Vistas de página en total

jueves, 30 de mayo de 2013

¿UN CLAMOR DESESPERADO DE JESUS EN LA CRUZ?

CIEN PROBLEMAS DE FE
21
UN CLAMOR DESESPERADO DE JESUS EN LA CRUZ

     Jesús en la cruz exclamó, según dice el Evangelio: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» Si Él fue verdaderamente Dios, ¿cómo puede admitirse ese grito angustioso y casi de desesperación? (F. S.—Bolzano.)

     Son las palabras de Jesús pronunciadas en arameo y citadas por San Mateo (XXVII, 46) y San Marcos (XV, 34), que constituyen la cuarta frase dicha por Jesús desde la cruz.
     Ha habido, efectivamente, quien las ha interpretado como un grito de desesperación, desde Calvino (1509-1564) hasta Renán (1823-1892) y el moderno Goguel, según el cual Jesús habría muerto, sin más, desesperado (1932).
     Pero hace falta una bonita ignorancia e incoherencia exegética para afirmar la desesperación de quien añadió poco después: «Todo está cumplido» (Juan, XIX, 30), y terminó exclamando: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» (Lucas, XXIII, 46).
     Basta que recordéis, ilustres lectores, la respuesta número 13, en la que estudié el pleno sufrimiento de Jesús, no obstante su divinidad y su visión beatífica.
     Aquellas palabras no eran, pues, sino el grito de su naturaleza humana, triturada por el dolor y abandonada —ése es el valor de la frase— a la furia de sus enemigos.
     No se puede en manera alguna pensar que aquella forma interrogativa significase que no sabia el «porqué» de haber sido entregado en manos del dolor, o que implicase una protesta.
     Jesús eligió esa forma de expresión, porque así empieza el salmo mesiánico XXI, en que se profetizan todos sus sufrimientos. Esto es, entonaban el salmo, como nosotros cuando rezamos las preces liturgicas y tenía, por tanto, que repetir a la letra su expresión. Estaba, pues, tan poco desesperado que iniciaba una devota plegaria.
     Además, clamando de esta manera el preciso comienzo del salmo XXI, revelaba solemnemente su carácter mesiánico, esto es, proclamada de debia aplicársele, y revelaba, por consiguiente, que el dolor atormentador, significado en el salmo mismo, era precisamente su dolor. Volveremos después sobre el tema.

Bibliografia
Bibliografía de la consulta 13.
P.C. Landucci: Maria SS, nel Vangelo, Roma, 1953, pág. 187.

No hay comentarios: