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viernes, 26 de noviembre de 2010

MARTIRIO DE LOS APOSTÓLES SAN PEDRO Y SAN PABLO TESTIMONIOS

I. San Clemente Romano (1 Cor. 5-6: PP. Apost., p. 182 s.).

II.
San Dionisio de Corinto (Eus., НЕ II, 25, 8).
Que Pedro y Pablo sufrieron al mismo tiempo el martirio, lo establece así Dionisio, obispo de Corinto, en carta a los romanos:
"También vosotros, por tamaña admonición, habéis unido aquella plantación, nacida de Pedro y Pablo, de romanos y corintios. Y, en efecto, habiendo ambos plantado en esta ciudad nuestra de Corinto, también a vosotros os enseñaron, y ambos, igualmente, después de enseñar juntos en Italia, sufrieron por el mismo tiempo el martirio."

III. Tertuliano (De praescriptione, 36, 1-3).
"¡Pues, ea! Si quieres ejercitar mejor tu curiosidad en el negocio de tu salvación, recorre las Iglesias apostólicas, en que todavía presiden en sus lugares las cátedras mismas de los Apóstoles y en que se leen sus mismas cartas auténticas, sonando su voz, y presente otra vez la faz de cada uno de ellos. ¿Vives cerca de la Acaya? Ahí tienes a Corinto. Si no estás lejos de Macedonia, tienes a Filipos, tienes a los tesalonicenses. Si te es posible pasar al Asia, allí tienes a Efeso. Si confinas con Italia, ahí está Roma, de la que nosotros mismos tenemos a mano la autoridad. ¡Feliz Iglesia ésta, sobre la que derramaron los Apóstoles, juntamente con su sangre, toda su doctrina! Allí Pedro igualó la Pasión del Señor; allí Pablo fue coronado con la muerte de Juan Bautista; allí el apóstol Juan, después de ser sumergido en aceite hirviendo, sin sufrir daño, fue relegado a la isla."
El mismo (Scorpiace, 15, 2-5).
"Sin embargo, sabemos lo que los Apóstoles han sufrido; ésa es manifiesta doctrina. Esta es la sola que entiendo cuando recorro el libro de los Hechos. Nada inquiero. Allí, las cárceles, las cadenas, los azotes, las penas, las espadas, los ataques de los judíos, las aglomeraciones de los gentiles, los informes de los tribunos, los interrogatorios de los reyes, los tribunales de los procónsules, el nombre del César, no necesitan de intérprete. Que Pedro es azotado, que Esteban es lapidado, que Santiago es inmolado, que Pablo es arrastrado, con la sangre de ellos mismos está escrito. Y si el hereje necesita la fe de un acta, los archivos del Imperio hablarán, como las piedras de Jerusalén. Leamos las Vidas de los cesares: Nerón fué el primero en ensangrentar la fe cuando crecía en Roma. Entonces Pedro es ceñido por otro, cuando es atado a la cruz. Entonces Pablo es, por nacimiento, de ciudadanía romana, cuando renace por nobleza del martirio."
El mismo (Adv. Marcionem, 4, 5, 2).
"Veamos qué género de leche bebieron de Pablo los corintios; según qué regla fueron corregidos los gálatas; qué leen los filipenses, los tesalonicenses, los efesios; qué suenan ahí cerca los romanos, a quienes Pedro y Pablo dejaron el Evangelio hasta firmado con su sangre."

IV. Orígenes (Eus HE, III, 1, 1-3).
"Esparcidos por toda la tierra los santos Apóstoles y discípulos de nuestro Salvador, a Tomás le cupo por suerte, según la tradición, la Partía; a Andrés, la Escitia; a Juan, el Asia, y, tras larga convivencia con los asiáticos, murió en Efeso. Parece que Pedro predicó en el Ponto, en Bitinia, Capadocia y Asia a los judíos de la dispersión. Venido, hacia el fin de su vida, a Roma, allí fué crucificado cabeza abajo, por haber pedido él mismo sufrir de este modo el martirio. ¿Y a qué hablar de Pablo, que llenó el Evangelio de Cristo, desde Jerusalén al Ilírico, y sufrió luego el martirio en Roma bajo Nerón?" Todo esto lo dice literaltmente Orígenes en el tomo tercero de sus comentarios al Génesis.

V. Cayo, presbítero romano (escribe entre 198-217) (Eus., НЕ, II, 25, 5-7).
"Gomo quiera que sea, proclamado Nerón primero de entre los que declararon la guerra a Dios, mató a los mismos Apóstoles. Así, pues, cuéntase que en Roma el mismo Pablo fue decapitado, y Pedro igualmente, bajo el mismo emperador, puesto en un palo, y da fe de esta historia la inscripción que hasta el día de hoy se conserva sobre los sepulcros de Pedro y Pablo, que allí mismo están; y no menos un varón eclesiástico, por nombre Cayo, quien, en obra dirigida contra Proclo, dirigente de la herejía de los catafrigas, dice esto mismo acerca de los lugares donde están depositados los sagrados cuerpos de los dichos Apóstoles:
"Yo puedo señalar los trofeos o sepulcros de los Apóstoles. En efecto, si quieres venir al Vaticano o a la Vía Ostiense, hallarás los trofeos de los que asentaron esta Iglesia."

VI. Porfirio Neoplatónico (+ en Roma el 303)
"Veamos aquello que se dice a Pablo: Dijo en visión el Señor por la noche a Pablo: "No temas, sino habla, pues yo estoy contigo y nadie te echará encima las manos para dañarte" (Act. 18, 9). Y a este fanfarrón, apenas llega a Roma, se le prende y corta la cabeza, él, que decía: A los mismos ángeles juzgaremos. Es más, el mismo Pedro, que obtuvo potestad de apacentar los corderos, clavado en una cruz, muere empalado"

VII. Eusehio de Cesárea (+ 340) (Chron., 2, 2.08-1, ad a. Chr. 70).
"Por última de sus iniquidades, declaró la primera persecución contra los cristianos, cuando los santísimos apóstoles Pedro y Pablo fueron coronados, en el combate por Cristo, con la corona del martirio."

VIII. Lactancio (De mort. pers., 2, 4-6).
"Y de allí los discípulos, que entonces eran once, despues que se agregaron, en lugar del traidor Judas, a Matías y a Pablo, se dispersaron por toda la tierra para predicar el Evangelio, como les había mandado el Maestro Señor. Y por espacio de veinticinco años, hasta el principio del Imperio de Nerón, echaron por todas las provincias y ciudades los fundamentos de la Iglesia. Imperando ya Nerón, Pedro vino a Roma y, obrados algunos milagros, que hacía por la virtud de Dios mismo y con poder que Él le concediera, convirtió a muchos a la justicia y levantó a Dios un templo fiel y firme. Denuciado el hecho a Nerón, como advirtiera que no sólo en Roma, sino en todas partes, se pasaba una gran muchedumbre del culto de los ídolos a la nueva religión, condenada la antigua, execrable y nocivo Tirano que era, se abalanzó a destruir el templo celeste y borrar la justicia. Así, siendo el primero en perseguir a los siervos de Dios, a Pedro le clavó en la cruz y a Pablo le pasó a espada"

IX. Orosio (Historiarum ad. pag., VII, 7, 10).
"Toda esta mole de. crímenes, vino todavía a aumentarla la temeraria impiedad contra Dios. En efecto, Nerón fue el primero que en Roma sometió a suplicio y varios géneros de muerte a los cristianos y mandó que por todas las provincias se los atormentara con igual persecución. Empeñado en extirpar el nombre mismo de cristianos, de los beatísimos apóstoles de Cristo Pedro y Pablo, a uno le mandó clavar en cruz, al otro lo pasó a filo de espada."

X. Sulpicio Severo (Chronicorum, 3, 29).
"Entretanto, creciendo ya la muchedumbre de los cristianos, sucedió que estalló un incendio que abrasó a Roma, mientras Nerón tenía su residencia en Ancio. Sin embargo, la opinión de todos echaba la culpa del incendio al emperador, de quien se creía buscaba la gloria de construir una nueva Roma. Por más que hizo, Nerón no logró que no se tuviera el incendio por ordenado. Así, pues, desvió la culpabilidad hacia los cristianos, y contra inocentes se ejecutaron cruelísimos tormentos. Llegaron a excogitarse nuevos géneros de muerte, y así, unos, cubiertos de pieles de fieras, morían despedazados por los perros; muchos eran crucificados o quemados vivos; la mayor parte fueron guardados para ser encendidos, a modo de luminarias nocturnas, al caer el día. Tal fue el principio de las persecuciones contra los cristianos. Luego, por leyes también promulgadas, se prohibio la religión, y por públicos edictos se declaró no ser lícito el Cristianismo. Entonces fueron condenados a muerte Pablo y Pedro. A Pablo le cortaron a espada el cuello; a Pedro lo levantaron en una cruz".

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