Hace pocos días, salió en "EXCELSIOR" una diatriba contra mi pobre persona, por el último libro, publicado por mí, con el título franco e inequívoco, de "LA NUEVA IGLESIA MONTINIANA". El escrito, que salió de la comprometida pluma de Genaro María González, cuya trayectoria periodística es harto conocida por el culto público de México, termina con una amenaza, casi diríamos intimidación, inquisitorial —pero no de la inquisición verdadera que, por nuestros pecados ya no existe, la que frenó por mucho tiempo esa ola destructiva, que hoy nos invade, sino de la inquisición leyenda, de desprestigio contra la Iglesia y contra España, la de Llorente, vendida a precio razonable a las logias— pidiendo que, por la pureza de la fe, sea yo quemado, como demás camaradas, presidirán, con el corazón vulnerado, aunque con aire de triunfo, el proyectado auto de fe y el último "requiem" por el Sabonarola mexicano.
Pero, mientras llega esa hora, por ellos tan codiciada, tengo todavía tiempo para hacer una reafirmación de mi fe, apostólica, católica, romana, tal como la profesé por mis padrinos en el Santo Bautismo, tal como la recibí por una tradición secular de mis antepasados, tal como me la enseñaron cuando niño, tal como en mis estudios teológicos me la confirmaron con ciencia maravillosa aquellos sabios y santos profesores que Dios me dio en la en otros tiempos tan gloriosa Compañía de Jesús.
El artículo, que comento, que me dio ocasión para estas nuevas páginas y que apareció en "EXCELSIOR" el 25 de octubre de 1971, pág. 7 A, llevaba este compendioso título: "Tradicionalismo: insubordinación e injuria". Yo quise más bien plantear descarnadamente el problema: ¿"SOY CISMATICO O SOY CATOLICO"?, no por defensa propia, sino porque este planteamiento nos da el verdadero "status quaestionis", es decir, nos hace ver el meollo de la actual polémica y contienda.
Había antes pensado en otro título: "Progresismo: traición a Cristo y negación a su doctrina". Este desechado título tenía la ventaja de describirnos sintéticamente el progresismo y establecer así un paralelismo comparativo con el artículo de Genaro María.
Ya sólo el enunciado de ambos títulos nos está diciendo que hay, en la Iglesia actual, dos corrientes opuestas, diametralmente antagónicas; dos irreconciliables enemigos: la Iglesia neomodernista, llamada vulgarmente "el progresismo", y la Iglesia tradicional, la de siempre, que Genaro María define como una insubordinación, como una injuria.
La corriente progresista se cree poseedora de la verdad revelada, definitivamente monopolizada, adulterada y "aggiornada" por los inescrupulosos "expertos" del Vaticano II; y condena, sin apelación, juicio, ni "dialogo" posible, a los seguidores obstinados de la Tradición de todos los Papas, de todos los Concilios; a los que adheridos a la invariable doctrina de la Iglesia apostólica; a la que jamás nos hemos creído superiores a los grandes teólogos de la Iglesia Católica y Romana; a los que nos empeñamos a anteponer a Dios, la obra de Dios, la palabra inmutable de Dios, sobre las equivocaciones, componendas y traiciones de los hombres, que se han sentido competentes y autorizados para enmendarle la plana a Dios.
Pbro. Joaquín Sáenz y Arriaga.
1972
2 comentarios:
Recuerdo que lo primero que leí sobre la Misa tradicional, hace ya varios años, de adolescente, fue del P. Sáenz y Arriaga, pero desde entonces no he encontrado nada ni parece que se edite ninguna obra suya en España. ¿Existe algo en Internet? Espero que puedan seguir transcribiendo algún texto de este gran luchador de la Tradición desde los inicios de que la secta conciliar ocupase el Vaticano oficialmente. Gracias como siempre por este blog genial. Un cordial saludo en Cristo Rey.
Trataremos, con la gracia de Dios, transcribir algunos de sus libros.
Pues es muy dificil conseguirlos.
Al parecer en internet no se ha publicado nada.
Que Dios los bendiga
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