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lunes, 25 de julio de 2011

La Danza Religiosa

Si hemos de dar fe a la mayor parte de nuestros modernos literatos, la Danza formó parte del culto divino en casi todos los pueblos. Reunidos los hombres, dicen, al pie de los altares, a la vista de la Divinidad, llenos de alegría y de reconocimiento, de sentimientos de fraternidad, expresaron naturalmente sus trasportes con los acentos mas fuertes y con los movimientos mas animados del cuerpo. Es indudable que los paganos danzaron en torno de las estatuas de sus dioses. Entre los salvajes es la Danza todavía un ejercicio importante, que entra en todas sus ceremonias; danzan para honrar a un extranjero, para afianzar una alianza, para entablar una negociación, para hacer la paz, hasta para honrar a los difuntos: se pueden citar muchos ejemplares de este ejercicio religioso entre los adoradores del verdadero Dios.
Según la opinión do un sabio escritor, los mas antiguos monumentos poéticos son cánticos. Cantar y hablar fueron en los primeros tiempos una sola e idéntica cosa. La danza, que exigía vibraciones mas fuertes, unió los instrumentos sonoros a la voz ; de este modo el paso, la voz y el son siempre marcharon acordes. Cuando las revoluciones astronómicas llegaron a ser fiestas religiosas por la influencia del sabeísmo, se cantaron en las grandes fiestas, en los juegos y en los misterios. La danza que servia de acompañamiento a esta música, fue por consiguiente una ceremonia religiosa; y siendo esta una expresión de alegría tan natural como el canto, no es de admirar que los antiguos creyesen poder honrrar también a sus dioses con pasos simétricos como con sonidos cadenciosos.
Si todo esto es cierto, es una completa rofutación de las preocupaciones de los incrédulos que han sostenido, que la religión en su origen fue hija de los sentimientos de tristeza y de temor por los males que frecuentemente afligiéron la tierra; que la mayor parte de las fiestas y de las ceremonias están destinadas a recordar las desgracias del género humano; que la alegría y la satisfacción del corazón son incompatibles con la piedad. Seguramente que la danza nunca fue la expresión de la tristeza, del temor o del dolor.
Mas no necesitamos suposiciones arbitrarias, ni vanas conjeturas para refutar a los incrédulos; lo que hacen los salvajes, lo que practican los paganos, nada arguye contra los adoradores del verdadero Dios: sostenemos que entre estos nunca fue la danza parte del culto divino. Las religiones falsas son obras de las pasions humanas: la verdadera religión siempre tuvo a Dios por autor. Ahora bien, jamás prescribió Dios la danza a sus adoradores; y no hay prueba alguna positiva de que formalmente la haya aprobado en su culto.
No se puede citar ningún ejemplo do esto éntre los patriarcas en la ley natural, durante un espacio dedos mil quinientos años: y esto seria muy extraño si la danza fuera un ejercicio naturalmente inspirado por los sentimientos de religión.
Antes de que Moisés publicase sus leyes, inmediatamente después del paso del mar Rojo, los israelitas, salvados por un milagro, entonaron un cántico en acción de gracias. En el Exodo, XV 20, se dice, que María, hermana de Aaron, tomó un tambor, y seguida de todas las mujeres repetía en coro el estribillo del cántico; mas no añade el historiador que danzaron; al menos la palabra hebrea mecholah no significa siempre la danza, aunque los Setenta y Onkelos la hayan tomado en este sentido. Aunque las mujeres hubieran danzado, no se seguiría que los hombres hicieran lo mismo, y que la danza era una práctica ordinaria de religión. És cierto que parece que los israelitas danzaron alrededor del becerro de oro, Exodo XXXII 6 y 19; pero esta fué una profanación y una imitación de las danzas que este pueblo vio practicar a los egipcios en torno del buey Apis. Este ejemplo, lejos de probar la tesis que combatimos, la destruye.
El único que se nos puede citar es el deDavid. Se dice, que cuando este rey hizo trasladar el arca del Señor de la casa de Obededom a la ciudad de David, danzó con todas sus fuerzas ante el Señor, II Reg., VI, 14; mas se añade con poca oportunidad que se unio a los levitas, para dar a entender que los levitas danzaron con él; el texto nada dice, y el caggo que Michol, esposa de David, le hace por haber danzado y haberse despojado de sus adornos delante de sus súbditos, prueba que no era una practica general, ni una costumbre piadosa.
Es probable, dicen, que muchos de los salmos de David se compusieron para ser cantados por los coros de música y acompañados de danzas. Respondemos que mas probable es lo contrario. En todos los salmos, solo se habla de danzas en un pasaje, Ps. LXVII, 26, y es de las danzas de las jóvenes; el mismo texto puede significar simplemente coros de música. En todo los demas del Antiguo Testamento solo se habla de la danza como de un ejercicio puramente profano. Moisés, hablando a los israelitas de sus fiestas, les dice: "Os alegraréis delante del Señor vuestro Dios". No añade: Manifestaréis vuestra alegria con danzas. De este modo, aunque las jóvenes judias danzaron los días de fiesta, Jud., XXI, 21, no se deduce que este ejercicio fuera un acto de piedad.
Nos citan el testimonio de Filión, quien asegura que los terapeutas de Egipto, después de la comida, practicaban una danza Sagrada, en la que se reunían los dos sexos; pero seria necesario probar que los terapeutas tomaron esta costumbre de los antiguos judios, y no de los egipcios en medio de los cuales vivieron.
