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martes, 16 de agosto de 2011

FENOMENOS PSICO-FISICOS. II. - TELESTESÍA

La telestesia (Se emplea también la palabra criptestesia, pero admitiendo ésta como una cualidad oculta del organismo, resulta limitada a los casos en que esta sensibilidad existe; mientras que la palabra telestesía abarca el conjunto de los fenómenos, que parten de una criptestesia o de un agente exterior a nosotros, ya sea de carácter divino, ya sea de carácter preternatural), o facultad de sentir a la distancia, sin el recuerdo o la ayuda de nuestros cinco sentidos clásicos, constituye un problema muy grave, tanto biológico como fisiológico. Los hechos son innegables y numerosísimos, mas su interpretación es objeto de muchas teorías, que nos parece, tienen el defecto mayor de tratar de ser exclusivas, cuando esos fenómenos dependen en realidad de mecanismos diversos. Trataremos sucesivamente de la telepatía: percepción en una persona de lo que pasa en el espíritu de otra; de la telestesía propiamente dicha: percepción a distancia de un hecho o de un objeto material cualquiera; de la radiestesia, percepción inconsciente, puesta en claro por un accesorio, como una varita, un péndulo, etc., de substancias o cualidades diversas.

Telepatía
a) Religiosa. — En este caso la telepatía es habitualmente llamada discernimiento de los espíritus, y es uno de los dones de que habla San Pablo y que proceden del Espíritu Santo. Muchos Santos han gozado de este privilegio, como San Juan de Sagunto, Santa Juliana, Santa Nicolina, Santo Tomás de Aquino, San Francisco de Paula, Santa Rosa de Lima, San Cayetano, San Andrés Avelino, San Juan de Dios, etc. Todos esos personajes conocieron frecuentemente, en modo absolutamente exacto, el estado espiritual, los pensamientos íntimos de sus interlocutores o de sus corresponsales. En nuestros días, el santo párroco de Ars gozó de este privilegio en forma notable, revelando a sus penitentes los pensamientos que no quisieron decir o que quisieron ocultar.
Se citan de Teresa Neumann muchos ejemplos de discernimiento de los espíritus. Ya se trate de un sacerdote, vestido de civil, cuya cualidad ella reconoce; ya de un ladrón, vestido de obispo, que ella desenmascara. O de monseñor Schrembs, obispo de Cleveland (Estados Unidos), de quien ella ve los pensamientos más ocultos, las preocupaciones de su cargo, las obras en curso, etc., y que ella ilustra acerca de las disposiciones de los que lo rodean y de diversas personas con quienes trata.
Finalmente, hagamos notar que muchos sacerdotes piadosos, después de una confesión común o mal entendida por cierto grado de sordera, tienen una intuición del estado del alma de su penitente, que les permite dirigirles palabras enteramente adecuadas a sus necesidades del momento.
b) No religiosa. — Hay en primer lugar los dos hechos clásicos: en una asamblea, en la calle, ciertas personas, fijando su mirada y su atención sobre el dorso de una persona que se halla delante de ellas, la hacen darse vuelta. El sujeto declara a menudo que ha sentido que se le miraba. Por otra parte, es una prueba realizada con frecuencia por los hipnotizadores, para saber si tienen que vérselas con un hipnotizable, colocarse detrás del sujeto, recomendándole de no pensar en nada y no resistirse, y con las manos colocadas a la altura de los omóplatos del mismo, hacerle realizar sin contacto el movimiento de adelantar y echar hacia atrás las manos.
En un grado más marcado, es neta la lectura del pensamiento. Los libros y las revistas de metapsíquica relatan cantidades de ejemplos. Hemos sido testigos de hechos absolutamente exactos: médiums no hipnotizables describieron exactamente las personas en quienes pensaban sus clientes y de las que éstos les habían entregado una carta, un guante, etc. En cambio, nada podíase saber de lo que sus clientes ignoraban. Un médium no hipnotizado, nos hizo la descripción pormenorizada de uno de nuestros Maestros, asesinado unos meses antes, en el cual estábamos lejos de pensar y que reconocimos solamente por las características íntegramente exactas citadas por el médium. Ahora bien, los pormenores que conocíamos estaban reproducidos exactamente; en cambio, los que ignorábamos y que hemos verificado después, eran falsos.
Finalmente en el caso de médiums hipnotizados, la telepatía es notable. En Varsovia, durante una experiencia de metapsíquica, uno de nosotros, pensó frente a ciertas manifestaciones comunes: "Bah, esto es charlatanería!" El mismo recibió inmediatamente en la cabeza el violento golpe de una mandolina, que estaba colocada en el suelo delante de él.

