Vistas de página en total

jueves, 16 de mayo de 2013

EL GRAN ORIENTE DE LA MASONERIA SIN MASCARA (IV)

Por Mons. George F. Dillon 
VII
LA CONVENCION DE WILHELMSBAD

     Desde sus comiénzos la masonería aparece como una clase de oscura parodia de la Iglesia de Cristo. Los nombres tomados por sus dignatarios, la forma de su jerarquía, las designaciones que tomaban sus logias y "obediencias", el lenguaje de sus rituales, todo esto, parece una copia mímica de los usos del cristianismo. Cuando Saint Martin quiso difundir su iluminismo en Francia, Consiguió hacer, un encuentro de delegados masones de todas las logias de ese país. Esta fue designada como la "Convención de los Galos"; Lyons, el lugar de reunión, fue denominada "La Ciudad Santa". Weishaupt tenía miras más amplias. Tenía la intención de llegar a toda la humanidad por intermedio de la masonería, y buscaba una "convención" mucho más general que la de Lyons.
     Entonces, cuando hubo madurado sus planes de impregnar a la masonería del mundo en su sistema infernal, comenzó a buscar los medios de reunir tal Convención. El iluminismo de Saint-Martin simpatizaba plenamente con él, pero no podía llevar a cabo su propósito. El quería una clase de Consejo General de la Masonería en la que estuvieran juntos los representantes de todo el mundo en esa época; y esperaba que, por medio de una adecuada manipulación de los representantes que él sabía que serían enviados por las logias masónias de todas las nacionalidades, su propio iluminismo pudiera ser adoptado como una clase de alta, oculta o superior masonería, por todos en pleno. Tuvo éxito con sus planes y, en 1781, bajo la convocación del Duque de Brunswick, que actuó como Gran Maestre Supremo, delegados de cada pais en donde existía la masonería, fueron citados para reunirse en concilio en Wilhehmsbad. Arribaron de todos los rincones del Imperio Británico; de los recientemente formados Estados Unidos de América; de todas las naciones de Europa Continental, cada una de las cuales, en esa época, tenía logias; de los territorios del Gran Turco, y de las posesiones coloniales e indias de Francia, Portugal, España y Holanda.
     Los más numerosos y principales representantes eran, sin embargo, de Alemania y Francia. A través de la habilidosa actuación del notorio Barón Knigge, y otro todavía más astuto adepto suyo, llamado Dittfort, Weishaupt contróló completamente el concilio. Aún más, causó que se concertaran allí medidas que en pocos años llevarían a la Revolución Francesa, y que llevarían a la entrega, después, de Alemania a los Generales Franceses Revolucionarios que actuaban bajo los girondinos, los jacobinos y el directorio. Me gustaría, si el tiempo lo permitiera extenderme, en las pruebas de estos hechos. Sea suficiente, sin embargo, para mi presente propósito, decir que evidencia bastante acerca de ello fue encontrada por el gobierno Bávaro, que tuvo, unos cinco años más tarde, que suprimir a los illuminati y que uno de los miembros de la convención, el Conde de Virene, se sintió golpeado por tal horror ante la depravación del organismo que abandonó a los illuminati y se convirtió en un ferviente católico. Dijo el Conde a un amigo: "No te diré los secretos que guardo, pero diré que una conspiración tan profunda y secreta ha sido tramada, que será muy dificultoso para la monarquía y para la religión no sucumbir a ella".
     Puede también ser útil remarcar que muchos de los líderes de la Revolución Francesa, y señaladamente muchos de los que la vivieron, y se beneficiaron con ella, eran delegados masones envidos desde varias logias de Francia a la Convención de Wilhelmsbad.


