Una mesonera, del obispado de Nantes, descuidadamente bebió un poco de veneno, según ella creyó, y como por espacio de tres meses la atormentase el tóxico, hizo una oración al glorioso San Vicente, de cuyos milagros tenía noticia. Porque un año antes se halló en la ciudad de Vannes, adonde vió y oyó muchos de ellos. Hecha la oración, luego se sintió mejor, y embarcándose para Vannes vomitó en el mar gran parte del veneno, quedándole todavía rastro de la enfermedad. Tomando puerto, se fué a pie y descalza a la iglesia, y allí cobró salud de tal manera, que después, según ella atestigua, sola una vez o dos, cuando mucho, le retentó el mal, y éstas, ligeramente.
De otro hombre, medio intoxicado, se cuenta en el proceso que le sanó San Vicente. Pero no es menester detánerse más en esto, porque el libro crece mucho y ya es tiempo de acabar.
Un hombre, del obispado de Nantes, estuvo tan malo por espacio de catorce años de una quebradura, que se pensó morir. Encomendóse a San Vicente e hízole cierto voto, y el intestino que le causaba la pena se volvió a su lugar. Y con ser verdad que antes no podía pasear, entonces pudo, en un día y medio, ir catorce leguas a pie hasta Vannes.
Un barbero, del lugar de Fanción, estando quebrado invocó al maestro Vicente, y hecho el voto halló que la quebradura se le había soldado.
Una mujer, del obispado de Vannes, estando preñada, tuvo más de dos semanas unos dolores tan agudos en entrambos costados que por poco se hubiera de morir si su marido y ella también no hicieran un voto a San Vicente, porque después de haberle hecho no sufrió más dolor.
Otra dice que estuvo tres días sin poder comer ni beber, ni menearse: tan grande era el dolor que sentía en el costado izquierdo; mas que en haber prometido visitar el sepulcro del Santo, se halló sana. Fué, empero, ingrata y no cumplió su voto, y así recayó en la mesma enfermedad, y pudiera ser que se quedara sin remedio si de nuevo no ratificara el voto, con lo cual el Santo se dió por contento, y en aquel mesmo punto le alcanzó de Dios salud, y ella no se descuidó de cumplir lo prometido.
Fray Justiniano Antist
VIDA DE SAN VICENTE FERRER
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