Porque seas joven y libre, no creas que estás dispensado de la obediencia.
No escuches las sugestiones del orgullo que te dice que obedecer es abdicar su independencia y traicionar su dignidad de hombre.
Obedecer, hijo mío, no es acto de debilidad: es un acto de fuerza, es dominar su voluntad para hacerla más viril, es disciplinar su alma y engrandecerse a sí mismo sometiéndose al deber.
Tendrás que obedecer siempre y en todas partes, no te hagas la ilusión. Miembro de un cuerpo social, so pena de expulsar de tu vida la razón y el orden, debes aceptar la jerarquía que la gobierna.
La familia, la ley, el ejército, los servicios públicos, la Iglesia, te imponen deberes que tú no tienes derecho de sacudirte.
Debes obedecer a tus maestros en el orden temporal, a tu padre y a tu madre, a los magistrados, al Gobierno, sea el que sea, porque "todo poder viene de lo alto".
No escuches las sugestiones del orgullo que te dice que obedecer es abdicar su independencia y traicionar su dignidad de hombre.
Obedecer, hijo mío, no es acto de debilidad: es un acto de fuerza, es dominar su voluntad para hacerla más viril, es disciplinar su alma y engrandecerse a sí mismo sometiéndose al deber.
Tendrás que obedecer siempre y en todas partes, no te hagas la ilusión. Miembro de un cuerpo social, so pena de expulsar de tu vida la razón y el orden, debes aceptar la jerarquía que la gobierna.
La familia, la ley, el ejército, los servicios públicos, la Iglesia, te imponen deberes que tú no tienes derecho de sacudirte.
Debes obedecer a tus maestros en el orden temporal, a tu padre y a tu madre, a los magistrados, al Gobierno, sea el que sea, porque "todo poder viene de lo alto".
Debes obedecer a tus maestros en el orden espiritual: a tu pastor, al sacerdote que dirige tu alma.
Aunque te eleves al pináculo de las dignidades y del poder humano, no por eso estarás dispensado de obedecer y de servir.
El que no tiene ya que obedecer a nadie, le queda, sin embargo, que obedecer a la conciencia y al deber, es decir, a Dios mismo.
Encontrarás, por lo demás, en la obediencia una gran ventaja para los días de tu virilidad, porque la obediencia es la mejor escuela para el que manda.
Joven, cultiva, pues, la antigua virtud romana y cristiana de la sumisión a la autoridad.
Ejecuta la orden de tus superiores con esa elevada idea de que obedeces la orden misma de Dios: esa jerarquía de los poderes que gobiernan al mundo ¿no es El quien la ha querido establecer?
Obedece sencilla y puntualmente, sin murmurar y sin apresuramientos serviles.
Está escrito en el Libro Santo: "El que obedece cantará victoria".
Y también está escrito: "Felices los humildes", felices los pequeños, felices los obscuros y los dependientes, "para ellos habrá misericordia".
Encontrarás, por lo demás, en la obediencia una gran ventaja para los días de tu virilidad, porque la obediencia es la mejor escuela para el que manda.
Joven, cultiva, pues, la antigua virtud romana y cristiana de la sumisión a la autoridad.
Ejecuta la orden de tus superiores con esa elevada idea de que obedeces la orden misma de Dios: esa jerarquía de los poderes que gobiernan al mundo ¿no es El quien la ha querido establecer?
Obedece sencilla y puntualmente, sin murmurar y sin apresuramientos serviles.
Está escrito en el Libro Santo: "El que obedece cantará victoria".
Y también está escrito: "Felices los humildes", felices los pequeños, felices los obscuros y los dependientes, "para ellos habrá misericordia".
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