VIII 
LA MASONERIA CABALISTICA O EL ESPIRITISMO MASON

     Antes de proseguir más con la historia de la Francmasonería me detendré un momento a considerar una muy remarcable característica de la composición de ésta, característica sin la cual casi nunca aparece. Al mundo nunca le faltaron brujos, brujas, nigromantes, conjuradores, y aquellos que verdaderamente tenían, o pretendían tener, relaciones con los demonios.
     La masonería, con sus varías ramificaciones, es la gran continuadora de esta característica de un pasado que pensábamos sepultado para siempre.
     Los golpecitos en las sesiones espiritistas, las mesas volcadas, los médiums, etc., distinguen a sus partidarios tanto en los países protestantes como en los católicos. Tenemos historias casi increíbles de estas relaciones con el diablo y sus ángeles, que sostienen hombres como los Carbonarios de Italia.   

     Sin embargo, desde el mismo principio, la Francmasonería ha tenido cierta clase de peculiar misticismo conectado con esto. Se regocija ésta en misterios tales como los cónclaves secretos que los judíos practicaban en los países en los cuales eran preseguidos, y que eran comunes entre esos herejes, Bulgarianos, Agnósticos, Albigenses y Waldenses. Los excesos que se alegaban contra los Templarios estaban también acompañados por signos secretos y símbolos que la masonería adoptó. Pero cualquiera que haya sido antes, la extensión de este misticismo en la masonería, una clase de misticismo espureo se convirtió en parte de su misma esencia desde el advenimiento del celebrado Cagliostro, que viajó a traves de Europa bajo las instrucciones de Weishaupt, y fundó más logias de lo que lo hiciera cualquier francmasón individual entonces ó desde esa época.
     El verdadero hombre de este archi-impostor era Bálsamo. Era un brujo inveterado, y en sus peregrinaciones al Oriente fue tomando de diversas fuentes, los secretos de la alquimia, de la astrología, conjuros, triquiñuelas y ciencias ocultas de todas clases acerca de las cuales pudiera obtener alguna información. Como la masonería a la cual se afilió desde el principio, era afecto a la mentira en la actuación y la palabra. Le convenía a Weishaupt; quien, aún sabiendo que era un impostor, lo empleó a pesar de todo para difundir el iluminismo. Acompañado por su no menos célebre esposa, Lorenza, apareció en Florencia como el Marqués Pelligrini y después atravesó Italia, Alemania, España, Inglaterra, los Países Bajos y Rusia. En este último país amasó, en la Corte de Catalina II, una inmensa fortuna. En Francia, asistido por los esfuerzos de los Illuminati, fue recibido como una clase de semidios, y llamado el divino Cagliostro. Estableció nuevas logias en todas partes del país y permaneció seis meses en Bordeaux con este fin. En París estableció logias para mujeres de una clase peculiarmente cabalística e impura, con departamentos internos horriblemente misteriosos. En la recepción de los miembros usaba ritos y ceremonias que recordaban las absurdas prácticas de los médiums espiritistas, los que ven y hablan a los espíritus, etc., e introdujo todas esas tonterías que se nos han hecho familiares por intermedio de sus seguidores modernos.
     Cagliostro clamaba tener el poder de conferir la juventud eterna, la salud y la belleza, y lo que él llamaba regeneración moral y física, con la ayuda de drogas y de la masonería iluminada.
     Fue el padre y fundador del rito de Misraim, el rito egipcio de la masonería. El villano se vio mezclado en el famoso caso del "Collar de Diamantes" y fue enviado a la Bastilla, de la cual se las arregló para pasar a Inglaterra, donde, en 1787, se dio a predecir la destrucción de la Bastilla y de la monarquía de Francia, la Revolución y —pero aquí calculó mal— el advenimiento de un Principe que aboliría las Letras de Cachet, convocaría a Estados Generales y establecería el culto de la Razón. Todas estas medidas habían sido tomadas en Wilhemsbad, y Cagliostro por supuesto lo sabía bien.
     Su único mal cálculo fue con respecto al Príncipe Gran Maestre. La Revolución fue un poco demasiado lejos para el desgraciado Egalité, que finalizó la traición a su casa perdiendo su cabeza en la guillotina. En cuanto a Cagliostro, pasó a Roma, donde la Inquisición puso término a sus hazañas al detectar sus intentos iluministas. Sus poderes secretos no lo pudieron librar de la cárcel. Murió allí miserablemente, en 1795, después de intentar estrangular a un pobre capuchino a quien llamó como confesor, y en cuyo hábito tenía la esperanza de escapar. Este impostor ha sido convertido también en un mártir de la Inquisición. La masonería hace mucho por desconocer a Cagliostro; pero con una extraña inconsistencia mantiene el rito egipcio fundado por él, y se adhiere al misticismo de baja clase que él introdujo. Es maravilloso como los extremos se juntan. Cómo los hombres llegan a negar, y lo consideran un signo de fuerza intelectual, la existencia del Dios que los hizo inclinarse estúpida y superticiosamente ante los demonios, reales o imaginarios. La nigromancia es una característica del anticristo, de quien leemos "que mostrará grandes signos y maravillas con el objeto de engañar, si eso fuera posible, aún a los elegidos". Cuando él venga será una combinación de Cromwell y Cagliostro.


