Aunque en todo este libro he curado muy poco de allegar una breve historia que anda impresa de la vida de este Santo, por la poco diligencia de su autor en averiguar cosas antiguas pero en unos milagros que trae hechos aquí en Valencia en tiempos de nuestros padres y abuelos, le doy mucho crédito, porque van bien referidos y antes que se imprimiesen fueron examinados por personas que pudieron fácilmente comprobar su verdad; y por eso los pondré aquí sumados.
En el año 1511, por el mes de junio, un niño de cuatro años cayó en la acequia del molino que llamamos de Rovella, y realmente se ahogó; pero llevóle su madre con muchas lágrimas a la capilla de este Santo y luego resucitó.
En el año de 1517, en Foyos, que es lugar puesto en la huerta de Valencia, un devoto del Santo, por un dolor de costado que le sobrevino, estuvo ya desahuciado de los médicos. Pero como hubiese llamado de buen corazón al Santo, adurmióse un poco y vió al glorioso padre con su compañero más resplandeciente que el mesmo sol. Antojósele que le abrían el costado y le sacaban una cosa gruesa como el puño, y esto con tan grande dolor y sentimiento de la imaginación que dió un grito diciendo: ¡Ay, que me lastimáis!, con lo cual despertó sano y alegre. Y él muy de veras preguntaba a los que vinieron a favorecerle (pensando que le aquejaban sus dolores) si habían visto dos frailes que se iban de allí y le habían sanado abriéndole el costado. De la mesma manera sanó en el mismo año al hijo de Carlos, especiero, que habiéndoselo encomendado y ofrecido mucho sus padres, la noche siguiente le vino a sanar tocándole o abriéndole el costado.
En el año de 1519, segundo día de Cuaresma, se encomendó de todo su corazón a San Vicente Jerónimo Guitart, habiendo estado ocho días muy enfermo de calenturas. Rogaba al Santo que le alcanzase gracia de Dios para sudar, porque se había puesto en la cabeza que con el sudor se saldrían los malos humores. Con esto se adurmió y soñó que San Vicente le levantaba en alto la cabeza y que le echaba un grandísimo cántaro de agua encima. Con aquella agonía dió grandes voces, y ansí le hallaron los que le tenían a cargo, todo bañado en agua, como si realmente fuera verdadero el sueño; y en el mesmo instante fue libre de las calenturas y se halló sano como deseaba. A 4 de mayo del mesmo año perdió súbitamente la habla Pedro de Frias, perayle, por ocasión de un grande enojo que tomó. Concurriendo también otras señales, pensaban los suyos que ya se moría. Enviaron de presto por las reliquias del Santo, y como se las trajesen y dijesen el evangelio de San Marcos, respondió él: Gloria tibí, Domine, y habló de allí adelante como solía. Esta manera de milagro es muy ordinaria en Valencia, cuando ponemos encima de los enfermos o de las mujeres que andan con los dolores del parto los zapatos, cilicio, túnica y otras reliquias del Santo.
A 6 de agosto de 1527, en Rafaelbuñol, que está a dos leguas de esta ciudad, Mateo Muñiz, habiendo perdido el sentido del oído y no hallando cosa ni medicina que le hiciese al caso, de muchas y muy exquisitas que buscó, resolvióse en encomendarse muy de veras a San Vicente, prometiéndole cierta cosa, y en el mesmo instante fue perfectamente libre de la sordez, que no fue pequeño milagro.
Tan presto casi como a éste sanó de otra enfermedad, por la cual estaba ya desahuciado de los médicos, un notario: porque viéndole ya sus parientes y amigos sin sentido y puesto en el agonía de la muerte, todos llamaron con tanta devoción como pudieron al Santo, y luego él abrió los ojos y pidió de comer, y como supiese que la enfermedad se le había aliviado porque los que estaban en su compañía le habían encomendado al Santo, hizo él lo mesmo con muchas lágrimas, diciéndole que pues había hecho tantos milagros en diversas personas, se acordase también de él, y en el mesmo punto se halló sano como deseaba.
Otra cosa muy notable aconteció a una doncella hija de Luis Marco, mercader, la cual estaba no solamente tullida de los brazos y pies, mas también ética. Su madre prometió de llevarla a la capilla de este Santo que está en este convento, y poniéndola delante del altar, se levantó por sí mesma sana y esforzada. El mesmo día que San Vicente hizo este milagro trajo una buena mujer una sobrina suya casi muerta delante el mesmo altar, y haciendo allí cantar los milagros o loores del Santo, cobró súbitamente salud la muchacha.
