hermano, en el Episcopado y en la Logia, Don Eduardo Sánchez Camacho, el infortunado obispo de Tamaulipas. Pero, ahora, en estos tiempos de "aggiornamento", de "ecumenismo" de "diálogo", de "libertad de conciencia" y de "exoneración a los judíos del crimen del deicidio"; en estos tiempos en que "Lutero ha sido reivindicado", hasta poderse afirmar la "convergencia del heresiarca con el Vaticano II" —y esto no por mí, sino por un purpurado de la Iglesia, el cardenal Willebrands—, Don Sergio sigue en posesión pacífica de su diócesis, con admiración y escándalos de propios y extraños. Y no es esto lo más, como advierte en su carta el Lic. Agustín Reyes Ponce; lo sorprendente, lo inexplicable, lo más grave del caso es que Don Sergio, con todas las facilidades que le dan los numerosos autobuses de pasajeros, que discretamente él posee y cuyas pingües ganancias él disfruta, puede moverse por todo México y el extranjero y hacer su "moderno apostolado" de subversión pastoral, por todos los Estados, por todas las diócesis de la República. Y esto ¿por qué? Pues, porque como él mismo lo dice, es amigo personal de Paulo VI y porque cuenta además con el respaldo, si no de todos, de casi todos sus hermanos en el Episcopado. Don Sergio, para unos, entre los cuales debemos numerar en primera línea a los jesuitas de Río Hondo y a todos los de la "nueva ola", es un superhombre; es el más destacado miembro de nuestro Venerable Episcopado, incluyendo a los dos purpurados. He ahí la razón de la libertad con que se mueve, entra y sale, para adoctrinar o "apacentar" (la metáfora es más evangélica) las ovejas de otro rebaño. Don Sergio se cree casi un Papa, después del Concilio; tiene la sicosis del Concilio; como si en todas partes se sintiese en la tribuna popular a conciliar, defendiendo, con voz indeficiente, a sus hermanos "los hijos de nuestro padre Abraham" y a todas las actividades de esos hijos de la Alianza.
     La tesis cumbre de su perorata en Puebla fue la que expresa el alma de su dinamismo, la que lo identifica con Don Helder Cámara, la que le ha valido su respaldo episcopal y su amistad con el Pontífice: "HOY POR HOY, EL MARXISMO ES LA MAS POTENTE IDEOLOGIA DEL MUNDO". Como si se dijera: El mensaje cristiano, aunque creíamos que tenía una vivencia eterna, ha sido "superado" (la expresión es de ellos) por el mensaje de Carlos Marx, el nuevo mesías, el nuevo cristo, que ha de salvar al mundo, que está en peligro de una guerra nuclear. Don Sergio es ahora el nuevo Lázaro, no el de la resurrección, sino el del Jiquilpan —por cierto su pariente y correligionario y amigo— que, con mitra o sin mitra, hace intensa demagogia lo mismo con sus diocesanos, que con los turistas, que van a "ver" el show de la "Misa Panamericana", que con los estudiantes de las Universidades oficiales, que con los miembros del Club Rotario o de los Leones. Hasta en las logias encuentra el nuevo Lázaro una tribuna propia. ¡Así anda el mundo!
     Dicho algo de estos dos importantísimos personajes, que, a no dudarlo estuvieron en Bogotá, durante el Congreso Eucarístico, y estuvieron también y actuaron en Medellín, volvamos a comentar los pronósticos de los dos curas españoles, periodistas ambos, que predijeron, por cierto con bastante atingencia, lo que Paulo VI iba a decir en sus discursos, durante su estancia en Colombia.
     Los curas-periodistas españoles dan por hecho que el Pontífice tocará el tema central del "desarrollo", es decir, de "la emancipición de América Latina", de los "pueblos subdesarrollados", del "tercer mundo". Pero, "frente a la tentación de la violencia" (¡terrible y persistente tentación que hoy cerca la conciencia de los eclesiásticos!), el Papa será enfático en señalar la solución de la presión activa, que en el Continente ha tenido como vocero al arzobispo de Olinda y Recife y a su venerable hermano el obispo de Cuernavaca.
     "PRESION ACTIVA". ¿En qué consiste y sobre quienes se hará? Esto no lo dijeron los curas españoles; pero claramente se deduce —y los posteriores sucesos así lo dicen— se trataba de presionar activamente a los gobiernos, a los Jefes de Estado, y también a los laicos, empresarios, obreros, terratenientes y campesinos, aunque a unos de un modo y a otros de otro. Es necesario hacer sonar a vuelo la campana de la libertad, para destrur las viejas y caducas estructuras y apresurar así el parto del nuevo mundo, que ya se avecina, según los inconfundibles "SIGNOS DE LOS TIEMPOS". El Génesis dice que Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza; nosotros decimos ahora que es necesario hacer a Dios a imagen y semejanza del hombre.
     Una observación, antes de terminar este comentario a los augurios hechos por estos "expertos" en cuestiones vaticanas y en cuestiones de humanidad. Los dos son curas y los dos son españoles, y esta circunstancia hace más incomprensible y más vergonzoso su lenguaje. "Los planteamientos de Paulo VI ante el CELAM serán aún más avanzados que la misma encíclica POPULO RUM PROGRESSIO". "Esos discursos (del Pontífice) dejarán chiquito al mismo Mons. Helder Cámara".     España sabe muy bien lo que es el comunismo. Una guerra, en la que mueren un millón de hombres, no puede ni debe olvidarse fácilmente. Los curas españoles tuvieron que sufrir todo el rigor y la crueldad del ateísmo militante. Y sin embargo, ahora algunos de ellos, entre los cuales hay no pocos jesuitas, —¡quién lo dijera!— coquetean con sus mortales enemigos, usando su lenguaje, aceptando su doctrina, celebrando sus victorias y haciendo propaganda de sus consignas. Sa han alineado, secreta o públicamente, en sus filas, para implantar el soñado paraíso de una sociedad igualitaria, de una sociedad sin clases.
     España ha aceptado, con una obediencia falsa y entreguista, incompatible con la actitud y la doctrina de sus grandes teólogos; todas las reformas, que destruyeron su unidad nacional, abrieron las puertas al enemigo (que ya está dentro de España), facilitaron la protestantización de innumerables españoles, vaciaron sus seminarios y noviciados, aseglararon al clero y hasta a algunos obispos, hicieron perder la fe de muchos, especialmente jóvenes, acabaron con toda la piedad sólida, ilustrada y fecunda de los católicos españoles, facilitaron la inmoralidad y el libertinaje y destruyeron así la esencia misma de la hispanidad. No quiero hablar mal de España, a la que siempre he profesado un amor filial; pero no puedo menos de lamentar esa pasiva tolerancia, esa cobardía, ese entreguismo con el que el clero español, incluyendo a la Hermandad Sacerdotal, en la que tanto esperábamos, ha aceptado todas las profanaciones eucarísticas, que hoy vemos en la Península, con igual o mayor profusión, que en otros países.
     Cuando empezó a descararse el "progresismo", en la primera sesión del Vaticano II, yo volé a España y hablé con Cardenales, Obispos, Teólogos y hasta con algunos miembros del gobierno Español. Yo creía en España; yo estaba seguro que, como en Trento, los teólogos y prelados españoles darían la batalla, para desenmascarar al enemigo, que, infiltrado en la Iglesia, quería hacer alianza con el comunismo, con la masonería y con el judaismo internacional. Pero España, esta vez, no estuvo, ni está a la altura de su historia, de sus tradiciones, de su ciencia. Los obispos españoles tuvieron miedo de comprometerse, de hacer el ridículo, de desagradar al Papa, porque el enemigo —ellos bien lo veían— había escalado las alturas, y aceptaron lo que ni su ciencia, ni su conciencia podía nunca aceptar. Las componendas empezaron en España; y, lógicamente, tenían que seguirse en los países descendientes de España, en América.
     Ni son sólo los eclesiásticos; también el Gobierno español ha olvidado las gestas de antaño y se ha aliado a los mismos a quienes antes combatió.
     Y el "progresismo" ha cundido en España con una virulencia increíble. No estoy hablando de las excepciones, de las magníficas resistencias que todavía quedan, sino de la turba magna, de las mayorías. Muchos sacerdotes, pretextando motivos pastorales, se han rebelado contra las autoridades civiles y eclesiásticas y aún han llegado a unificarse con los grupos secretos del comunismo, que en la península no faltan, y con los mismos organismos de carácter internacional. En España hay más comunismo del que ordinariamente se cree. El régimen reprime, encarcela y juzga; pero, el proceso de Burgos del año pasado, contra los terroristas, miembros de la ETA, con la intervención de dos obispos y del Papa, adelantándose a la misma sentencia de los tribunales militares, nos está demostrando, que, con la ayuda de los curas subversivos y de los monjes de Monserrat y de los obispos de ideología y actividad "pastoral" de extrema izquierda, la chispa sorpresiva puede volver a convertir en un campo de batalla a la España Católica. Con una diferencia: ahora ya no existe la mística maravillosa de la pasada guerra. El campo está muy trabajado y minado por el enemigo.
     Yo considero más peligrosa y más culpable esa "moderación" esa "prudencia", ese —llamémoslo así— "equilibrio" de algunas derechas españolas, que ven el peligro, dicen que luchan, pero no quieren ver la realidad espantosa que el mudo está viviendo. El mundo, he dicho; pero principalmente España, la España que en el siglo XVI levantó la Contra-reforma y en el siglo XX ha hecho mil equilibrios teológicos, para defender y practicar la actual "REFORMA", indiscutiblemente más nociva, más destructora que la "superada" Reforma de Lutero.
     Los universitarios de Madrid destruyen y lanzan a la vía pública un crucifijo, que estaba colgado en una aula de clases: y, sin embargo, Madrid no se estremece, sigue su ritmo de negocio, de diversión y fiesta. Frailes y curas se quitan la sotana o el hábito, para no ser conocidos, para ocultar su carácter clerical, para poder mezclarse con el pueblo y asistir a sus cines, y frecuentar sus fiestas, y tomar parte, cuando las circunstancias lo demanden, en las manifestaciones y motines callejeros. La libertad religiosa ha abierto las puertas de numerosas iglesias protestantes, especialmente de los "Testigos de Jehová", y no pocas sinagogas, abolido ya el decreto de expulsión de los Reyes Católicos. ¿Qué pensarían ahora Isabel y Don Fernando, el Cardenal Cisneros, San Juan de Avila y todos los teólogos y santos, con los que España enriqueció al mundo? ¡Pobre España, despojada por sus mismos prelados, de su unidad religiosa, que era el vínculo de su unidad política y social, el aglutinante y la fuerza del pueblo!
     Los "expertos" o periodistas españoles, que anunciaron a la prensa bogotense los temas que el Papa Montini iba a exponer, en sus bien premeditados discursos, parecían poseídos de una euforia especial, cuando escribieron que los planteamientos del Pontífice, ante el CELAM, serían más avanzados que la misma encíclica POPULORUM PROGRESSIO y que los discursos papales dejarían "chiquito" al mismo Mons. Helder Cámara. No me sorprendieron leer estas afirmaciones en la prensa de Bogotá. La libertad, la impunidad escandalosa con que Don Helder Cámara, Don Sergio Méndez Arceo, el Primado de Bélgica, el de Holanda, —por no decir nada de las Conferencias Episcopales, incluyendo también la de España— nos está diciendo que estos voceros oficiosos cuentan con un respaldo poderoso. La incógnita terrible, que, ante nuestra conciencia católica, plantea la nueva Iglesia postconciliar es sencillamente terrible y angustiosa. Yo creo y profeso el dogma luminoso del Primado de Pedro y el de la infalibilidad pontificia, tal como fue definida por el Vaticano I. Yo me adhiero firmísimamente a la doctrina católica sobre el Primado de Jurisdicción y de Magisterio del sucesor de Pedro. Yo creo en el Concilio Ecuménico y Dogmático Vaticano I; pero estas mis creencias arraigadas, por las cuales daría mi vida, no me impiden ver la parte humana, las sombras manifiestas, que, en la actualidad, parecen oscurecer la "Catedra de Pedro".
     A pesar de distraer quizá la atención del lector, me voy a permitir publicar aquí una Carta Confidencial y unos Informes publicados en Madrid, el año de 1963, poco antes de empezar la Segunda Sesión del Vaticano II, y que se repartieron en Roma a todos los Eminentísimos Cardenales y Excelentísimos Sres. Arzobispos y Obispos de ESPAÑA, PORTUGAL Y AMERICA LATINA. Esa información y esa carta pueden dar bastante luz para interpretar debidamente, así el Congreso Eucarístico de Bogotá, como la tragedia presente, por la que está pasando el mundo, pero muy especialmente la América Latina.

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