IX
LA REVOLUCION FRANCESA

     Puedo hacer notar aquí que la conspiración de los "illuminati" y de la masonería en general, estaba lejos de ser un secreto para muchas de las Cortes de Europa. Pero entonces, lo mismo que actualmente, poseía amigos, tanto mujeres como hombres, en todas las cortes. Estos coartaban los saludables intentos de algunos gobernantes de desafiar sus intrigas mortales contra príncipes, gobiernos y todo orden, así como contra su gran enemiga la Iglesia de Cristo. La Corte de Bavaria descubrió, como he dicho, pero sólo por accidente, parte del plan de los illuminati, y dio la alarma. Pero, aunque sea extraño decirlo, esta alarma no fue escuchada por las otras, Cortes de Europa, tanto católicas como protestantes. Se esperaba una revolución, pero, ahora, cada país esperaba poder evadirse él mismo de las peores consecuencias y sacar ventajas de la ruina del vecino. La voz del Santo Padre se elevó una y otra vez contra la masonería. Clemente VIII, Benedicto XIV, y otros Pontífices la condenaron.
     Los agentes y ministros de la Corte Papal, aconsejaron privadamente e hicieron urgentes llamados para conseguir detener el mal mientras los poderes de Europa aún pudieran hacerlo. Fueron éstos obstaculizados y la Corte del Gran Monarca y cada una de las Cortes de Europa Continental durmieron en el sopor de una muerte viviente hasta que fueron despertadas para sentir el verdadero peligro en un momento demasiado tardío como para remediar los desastres que la falta de religión, el vicio, la estupidez y la audacia apresuraban. Las logias de los illuminati, en Francia, mientras tanto, llevaban a cabo la conspiración. Habían estos amasado y gastado enormes sumas en engañar al pais con inmoral literatura atea.
     Mirabeau, en su Monarchie Prussienne (Vol. 6, pig. 67), publicada antes de la revolución, habla asi de estas sumas:
     "La masoneria en general, y especialmente la rama de los templarios, producia anualmente enormes sumas por medio del costo de recepciones y contribuciones de toda clase. Una parte del total se empleaba en los gastos de la orden, pero otra parte, mucho más considerable, iba a un fondo general acerca del cual nadie, excepto el primero entre los hermanos, conocia el destino".
     Cagliostro, cuando fue interrogado por la Inquisición Romana, "confesó que llevaba su suntuosa existencia gracias a los fondos conque lo proveian los illuminati. Asimismo dijo que tenia un encargo de Weishaupt de preparar a las logias francesas para recibir su dirección". Vase Deschamps, v., p. 129.