En el año 1511, por el mes de junio, un niño de cuatro años cayó en la acequia del molino que llamamos de Rovella, y realmente se ahogó; pero llevóle su madre con muchas lágrimas a la capilla de este Santo y luego resucitó.
En el año de 1517, en Foyos, que es lugar puesto en la huerta de Valencia, un devoto del Santo, por un dolor de costado que le sobrevino, estuvo ya desahuciado de los médicos. Pero como hubiese llamado de buen corazón al Santo, adurmióse un poco y vió al glorioso padre con su compañero más resplandeciente que el mesmo sol. Antojósele que le abrían el costado y le sacaban una cosa gruesa como el puño, y esto con tan grande dolor y sentimiento de la imaginación que dió un grito diciendo: ¡Ay, que me lastimáis!, con lo cual despertó sano y alegre. Y él muy de veras preguntaba a los que vinieron a favorecerle (pensando que le aquejaban sus dolores) si habían visto dos frailes que se iban de allí y le habían sanado abriéndole el costado. De la mesma manera sanó en el mismo año al hijo de Carlos, especiero, que habiéndoselo encomendado y ofrecido mucho sus padres, la noche siguiente le vino a sanar tocándole o abriéndole el costado.
En el año de 1519, segundo día de Cuaresma, se encomendó de todo su corazón a San Vicente Jerónimo Guitart, habiendo estado ocho días muy enfermo de calenturas. Rogaba al Santo que le alcanzase gracia de Dios para sudar, porque se había puesto en la cabeza que con el sudor se saldrían los malos humores. Con esto se adurmió y soñó que San Vicente le levantaba en alto la cabeza y que le echaba un grandísimo cántaro de agua encima. Con aquella agonía dió grandes voces, y ansí le hallaron los que le tenían a cargo, todo bañado en agua, como si realmente fuera verdadero el sueño; y en el mesmo instante fue libre de las calenturas y se halló sano como deseaba. A 4 de mayo del mesmo año perdió súbitamente la habla Pedro de Frias, perayle, por ocasión de un grande enojo que tomó. Concurriendo también otras señales, pensaban los suyos que ya se moría. Enviaron de presto por las reliquias del Santo, y como se las trajesen y dijesen el evangelio de San Marcos, respondió él: Gloria tibí, Domine, y habló de allí adelante como solía. Esta manera de milagro es muy ordinaria en Valencia, cuando ponemos encima de los enfermos o de las mujeres que andan con los dolores del parto los zapatos, cilicio, túnica y otras reliquias del Santo.
A 6 de agosto de 1527, en Rafaelbuñol, que está a dos leguas de esta ciudad, Mateo Muñiz, habiendo perdido el sentido del oído y no hallando cosa ni medicina que le hiciese al caso, de muchas y muy exquisitas que buscó, resolvióse en encomendarse muy de veras a San Vicente, prometiéndole cierta cosa, y en el mesmo instante fue perfectamente libre de la sordez, que no fue pequeño milagro.
Tan presto casi como a éste sanó de otra enfermedad, por la cual estaba ya desahuciado de los médicos, un notario: porque viéndole ya sus parientes y amigos sin sentido y puesto en el agonía de la muerte, todos llamaron con tanta devoción como pudieron al Santo, y luego él abrió los ojos y pidió de comer, y como supiese que la enfermedad se le había aliviado porque los que estaban en su compañía le habían encomendado al Santo, hizo él lo mesmo con muchas lágrimas, diciéndole que pues había hecho tantos milagros en diversas personas, se acordase también de él, y en el mesmo punto se halló sano como deseaba.
Otra cosa muy notable aconteció a una doncella hija de Luis Marco, mercader, la cual estaba no solamente tullida de los brazos y pies, mas también ética. Su madre prometió de llevarla a la capilla de este Santo que está en este convento, y poniéndola delante del altar, se levantó por sí mesma sana y esforzada. El mesmo día que San Vicente hizo este milagro trajo una buena mujer una sobrina suya casi muerta delante el mesmo altar, y haciendo allí cantar los milagros o loores del Santo, cobró súbitamente salud la muchacha.
Fray Justiniano Antist.
VIDA DE SAN VICENTE FERRER
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