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sábado, 12 de junio de 2010

El buril que esculpe

LO QUE HAY QUE FORTALECER

El temple vence.
"Dios creó al principio al hombre dejándolo en manos de su consejo", dice la Escritura.
Creó la arcilla, y puso en sus manos un instrumento: la voluntad para moldearla.
Es el vigor del alma, una potencia libre, una responsabilidad moral. Una potencia que tiene por oficio vencer para gobernar. Una potencia con autonomía, un cuchillo de dos filos, para herir y herirse.
Se la puede considerar bajo dos aspectos: cuando ambiciona lo apetitoso, y cuando resiste lo áspero. Prescindiendo de la sensualidad, la voluntad ha de buscar lo mas perfecto, vaciándose en el molde de la voluntad divina.
De esta actitud depende su valor. No llegas a este mundo con una voluntad cuajada. No es patrimonio de los fuertes ni de los débiles, sino de los conquistadores.
No puede decir: Me tocó una voluntad débil, sino me hice una voluntad débil.
No tienes reponsabilidad porque tu inteligencia sea mas o menos privilegiada, pero sí de que tu voluntad sea mas o menos blanda. Dios no te preguntará cuanto sabes, sino cuan rectamente hayas vivido, ni cuanto has aprendido, sino cuanto has estudiado.
La clasificación que hacemos entre hombres grandes, y hombres débiles, estriba en la voluntad de cada uno.
El talento solo, fracasa.
El orador que persuade, lo hace a fuerza de voluntad, más que de retórica. Los verdaderos jefes arrastran por voluntad, por resistencia al trabajo. Los jefes teatrales pasan rápidos como la escena.
La energía espiritual tiene fuerzas ilimitadas: un baturro iba a morir de tifoidea en un hospital. Cuando se lo dijeron contestó: -Pues no me muero aquí, que voyme a morir a mi pueblo. Tomó el tren y se curó en el camino.
Cierto, tenemos que ser prudentes en lo que nos proponemos, pero tomada la resolución, hemos de ser tenaces en el propósito.
Las grandes resoluciones equivalen a golpes de estado de la voluntad, sobre las ideas anárquicas que la quieren dominar.
No hay más truco para llegar a la cima del ideal, de una voluntad firme. Esta firmeza suple la posible fragilidad del cuerpo como en San Pablo, o la debilidad del sexo, como santa Teresa de Jesús o en Dª Isabel de Castilla.
Hizo Dios las maravillas de la Creación y las juzgó buenas. Y dijo: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. Lo hizo rey de la Creación, dándole pleno dominio sobre ella.
El primer dominio que le dio, fue el de sí mismo, aun a pesar de la posterior rebeldía de las pasiones.
De todas las criaturas sólo el hombre posee el dominio de su destino. Imagen de Dios con energía para dominar todas las fuerzas de la naturaleza, dentro y fuera de sí.
Dios quiso que este dominio fuera con violencia de sí mismo. Nos hizo para grandes cosas: en los invernaderos se crían las plantas débiles, y en las serranías ventosas y frías los árboles, mástiles de los grandes transatlánticos. Con los ventarrones de fuera y la resistencia de dentro de tu voluntad llegará hasta la meta.
La lucha por el equilibrio de las pasiones es el común denominador de los hombres.
Si tienes una naturaleza tranquila, es posible que tu voluntad no esté fogueada, y esto es peligroso: eres hijo de Adán, y llevas en tu sangre fuego y energías que te pueden cambiar en otro hombre. Ríos de corriente pacífica forman remolinos y cataratas imprevistas, que engullen al nadador más experto si anda descuidado. Es necesario ir prevenido, con voluntad a punto de reaccionar.
El hombre desarmado es acometido por sus enemigos, y el hombre sin voluntad no tiene defensas. Como el escultor sin instrumental es impotente ante el mármol o arcilla. Seguirán siendo una masa informe.
Te achicas ante las dificultades y cada día crece más el complejo de impotencia. "La voluntad que no quiere obedecer, es siempre azotada por la desgracia" (Shakespeare).

