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domingo, 19 de agosto de 2012

COMENTARIO AL TEXTO DE COMO LOS JUDIOS CAMBIARON EL PENSAMIENTO CATOLICO (5)

Por R.P. Joaquín Saenz y Arriaga

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 Suele darse el nombre de "Sionismo" al problema judío en la realidad imponente de los tiempos actuales: es ese movimiento secular, envolvente, tenaz e internacionalmente activo y decisivo, con que el mesianismo judío pretende realizar, como de hecho parece lo está haciendo con éxito evidente, el dominio no sólo político, sino social, económico, religioso y jurídico, al que cree tener derecho, sobre el mundo entero.
Para alcanzar este objetivo, el sionismo ha usado, según las circunstancias y los tiempos, distintos procedimientos en el decurso de la Historia; pero, a nuestro juicio, el éxito que no pocas veces ha tenido el Judaismo Internacional se debe principalmente a dos factores importantes
a) Al secreto escrupuloso con que realiza su programa. Al fariseísmo habilidosísimo con que esconde y disimula sus acividades; 
b) A la ingenua o traidora cooperación, que en su obra nefasta, le han dado los gobiernos, las instituciones y los individuos cristianos y no cristianos. Así aprehendieron a Cristo, comprando antes a Judas. El Judaismo da las batallas sin exponer sus hombres, sin dar la cara. Usa el dinero con habilidad sorprendente para corromper a sus naturales enemigos y hacer alianza con ellos. 
El Judaismo Internacional, la mafia, sabe aprovechar maravillosamente las debilidades humanas y todas las circunstancias favorables, que sus actuales y potenciales enemigos quieran brindarle, para destruir, conquistar y esclavizar los pueblos, que caen de esta manera en sus garras feroces. No se detiene en seleccionar los medios por su ilicitud o licitud intrínseca, sino por la mayor o menor eficencia con que esos medios puedan contribuir a alcanzar sus designios siniestros.
Actualmente, la mafia judía ha logrado establecer cuatro frentes internacionales, que, al parecer, sin conexión alguna, son las tenazas que trituran y destruyen las estructuras de los pueblos libres, para preparar así el advenimiento de su mesianismo. La tragedia imponderable consiste en que los gobiernos e individuos no sólo han aceptado esos frentes internos, esas quintas columnas, dentro de sus propios países, sino que han llegado a considerarlos como una estructuración del mundo, que con criterios nuevos tiene que abrirse paso en el futuro.

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 El primer frente invisible que la mafia judía creó para la batalla final es la francmasonería, con sus ritos distintos, imbuidos del Talmud y la Kábala, con sus secretos herméticos, solamente conocidos en la cúspide de la pirámide; con sus apariencias filantrópicas, con su filosofía atea disimulada con la ficción del Gran Arquitecto del Universo, que encierra en sí el panteísmo y da culto al satanismo. 
Por la Masonería la mafia logró destruir o desorientar la inteligenzia cristiana con las corrientes del materialismo, del hedonismo, del agnosticismo, del Freudismo, etc., etc. Logró apoderarse de los gobiernos o por lo menos, de sus puestos claves. Logró secularizar las instituciones, laicizar la enseñanza de la niñez y de la juventud; atentar contra el baluarte de la familia, estableciendo el divorcio y justificando el amor libre; y hacer en fin, que el Estado y sus leyes no solamente desconozcan a Dios, a Cristo y a su Iglesia, sino que ataquen sistemáticamente los principios fundamentales de la vida religiosa.
En los regímenes masónicos, la Iglesia y la religión, en el mejor de los casos, son consideradas como una condescendencia a la ignorancia y al oscurantismo del pasado o como un contrabando disimulado, en el que los mismos eclesásticos se sienten favorecidos y comprometidos con una deuda de gratitud. La historia de la Masonería es una historia secreta de crímenes, de claudicaciones y de apostasías. La incredulidad, que reina en los pueblos de Europa, y de América, es el fruto legítimo de la obra masónica. Bien sabemos que hace tiempo algunos católicos, algunos sacerdotes, algunos jesuítas han aceptado el diálogo y el compromiso secreto con la Masonería, y defienden esta organización tenebrosa y su obra satánica. Dicen ellos que hoy, al menos en ciertos lugares, la Masonería no solamente es inocua sino benéfica.
En su obra "Jesuitas y Masones", el Dr. Tohotom Nagy, conocido sacerdote húngaro de la Compañía de Jesús, nos da una descripción del diálogo fraterno que los jesuitas de la nueva ola han sostenido y sostienen con los miembros de la Masonería. El Dr. Nagy, que es ahora un sacerdote secularizado y casado, propugna por el "cese el fuego" entre la iglesia y la Masonería, y explica la evolución ideológica de sus hermanos jesuitas, como la justificación de la nueva actitud de la Compañía hacia sus antiguos enemigos, a quienes los jesuitas hicieron responsables, por tantos años, de la expulsión de Carlos III y de la supresión eclesiástica que del Instituto Ignaciano hizo S.S. Clemente XIV.
Citaré aquí algunas palabras del Dr. Nagy que nos dan idea de la bancarrota ideológica que en ciertos elementos de la Orden provocó el diálogo intelectual con la Masonería:
"Volviendo al año de estudios, quisiera hablar de su materia. Dos gigantes hicieron sentir su peso: Aristóteles y Santo Tomás de Aquino; quizás no fue la Iglesia misma que se aferró a ellos, sino la Orden de Santo Domingo. Esta ha dado muestras de rigidez a través de los siglos, y sigue siendo ejemplo de la inflexibilidad y de una intransigencia en todos los aspectos.
Los jesuítas españoles Suárez y Molina se rebelaron en su tiempo contra este terror. Sus nombres siguen siendo hasta hoy autoridades en la teología, pero ¿qué se puede esperar de la ideología científica de un adversario como un dominico —Mihalik— que estableció una hipótesis absolutamente arbitraria y ridicula en el comienzo de su libro, según la cual, Suárez deriva del alemán Schwartz, y que durante el curso del libro —obra importante— denomina Schwartz a ese varón que a través de siglos fue conocido y estimado como Suárez.
De Aristóteles es sabido ya que gran parte de sus tesis y observaciones fueron erróneas, y era Platón quien sobrevivió los pensamientos científicos más nuevos y que está renaciendo en los tiempos más recientes. Es de lamentar que una organización, que pretendía poseer verdades eternas e inmutables, como la Iglesia, se haya aferrado a un sistema filosófico, únicamente porque éste le servía de apoyo en la explicación de gran parte de sus doctrinas. La Iglesia debió preveer que la filosofía aristotélica, por ser obra y doctrina humana, podría sufrir alteraciones y derrotas; por lo mismo, al aferrarse a ella, corría el riesgo, por la continua evolución de la ciencia, de ver atacada la eternidad de sus verdades.
Y así sucedió. La Iglesia ya tuvo suficientes disgustos por encadenarse a un sistema de doctrinas del mundo profano; y sus disgustos irán en aumento hasta que la Iglesia tendrá que rever su sistema filosófico del mismo modo como revio su resistencia frente a todo lo que antes juzgaba de herejía.
La otra gran figura que oprimía nuestros estudios, era la máxima autoridad de Santo Tomás de Aquino. Ningún profano se puede imaginar cuán elevada es la autoridad de ese santo en la Iglesia para los teólogos, sobre todo, para los dominicanos, que reaccionan con su inflexibilidad conocida frente a la mínima disminución de esta autoridad. Si algún profesor de teología llegara a desviarse un poco de las doctrinas de Santo Tomás y esta desviación fuera visible en la tesis del examen de fin de curso, recibirá duros retos desde Roma como si estuviera en camino de convertirse en hereje. Uno de mis profesores, cuyas tesis tenían esta tendencia, sufrió tantas hostigaciones, que, cansado, pidió su relevo y se fue a China como misionero.
Fue Santo Tomás quien "bautizó" al ya casi olvidado Aristóteles, después de mil quinientos años de su muerte. Fue él quien amarró el bote científico de la iglesia, a la barca de Aristóteles que desde entonces navegan juntos.
La "Summa Theologica" figuraba como creación única en su género, y nos enterábamos sólo de paso, que en su tiempo no se destacó especialmente, porque había más de una de estas "Summas" y algunas eran superiores a la de Santo Tomás. No hace mucho que fue descubierto un manuscrito más del 'Summa' en una biblioteca ancestral italiana.
La filosofía oficial de la iglesia, la escolástica, está en letargía ya hace siglos y si bien en los últimos tiempos dio algunas figuras robustas, éstas no aportaron ninguna novedad revolucionaria.
En la filosofía moderna no se palpa en absoluto que en su vecindad vive una escolástica; y ésta, aunque haya perdido su hegemonía de antaño, al menos podría ejercer algunas influencias.
Los jesuítas, no porque querían desprenderse del pasado, sino porque preveían el futuro, con una elasticidad sin par, pululaban alrededor de todo intento nuevo; acompañaban a los transformistas hasta los límites de exponenrse a que sus libros sean puestos en el "Indice" (Teilhard de Chardin).
En la investigación de la Biblia, también son ellos que van al frente, y ayudan a aclarar que la creación del hombre, el primer pecado y el diluvio no fueron redactados por Moisés, sino que Ezdrás los trajo, mil años después, de Babilonia, como legados súmenos y luego los incorporó a los libros sagrados.
Es más beneficioso para la Iglesia, que sean ellos quienes desmenuzan a los libros sagrados, porque así les queda algo de su precioso tesoro; ha llegado el momento en que la Iglesia no tendrá más que ir reconociendo día a día que los patriarcas nunca fueron monoteístas, que la historia de Sansón es folklore, el libro de Job es un plagio, Salomón nada tiene que ver con los libros que le atribuyen y casi ningún salmo fue escrito por David, etc. Todo esto hoy aparece en los libros con el "Imprimí potest" de los provinciales jesuítas y yo mismo siento un poco de miedo al leerlos, tan distintos de lo que me enseñaron hace décadas. Puede cualquiera leer en el libro "De la Edad de Piedra al Cristianismo" por William Foxwell, en cuya tapa figura "Revisado, por varios padres de la Compañía de Jesús" y por dentro reza; "Nihil obstat", y verá que del Antiguo Testamento apenas quedarán algunas hojas para aplicarles la definición del Concilio Vaticano I, según la cual, "Spiritu Sancto inspirante concripti Deum habent autorem" —Denzinger-Bammwarte, 1787—.
Ahora está pagando la Iglesia con creces el haber ligado, tiempo ha, su conjunto de verdades a las ciencias aparentemente eternas e inamovibles, y el haberse metido en un laberinto caótico de especulaciones filosóficas humanas, y de dudosas interpretaciones; porque pretendía ser sabia, en sentido profano, en vez de identificarse con la simplicidad, santidad y pureza cristalina evangélica y con lo eterno en el hombre que no es de este mundo. Juan XXIII encabezaba una Iglesia así y durante cuatro años ha conquistado más fieles y más honor para su Iglesia, que todos los filósofos y teólogos en cuatro siglos."

 La Masonería, con su visión racionalista del cosmos, con su eliminación disimulada de Dios, de Su Sabiduría y de Su Omnipotencia, con su humanismo idolátrico y con su fobia religiosa, ha destruido aquella armónica concepción del universo, en la que Dios es el principio y el fin y la razón esencial de la existencia humana; la Masonería ha corrompido a la inteligencia, creando una ciencia empírica, en la que los fenómenos y las experiencias personales vienen a sustituir los principios eternos e inmutables, sobre los cuales se construyen la filosofía y la teología cristiana. La Masonería minó en nosotros las creencias religiosas, para sustituirlas después por los mitos modernos de la diosa razón.
Lo que para mí es inconcebible es el cambio radical y violento entre la actitud de lucha que la Compañía de Jesús tuvo siempre contra la Masonería y el coqueteo disimulado y la aceptación implícita que la nueva ola de ese Instituto Religioso ha asumido ahora, con relación a esa misma masonería, a la que un día calificó como engendro satánico.
René Fülop Muller, en su obra "El poder y los Secretos de los Jesuítas", escribe: "Gran sorpresa tiene que causar el que precisamente la más reciente actualidad haya conducido a una aproximación entre Jesuítas y francmasones. Después de manifestarse, durante largo tiempo, cierta disposición a una inteligencia, en junio del año de 1928, se ha llegado a negociaciones en toda regla, en un debate celebrado en Aquisgrán, tomando parte de un lado el P. Hernán Gruber, el jesuíta más conocedor de la Francmasonería, y del otro lado el Secretario General de la logia de Nueva York, Ossian Lang, el filósofo francmasón de Viena Dr. Kurt Reichl y el escritor Eugene Lennhoff, autor de una obra muy documentada sobre la francmasonería".