Puesto que no se puede probar que la danza hacia parte del culto religioso entre los judíos, menos vestigios se encontraran de ella en el culto de los cristianos.
En el siglo II, un celebre impostor llamado Leucio Carino, que profesaba la herejía de los docetas y la de los marcionitas, forjo una historia titulada Viaje de los Apóstoles, en la que refería, que después de la ultima cena del Salvador, la vispera de su muerte los apostóles entonaron con él un cántico, y danzaron en corro alrededor de él. Beausobre, que confiesa que este aserto parece extravagante, pretende no obstante que Leucio no era un insensato, que asi debe su narración no contener nada contrario a la conveniencia de los tiempos y lugares en que escribía, de donde infiere que la danza podía entonces ser mirada como un ejercicio sagrado. (Hist. del Maniq., l. 2, c. 4, 6).
Si un Padre de la Iglesia o un escritor católico hubiese soñado una cosa semejante, Beausobre los hubiera cubierto de ignominia; pero como se trataba de un hereje cuyos escritos respetaban los priscilianistas, este critico se creyó en el deber de excusarlos. ¿Más no es absurdo pensar que en el siglo II, cuando los cristianos se veían precisados a ocultarse para reunirse y celebrar los sagrados misterios, mezclasen en ellos cantos estrepitosos y danzas; que las comidas de caridad, llamadas agapes, concluyesen regularmente con una danza, etc? Todo esto es falso y aventurado sin pruebas.
Al contrario, desde que la Iglesia cristiana tuvo libertad para celebrar con pompa su culto exterior, los concilios prohibieron a los fieles danzar, aun bajo pretexto de religión. El Concilio de Laodicea del año 307, canon 54, el tercer concilio de Toledo el año 589, el concilio in Trullo el año 692, y muchos otros en la sucesión de los siglos prohibieron absolutamente la danza, sobre todo en los días de fiesta. Los PP. de la Iglesia manifestaron los peligros de la danza con el ejemplo de la hija de Herodíades, cuya funesta habilidad fue causa de la muerte de San Juan Bautista.
Por esto ninguna fe damos a lo que dicen nuestros disertadores, a saber: que los antiguos cenobitas en sus desiertos se entregaban al ejercicio de la danza por motivos de religión; que todavía se ve en Roma y en otras partes en antiguas iglesias, en que el coro, mas elevado que la nave, estaba dispuesto de modo que se pudiera danzar en él en las grandes solemnidades; que en su origen la palabra coro significaba una reunión de danzantes mejor que una multitud de cantores y de músicos, etc. Nada de esto esta apoyado en pruebas positivas, y son expresamente contrarias a las leyes eclesiásticas. Es falso que la danza fuese parte del ritual mozárabe, restablecido en la catedral de Toledo por el cardenal Jiménez.
Los abusos que frecuentemente se introdujeron en medio de la ignorancia y de la grosería de costumbres do los siglos medios nada prueban, porque esto se hizo en desprecio de las leyes de la Iglesia. Poco nos importa saber, si es cierto que en muchas ciudades pasaban los fieles una parte de la noche la víspera de las fiestas, entonando cánticos y bailando ante la puerta de las iglesias; si en Portugal, en España y en el Rosellon todavia observan esta costumbre las jóvenes, y la practican la víspera de las fiestas de la Virgen; si hácia la mitad del ultimo siglo se bailaba todavía en Limojes en la iglesia de san Marcial; si el Padre Menetrier ha visto en algunas catedrales a los canonigos bailar con los niños de coro el día de Pascua : todas estas estas indecencias deben ser puestas en el mismo lugar que la fiesta de los locos, y las procesiones absurdas que se hicieron durante tanto tiempo en las ciudades de Flándes y en otras partes.
Aun cuando fuera cierto que las pretendidas danzas religiosas no tuviesen inconvenientes cuando las costumbres eran sencillas y puras, y cuando los pueblos solo encontraban consuelo en las prácticas religiosas, no pueden decentemente formar parte del divino, desde que en el teatro sirven para excitar las pasiones. Los pastores, bien convencidos de los desórdenes que pueden producir, emplean todo su ascendiente para separar de ellas a la juventud, y nunca será bastante alabado su celo.
Por mas que se diga que la danza es uno de los ejercicios que contribuyen a desarrollar el cuerpo de los jóvenes, fácil seria conseguir esto sin imitar los gestos afeminados y las actitudes lascivas de los actores en el teatro. Sucede con este arte lo que con el de la esgrima, que viene a parar en producir espadachines y asesinos. Muchos seglares sensatos han opinado sobre este punto como
los Padres de la Iglesia: el conde de Bussi-Rabutin, a quien no se puede acusar de una moral demasiado severa, en su tratadodo sobre el uso de la adversidad dirigido a sus hijos, les manifiesta en los términos mas enérgicos los peligros de la danza; llega hasta decir que un baile seria temible hasta para un anacoreta; que los jóvenes corren gran riesgo de perder en él su inocencia, aunque la costumbre los excuse; que no es una diversión que deba frecuentar un cristiano. El historiador Salustio, cuyas costumbres por otro lado eran muy corrompidas, dice de una señora romana llamada Sempronia, que danzaba y cantaba demasiado bien para una mujer honrada. Un historiador ingles aplicó estas palabras a la reina Isabel.

Abate Bergier

DICCIONARIO DE TEOLOGIA

1854

¿QUE PASA CON LOS DANZANTES DE LAS ROMERIAS?

Algunos de los grupos que participarán en la Romería son tan antiguos que incluso es incierta la fecha en que fueron fundados. Uno de los más añejos es Águila Negra, que data de 1844. Otros son la Danza de Conquista Zapopan, fundado en 1875 por Amado Sandoval y la Danza Anáhuac, de 1936.

Durante los 276 años en que la imagen ha efectuado el viaje de ida y vuelta entre Guadalajara y Zapopan los danzantes siempre han estado presentes: “Desde siempre quizás, cuando venían por la carretera, por los cerritos por la que le decían carretera antigua de Zapopan, ya que no estaba la [avenida] Ávila Camacho”.

Grupos que desgraciadamente su gran mayoria, van vestidos deshonestamente, con sonidos de tambores, como salvajes. Esto no se puede tolerar.

Diferente a los llamados "Matachines" o "Soldados de la Virgen" que también tienen un origen antiguo, pero que cambiaron los tambores por el uso de violines. Vestidos con pantalones y de manera honesta.

Pero al parecer son abusos permitidos o tolerados (al menos aqui en México); pues al llegar los franciscanos a nuestro país, se dieron cuenta del espiritu festivo de los pobladores de estas tierras, asi les permitieron el uso de danzas y fiestas, si se pudiera decir paganas cristianizadas. Evitandoles el consumo excesivo de alcohol.

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