Una fuerza sin límite
Dios no puso límite al esfuerzo espiritual como se lo señaló al físico. Sus efectos son insospechados. En lo material, una fuerza se vence con otra fuerza mayor, pero si tu quieres, ninguna potestad podrá doblegar el acero de tu voluntad.
Perdemos mucho cuando cedemos. Dios ha depositados en nosotros inmensas reservas. Homero llama a la voluntad "señora de los hombres". Como el buril es dueño de dar una forma a la materia.
Un príncipe famoso por sus crueldades, recorría el palacio con un embajador español. Al llegar al frente a unos balcones que daban a un precipicio, dijo el príncipe:
-Mi padre hizo arrojar aquí a uno de vuestro rango.
- No sería español - contestó fríamente el embajador.
Cuando oigas que alguno ha caído por el precipicio: empujado por la pasión o por el diablo, puedes decir serenamente: - No tendría voluntad de cristiano.
Los caballeros de leyenda hacían templar sus espadas en sangre de dragones. Nosotros las templamos en el trabajo y en la contradicción. Como soldados del Señor, seguimos la consigna de San Pablo: "Esforzaos como buenos soldados de Cristo".
Una inspiración, una habilidad y un buril, te harán artífice de una obra artística. Una idea, un hábito y una voluntad, te harán artífice de ti mismo.
Hoy dice que no hay voluntades fuertes ni débiles, sino motivos fuertes o débiles que actúan como el pedal de gas para poner el motor en movimiento.
Hay hombres de grandes ideas, pero por ellas no se levantan del sillón. Son seres sin voluntad.
"Que las olas me traigan, que las olas me lleven, y que jamás me obliguen el camino a elegir"
(M. Machado)
Evitemos ser columpiados por el viento, como en un continuo balancín.

Pon móviles a tu voluntad
Amarra tu voluntad con grandes cuerdas. La voluntad es débil, porque no fue ejercitada con motivos sólidos. El buril que se mella, no es instrumento apto para realizar una inspiración sobre el mármol, por sublime que esta sea.
Cuando los motivos se resquebrajan, la voluntad se tambalea: sin inspiración los instrumentos no se mueven, pero sin instrumentos aptos, la inspiración tampoco toma forma.
La fuerza de voluntad resulta de la acción combinada de dos causas: ideas y sentimientos.
Para hacer eficaz la voluntad, hay que cargarla de motivos.
Con las fuerzas que poseemos podemos levantar un peso determinado, pero jamás haremos que esta fuerza se convierta en energía, sino tenemos motivos suficientes para vencer la molestia.
En el terreno moral la resistencia supera muchas veces a nuestra potencia, y entonces la energía ha de venir de arriba. Pero allí Dios espera que tu voluntad se abra.
Es el único medio de llegar al éxito, porque la vida no está hecha para ser vivida, sino para ser vencida.
El que no haya sabido desarrollar su voluntad, anda a merced de sus caprichos; quizá tenga arranques momentáneos, pero no pasará de los comienzos. Sin animo para el riesgo, estrecha su campo de acción, y un sentimiento de insuficiencia acaba por hundirlo en la mediocridad. Es la espada que se dobla por falta de temple, o la arcilla que se deforma ante la presión. Así te aproximas a la inercia.
Oye el dialogo de Maimundo el Perezoso:
El amo: - Cierra la puerta, Maimundo.
Maimundo, acostado: - Ya la cerré.
Al día siguiente:
El amo: - Abre la puerta.
Maimundo: - Está abierta. Suponía que la quería así, y no la cerré anoche.
El amo: - Levantate que es de día, y haz tu trabajo.
Maimundo: - Entonces dame de comer.
El amo: - ¡Ah malvado!, ¿quieres comer y aun es de noche?
Maimundo: - Entonces, déjeme dormir.
El amo: -Mira a ver si llueve.
Maimundo llama al perro, le palpa las patas secas y dice: -No llueve.
El amo: -¿Está encendido el fuego?
Maimundo llama al gato y lo palpó frío: -No está encendido, Señor.

Esta manera de ser sin espolearse, sin tener dentro una inquietud, es la forma que tiene de conducirse el hombre-tronco. Esta falta de energía, es la peor condición de la vida humana.
Frecuenta la amistad con personas activas: el educado en la molicie y en el mimo, es incapaz de acomodarse a este mundo lleno de incomodidades, si no es pidiendo la protección como limosna. No tiene resistencia. Mira el deber como algo aplastante y repulsivo.
Temblar ante la presencia del deber, es ya una traición.
El soldado más animoso conoce las horas del desaliento, pero nunca debemos apartar de nuestros oídos las palabras de Jesús: "Estoy con vosotros".
Si los actos son hijos de las ideas, injertamos ideas impulsoras.
Los santos, los héroes, los descubridores, lo fueron por sus ideas vitales. Ellas fortificaron poco a poco su voluntad, hasta hacerla capaz de arrollar todos los impedimentos.
¡Cuántas contrariedades y dudas! Pero prevaleció la idea motriz gracias a la voluntad endurecida.
Las ideas que no encuentran el vehículo de una voluntad fuerte, se esfuman, como la inspiración se desvanece, si no encuentra la materia donde tomar su forma.

