Padre Iturbide, escúchame:
Es preciso que vengas
A recorrer de nuevo y a mostrarnos
La luminosa senda
que conduce a la cima en que el alcázar
de la bendita libertad se asienta:
¡Las manadas de lobos
han borrado las huellas.!
Ven empuña la espada,
y combate a la turba loca y ciega
que levanta los símbolos sagrados
del amor, cual bandera,
mientras agita su siniestra mano
de los odios la tea...
Que a los tigres de todas las pasiones,
abre, estulta la puerta
de la jaula en que el hombre
con inaudito esfuerzo los domeña...;
que en la agonía de inocentes víctimas
furiosa se recrea,
y en su sangre se baña. . .;
y que al golpe infernal de la piqueta
va reduciendo a escombros
todo lo santo que a su paso encuentra...
Ya olvidamos que el himno de los libres
No es rugido de fieras,
y que la Libertad y la Justicia
son dos hermanas que, en la misma senda
cogidas de la mano, siempre avanzan...
y que el torrente desbordado, es fuerza.
pero fuerza que siempre en los abismos
bramando se despeña.
sin escalar jamás una montaña...
Es preciso que vuelvas
a formar tu pendón de tres colores,
y a pintar en sus hilos las estrellas
que lo hicieron glorioso. . .
Una, la más hermosa, aún destella:
ni la sangre, ni el odio,
ni el fuego ni la fuerza,
le han quitado su brillo... La segunda.. .
¡un horrible manchón de tinta negra,
—sangre de héroes, cieno de tiranos-
la borró para siempre. . . y la tercera
pronto no lucirá, porque hay un buitre
que con odio feroz lo picotea...!
A formar el pendón de tres colores
es preciso que vuelvas,
y a pintar en sus hilos
las gloriosas estrellas...
de los lagos de sangre y de las charcas fétidas
en que el pendón hundieron los malvados,
se ha sacado una enseña rojinegra,
y la saludan con aullido ronco
las muchedumbres ebrias,
y en su locura gritan:
"¡He allí vuestra bandera!". . .
Diles que no, que la bandera tuya,
la tuya, que es la nuestra,
si tiene tres colores,
y tiene tres estrellas;
que simbolizó tres ideales:
La Religión, la Unión, la Independencia!
Que son sus tres luceros, los tres clavos
con que Cristo en la Cruz, nos dio su herencia,
Su cuerpo ensangrentado que adoramos;
su abrazo de perdón que nos estrecha
haciendonos hermanos, y, del mundo
y de la muerte misma, independencia...
Es preciso que vengas
A recorrer de nuevo y a mostrarnos
La luminosa senda
que conduce a la cima en que el alcázar
de la bendita libertad se asienta:
¡Las manadas de lobos
han borrado las huellas.!
Ven empuña la espada,
y combate a la turba loca y ciega
que levanta los símbolos sagrados
del amor, cual bandera,
mientras agita su siniestra mano
de los odios la tea...
Que a los tigres de todas las pasiones,
abre, estulta la puerta
de la jaula en que el hombre
con inaudito esfuerzo los domeña...;
que en la agonía de inocentes víctimas
furiosa se recrea,
y en su sangre se baña. . .;
y que al golpe infernal de la piqueta
va reduciendo a escombros
todo lo santo que a su paso encuentra...
Ya olvidamos que el himno de los libres
No es rugido de fieras,
y que la Libertad y la Justicia
son dos hermanas que, en la misma senda
cogidas de la mano, siempre avanzan...
y que el torrente desbordado, es fuerza.
pero fuerza que siempre en los abismos
bramando se despeña.
sin escalar jamás una montaña...
Es preciso que vuelvas
a formar tu pendón de tres colores,
y a pintar en sus hilos las estrellas
que lo hicieron glorioso. . .
Una, la más hermosa, aún destella:
ni la sangre, ni el odio,
ni el fuego ni la fuerza,
le han quitado su brillo... La segunda.. .
¡un horrible manchón de tinta negra,
—sangre de héroes, cieno de tiranos-
la borró para siempre. . . y la tercera
pronto no lucirá, porque hay un buitre
que con odio feroz lo picotea...!