 
     El descontento fue asi sembrado entre toda la población. Las Logias Masonicas se multiplicaron, inspiradas por los aleccionados emisarios de Weishaupt; y el trabajo directo de la masoneria en los acontecimientos subsiguientes está manifiesto no sólo en la detallada profecia de Cagliostro, fundada en lo que é1 sabia que se habia ya decidido. Está todavia más claramente evidenciada en una segunda convención, llevada a cabo por los illuminati franceses, donde todo fue arreglado para la Revolución.
     Los hombres que fueron prominentes en este conclave serian luego los más atractivos en cada uno de los acontecimientos que siguieron. Mirabeau, Lafayette, Fouché, Talleyrand, Danton, Marat, Robespierre, Cambaceres, y de hecho cada nombre notable en las convulsiones subsiguientes en el pais, era no solo de los illuminati, sino entre los primeros de los illuminati.
     Es comúnmente creido que los enciclopedistas y los filósofos fueron los únicos que desmantelaron trono y altar en la llama época de la revolución. Pero, aparte del hecho de que todos esos escritores eran francmasones, y de los más audaces e intrigantes de entre ellos, tenemos abundante autoridad para probar que otros francmasones estaban en todas partes dedicados en forma más práctica al mismo trabajo. Louis Blanc, que será aceptado como una autoridad en este punto escribe: "Es importante introducir al lector dentro de la mina que en esa época se estaba cavando bajo tronos y altares por medio de los revolucionarios, mucho mas profundos y activos que los enciclopedistas: Una asociación compuesta por hombres de todos los paises, de todas las religiones, de todos los rangos, ligados todos por ataduras simbólicas, compelidos bajo juramento inviolable a preserver el secreto de los entretelones de su existencia; forzados a sufrir terribles pruebas mientras se ocupaban de ceremonias fantásticas, practicaban por otra parte la beneficencia y se miraban los unos a los otros como iguales, a pesar de estar divididos en tres clases: aprendices, compañeros y maestres. La franc
masoneria consiste en esto. Ahora bien, en la vispera de la Revolución Francesa, se halló que la francmasoneria habia recibido un inmenso desarrollo: difundida a traves de toda Europa, secundó al genio meditativo de Alemania, agitó a Francia silenciosamente, y presentó en todas pastes la imagen de una sociedad fundada en principios contrarios a aquellos de la sociedad civil". Monseñor Segur escribe sobre esto: "Vease hasta que punto el reino de Jesucristo fue amenazado en la hora en que estalló la revolución. No fue Francia el único pais que se agitó, sino tambien Europa toda. ¿Qué digo? El mundo estaba en poder de la Masoneria. Todas las logias del mundo fueron en 1871 a Wilhelmsbad con delegados de Europa, Asia, Africa y América; vinieron de las más lejanas costas descubiertas por los navegantes, estos celosos apóstoles de la Masoneria... Todos rerornaron cornpenetrados del iluminismo de Weishaupt, esto es, del ateismo, y animados del veneno de la incredulidad con el cual los oradores de la Convencion los habian inspirado. Europa y el mundo masónico estaban entonces en armas contra el catolicismo. Por lo tanto, cuando la señal fue dada, el golpe fue terrible; terrible especialmente en Francia, en Italia, en Espaita, en las naciones católicas que ellos deseaban separar del Papa y arrojar al cisma, hasta que el tiempo Ilegara en que ellos pudieran descristianizarlas completamente. Esto da cuenta bien de las cautividades de Pio VI y Pio VII.” 