El entrenamiento dispone
La espada que continuamente no se saca de la vaina se oxida, y pierde la prontitud para la lucha. Es menester que se roce y se mantenga lista para el combate.
Esto sucede con cualquier potencia espiritual, y de una manera especial con la voluntad, porque la naturaleza va instintivamente a lo cómodo.
El esfuerzo de ir venciendo pequeñas dificultades cada día, tiene la ventaja de la vacuna: adapta el cuerpo para la lucha, y supera la oleada del virus. Un ejército de continuas maniobras, no es sorprendido por el enemigo. Así la voluntad removerá grandes pesos.
Un organismo acostumbrado a las ventiscas, está más preparado para vencer las pulmonías, que el que se pasa el invierno en un ambiente inalterablemente acondicionado.
En el primero la sangre está en continua actividad. Ante el peligro surgirá en su organismo una reacción rápida y natural. No necesita estimulantes. En el segundo la inacción mortecina no será capaz de contrarrestar las inclemencias del tiempo: será víctima de su equilibrio artificial.
El alma que no está cara al viento de la contradicción, no sabrá resistir.
Dice Carrel: "Los que no luchan por la vida desde su nacimiento, son criaturas que viven en condiciones que producen la atrofia de sus sistemas de adaptación. Se les conserva en habitaciones calientes, y cuando salen, van vestidas como esquimales. Están atiborrados de comida, y duermen todo lo que quieren, no tienen responsabilidad alguna, nunca realizan un esfuerzo intelectual o moral, solo aprende lo que les divierte y no luchan contra nada. El resultado es harto sabido: por lo general se vuelven guapos y a menudo fuertes; pero se cansan fácilmente, son extraordinariamente egoístas, no tienen agudeza intelectual, ni sentido moral ni resistencia nerviosa".
"La ley de la lucha por la vida, ha de ser obedecida por encima de todas las leyes".
La finalidad de esta formación no es suplantar a los otros en la lucha por la existencia, sino que se pueda prescindir de los demás en cualquier momento.
Todo esto tiene un sentido paralelo en el orden espiritual y sicológico: el que no se adapta al medio ambiente en que vive, muere vencido. Llega con esto la degeneración de las fuerzas del alma: es la factura de la naturaleza enfermiza.
El hombre tiende por su natural al placer y a la deformidad, algo así como la cera por el calor, a convertirse en un montón informe.
El influjo de las pasiones es más eficaz, que el influjo del calor sobre la cera.
Una escultura de cera en un ambiente caluroso, necesita la acción continua de la espátula para conservar sus características. Nuestro natural para mantenerse en forma requiere la acción continua de la voluntad.
Este adiestramiento, como en la milicia, no es un fin, sino un medio para ponerla al servicio de algo más importante: Dios y el alma.
El hombre que no ha sufrido reveses, a quien todo le ha salido bien, es raro que tenga personalidad. Esta se fragua en la reacción contra la adversidad.
Lo peor es que te encontrarás educadores, que no se atreven, quizás por no disgustarte, o no perder tu afecto, a contradecirte, a fin de que tu voluntad persevere sobre la misma tarea más de media hora. Desde niño te acostumbras a ser una mariposa nerviosa de asuntillo en asuntillo.
Imita a los hombres de gran voluntad, y serás uno de ellos.
De Campanella se cuenta que imitaba los gestos de aquellos, cuyos sentimientos quería conocer; porque experimentaba que por este medio los sentía en su interior.

Sed perseverante
Toda inclinación se reforma: Todos hemos conocido gentes con medianas y mediocres cualidades, susceptibles de desarrollo.
El hombre es el resultado de tres vidas: vegetativa, animal y espiritual, que se identifican en una unidad: el "yo".
La voluntad del hombre ha dominado fuera de su ser las dos primeras manifestaciones de la vida, ¿por qué va a ser incapaz de dominar la tercera? "El hombre con su voluntad ha domado las fieras que de un zarpazo, podrían hacerlo pedazos; ha subyugado los metales mas duros, y los ha colado como el agua, y torcido como fibras de cáñamo". De manera semejante ha modificado la vida vegetativa en las plantas; con igual o mayor razón podrá someterlas dentro de sí mismo, si son rebeldes a su mando.
¿Eres más ciego que las plantas, más salvaje que las fieras, y más resistente que el acero? Dominar los elementos que viven dentro de ti, es más molesto, pero ellos no son más resistentes.
Tomada una resolución la naturaleza sigue resistiendo. Es necesario clavarse en el propósito hasta el momento de la ejecución.
No discutas entonces contigo mismo. Mira la ejecución como una cosa necesaria: hay que hacerlo. Si dudas, la voluntad se adormece y pierde la acometividad.
La discursión es una contraorden a las facultades encargadas de operar.
Somos más ricos de energías de lo que pensamos. Serás pobre de voluntad de tanto pensar que eres pobre. Imagínate que eres lo que debes ser, y terminarás siéndolo. Cuanto más viva sea esta idea, más fuerza motriz tendrá sobre tu voluntad.
Piensa bien cómo debes ser, encariñate con la imagen de tu perfección, y pondrás desición en conseguirlo.
Si no tienes una silueta perfilada de lo que has de ser, la voluntad no se molestará en conseguirlo. No serás constante caminando tras lo que no sientes.

Firme, no terco
Terquedad y firmeza de voluntad, no es lo mismo: La voluntad firme es hija de la idea clara, y puede cambiar de proceder según el proverbio del Espíritu Santo, "propio es del sabio, mudar de parecer"; o como dice un refrán chino: "el sabio puede sentarse en un hormiguero, pero solo un tonto se queda sentado en él".
No es voluntad firme ni sabiduría permanecer en el error.
La voluntad es la cualidad propia del ser humano. La terquedad tiene características animales. No pocas veces es índice del poco talento que se agazapa bajo la dureza roqueña de ciertas cabezas, o es signo de una pereza intelectual que no se molesta en discurrir buscando las razones de las cosas.
Un mundo mejor no surgirá en ti, a fuerza de porrazos de fuera, sino por imposiciones de dentro. "Las acciones y el comportamiento de un hombre, son la manifestación de su voluntad", dice San Agustín.

Sin entrenamientos se enferma
El debilitamiento de tu voluntad será tanto mayor, cuanto mayor sea la condescendencia con las malas inclinaciones.
Tolstoi describe los efectos de esta debilidad hablando de sí.
"Lo tenía todo: fortuna, fama, inteligencia e inclinaciones que cultivaba. No había cometido ningún crimen, pero había hecho algo peor: había matado su corazón en su juventud; se había perdido sin poder alegar en su disculpa ninguna gran pasión, sólo por falta de voluntad".
Cuando esta voluntad falta, la brújula enloquece de tanto dar vueltas en busca de su norte. Y entonces sucede como continúa el mismo autor: "Se apodera del alma una desesperación que atormenta gran parte de la vida".
"Todo me causa enojo", decía Luis XIV.
Son las voluntades que no quieren asumir responsabilidades. Se acobardan y no tienen temple para resistir un choque.
Cuando no se tiene firmeza de voluntad, no se tienen esperanzas de cubrir el objetivo: si la brújula desimantada anda vacilando, no podrá señalar la ruta del puerto.
Para el que no tiene energía todos son disgustos. El hombre fuerte soporta. Para él las dificultades no son barreras infranqueables, sino trampolines para saltar más.
Inteligencias claras con espíritus fuertes, son las que guían al mundo. Son las columnas que permanecen, mientras los demás vacilan ante el terremoto o las inundaciones. Voluntades que sostienen a los demás, como las paredes maestras que defienden un edificio.
Dios no quiere que seamos cañas cascadas. Hasta para ser oídos en la oración, Jesús nos exige tenacidad.
El miedo a la lucha pone un enemigo detrás de cada matorral en la noche. Para el que tiene voluntad entrenada de enfrentarse con la realidad, un zarzal es un zarzal. No hay novedad en la lucha.
Esta falta de voluntad ha hundido en la ruina a hombres de excepcionales condiciones. Y la firmeza de encauzar su vida, ha sido en otros causa de su fecundidad; de que su existencia sea clasificada entre las vidas que dejan huellas.
El infierno está empedrado de "quisieras" y el paraíso de "quieros".
Los hombres de voluntad desentrenada, son los que gustan derrota tras derrota, y al sentirse continuamente incómodos, llegan a tener un sentido catastrófico de su existencia. Son los malogrados.
El hombre de voluntad equilibrada ha hecho cuajar en sí, un carácter de lineas y formas clásicas. Mira al hombre del Paraíso.
En una guerra de China un comandante está fumando opio. Le dan el aviso de la proximidad del enemigo, pero no tiene voluntad para dejar su pipa. Loa adversarios entran y le cortan la cabeza, que rueda al suelo con la pipa entre los dientes.
El hombre sin voluntad es humo de chimenea en un día de borrasca se revuelve en torbellino en todas direcciones, sube y baja, y en unos momentos se disipa.
"Esto vir", dice San Pablo. Este esfuerzo correspondiendo a la gracia, hace al hombre cristiano y viril.

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