A formar el pendón de tres colores
es preciso que vuelvas,
y a pintar en sus hilos
las gloriosas estrellas...
de los lagos de sangre y de las charcas fétidas
en que el pendón hundieron los malvados,
se ha sacado una enseña rojinegra,
y la saludan con aullido ronco
las muchedumbres ebrias,
y en su locura gritan:
"¡He allí vuestra bandera!". . .
Diles que no, que la bandera tuya,
la tuya, que es la nuestra,
si tiene tres colores,
y tiene tres estrellas;
que simbolizó tres ideales:
La Religión, la Unión, la Independencia!
Que son sus tres luceros, los tres clavos
con que Cristo en la Cruz, nos dio su herencia,
Su cuerpo ensangrentado que adoramos;
su abrazo de perdón que nos estrecha
haciendonos hermanos, y, del mundo
y de la muerte misma, independencia...
Vuelve a caer de hinojos a las plantas
de la Virgen Morena,
llevando los pedazos
de las rotas cadenas
que ligaron dos mundos
y que rompió tu diestra.
Vuelve a caer de hinojos a sus plantas,
tiende allí tu tricolor bandera
y todos los laureles de tus triunfos,
y empapando tu voz en las esencias
de todos tus amores,
dile llorando, que mi Patria es de Ella
de su Libertadora. . . de su Reina!
de la Virgen Morena,
llevando los pedazos
de las rotas cadenas
que ligaron dos mundos
y que rompió tu diestra.
Vuelve a caer de hinojos a sus plantas,
tiende allí tu tricolor bandera
y todos los laureles de tus triunfos,
y empapando tu voz en las esencias
de todos tus amores,
dile llorando, que mi Patria es de Ella
de su Libertadora. . . de su Reina!
Y llama a tus valientes,
y pon sobre su pecho como emblema
de heroicidad, la imagen de mi Madre,..,
y ellos defenderán como panteras
que mueren por salvar a sus cachorros,
La Religión, La Unión, la Independencia...!
Padre, sube a tu trono;
Ciñe a tus sienes la imperial diadema...
Y que de nuevo la traición se alce. . .,
y pon sobre su pecho como emblema
de heroicidad, la imagen de mi Madre,..,
y ellos defenderán como panteras
que mueren por salvar a sus cachorros,
La Religión, La Unión, la Independencia...!
Padre, sube a tu trono;
Ciñe a tus sienes la imperial diadema...
Y que de nuevo la traición se alce. . .,
Y que la ingratitud fermente y hierva....
Y que la Patria, se conturbe y sufra. . .,
Y que tu corazón llore esas penas.. .,
Y luego, majestuoso,
desciende de tu solio... al puerto llega...
y lánzate al destierro. . . Dinos; grítanos:
"Para que un hombre desterrado sea.
No es necesario, no, que lo suiciden,
cuando aquí hay patriotismo y vergüenza...
Que en el cruel silencio del destierro
resuene en tus oídos la paterna
voz que te llama. . . y ven. . . llega a la playa
de la bendita tierra
que te miró nacer, que libertaste.
que te lloraba ausente, y que en ti sueña.. .
Es tu madre y te llama. . .
Ven a sus brazos y su frente besa,
y dile que si sufre, si agoniza. . .
¡Tú morirás para que viva ella!
Ven, y que en vez del maternal halago
te espere la traición, y que te prenda,
y te condene a muerte.. .! y que las balas
abran el manantial de tus arterias
y que tu sangre, al borbotar, repita:
¡Contento muero, porque viva Ella!
Y que tus brazos pueden muy abiertos
dibujando la bendición postrera,
que a la Patria le da tu cuerpo exánime,
tu bendición Paterna, que
en las luchas por Cristo, nos aliente,
y que en las luchas por México, por ella,
y por la madre bendita
que sollozando llega
y que embalsama tu cuerpo con sus lágrimas
y que la frente pálida te besa. . .!
Acuéstate en la tumba:
y que caigan sobre ella
el odio de los malos, sus calumnias,
su ingratitud... y que montaña inmensa
formen allí. . . y, al transcurrir cien años
haga un aplauso retemblar la tierra,
al ver que allá, en la cumbre, te levantas
de laurel coronada tu cabeza,
agitando en la mano,
tu tricolor bandera
y diciendo a los vivos y a los muertos:
¡Quien la quiera ultrajar, maldito sea. . .!