Otro jesuíta el P. Joseph Berteloot, el 15 de septiembre de 1933 en la "Revue de París", página 394, dice:
"Esta gran maestra de enseñanza, la Historia, nos enseña cómo, bajo el golpe de una inmensa prueba común, o ante un grave peligro inmediato, los hijos de un mismo país, fieles de una misma fe, olvidan generalmente todo lo que les divide, para hacer frente en bloque y llevar la prueba fraternalmente. Protestantes y católicos de Alemania nos dan, en este momento, este ejemplo. Para otra lucha, Francia lo había dado en 1914, el día de la movilización".
"¿Estaremos nosotros en vísperas de volver a ver entre nosotros una de estas horas, si no de parecida unión, al menos de mejor comprensión y de mejor inteligencia, entre dos adversarios que la opinión tiene por irreconciliables: El Catolicismo y la Francmasonería? Esto es lo que, colocándonos desde el punto de vista histórico, nosotros quisiéramos examinar aquí".

 Esta política de la "mano tendida", entre el Catolicismo y la Francmasonería, fue ideada y auspiciada por algunos Padres de la Compañía, de Jesús, iniciadores y defensores del Progresismo Católico, que son los que, en abierta constradicción con el espíritu ignaciano y con la tradición gloriosa de ese Instituto venerable, han formado la nueva ola del catolicismo, negación lastimosa de la indefectibilidad de la Iglesia. Amo filialmente a la Compañía, pero amo por encima a la Iglesia de Cristo.

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El segundo frente que tiene establecido internacionalmente, en el mundo, el Sionismo o la mafia del Judaismo Internacional, es el Comunismo, que en su historia y esencia significa la subversión, la destrucción, el odio, la muerte y los sufrimientos más espantosos, a que han sido sujetados, no miles, sino millones y millones de seres humanos. El Comunismo ha destruido las elites de la humanidad: ha empobrecido y esclavizado a los pueblos; ha sembrado de humeantes ruinas a más de la mitad de la tierra; ha hecho que la humanidad viva años de incertidumbre espantosa, como si nada estable hubiera quedado en nuestra vida. El Comunismo es la esclavitud de los tiempos modernos; una esclavitud más odiosa, más cruel y más refinada que la que existió en los tiempos paganos.
En relación a las creencias, a la religión, especialmente en relación al catolicismo, el comunismo ha sido, es y será siempre implacable. Soñar en la coexistencia pacífica con la Iglesia Católica es monstruoso, es criminal; es el entreguismo que arría la bandera de Dios para enarbolar la bandera de Satanás. Las tácticas cambian, pero no cambia la finalidad que el enemigo busca. 
En una Revista Comunista Internacional, publicada en Praga, en junio de 1965, el conocido comunista español Santiago Alvarez escribe un artículo sobre el acercamiento de los católicos y comunistas en España, en la nueva política de ciertos dirigentes y jerarcas católicos, que, en ansias de ecumenismo, han abierto el diálogo con los comunistas, hasta establecer cierta unidad de acción, cierta armonía entre los ahora criptocomunistas y los católicos, "Hoy, dice el escritor, nuestros aliados principales en la lucha contra Franco son los católicos. Esta es una realidad; el signo más característico y más prometedor de la actual situación española".
Y, al tratar del problema religioso, que antagónicamente separa el catolicismo del comunismo, dice: "En contraste con determinadas epocas del pasado, la profesión de fe católica de los católicos no es un obstáculo para participar en esta acción. Si bien el socialismo, por el que los marxistas revolucionarios luchan, aparece más que nunca como una necesidad impostergable, y la concepción filosófica materialista se reafirma, como la única que ofrece una clara proyección del futuro, también se comprueba que la participación de la lucha revolucionaria por la democracia y el socialismo puede englobar y engloba hoy a destacados combatientes, cuyas concepciortes filosóficas no son materialistas..."
"Como materialistas, negamos la trascendencia, la idea de Dios y la existencia de un más allá fuera de la materia. Pero no hemos menospreciado nunca el hecho de que la religión existe y que, como fenómeno supraestructural, con sus complejidades, tiene su importancia..."
"El origen de la religión lleva implícito su ciclo de existencia y su extinción". "Eso significa que, aun resuelto el problema de los antagonismos de clase y de la explotación, con el socialismo, el proceso de extinción de la religión será largo, y gradual su desaparición". Y, en otra parte, Santiago Alvarez nos da a entender el por qué del cambio de táctica que hoy proclama la coexistencia pacífica entre el comunismo y la religión: "La Iglesia y la religión morirán de muerte natural".
No entendemos nosotros cómo un pueblo, que ha sentido en carne viva las parras del comunismo ateo, después de 25 años, se haya olvidado de esa nacional tragedia, para sonreír y hacer alianzas diplomáticas, comerciales o de activa y secreta revolución, con los enemigos de Dios y de su patria.
Preguntará alguno cuáles son las pruebas para demostrar la filiación del Comunismo Internacional respecto del Judaismo. Innumerables serían las pruebas, ya ampliamente conocidas, que toda persona sensata puede examinar en sus mismas fuentes. Hay una literatura copiosa sobre este tema en todas las lenguas y en todos los países. Pero, no hay peor sordo que aquel que no quiere oír la verdad. Citaré aquí algunos documentos tomados de los archivos nacionales de los Estados Unidos. El primero es una información secreta de la Embajada de Londres del 17 de julio de 1919. Está escrita por la Scotland House, S. W. 1. 16 th July. 1919: "Existe ahora una evidencia definitiva de que el Bolchevismo es un movimiento internacional controlado por los judíos; hay comunicaciones frecuentes entre los líderes de América, Francia, Rusia e Inglaterra, con miras a una acción concertada..."Y en otro documento, tomado también de los archivos nacionales de los Estados Unidos y que fue redactado en el Cuartel General de las Fuerzas Expedicionarias Americanas, en Siberia, en Vladivostok leemos: "...Estas esperanzas quedaron frustradas por las ganancias graduales de poder de los elementos más irresponsables y socialistas, guiados por los judíos y otros elementos raciales anti-rusos". Una estadística, hecha en abril de 1918 por Robert Wilton, el corresponsal del "London Times" en Rusia, demuestra que en ese tiempo había 384 comisarios, incluyendo dos negros, 13 rusos, 15 chinos, 28 armenios y más de 300 judíos. De éstos habían venido a Rusia de los Estados Unidos 264 judíos, después de la caída del gobierno imperial.

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El Tercer Frente Internacional, aquel en el cual está a fuerza más grande del mesianismo judío y al mismo tiempo su talón de Aquiles, es el de las finanzas, el del dinero. Sigilosamente, pacientemente, ininterrumpidamente, el Judaismo Internacional ha ido atesorando, sin escrúpulo alguno, por lo medios inmorales que siempre usó, el oro y las riquezas, hasta llegar a dominar ahora, por sus bancos internacionales y centrales, todas las finanzas de todos los países. Actualmente, en el sistema monetario, que priva en todas partes, de documentos y billetes barcarios, esa mafia no sólo acaparó el oro y la plata, sino que hace el dinero que circula en el mundo y le da el valor convencional que quiere, para realizar de esta manera sus designios políticos.
En 1912, Wilson era un desconocido profesor de Princeton University, con ciertas debilidades morales, con las que suplía los servicios de su mujer que estaba enferma. Un grupo de banqueros judíos le sugirieron que se lanzase a la contienda electoral como candidato a la Presidencia de los Estados Unidos de América. Ellos prometían respaldar con su dinero y con su influencia la inesperada candidatura. Naturalmente, este ofrecimiento y esta ayuda no eran completamente gratuitos. Era una pequeña transacción, un do ut des: Wilson tenía que prometer el establecimiento de los Bancos de la Reserva Federal, Bancos Centrales, que debían controlar las finanzas de los particulares y del gobierno mismo de los Estados Unidos; y, además, Wilson tenía que poner esos bancos en las manos de sus magnánimos patrocinadores, los banqueros judíos.
La transacción se hizo. Una campaña política, sin precedente ni paralelo en los Estados Unidos, elevó al desconocido profesor de Princeton University, al hombre clave, para aquellos tiempos, a la suprema magistratura de ese gran país. Al año siguiente, Wilson, cumplidor de sus compromisos, promulgó la famosa ley "Federal Reserve Act, 1913", por la cual, a costa de su patria y del mundo, pagaba los compromisos adquiridos. Nominalmente eran 10 bancos establecidos de la Reserva Federal, diseminados en la Unión Americana; en realidad, era el Banco Central de Nueva York el que iba a controlar todo; y este banco, a su vez, estaba en manos de los banqueros judíos.
Este centralismo bancario, a través de los bancos comerciales, dependientes todos del Federal Reserve Bank de Nueva York, dominó desde entonces no sólo las transacciones, sino las mismas operaciones financieras y la deuda interna del gobierno de los Estados Unidos. Es evidente que se tomaron todas las precauciones para despistar a la opinión pública y encubrir con nombres y sociedades de paja la secreta realidad de aquel control bancario.
La deuda interna de los Estados Unidos de América era en realidad, hablando sin subtefugios, una deuda de ese país a los banqueros judíos, de Wall Street. El año de 1956, según datos ya públicos, esa deuda daba diariamente a sus acreedores, por concepto de módicos intereses, la fantástica suma de catorce millones de dólares. Desde entonces, esa deuda interna ha crecido estratosféricamente, dados los enormes gastos que por concepto de armamentos, ayuda al exterior y aventuras de carácter social ha tenido y tiene ese país, aparentemente poderoso y en realidad debilitado; y los intereses siempre módicos, pero también siempre seguros, que los acreedores judíos reciben, lógicamente han tenido que crecer con ritmo semejante. ¿Nos va a sorprender todavía el poderío económico que tiene en todo el mundo el Judaismo Internacional?
Y, como ya lo hicimos notar, los Bancos de la Reserva Federal no tan sólo dominan las finanzas, sino que hacen el papel moneda que circula con el nombre de los Estados Unidos, pero con el control de los banqueros judíos. El frente Internacional Financiero del Judaismo Internacional en el mundo es fabuloso, es insospechable. Sus bancos no sólo controlan las finanzas, regulan la Bolsa y gobiernan la economía de los gobiernos y de los pueblos, sino que prácticamente han atesorado el oro y la plata del mundo. Como ya lo dijimos, hoy ya no hay monedas de oro, ni de plata, que circulen en la mayoría de las naciones. Hay notas bancarias, hay documentos, hay moneda en papel, cuyo valor fluctúa y es siempre inseguro.
Y ese frente, poderoso e internacional de las finanzas, en manos del Judaismo Internacional, organiza revoluciones, destituye gobiernos, provoca y financia guerras, infiltra las instituciones, corrompe a los individuos y hace que manos invisibles y habilísimas gobiernen los destinos del mundo y hagan posible que los mismos gobiernos, discreta, pero eficazmente dominados, contribuyan a mantener y desarrollar una situación, que, tarde o temprano, tiene que llevarlos a su propia ruina.
El poder del oro es insospechable. En la guerra, decía un general mexicano, no hay enemigo que resista un cañonazo de 50 mil pesos. El precio puede variar; pero es increíble la potencialidad del oro para corromper a los individuos, que, por su preparación, por su edad, por sus convicciones, por su posición social y por la misma investidura que tienen, pudieran parecer incorruptibles a toda persona honesta y sincera. Ya Satanás quiso explotar el poder del oro en aquella tentación que presentó a Cristo: "Haec omnia tibi dabo, si cadens adoraveris me", todo esto te daré sí, postrándote en tierra, me adorares. El Judaismo, con sus insospechados recursos económicos, se cree omnipotente, porque cuenta con las debilidades humanas, que, por dinero, abren pérfidamente las puertas al enemigo. Y, desgraciadamente, también los hombres de la Iglesia, como humanos, son susceptibles a los halagos de las finanzas...
Los compromisos adquiridos en las transacciones financieras, de tal manera ligan la libertad del hombre, que hacen que los criterios mismos se oscurezcan y derrumben en un cambio ideológico, que a primera vista, hubiera aparecido sencillamente irrealizable.
Otro caso concreto del poder oculto de esta Internacional Financiera del Judaismo lo tenemos en México. Era el año de 1926. Gobernaba la nación el General Plutarco Elias Calles, el Jefe Máximo de la Revolución Mexicana. A pesar de las revoluciones precedentes, que habían ensangrentado el país por 15 años, la moneda circulante era el oro y la plata. Había tanto oro, que, algunas veces, por facilitar el cambio, la plata llegaba a tener un premio extra-legal sobre el oro. Fue entonces cuando un hombre iluminado, de ascendencia judía, sugirió al Presidente la creación del Banco de México, el Banco Central, al que todos los otros bancos y las finanzas del país debían estar subordinados. Se eliminó luego el oro de la circulación; después se retiró la plata; el peso, con relación al dólar fue perdiendo su valor adquisitivo. Al principio cada dólar valía 3 pesos 50 centavos, luego $ 4.50; más adelante $ 8.50, hasta que llegamos a su valor actual de $ 12.50 por cada dólar. Esta inestabilidad monetaria vino a provocar el derrumbe de inmensas fortunas y a crear en el país un sentimiento de inseguridad que convirtió la vida económica de México en un juego de aventuras peligrosas. Nos hacían falta las divisas y las divisas estaban en poder de la mafia; y la mafia no hace concesiones gratuitas. Ese hombre iluminado vino indiscutiblemente a revolucionar la vida económica y política de México.

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El Cuarto Frente Internacional, establecido por el Judaismo, es el frente político, por el cual, usando los medios poderosísimos de que dispone, ha procurado ocupar los puestos claves en las instituciones y los gobiernos, con una astucia y una perseverancia y una habilidad sorprendentes. Para apoderarse de estos puestos claves, el Judaismo cuenta con esa vasta red de logias, de bancos, de agencias publicitarias, clubes sociales, etc., etc.; el Judaismo trabaja a largo plazo y sus pasos son siempre cautelosos. Ocupados, por ellos o por sus incondicionales, los puestos claves, se facilitan insospechablemente sus ilícitas, fraudulentas y destructoras actividades, logrando así el ocultar la verdad, paralizar o destruir las legítimas defensas y el hacer factible el avance de sus planes diabólicos.
Hay un libro reciente, escrito por Roger Peyreffit publicado en Francia, en el cual el lector encuentra verdaderas sorpresas al descubrir los antecedentes familiares el raigambre judío de muchos hombres que hoy destaca en los gobiernos y en la Iglesia del mundo Occidental. El libro ha hecho escándalo en el público. Puede ser que algunas afirmaciones, que contiene, sean falsas; puede ser que las mismas falsas afirmaciones del libro sean la cortina de humo para ocultar la realidad y engañar a los incautos. Sin embargo, tan absurdo sería el admitir todas las afirmaciones del libro, como el negarlas todas. Aquí podríamos decir: ni son todos los que están, ni están todos los que son. Que investigue la crítica. Los casos ya comprobados son suficientemente elocuentes para hacernos ver la ingerencia secreta del Judaismo en la política interna e internacional de las naciones del mundo de nuestros días.
En los Estados Unidos, para poner un ejemplo destacado, un judío es el Presidente de la Suprema Corte de Justicia y un judío también es el representante en la ONU del gobierno y del pueblo de ese gran país. El primero de dichos judíos es la autoridad máxima en el Talmud; el segundo parece ser la cabeza invisible que controla todas las actividades judaicas en el mundo político. Hebreos son también, con pasaporte americano, muchos de los expresidentes, ministros, dueños y directores de fábricas, etc., etc. en los Estados Unidos. La ONU es una organización de origen judío, controlada por judíos; es el preámbulo de la realización tangible del mesianismo judío, en el gobierno universal del mundo. Estudiando la estructura interna de esa organización internacional, sus orígenes, sus bases, sus principios, su legislación, su declaración de los derechos del hombre, etc., etc., encontramos ahí la centralización, la legalización, la imposición permanente de la revolución, de la obra secreta de la masonería, de la aceptación, como hechos consumados, del mismo comunismo y de sus crímenes. Khrushchev quitándose el zapato y dando golpes con él sobre las mesas, ante esa Asamblea representativa del mundo; Khrushchev abrazando efusivamente a Castro Ruz, en ese lugar que simboliza la estructura jurídica del derecho internacional, nos hace ver la burla sangrienta, que el Judaismo Internacional hace ahí de una manera invisible de la soberanía de las naciones, representadas en ese organismo, y de la dignidad de la persona humana y de los valores supremos de la vida.
Pudiera preguntar alguno si en México existe ya el poder político del Judaismo Internacional. Esta pregunta es ingenua: directa o indirectamente, mediata o inmediatamente, México, como todos los países del mundo, siente ya en sus espaldas el peso de la mafia. Nuestras finanzas, desde luego, han sido la soga invisible para estrangular nuestra independencia ideológica o política. Pero el Judaismo cuenta en México con poderosos aliados, con un creciente poder adquisitivo en la televisión, en la radio, en la prensa, en la Universidad, en las estructuras todas del país y hasta en el gobierno mismo y en la Iglesia. Un estudio concienzudo y sereno, pero debidamente documentado, debería abrir los ojos al pueblo mexicano y a los que de verdad piensan en la libertad y engrandecimiento de la patria. Vivir aletargados; no querer darnos cuenta del peligro, mejor dicho, de la realidad viviente de México, es traicionar a México, es vender por un plato de lentejas la soberanía nacional.

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Para muchos, el origen judaico de estos cuatro frentes internacionales y la realidad de lo que son y significan, es no sólo una incógnita, sino es una ficción y una leyenda. Ignoran y quieren seguir viviendo en la ignorancia. Desconocen el origen de la masonería y del comunismo, y se contentan con aceptar los criterios erróneos y parcialmente reflejadores de la verdad objetiva, para expresar esos fenómenos trascendentes y vitales; desconocen también lo que la masonería y el comunismo son y los crímenes monstruosos e incontables que han cometido. Así se explica el hecho absurdo de que muchos individuos, sinceramente amantes de la libertad y del progreso constructivo de sus pueblos, se inscriban en estas organizaciones destructoras y colaboren con ellas inconscientemente a una labor verdaderamente suicida. Es absurdo pensar que hombres de la Iglesia quieran aceptar o disimular ahora lo que sus ante pasados y sus predecesores condenaron con tanto valor y con peligro mismo de sus vidas. ¿Es ignorancia o es compromiso?
No se puede negar apriorísticamente. Es una postura suicida cerrar los ojos a la verdad y suspender así las legítimas y necesarias defensas de lo que somos, de lo que creemos, de lo que amamos, de lo que Dios mismo nos ha confiado. Es abrir fraternalmente los brazos al enemigo, que con cálculo ha provocado esa mal entendida caridad cristiana para aprovecharse de ella y para clavar su puñal en nuestra espalda.
No es posible que haya tantos locos en el mundo de ayer y de hoy, que fantasmagóricamente estén fingiendo la perenne conspiración judía. Si conocer y denunciar las secretas acciones del enemigo, que comprometen vitalmente nuestra existencia, es una locura, nosotros queremos ser locos, porque si no, seríamos cómplices en el ataque a Cristo y a su Iglesia; seríamos además traidores y suicidas.
Esa conspiración fue denunciada por varones insignes, por santos canonizados, cuyas virtudes heroicas los llevaron a los altares y por la misma voz autorizada de la Iglesia. Los mismos Apóstoles y, sobre todo, San Pablo, tienen palabras inequívocas de condenación contra el Judaismo religioso-político y contra sus feroces ataques a Cristo y a su Iglesia. El diálogo que el Concilio proclama no puede significar claudicación alguna; no puede paralizar la legítima defensa; no puede exigirnos la auto-destrucción y la entrega total al enemigo.
Pensar que la masonería y el comunismo puedan cambiar, es tan ingenuo, como pensar que el veneno de las víboras es ya inocuo. Buscar una coexistencia con los criminales es exponernos, o a la personal corrupción, o a la inconsciente cooperación con los planes destructivos del enemigo, o a la entrega total y cobarde, sin resistencia alguna, en las manos de nuestros mortales enemigos.
Alguien en México ha dicho que peor que el comunismo y la masonería y la revolución atea e incendiaria, es el anticomunismo, es la anti-masonería, es la contra-revolución Cristiana. Peor que la enfermedad es el antibiótico; peor que el crimen es la policía que trata de refrenar al crimen; peor que los errores y las corrupciones morales es la apologética, es la lucha contra ese error y esa maldad: al fin y al cabo, los más grandes herejes y los más obstinados y endurecidos pecadores son ontológicamente los hijos de Dios.

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Muchos, a pesar del derrumbe general que estamos presenciando, piensan optimistas en la imagen halagadora de que estamos al principio de una nueva primavera del mundo y de la Iglesia. En este reajuste general, en este diálogo ecuménico, tan mal interpretado, en esa renuncia voluntaria a muchos de nuestros valores tradicionales, ven ellos la poda necesaria y saludable para un nuevo renacimiento ideológico, moral, religioso, económico y social del mundo. Dando, vamos a enriquecernos; claudicando, vamos a enderezarnos; conviviendo con los enemigos de la verdad y del error, vamos a purificar nuestra fe y nuestras costümbres cristianas. Es necesario sacrificar lo substancial por lo accidental; es necesario destruir para reconstruir. Lo malo es que la primavera no aparece, sino que vientos fríos y huracanados siguen agitando el oleaje. Para muchos la religión consiste en cierto ritualismo exterior, en cierta mal entendida fraternidad cristiana, en una unificación humana, en la que preparemos la paz y la armonía universal. Ya se habla ahora de un cristianismo ateo. Ya se piensa en suprimir las diferencias exteriores para establecer una humanidad despersonificada y universal, en la que la colectividad y solamente la colectividad deba tener derechos. Paradójicamente parece que los mismos cristianos estamos aceptando la tesis decisiva de la impiedad: Dios ya murió.


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