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martes, 31 de enero de 2012

AUN LAS TUMBAS...

Tuve yo mis ilusiones, mis ensueños, mis amores,
En un tiempo muy hermoso que hace mucho que pasó:
En mi cielo hubo sonrisas, y en mi campo muchas flores,
Y escuchaba alegres cantos de parleros ruiseñores,
Y de dichas inefables tenía lleno el corazón.

Hace mucho. . . Cuando quiero recordar aquellos días
Que pasaron fugitivos y que nunca volverán;
Cuando busca el alma triste las pasadas alegrías,
Cuando anhela triste el pecho, las lejanas armonías,
Ya no encuentra más que sombras y tristeza y soledad!

Ya no encuentro más que sombras! ni una nube purpurina;
No hay auroras en mi cielo...! ¿Hay auroras si no hay sol?
Y mi noche es muy obscura, ni una estrella la ilumina!
Y hasta el rayo que me hiere y me calcina,
Al rayar la obscura nube, ya no tiene ni fulgor!

La tristeza me acompaña! La tristeza de la tumba!
La del nido abandonado! La del fúnebre ciprés!
Aún el viento que en sus giros me arrebata, triste zumba!
Hasta el rayo que me hiere, melancólico retumba
De los cóncavos espacios en la horrible lobreguez.. !

Solo y triste y cabizbajo, voy siguiendo mi camino
Solo y triste... No hay quien quiera mis gemidos escuchar:
Aún las hojas amarillas que arrebata el remolino
Tienen muchas compañeras... Y es tan negro mi destino
Que ni el eco de mis ayes me acompaña en mi pesar. . .!

Aún la losa renegrida de la tumba solitaria
Tiene alguno que la mire con ternura y con amor:
Quien la riegue con su llanto mientras reza una plegaria;
Quien adorne su tristeza con alguna pasionaria. . .
Eso tienen aún las tumbas. . . ¡Pero no lo tengo yo!

Mons. Vicente M. Camacho

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