Brille otra vez tu nombre
escrito en áureas letras. . .
y lo arranquen aquellos que sintieron
en su pecho un adarme de vergüenza,
que al fermentar, haga explosión de odio. . .
y así a tu pueblo enseña
que no se halla ni un rastro de las águilas,
allí donde anidaron las culebras. . .!
Padre Iturbide: escúchame:
Es preciso que vengas
a recorrer de nuevo y a mostrarnos
la luminosa senda
que conduce a la cima en que el alcázar
de la bendita libertad se asienta. . .
¡Las manadas de lobos han borrado tus huellas. . .!
Ven, te espera tu Patria. . .!
Ven, tu tierra te espera. . .!
Tu cielo azul, tus campos,
el perfume de pinos de tu sierra,
el alegre sonar de tus esquilas,
y tu casa paterna.
Ven, te espera tu Patria,
Ven tu tierra te espera...
las madres te idolatran como a hijo,
te quieren como hermano las doncellas.
por tu amistad los jóvenes suspiran
y los niños cual padre te veneran . . .
Ven, te espera el cariño inalterable
de tu Valladolid. . .! De tu Morelia . . .!
Y que la Patria, se conturbe y sufra. . .,
Y que tu corazón llore esas penas.. .,
Y luego, majestuoso,
desciende de tu solio... al puerto llega...
y lánzate al destierro. . . Dinos; grítanos:
"Para que un hombre desterrado sea.
No es necesario, no, que lo suiciden,
cuando aquí hay patriotismo y vergüenza...
Que en el cruel silencio del destierro
resuene en tus oídos la paterna
voz que te llama. . . y ven. . . llega a la playa
de la bendita tierra
que te miró nacer, que libertaste.
que te lloraba ausente, y que en ti sueña.. .
Es tu madre y te llama. . .
Ven a sus brazos y su frente besa,
y dile que si sufre, si agoniza. . .
¡Tú morirás para que viva ella!
Ven, y que en vez del maternal halago
te espere la traición, y que te prenda,
y te condene a muerte.. .! y que las balas
abran el manantial de tus arterias
y que tu sangre, al borbotar, repita:
¡Contento muero, porque viva Ella!
Y que tus brazos pueden muy abiertos
dibujando la bendición postrera,
que a la Patria le da tu cuerpo exánime,
tu bendición Paterna, que
en las luchas por Cristo, nos aliente,
y que en las luchas por México, por ella,
y por la madre bendita
que sollozando llega
y que embalsama tu cuerpo con sus lágrimas
y que la frente pálida te besa. . .!
Acuéstate en la tumba:
y que caigan sobre ella
el odio de los malos, sus calumnias,
su ingratitud... y que montaña inmensa
formen allí. . . y, al transcurrir cien años
haga un aplauso retemblar la tierra,
al ver que allá, en la cumbre, te levantas
de laurel coronada tu cabeza,
agitando en la mano,
tu tricolor bandera
y diciendo a los vivos y a los muertos:
¡Quien la quiera ultrajar, maldito sea. . .!
Brille otra vez tu nombre
escrito en áureas letras. . .
y lo arranquen aquellos que sintieron
en su pecho un adarme de vergüenza,
que al fermentar, haga explosión de odio. . .
y así a tu pueblo enseña
que no se halla ni un rastro de las águilas,
allí donde anidaron las culebras. . .!
Padre Iturbide: escúchame:
Es preciso que vengas
a recorrer de nuevo y a mostrarnos
la luminosa senda
que conduce a la cima en que el alcázar
de la bendita libertad se asienta. . .
¡Las manadas de lobos han borrado tus huellas. . .!
Ven, te espera tu Patria. . .!
Ven, tu tierra te espera. . .!
Tu cielo azul, tus campos,
el perfume de pinos de tu sierra,
el alegre sonar de tus esquilas,
y tu casa paterna.
Ven, te espera tu Patria,
Ven tu tierra te espera...
las madres te idolatran como a hijo,
te quieren como hermano las doncellas.
por tu amistad los jóvenes suspiran
y los niños cual padre te veneran . . .
Ven, te espera el cariño inalterable
de tu Valladolid. . .! De tu Morelia . . .!
Mons. Vicente M. Camacho
Morelia 1921
Morelia 1921
No hay comentarios:
Publicar un comentario