Telestesía
a) Religiosa. — Ezequiel relata que estando sentado en su casa, vio en espíritu las escenas de abominación que ocurrían en el Templo de Jerusalén.
Saúl, buscando las burras de su padre, consulta al vidente de Israel, que goza la reputación de ver a gran distancia las cosas más ocultas, y éste se las hace encontrar.
San Ambrosio, mientras oficia pontificalmente en Roma, asiste en espíritu a la agonía y a la muerte de San Martín de Tours.
El Papa San Pío V, el día y hora en que la armada cristiana, al mando de don Juan de Austria, ganó a los turcos la famosa batalla de Lepanto, contempló el espectáculo desde su ventana del Vaticano, y anunció la gran noticia al tesorero pontificio, Bartolomé Bussotti, que había ido a hablarle de negocios.
El bienaventurado Ángel, religioso capuchino, en su celda de Acria (Italia) fue también testigo de todas las peripecias de la batalla en la que el príncipe Eugenio derrotó a los turcos en Belgrado (Monseñor Farges).
Catalina Emmerich, en su visiones, describió muy minuciosamente regiones de Oriente, donde ella nunca había estado, dando pormenores totalmente desconocidos en su época. Es así como ella localizó en 1820 la ciudad de Ur en un gran montículo de ruinas llamadas Mugier, a 30 leguas de Mezein (hoy Wassit). En 1853, Taylor descubrió Ur en el sitio indicado (J. Dannemarie). En sus visiones acerca de la Vida de la Santísima Virgen, descubrió una casa en que la Virgen viviera sus últimos años de vida. En 1890, el Superior de los Lazaristas de Esmirna, el R. Padre Poulin, muy incrédulo, fue con algunos compañeros al lugar indicado y halló una casa en ruinas llamada Panaghia Capouli, Puerta de la Virgen, que respondía por sus caracteres y por el lugar a las descripciones de la vidente de Düllmen (Gombault).
Finalmente, más cerca de nosotros, Lucía Cristina, a los 16 años, pudo describir exactamente el lugar en que estaba secuestrado un lactante quitado a sus padres, que de esta manera fue hallado. El año precedente, había podido tranquilizar a los parientes acerca de la suerte corrida por tres jóvenes oficiales de la armada de Italia (en el año 1859).
b) No religiosa. — La telestesía en sujetos despiertos, si está suprimida toda posibilidad de telepatía, parece poco frecuente, porque en la mayoría de los hechos citados en apoyo de esa facultad, por lo menos una persona está al corriente de lo que se trata de descubrir. Ahora bien, cuando sir O. Lodge mira la carta que debe adivinar una niña de trece años, obtiene una cantidad notable de contestaciones aproximadas o exactas, mientras que cuando no la mira, las respuestas son equivocadas. Si muchas de las experiencias de C. Richet con Ossowiecki -aun las cartas enviadas por Madame de Noailles o por Sara Bernhardt y descifradas a través del sobre tenido en la mano— no escapan a esta posibilidad telepática, dos en cambio parecen demostrativas. En una se había escrito: "Hallo que sois maravillosa". Ossowiecki arrugó el papel en sus manos y contesto: "Esto está escrito en inglés... Yo veo una letra aislada, luego cons... y luego viernes". (En inglés la frase rezaba: I consider that you are wonderful.) La telepatía hubiera dado el sentido o las palabras; la confusión entre wonderful y viernes (vendredi, en francés) parecería provenir de una lectura difícil pero directa. Otro día C. Richet mezcló dos sobres conteniendo cartas y llevó uno a Ossowiecki, que vio o percibió su contenido exactamente. Y un médium K... hizo en París en 1925 la lectura de papeles mezclados, absolutamente precisa, relatada en la tesis de Servajean.
La telestesía en estado de sueño hipnótico o de trance, parece ser más frecuente y más exacta. El doctor Osty, en 1919, entregó a la señora M. hipnotizada, la liga de un excursionista que había desaparecido en la montaña quince días antes y que se había buscado inútilmente. La señora M. describió al excursionista, las circunstancias del accidente y dio indicaciones topográficas bastantes exactas, para que se encontrara el cuerpo del desgraciado. Sin embargo, si se descarta entre los hechos citados por C. Richet todos aquellos en que alguien tenía conocimiento de la cosa buscada o del incidente relatado, especialmente en casos de accidentes o dramas, el número de los casos de telestesía verdadera parece muy escaso. Lo que hace decir al autor del Traite de Métapsychique: "Los hechos de lucidez en los somnámbulos se presentan lo más a menudo con la idéntica imprevisibilidad de las caídas de aerolitos..." (pág. 163).

