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jueves, 18 de noviembre de 2010

EL TRATO CON LOS HEREJES SEGÚN LOS APÓSTOLES DEL SEÑOR

«Pero se puede nombrar igualmente a POLICARPO. No sólo fue él discípulo de los apóstoles y vivió con muchas personas que habían visto al Señor, sino que también los apóstoles lo destinaron al Asia, como obispo de la Iglesia de Esmirna.
Nosotros mismos lo vimos en nuestra primera juventud, pues vivió largo tiempo y siendo de avanzada edad abandonó esta vida, después de haber brindado un glorioso y muy esplendente testimonio.
Ahora bien, él enseñó siempre la doctrina que había aprendido de los apóstoles, doctrina que es también la que la Iglesia transmite y que es la única verdadera. De ello testimonian todas las Iglesias de Asia y los que hasta hoy han sucedido a Policarpo, que era un testigo de la verdad seguro y digno de fe, lo contrario de Valentín, Marción y todos los otros sostenedores de opiniones falsas.
Habiendo venido a Roma bajo (el papa) Aniceto, alejó de los antedichos herejes a un gran número de personas y las recondujo a la Iglesia de Dios, proclamando que no había recibido de los apóstoles sino una sola y única verdad, esa misma que era transmitida por la Iglesia.
Algunos le escucharon contar que habiendo ido Juan, el discípulo del Señor, a los baños en Éfeso, vio adentro a Cerinto; escapó entonces de las termas sin haberse bañado, gritando: "¡Salvémonos, no sea que se derrumben las termas, pues en su interior se encuentra Cerinto, el enemigo de la verdad!".
Y Policarpo mismo, a Marción que lo abordaba un día, diciéndole: "¿Nos reconoces?", le respondió: "Te reconozco como el primogénito de Satanás".
Tan grande era la circunspección de los apóstoles y de sus discípulos, que llegaban hasta rehusarse a entrar en comunión, incluso en palabras, con uno de esos hombres que falsificaban la verdad.
Como lo dice igualmente Pablo: "Al hereje, después de una primera y segunda amonestación, recházalo, sabiendo que tal hombre está pervertido y que, al pecar, es él mismo el autor de su condenación" (Tito 3,10-11)».
SAN IRENEO DE LIÓN
(ca. 140 ca. 202)

("Adversus haereses": "Denunciación y refutación de la gnosis de mentiroso nombre", 111, 3,4).
(Trad. por Adelin Rousseau, monje de la abadía de Orval, Edit. du cerf, París, 1984, pp. 281-282).
(Trad.: G. D. C.)

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