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sábado, 5 de enero de 2013

POSICIÓN DE LA FUNDACIÓN SAN VICENTE FERRER CON RESPECTO AL BAUTISMO DE DESEO



Ave Maria!


     Quiero dejar en claro cuál es nuestra posición teológica con respecto al bautismo de deseo, (tema que parece “de moda” en el mundo tradicionalista),  para que no haya ninguna duda sobre lo que pensamos y adherimos (escribo en plural pues es la postura de todos los miembros de la Fundación y no solo mía), “cuentas claras, amistades (o enemistades) largas”.

        Según tengo entendido, se escribió en un foro anticatólico que yo, Mons. Juan José Squetino S. acepto sólo el bautismo de deseo en caso de los catecúmenos que mueren antes de recibirlo, es decir los que tienen un deseo explícito de recibirlo y niego toda otra posibilidad por la cual se pueda salvar un alma sin el bautismo de agua; y que los demás sacerdotes de la Fundación piensan distinto. Falso.

     La persona que lo escribió tuvo mala fe.  Dijo una verdad a medias, ya explicaré por qué. Esa persona adhiere a la posición de los laicos hermanos Dimond, postura que no aceptamos, y que pretendía recibir los sacramentos de la confesión y eucaristía en nuestras capillas (utilizando el inconsecuente y absurdo “prospecto” que publican con los pasos a seguir para recibir sacramentos en lugares según ellos “heréticos”), por lo cual vino a hablar conmigo. Todos los que conocen a estos laicos americanos saben lo que predican con respecto a la ineficacia del bautismo de deseo, por lo que no me interesa explicar lo que ellos piensan sino lo que nosotros sostenemos.

     Lo que sigue es tomado de la Sacrae Theologiae Summa, B.A.C. de los Padres Jesuitas de la Universidad de Salamanca, doctrina que hacemos también nuestra. (Hacemos caso omiso de los que están en contra de San Ignacio de Loyola y su Orden).

 He aquí la doctrina:

     “BAPTISMUS AQUAE SUPPLERI POTEST VOTO BAPTISMI VEL ETIAM MARTYRIO”

“EL BAUTISMO DE AGUA PUEDE SER SUPLIDO POR EL BAUTISMO DE DESEO (o en voto) Y  TAMBIEN POR EL MARTIRIO”

      VALOR DOGMÁTICO:

     LA PRIMERA PARTE ES SENTENCIA “PRÓXIMA A LA FE” Y LA SEGUNDA ES SENTENCIA “TEOLÓGICAMENTE CIERTA”. ALGUNOS AUTORES LLAMAN A LA PRIMERA AFIRMACIÓN TAMBIÉN SENTENCIA “TEOLÓGICAMENTE CIERTA” POR LO CUAL SU CONTRARIA ES CONSIDERADA “TEMERARIA”, SEGÚN LA DOCTRINA SUFICIENTEMENTE CLARA DEL CONCILIO DE TRENTO. (Dz 796)

Nexos:

     Si el bautismo de agua es necesario con necesidad de medio para la salvación, entonces no faltan otros medios para obtenerla, pero no independientemente del sacramento del bautismo. Estas otras formas de obtener la justificación son el bautismo de deseo y el martirio. Por lo tanto se dice que el bautismo de agua es necesario “in re vel in voto”, “recibirlo o desearlo”. Tres formas de bautismo se distinguen pues, fluminis (agua), flaminis (deseo), sanguinis (martirio).

Nociones:

     Voto, o deseo del bautismo puede ser explícito o implícito.

     EXPLICITO será el caso, por ejemplo, de los catecúmenos que deseando sincera y vehementemente  recibir las aguas bautismales, mueren antes de  ser bautizados de hecho. (Esto es la primera parte de lo que hablé con esa persona y lo sigo sosteniendo).

     IMPLICITO, se tiene cuando se incluye en un acto de caridad con deseo general de hacer lo que Dios manda para salvarse. Así, los adultos capaces de hacer este voto o tener este deseo pueden suplir el bautismo de agua y reciben la gracia con la remisión de los pecados. No reciben el carácter y por lo tanto,  siempre queda la obligación de recibir el bautismo de agua. Esto es solo para los adultos y no se aplica a los niños que mueren sin el bautismo.

     El deseo debe ir junto necesariamente con el acto de caridad, pues este es el medio necesario para la justificación sin el sacramento es decir “ex opere operantis”.

     EL VERDADERO Y PERFECTO ACTO DE CARIDAD SUPONE LA VOLUNTAD DE PONER LOS MEDIOS NECESARIOS PARA LA SALVACIÓN, ASÍ INCLUYE EL VOTO EXPLÍCITO O IMPLÍCITO DE RECIBIR EL BAUTISMO, Y NO JUSTIFICA INDEPENDIENTEMENTE DE ESTE VOTO O DESEO; ASÍ NO SON DOS CAMINOS DISTINTOS (BAUTISMO Y CARIDAD), SINO UNO SOLO: BAUTISMO DE HECHO O SU DESEO.

     (Denzinger 796)   CONCILIO DE TRENTO, sesión VI (13 de enero de 1547)

     Decreto sobre la justificación

     Capítulo 4  Se insinúa la descripción de la justificación del impío y su modo en el estado de gracia:

     (viene del Cap.3)…Por las cuales palabras se insinúa la descripción de la justificación del impío, de suerte que sea el paso de aquel estado en que el hombre nace hijo del primer Adán, al estado de gracia y de “adopción de hijos de Dios” (Rom.8,15) por el segundo Adán, Jesucristo Salvador nuestro; paso, ciertamente, que después de la promulgación del Evangelio, NO PUEDE DARSE SIN EL LAVATORIO DE LA REGENERACIÓN (Can. 5 sobre el baut.)  O SU DESEO, conforme está escrito: “Si uno no hubiere renacido del agua y del Espíritu Santo, no puede entrar en el reino de Dios”. (Jn. III,5).        

     Hasta aquí, textos de la Sacra Suma Tológica de los salmanticenses suficientes para exponer nuestra posición.

     También le dije a esa persona TODA  esta doctrina anterior, pero por lo visto no la captó o no quiso captarla.

     Sí estoy convencido que la forma de predicar el bautismo de deseo actualmente no es católica, pues no es verdad que TODOS se salvan por el simple hecho de haber vivido como buenos paganos (el caso de modernistas, sectas cristianas, etc. que tengan un bautismo que se considere válido es otro asunto), tampoco es verdad que  “fuera de la Iglesia hay salvación”. Es un dogma de fe que “fuera de la Iglesia no hay salvación” y que las almas que están en el cielo, después de la promulgación del Evangelio, son todas católicas, ¿cómo?: por el bautismo de agua, por el bautismo de deseo o por el bautismo de sangre. Pero, también es verdad que la cuestión del bautismo de deseo, con deseo implícito queda en el fuero de la conciencia, solo entre el alma y Dios, lugar donde yo no puedo ni me toca meterme; solo Dios sabe quienes no bautizados hicieron durante sus vidas o antes de morir un acto de caridad perfecto con la voluntad de poner los medios necesarios para salvarse. A mí eso no me toca juzgar.

     Pero que quede claro, estén o no estén de acuerdo algunos, ésta es nuestra posición acerca del bautismo de deseo y es un tema que no pongo en discusión ni en polémica. Y también que la persona que habló conmigo y comentó en internet, dice una verdad a medias; se quedó solo en la primera parte del bautismo con deseo explícito, le faltó decir lo que hablamos sobre el deseo implícito y  el valor dogmático de las afirmaciones. Y todos los miembros de la Fundación pensamos exactamente igual al respecto.

     Todo este desorden es porque no quieren tener un Papa, entonces se sigue subvirtiendo la constitución divina de la Iglesia. Ahora, los laicos, la parte de la Iglesia dicente (que aprende) son los que dogmatizan y pontifican y excomulgan, sin unirse de ninguna manera a la Iglesia docente (que enseña), ni someter sus escritos a revisión, sin autorización de ningún obispo, como en el caso de los laicos hermanos Dimond que  escriben tesis y opiniones teológicas basándose en la libre interpretación de la Tradición como Lutero lo hizo con la libre interpretación de la Biblia. Ciegos que guían a otros ciegos.

     No es con ánimo de ofender a nadie, al contrario, lo digo con espíritu de caridad para que vean su error, y las consecuencias funestas que se siguen en las almas.

     Pero también es asombroso ver la indiferencia del clero que queda, dan miedo, no sé quienes están peor, si los obispos y sacerdotes a muchos de los cuales tampoco les importa enseñar (sin juzgar sus intenciones), que conforman a la gente con algunas Misas y confesiones, (aunque también hay  sacerdotes devotos, que de verdad se entregan, pero que no les importa mucho el problema de la Iglesia y son apáticos y escépticos ante todo tipo de solución divino-humana), o los laicos que no les queda otra ante la apatía del clero que reaccionar por cuenta propia y así, SIN LA GRACIA DE ESTADO, desvarían.

     Por eso, insto a las almas que tengan intención eficaz de trabajar por la unidad de la Iglesia en la elección de un Papa, que fuercen a sus sacerdotes y obispos a que se pongan a buscar una solución viable, sobre todo a comunicarse con otros obispos y sacerdotes que piensen igual, pues cada vez se alejan más del camino de salvación inventando una “Iglesia”  perennemente acéfala, una nueva iglesia invisible, irreconocible a los ojos de los que de buena voluntad la buscan, como decía S.S.Pio XII.

     Y para los Obispos sedevacantistas, que ya llegaron a la constatación de que la Sede de Pedro está vacante, les voy a pedir en cada escrito que reflexionen sobre su responsabilidad personal en este estado de cosas, y que recuerden que un día darán cuenta al Señor de su negligencia.

     Y que recuerden también que los obispos sedevacantistas, tienen el poder de orden y ejercen la jurisdicción extraordinaria de una manera provisional, hasta que la Sede de San Pedro sea ocupada por un Papa verdadero. Y DE NINGUNA MANERA LES ES LÍCITO PERPETUARSE INDEFINIDAMENTE AL AMPARO DE LA NECESIDAD, A TRAVÉS DE LA VIRTUD DE LA EPIQUEYA, SIN PONER LOS MEDIOS ADECUADOS PARA ACABAR CON LA VACANCIA DE LA SEDE APOSTOLICA. Por la suprema ley de la Iglesia, “salus animarum”, por  la salvación de las almas.

     “DEBE EXISTIR en la Verdadera Iglesia perfecta unidad de régimen, o sea: debe haber al frente de esa sociedad perfecta una autoridad suprema y visible (el Papa), de institución divina, a la cual obedezcan todos los miembros que la forman. NO BASTA una especie de política de amistad o buena vecindad entre un montón de jefaturas eclesiásticas, desconectadas jurídicamente, es decir: independientes entre sí, SIN OTRA CABEZA SUPREMA QUE UN CRISTO INVISIBLE Y CELESTIAL CUYAS PALABRAS Y MANDATOS INTERPRETA CADA UNO A SU GUSTO.” (Breviario apologético. R.P. Fernando Lipúzcoa, Edit. “Libre” 1954)

             “Marana tha! ¡Ven, Señor Jesús!” (Apocalipsis de Sn. Juan)

                                                                                             

                                                              Mons. Juan José Squetino S.

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