     Algunos desaparecieron bajo su propia guillotina; otros sobrevivieron a la muerte de sus compañeros. En forma constante, los hombres de la conspiración tenian entendimientos y relaciones los unos con los otros. Weishaupt, a la distancia segura de Coburg-Gotha, les daba su ayuda voluntariosa y la de los alemanes francmasones. Esta concertación les permitió flotar en cada uno de los oleajes que levantó el airado mar de la Revolución: y si no consiguieron hacer de Francia y de toda Europa una ruina social, tal como se la planeara en Wilhehmsbad, fue por falta de poder, y no por falta de voluntad.
     La posición alcanzada y las riquezas hicieron que muchos de ellos desearan conservar lo que la Revolucion habia arrojado en sus manos. Pero siguieron siendo francmasones bajo todos los cambios de la fortuna, como sus sucesores lo siguen siendo en nuestros días. Tal vez, bajo la influencia de los juramentos, del terror secreto y de la Secta, no se atrevan a otra cosa. Uno ó dos individuos pueden abandonar; pero alguna fatalidad o necesidad siempre mantiene a los líderes "illuminati". Ellos, considerados como un organismo, siempre permanecen, y retroceden ante la adversidad política sólo para ganar más fuerzas para un futuro ataque a la religión y al orden, todavía más amplio y más fatal de lo que fue el que lo precedió.
     No, están ellos en momento alguno ni un adarme menos determinados a zambullir al mundo en la anarquía y en el baño de sangre que crearon durante la Revolución Francesa, de lo que lo estaban en 1789. Sobre este punto oigamos a uno de ellos: (Extraído de Proofs of a Conspiracy (Pruebas de una Conspiración), por John Robison, A.M., Profesor de Filosofía Natural y Secretario de la Royal Society de Edimburgo, tercera edición, corregida, 1789)
     "He podido seguir la pista de estos intentos hechos en el curso de cincuenta años, bajo el especioso pretexto de iluminar al mundo con la antorcha de la filosofía, y de disipar las nubes de la superstición y la esclavitud. He observado a estas doctrinas gradualmente difundirse y mezclarse con todos los diferentes sistemas de la francmasonería hasta que, al final, se ha formado una asociación con el expreso propósito de DESMANTELAR TODOS LOS ESTABLECMIENTOS RELIGIOSOS Y DERROCAR TODOS LOS GOBIERNOS EXISTENTES EN EUROPA. He visto a esta Asociación esforzarse celosa y sistemáticamente hasta que se ha convertido en casi irresistible: y he visto que los activos líderes de la Revolución Francesa eran miembros de esta Asociación, y que realizaron sus primeros movimientos de acuerdo con los principios de ésta, y con sus instrucciones y asistencia, formalmente requeridas y obtenidas. Por último, he visto que esta Asociación todavía existe, todavía trabaja en secreto, y que no sólo varias apariciones entre nosotros muestran que sus emisarios tienen el fin de propagar sus detestables doctrinas entre nosotros, sino que la Asociación tiene logias en Gran Bretaña relacionadas con la logia madre de Munich desde 1784.
     "Si esta no fuera más que una materia de mera curiosidad, y no susceptible de ningún buen uso, hubiera sido mejor haberme guardado esto para mí mismo, antes de perturbar a mis vecinos con el conocimiento de un estado de cosas que ellos no pueden enmendar. Pero si resultara que las mentes de mis compatriotas estuvieran descaminadas de la misma manera que lo fueron las de nuestros vecinos del continente... Si yo puedo mostrarles que los razonamientos que hacen tan fuerte impresión en algunas personas en este país son los mismos que realmente produjo 1a peligrosa asociación en Alemania; y que ellos recibieron esta desgraciada influencia solamente por pensar que estos razonamientos eran sinceros y la expresión de los sentimientos de quienes hablaban; si yo puedo demostrar que esto fue todo un engaño, y que los líderes de esta Asociación descreían de cada palabra que pronunciaban y de cada doctrina que enseñaban; y de que su verdadera intención era abolir toda religión, derrocar todos los gobiernos y hacer del mundo un lugar de general pillaje y una ruina... no puedo sino pensar que tal información hará que mis compatriotas hesiten un poco y reciban precauciones, y aún con desconfianza, discursos e instrucciones de aquellos que adulan la vanidad." (págs. 11-13).
     Estas palabras de Robison muestran, ya en 1797 que, la conexión entre la Francmasonería y la Revolución Francesa era bien entendida. Desde entonces Louis Blanc, y otros escritores masónicos, se han sentido orgullosos de este hecho. "Nuestro fin", decía el famoso Alta Vendita, a quien me habré de referir más tarde, "es aquel de Voltaire y de la Revolución Francesa".
     En efecto, lo que la Francmasonería hizo en Francia, se efectúa ahora, con la más grande precaución, para que dé resultado en algún día futuro a través del mundo entero. Sometióse entonces el mundo, con perfecta docilidad, a un gran líder militar, que surgió de su propio trabajo y esfuerzos. Otro líder como ese dirigirá finalmente sus esfuerzos contra Dios y el hombre.
     Tal líder será el Anticristo.

No hay comentarios: