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lunes, 10 de junio de 2013

La herejía agnóstica de la “nueva iglesia”



Por el Dr. Homero Johas

Quien estudie la encíclica "Pascendi" de San Pio X y el "Decreto Lamentabili" que la acompaña, luego comprenderá que la "nueva iglesia católica", instituida a partir del Concilio Vaticano II, se funda en el Agnosticismo, en el Ateísmo de los masones enemigos disimu­lados de la Iglesia de Cristo. El Agnosticismo niega la verdad universal, absoluta, inmutable, y coloca las opiniones humanas individuales y libres, como falsas "verdades", "de cada uno para si". El Vaticano II hace lo mismo. El Modernismo agnóstico coloca en su base la "evolución de la verdad" con las voluntades humanas y con los tiempos. Y el Vaticano II hace lo mismo. Tal doctrina agnóstica coloca un "movimiento re­ligioso" según los tiempos y opiniones individuales, sin verdades universales, necesarias, de origen divino, transcendentes a los tiempos y opiniones humanas individuales. Y el Vaticano II hace lo mismo.

El Agnosticismo fue rotulado como "Filosofía moderna" y base de los agnósticos Berkeley, Hume, Kant, Hegel y la Masonería introdujo esa filosofía falsa en la Ciencia a través de Darwin. Einstein, Freud. El Relativismo arbitrario de Einstein, no es sino el arbitrio hu­mano colocado encima de la Lógica racional y de la Dogmática procedente de la autoridad del único Dios verdadero.

Con el Agnosticismo todo es arrasado en la Ciencia verdadera y en la Religión verdadera. Gregorio XVI ya denunciaba que los innovadores querían cambiar la obra divina en obra humana moderna, regida por ellos. Y el Plan de 1918 de la Masonería confirma eso. El arbitrio humano individual, de los masones, agnósticos y ateos, se coloca encima de la Ciencia realista y de la Religión con la Fe de origen divino, la creída en la autoridad divina sobre los juicios y voluntades humanas. La verdad universal será regida por el arbitrio individual de los hombres en la Ciencia y en la Religión. Así el único Dios verdadero estaría abajo del arbitrio de sus enemigos, democráticos, mayoritarios.

            Donde el Catolicismo debería ser "reformado" todo, para así conformarlo con el Agnosticismo de Hume o Kant, o con el "libre-examen" de Lutero, o con el "sistema arbitrario" de Einstein, o con los fraudes del Evolucionismo de Darwin, o con la voluntad de los masones de la Revolución Francesa.

            De este modo la autoridad monárquica de Cristo y de la Sede de Pedro, debería ser mudada por el acervo de opiniones de una Democracia agnóstica, variable al arbitrio de los hombres, en las va­riaciones de los tiempos. Todo "evolucionaria": "según las circunstancias concretas" y las opiniones de los "teólogos" auto-promovidos. Hoy la "nueva iglesia" concede todo, hasta los mismos ritos tradicionales de San Pio V; hasta que se rotule como herético el Vaticano II, o sus papas agnósticos, menos un papa católico, fiel a las verdades universales necesarias venidas de la autoridad divina. Los Evangelios persisten, mas con otras interpretaciones falsas, opuestas a la del Magisterio universal de la Iglesia y seguidores de la libertad individual humana. Todo lo que no sea el arbitrio humano individual, agnóstico, es destruido por la acción de los enemigos de la verdad universal necesaria, venida de la autoridad divina. No queda nada sino la voluntad de la mayoría humana, de naturaleza pagana y politeísta. Nada si no la Democracia agnóstica, rotulada falsamente como "cristiana", "con poder supremo colegiado".

            El Decreto "Lamentabili" lamenta el éxito de los masones entre los que se dicen "católicos", que quieren la "evolución del dogma", la perversión de la fe verdadera universal por las opiniones de los enemigos del Dios ver­dadero. "Tales errores se difunden todos los días entre los fieles, corrompiendo la Fe". Infiltrados entre los fieles, usurpando el nombre de católicos, de fieles, de tradicionalistas, de sedevacantistas, de miembros del "coetus fidelium", tales personas intentan pervertir las normas del creer y del hacer. Pio XII lamentó la Moral de Situación, individualista; y miembros de la "nueva iglesia" extienden esto a los dogmas y a las normas del hacer católico: "cada uno se ordena a si mismo por sentencia del propio espíritu", por "juicio propio”, "criterio propio", "fe propia", "normas propias", "derechos propios individuales", "libres", para "no seguir la verdad". Quien no perciba esto será arrastrado por los fraudes del Relativismo, individua­lista, agnóstico, ateo. Oseas Profetizó: "Por falta de conocimiento mi pueblo perecerá". La "operación del error" fue profetizada por San Pablo (2 Tes. II, 1-11).

            Veamos las sentencias anti-católicas de los modernistas. Hablan sin pruebas. Sin verdades universales, quieren imponer sus opiniones opuestas a ellas. No responden a las refutaciones históricas de sus errores. Quieren "el silencio de los impíos en las tinieblas". Cambian las definiciones de los términos. Invierten la verdad y los errores. Conceden una cosa y niegan otra. Disimulan, mienten. Con la "evolución de la doctrina" pervierten la fe universal transcendente a las opiniones humanas y a los tiempos. Cristo, en vez de Dios, será apenas hombre. Las Escrituras serán obras humanas. La Sede de Pedro no tiendrá poder divino. La Teología variará según el consenso entre "teólogos" fieles con los ateos o herejes. Los Sacramentos serán obras humanas, libres. La Iglesia será un "movimiento" de hombres, mutable con los tiempos. Este cuadro es el que está bajo el Relativismo individualista de la "nueva iglesia católica", regida por enemigos disimulados de la fe verdadera, de la Iglesia verdadera, del único Dios verdadero.


            Bajo el nombre falso de "progreso" el Agnosticismo quiere cambiar las verdades universales por las opiniones y errores individuales. Quiere retirar la fe universal y mudarla a las herejías individuales. Quiere retirar lo necesario y colocar lo libre; quitar lo divino y colocar lo humano. Retirar el Monoteísmo y colocar el Politeísmo. Quiere igualar la verdad a los errores. Quitar la inmutabilidad de la verdad y substituirla por la mudanza de las opiniones humanas individuales. La Geometría, las fuerzas intensivas de la materia, los eclipses del Sol, los saldos bancarios,  no evolucionan conforme los arbitrios individuales. Donde quieren mudar las "doctrinas perpetuas", de la Iglesia visible y perpetua, por "movimientos religiosos" humanos, liderados por algún agnóstico o ateo, como el de los Neo catecúmenos de la "nueva iglesia". Y personas que se dicen "católicas" y hasta "tradicionalistas" defienden tales variaciones heréticas en el credo, apoyando a los herejes públicamente. Unas defienden el "orden político" católico, contra la Revolución Francesa, pero defienden la orden agnóstica y atea dentro del orden eclesiástico de la Iglesia verdadera. Afirman tales agnósticos una "evolución de la doctrina cristiana" entre los propios Apóstoles; San Pablo y San Juan. "Críticos" agnósticos y ateos, relativistas, como si fueran los jueces de la verdad, afirman la inexistencia de "identidad" de doctrina entre los teólogos, como si todos fuesen católicos y como si el dogma católico procediera del acuerdo o consenso de los teólogos.

            Dicen que no tiene el "mismo sentido" las interpretaciones libres y agnósticas de la Biblia, los que usan el "libre examen" de Lutero y los que siguen el Magisterio de la Iglesia, relativizando la "verdad"; "para tal crítico" y "para el católico", como si la Ciencia de Dios viniese del Relativismo agnóstico humano y no de la autoridad suprema y universal de un solo y mismo Dios verdadero.

            Relativizan no solo cuanto a las "opiniones", también en cuanto a los tiempos; la verdad: "para el tiempo primitivo" era una; "para nuestro tiempo" es otra. Ella evoluciona con las "consciencias" individuales y libres. Y el Vaticano II defiende el derecho de cada uno de seguir "su consciencia" individual y no a la universalidad de la doctrina y ley divina. Es ateo, agnóstico, relativista.

            Donde dicen: "doctrinas inmutables" no se concilian con los "progresos modernos", como si el Agnosticismo y el Liberalismo arbitrario fuese "progreso" y no perversión y negación de la verda­d universal. Tal falso "progreso de la Ciencia", regida por el arbitrio de los ateos: "requiere la reforma de la doctrina cristiana" sobre todos los puntos: Dios, Cristo, Creación, Revelación, Redención, Iglesia. Sacramentos, poderes...

            Nada queda de la verdad divina y católica. Considerando el Agnosticismo falso como la "verdadera ciencia", dicen: "El Catolicismo no, si no se concilia con la verdadera ciencia". Y agregan: "a no ser que se reconcilie con el Liberalismo, con el progreso; con un Protestantismo liberal". Esto; "sin discriminación" entre verdad y errores en materia religiosa. De ahí resulta el "derecho de no seguir la verdad" y la "igualdad" ecuménica entre la verdadera y las falsas religiones. Es la lucha eterna entre la verdad y los errores; entre el Dios de la verdad y el Padre de la mentira. De ahí resulta la "operación del error" para los que "no aman la verdad" (2 Tes. II, 1-11). De ahí resulta esa "evolución de la verdad" de los agnósticos y del Concilio Vaticano II. El Concilio Vaticano I impone el anatema a los que quieren "otro sentido" para los dogmas de la doctrina católica "siguiendo el progreso de la ciencia" (D.S.3043), sin "conservar perpetuamente el mismo sentido que una vez declaro la Iglesia" (D.S.3020). He aquí la oposición entre la Iglesia Católica y la falsa "nueva iglesia católica".

            Isaías condenó a los que mudan la luz en las tinieblas y las tinieblas en luz (Is. V ,20). Ahí está la base de la apostasía de la "nueva iglesia católica", oculta en las tinieblas y disimulaciones; en la voz del Dragón queriendo simular ser la voz del Cordero (Ap. XI, 3); con la voz de los lobos disfrazados de pastores, de ministros de Cristo.

2. La negación de la Divinidad de Cristo

            La "nueva iglesia", con los agnósticos y ateos, pervierte la in­terpretación de la Persona divina de Cristo. Afirma que Cristo "prefirió decirse Hijo del hombre", que él "completó en la cruz, la revelación" y conquistó la "verdadera libertad", esto es aquella que profesa el "derecho de no seguir la verdad"; que "no diferencia por razones religiosas" entre verdad y error. Él es mera "manifestación" por la cual Dios se manifestó a si mismo. Él "atrajo y convidó" a los hombres, sin importar mandamientos y doctrinas de la fe, bajo pena de condenación eterna. Sus milagros no fueron para mani­festar su autoridad divina, sino para "confirmar la fe de los oyentes". Él no uso de la "coacción exterior" contra los vendedores del Templo. Él dejo la venganza "solo para Dios, solo en el último día" sin dejar en la Tierra la autoridad divina de los ministros de Dios, en la Iglesia y en el Estado, con dos espadas contra los malos. El Concilio no cita, calla, sobre los textos de San Pablo sobre el ministro de Dios: "vengador en la ira contra los que hacen mal" (Rom. XIII, 1-7). Cristo "ordenó que la cizaña creciese", de modo igual a el trigo. No quiere que el orden político "dominase por la fuerza" a los malhechores. Deja el poder civil no subordinado a los verdaderos "derechos superiores de Dios", superior a la Iglesia Católica. Donde confiesa a Cristo como simple hombre; no con autoridad divina. Hace de Cristo un agnóstico y liberal.

            Eso viene de los modernistas que dicen: la Divinidad de Cristo no es probada por sus obras, milagros, profecías. Ella es mera opinión de la "consciencia" de algunos que son cristianos. Cristo, dicen: "no tenia intención" de afirmarse como el Mesías. Sus milagros no prueban ser el: "verdadero y natural Hijo de Dios". Esta es la doctrina mo­dernista, atea, sin Dios.

            Cerrando los ojos a la resurrección de los muertos, hecho por Cristo, dice el agnóstico, sin fe, que la resurrección de Cristo "no es hecho histórico"; es opinión de la "consciencia" de algunos; es apenas creencia en la "vida de Cristo junto de Dios". Todos los Apóstoles y cristianos estarían errados. Y el Sr. Ratzinger repite esto.

            La "muerte expiatoria de Cristo" seria opinión subjetiva e indi­vidual de San Pablo. Los modernos ateos vivieron en el siglo primero y son los únicos que conocen la "verdad" real, "agnóstica".

            Teniendo la opinión de la "consciencia" de los Apóstoles, como doctrina de la Ciencia divina infalible de Cristo. Los Concilios estarían todos errados. Cristo tendría "errores", como los otros hombres. Según la "nueva iglesia católica", nada quita de la integridad del credo católi­co: retirando la Divinidad de Cristo, la fe católica se hace como las religiones paganas. El Dios de los católicos seria "el mismo dios de los musulmanes"; igual a Shiva, o Buda, o a Lucifer. "Quien no crea ya está condenado". "Quien no está con Cristo, está contra Cristo".

            Pio IX enseño que la doctrina ecuménica es la de una "falsa religión" opuesta a la "divinamente revelada" (Mortalium ánimos). Y, entretanto ella usurpa el nombre de "nueva iglesia católica", para, disi­muladamente, engañar a los fieles.



3. Cambio de la doctrina

            Quieren cambiar la única Iglesia verdadera, del único Dios verdadero, con la única fe verdadera, por otra "nueva" por una falsa iglesia, opuesta a la única verdadera. La verdad no contradice a la verdad; no es libre, individual. No viene de la opinión subjetiva de nadie mucho menos de un agnóstico y ateo. Entretanto el agnós­tico modernista tiene la pretensión de penetrar en la "mente de Cristo", para afirmar que él "no tuvo la intención" de instituir una Iglesia perpetua, "hasta la consumación de los siglos". No tuvo la intención de instituir una "sociedad duradera". Cristo, simple hombre, tenía instituido un movimiento "ligado a perpetua evolución"; sus doctrinas no serian "inmutables" como profesa la Iglesia Católica. Donde la "iglesia" de los agnósticos, y la del Vaticano II, proceden de la "evolución del pensamiento cristiano", no de Cristo. El agnóstico determina en Cristo solo un "pequeño germen" doctrinario que, durante los siglos, fue "perfeccionado" por los hombres. Y el Concilio dice que su doctrina viene de la "experiencia de los siglos, tornándose mas plenamente conocidas a la razón humana" (9.1): "El fermento evangélico operó durante largo tiempo en las mentes de los hombres para que, con el correr de los tiempos, los hombres reconocieran mas ampliamente la dignidad de la persona" (12,3). Está ahí declarado el origen humano, evolutivo, libre de la "nueva iglesia católica". Esta ahí su Agnosticismo y Relativismo meramente humano.

            Donde la doctrina de la Iglesia no viene de Dios, ni de la Sede de Pedro, con poder docente y regente de los fieles. Esta Sede es mencionada, con tal autoridad divina, venida directa e inmediatamente de Dios. Se niega el origen divino del primado de Pedro; viene de la Democracia agnóstica; no de la monarquía divina de Cristo. Seria cosa humana, arbitraria. La "verdad" estaría con los agnósticos, ateos, relativistas. La Iglesia fue "contraria al  espíritu evangélico". Sus doctrinas vienen de los hombres reunidos, decidiendo "en común", "entre si" (Lumen gentium, 22). La "verdadera iglesia católica" seria la de los agnósticos, ateos, adeptos de la libertad e igualdad religiosa.

4. La "teología" de los Agnósticos y ateos

            Según los agnósticos la razón es limitada por fenómenos sensibles subjetivos. El hombre es impotente para afirmar la existencia de Dios a través de las cosas materiales visibles. Donde excluyen a Dios de la "Ciencia" agnóstica y de la Historia de la humanidad. Donde excluyen la Teología natural y la Revelación cristiana exterior. Pervierten la razón; rechazan la naturaleza espiritual del intelecto humano. Rechazan la certeza de la existencia de Dios, por la razón, a partir de las cosas criadas. Rechazan la doctrina divina sobre el culto debido a Dios. Rechazan la "revelación exterior" y quieren una "experiencia interna", privada, de cada uno para si. Donde procede la doctrina del Vaticano II: cada uno con "su verdad"'; "su fe", sus "normas propias"; con el Relativismo y la arbitrariedad de los agnósticos. Cristo terminó en la Cruz "su revelación", dice el Concilio. La doctrina conciliar cambia en la "mente de los hombres" por evolución; cambia a lo que "los hombres de la época presente quieren" (15,1), de los "deseos de los espíritus" (1,5). Cada consciencia individual con "su revelación".

            La "libertad de consciencia" se aparta la verdad universal de la razón. "La razón humana, sin ninguna atención para con Dios, es el único arbitro de lo verdadero y lo falso, del bien y del mal, es ley para si misma, suficiente para cuidar del bien de los hombres y de los pueblos por sus fuerzas naturales" (D.S. 2903). “Todas las verdades de la religión se derivan de la fuerza de la razón humana" (D.S. 2904). Es la doctrina de los Racionalistas absolutos, de los agnósticos. Y del Vaticano II.

            El "critico" modernista es el agnóstico, afiliado a la "Critica de la razón pura" de Kant. El con sus opiniones individuales, "sus verdades", "sus leyes" quiere dictar para toda la humanidad que las doctrinas universales católicas "son históricamente falsas o dudosas". El agnóstico tiene su propia certeza, su verdad, de lo que es verdadero o falso. Y quiere imponer su falsedad a toda la humanidad, no agnósti­ca, no relativista, no subjetivista, no atea. Esta es "teología nueva" del Vaticano II, con su "evolución del dogma".

5. La negación del origen divino de las Escrituras

            El agnóstico, que ignora la verdad, natural, revelada, que rechaza la razón, afirma ser "ignorante" de la verdad de creer en el origen y autoridad divina de las Escrituras. El ignorante quiere ser el juez de la Ciencia, quiere ser sabio invirtiendo la luz y las tinieblas. La inspiración divina de las Escrituras, "para él", seria mero "aspecto peculiar" humano de escribir, usado por los evangelistas e "ignorado por los paganos".

            Los ateos modernos han presenciado los milagros y profe­cías de Cristo. El error de ellos es atribuir el "error" a Deus, a Cristo. El origen divino de las doctrinas bíblicas lo colocan como "opinión pre­concebida" de seres humanos, en cuanto, orgullosamente, apartan el "obsequio racional" del acto de fe. Quieren antes destruir la razón humana, para, por ese medio, por la voluntad de ellos, destruir el "obsequio racional" de los motivos racionales de credibilidad.

6. Contra el Magisterio docente de la Iglesia

            Fundados en el Agnosticismo y en el Humanismo sin Dios, pre­tenden los ateos tener  "exegesis científica" contra las "censuras" de la Sede de Pedro. Con el "libre-examen" el agnóstico pretende tener Ciencia, subordinando la autoridad divina de la Iglesia a las opiniones de los ateos. Con su "exegesis libre" dicen que la Iglesia "contradice los verdaderos orígenes del Cristianismo", la "verdadera Historia" seria la de ellos, agnósticos y ateos. El "sentido verdadero" de las Escrituras seria el de los no dogmáticos, libres, individuales, contradictorios entre si, sin Ciencia universal. La "verdad" se basa al arbitrio de cada uno y no de la autoridad divina dada por Cristo a "su Iglesia".

            Usurpan de la Iglesia la autoridad divina para, en materia de fe y de costumbres, juzgar las "Ciencias humanas", o ateas, o ag­nósticas, o fideistas. Conceden indulgentemente a la "Iglesia docente" el derecho de sancionar "las opiniones comunes de la Iglesia discente", esto es, el arbitrio humano de la mayoría. La "Ciencia religiosa" cambiaria a voluntad del pueblo y seria variable "con las circunstancias concretas". Se retira así el Magisterio universal de la Iglesia como fuente de lo que debe ser creído (D.S.3011). Y quieren "inmunidad de culpa" siendo subversivos, opuestos a los ministros de Dios, y arguyendo el juicio propio contra Dios (Rom. XIII, 1-7; Tit. III, 10-11). Quieren subversión libre, sin la espada del ministro de Dios contra los malos, sin "coacción exterior" contra sus errores y sus obras.

7. Destrucción de los Sacramentos de la Iglesia

            Sin la Divinidad de Cristo, sin origen divino de las Escrituras, sin verdad universal revelada, juzgan los agnósticos y ateos que el Concilio de Trento apenas emitió "opiniones" humanas, arbitrarias, opuestas a las ''investigaciones históricas" de los agnósticos y ateos. Los Sacramentos vendrían no de Cristo; sino de sus Apóstoles, por "inspiración de las circunstancias y acontecimientos" interpretando "ideas y la intención de Cristo". El fin de todos los Sacramentos seria apenas el de "despertar la idea de la presencia del Criador", en cuanto se aparta el conocimiento del Criador.

            El Bautismo seria "obra de la comunidad cristiana", adoptando un "rito anexo a una profesión de fe". El  Bautismo de los niños seria "evolución disciplinar" dividiendo en dos el sacramento; el Bautismo y la Penitencia. El agnóstico ve todo como juez de la Historia: "la Historia" agnóstica no distingue entre Bautismo y Confirmación. La Confirmación  no viene ni de los Apóstoles, ni de Cristo.

            La Historia del agnóstico "no acepta" lo que narra San Pablo sobre la institución de la Eucaristía. Y la "nueva iglesia" retiró esto de la Liturgia del Jueves Santo.

            La penitencia "reconciliación del pecador por autoridad de la Iglesia", no viene de Dios, es cosa de la evolución "indecorosa", no existente en la "primitiva Iglesia". La "verdadera Historia" es la de los agnósticos y ateos. Las palabras de Cristo sobre el perdón de los pecados, dice el libre-examen del agnóstico, no se refiere al Sacramento de la Penitencia. El agnóstico es el exegeta "verdadero" de las Escrituras.

            Santiago "no tuvo intención" de referir el Sacramento de la Extrema-Unción, dice el  libre-examen del agnóstico. El reconoce un "medio de la gracia", no con el "rigor de los teólogos" que lo volvieron un Sacramento.

            El Sacerdocio no es un Sacramento de origen divino, con un poder dado por Cristo a los Apóstoles. Es apenas una costumbre antigua: los mayores que presidian las cenas fueron llamados presbíteros; y los que vigilaban y ordenaban la comunidad fueron llamados obispos. Donde los Sacerdotes no tenían poder y misión de perpetuar la misión de los Apóstoles. No existe sacerdocio sacramental en la "nueva iglesia"; existe apenas "presidentes" de la Cena conmemorativa.

            El matrimonio solo apareció como sacramento después de la doctrina de la gracia y de los Sacramentos. Es obra tardía y humana de la Iglesia.

            Donde todos los "sacramentos" de la "nueva iglesia" son obras meramente humanas, venidas de la libre evolución de las costumbres con "formulas enteramente nuevas", humanas, libres, sin origen divino de Cristo, o de Deus. Donde no existe verdadera "Misa".

            El "Sacrificio expiatorio" de Cristo, no es "propicio" para pagar los pecados de los hombres. La revelación de Cristo "terminó en la cruz". La resurrección no es "hecho histórico". Tal es el nuevo "credo" modernista de la "nueva iglesia". El resto es opinión libre e individual de cada uno, sin verdad universal, necesaria, divina.

            Comparemos estas doctrinas del Modernismo con las de la "nueva iglesia" del Vaticano II y se verá claramente la obra de los enemigos mortales de la Iglesia Católica.



“Quien niega la fe universal en un solo punto, está fuera de la Iglesia”

(León XIII, Satis cognitum)
Traducción:
R.P. Manuel Martínez Hernández.

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