Radiestesia
La radiestesia es una forma de la telestesía en la que la percepción consciente del objeto es reemplazada por el movimiento de un indicador (varita, péndulo, etc.), tenido por el operador. Chevreul, en 1854, demostró que contrariamente a la creencia de ciertos buscadores de fuentes, no es el indicador el que resulta influenciado, sino que éste no hace otra cosa que traducir los movimientos inconscientes del radiestesista. Este último sería influenciado por radiaciones emanadas por las aguas subterráneas, los metales, los productos químicos y farmacéuticos, los órganos sanos o enfermos, etc. Yendo más lejos, la mayor parte de los radiestesistas actuales pretenden hacer sus investigaciones sobre cartas, planos, fotografías, muestras de caligrafías, etc. Advirtamos que en muchos de estos casos su método se asemeja al de los médiums que exigen una carta, un guante, una prenda de vestir de la persona acerca de la cual se los interroga. Los radiestesistas pretenden descubrir un producto buscado, teniendo en la mano un test o un sintonizador de substancia análoga a la del producto buscado.
El doctor C. Richet declara que "el hecho de una inflexión de la varita al nivel de las fuentes o de los metales es incontestablemente cierto... Se han tomado medidas exactas en gran número y no ha sido posible negar el fenómeno, tan cierto como cualquier fenómeno químico o fisiológico". Relata muchas experiencias hechas por diversos autores acerca del agua y de los metales. Los diarios, las revistas y los libros están repletos de esos casos de radiestesia, para que sea necesario citar ejemplos. Pero debemos —desgraciadamente— hacer las máximas reservas acerca de esos resultados maravillosos. El R. Padre Jubaru, mediante una investigación in loco, demostró que dos hechos pretendidos por dos magos muy notables, eran inexactos. El Congreso de los cavadores de pozos y buscadores de fuentes, que tuvo lugar en Brignoles en el año 1933, permitió a quince de ellos hallar el emplazamiento exacto de una corriente de agua subterránea y su profundidad relativa. En cambio, el Congreso de Rímini de 1931, que puso a disposición de 19 buscadores cinco yacimientos (de cobre, hierro, petróleo, asfalto y plomo) no dio un solo resultado positivo y las localizaciones atribuidas por los buscadores a cada yacimiento, no se relacionaron para nada con esos yacimientos (Bulletin des Amis de la Radiesthésie, enero de 1932) En el Congreso de Aviñón de 1932, las pruebas sobre planos dieron lugar a las conclusiones siguientes: "Comparados entre ellos y con los documentos tunados sobre el terreno, los resultados no parecieron muy favorables a la prospección sobre los planos" (Del Boletín citado, Mayo de 1932). Finalmente se sabe que, en el Congreso de Lausana en 1934, las búsquedas sobre fotografías y sobre la escritura han tenido resultados lamentables.
La Revue des Questions scientifiques del 20 de enero de 1930 y la Revue Radio-science de marzo de 1929, han publicado los resultados absolutamente negativos, dados a la Universidad de Lovaina y al Instituto técnico de la Louviere, por un radiestesista de fama: no demostró sensibilidad ni para el agua, ni para el radio, ni para los cultivos microbianos, ni para las ondas hertzianas: ¡no las encontraba cuando la estación transmisora las emitía, y las encontraba cuando la estación estaba en silencio!
Hemos experimentado personalmente con cuatro radiestesistas profesionales, de ellos dos de primer plano y de gran celebridad: los hemos hallado totalmente desprovistos de sensibilidad tanto en el terreno, como sobre un plano, para la busqueda de agua, grutas, metales, reconocimiento de enfermedades, de cuerpos químicos, de medicamentos, y hasta incapaces de atribuir una prueba química a la botella de donde procedía el medicamento.
Naturalmente, estos fracasos no niegan los hechos realmente positivos, pero obligan a aplicar por extensión también a la radiestesia la conclusión de C. Richet sobre la telestesía: "los hechos radiestésicos se presentan demasiado a menudo con la misma imprevisibilidad que la caída de los aerolitos".
Agreguemos que la boga de la radiestesia ha lanzado a su culto una muchedumbre de psicópatas. Lo que diremos acerca del ejercicio ilegal de la medicina por eclesiásticos, se aplica a numerosos radiestesistas.
Desde el punto de vista religioso, Monseñor Mennechet, obispo de Soissons, recordó que la radiestesia médica está prohibida a los sacerdotes por la legislación civil y religiosa sobre el ejercicio de la medicina (Vie diocésaine de Dijon, 22 de junio de 1935).

Apreciación de los hechos
Como en todos los demás prodigios biológicos que hemos estudiado, encontramos una distancia inmensa entre los hechos religiosos y los hechos no religiosos. Los primeros son de una amplitud, una intensidad, una claridad, una oportunidad, una utilidad y también de una independencia de los individuos y de las condiciones de ambiente, como no se halla nunca en los segundos. Los Santos y los místicos conocen de manera precisa los hechos y los pensamientos que se refieren a la religión, y no tienen necesidad de algún esfuerzo o de alguna disposición especial; en cambio, no gozan de tal privilegio, generalmente, para cuestiones de orden vulgar y les es conferido para las cuestiones religiosas, no ya en forma constante, sino estrictamente en un caso dado. No hay esbozos aproximados en su conocimiento o relatividad en su ignorancia: o todo o nada.
Estos distintos caracteres los distinguen netamente de los hechos no religiosos y permiten, unidos a los datos teológicos, atribuirles en la mayor parte de los casos un origen puramente sobrenatural.
Mas como lo hemos visto en otros casos, esta intervención sobrenatural podrá revestir numerosas modalidades: ya sea conocimiento dado directamente por Dios, ya sea conocimiento proporcionado por los ángeles buenos o malos, ya sea exaltación acordada por Dios de cierta facultad natural, espiritual o corporal.
En el primer caso, Dios conoce todo, aun los pensamientos más secretos de Dios, y, al poder actuar directamente sobre nuestro intelecto, el conocimiento se produce de manera puramente espiritual, sin ningún concurso corporal. En el segundo caso, los ángeles pueden recibir directamente de Dios el conocimiento que nos han de transmitir, lo que ellos realizan no por una acción directa sobre nuestro intelecto, que no les es normalmente accesible, sino por una acción de nuestras facultados sensitivas, poniendo en juego así el factor corporal; o bien advierten los elementos corporales del pensamiento de uno de Los sujetos o de los hechos para revelar, y actúan sobre los elementos corporales del otro sujeto para darle el conocimiento de las ideas o de los hechos en cuestión (Cardenal Lépicier). Es el modo preternatural. Advirtamos que el conocimiento natural que los ángeles pueden tener así de nuestros pensamientos, es muy rudimentario; el conocimiento exacto puede serles proporcionado solamente por Dios o por nuestra voluntad (ver al respecto lo que dice el Cardenal Lépicier). En el modo preternatural, hay que distinguir siempre entre la acción de los ángeles buenos y la de los demonios. Finalmente, el tercer modo sería milagroso, en su determinación, en su grado, pero natural por su mecanismo.
En realidad, la radiestesia, en principio, se funda en la posibilidad de la percepción por el organismo de radiaciones emitidas por substancias buscadas o de modificaciones de proximidad (campo eléctrico, estado higrométrico, electricidad atmósferica, etc.) que puedan producir. Por otra parte, los fenómenos orgánicos del pensamiento, como todo fenómeno biológico, pueden ser generadores de ondas susceptibles de ser detectadas por los elementos correspondientes de otro cerebro, no ya los pensamientos verdaderamente exactos, sino otros análogos a los del sujeto emisor. Las ondas lumínicas emitidas por las células de los gusanos de luz y captadas por nuestra retina, ondas emitidas por las colonias microbianas, tornan este proceso enteramente aceptable. Mas esta transmisión de sacudidas fisicas causadas por el pensamiento, no podría hacer conocer exactamente ese pensamiento, sino sólo de manera aproximada, aunque el simple juego de nuestros elementos sensibles, por su poder evocador, puede dar la ilusión de una trasmisión mucho más completa e íntima de la real. El análisis crítico de hechos bien observados y una experimentación paciente y severa serían necesarios para reconocer exactamente el campo y los límites de los factores narurales en la telepatía.
Por lo que se refiere a la telestesia, hemos visto como los fenómenos se reproducen en número, cuando excluimos de ellos todo pensamiento humano. Sin embargo, en muy raros sujetos, esta facultad parece existir y los mismos errores del médium excluirían la telestesía o una intervención preternatural. Su mecanismo no puede ser objeto de ninguna hipótesis plausible.
La radiestesia sobre el terreno puede ser real, o telepática, o telestésica. Sobre el plano, a distancia, parece que no puede depender más que de esos dos últimos modos. Desgraciadamente, traducida por el intermediario burdo del sistema nervioso general y del sistema muscular, mediante los movimientos no específicos de un péndulo o de una varita, esas informaciones están desprovistas de toda certeza.
En la medida en que estas facultades de telepatía, telestesía o radiestesia existen, Dios puede excitarlas mediante determinados recursos útiles y bienhechores. Puede igualmente acordar milagrosamente, a espíritus humanos, un espiritualismo entre sí, como lo harían si se hallaran en el estado de almas separadas o puros espíritus.
Así se presentan en una amplia complejidad los fenómenos telestesicos que deben ser subdivididos entre modalidades biológicas, espirituales y divinas, y asociaciones diversas de estas modalidades.
Doctor Henri Bon
MEDICINA CATÓLICA

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