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lunes, 23 de enero de 2012

LOS TRASTORNOS NERVIOSOS Y MENTALES CON CARACTER RELIGIOSO (3)

B) Neurosis y delirios de duda
La duda es una confesión de ignorancia, o, más exactamente, de inseguridad respecto a la verdad. Su empleo en psicología normal es necesario y fructífero; en ella se funda el razonamiento filosófico como el de Descartes; sirve a Pascal para llegar a la fe cristiana; es la fuente del progreso en las ciencias biológicas. Pero es fecunda solamente cuando es activa: no es porque el agua corre que se debe renunciar a atravesar el río; no importa que la corriente sea más o menos rápida, se rema más enérgicamente y se llega a la orilla de la verdad, a veces más arriba, a veces más abajo, según se haya derivado con la corriente o remontado con ella, pero se llega cerca, de cualquier manera. Cuando la duda se torna patológica, el espíritu se hipnotiza sobre la movilidad de las olas, no ve más que el agua y engañado por su brillo, se olvida la orilla opuesta, donde mora la verdad. La duda se ha trocado en obsesión.
Hemos reproducido dos observaciones de escrupulosos que se vinculan a una neurosis o delirio de fe: en ellos existen una vacilación acerca del valor moral de su acto en relación con la le y una solución pesimista del problema. Otros escrupulosos son víctimas de la duda constante, no ya acerca del valor moral del acto, sino acerca de la ejecución del acto mismo; "por eso un hombre se preocupa de abstenerse de la carne el viernes con suma exactitud; vigila a su gusto el menor detalle de la confección de sus comidas; ha tomado sus medidas esenciales para la abstinencia, pero en el instante de sentarse a la mesa, lo invade la duda de que, a pesar de todo, la cocinera no haya ejecutado sus órdenes; la interroga; mas la duda persiste más angustiosa y vuelve veinte veces a la cocina para verificar pormenores..." (Doctor Fay).
El doctor Garban califica a los escrupulosos en el cuadro general de los que dudan. "La enfermedad del escrupuloso —dice— no es una enfermedad especial, es un síndrome clínico que pertenece a una psicopatía más general, constituida por la enfermedad de la duda. Por eso, todos los escrupulosos son ante todo grandes dudosos". Y vincula la enfermedad de la duda a la psicastenia. Generalmente, esto es exacto, pero como lo atestiguan los ejemplos citados, parece preferible admitir escrupulosos de carácter algo afirmativo (a pesar de la aparente contradicción de las palabras) y además predispuestos a la autoacusación, al lado de los escrupulosos realmente dudosos.
Un grado más y tenemos la locura de la duda propiamente dicha. La patogenia de la enfermedad de la duda parece muy compleja, como lo han demostrado los doctores Sollier y Seglas: trastornos de la atención, de la memoria, de la percepción, fenómenos de contraste psíquico, trastornos cenestésicos o alucinaciones pueden acompañar su origen (Ann. méd. psych., 1901, Tomo XIII, pág. 462). "La locura de la duda —escribe el doctor Fay— consiste en una disposición morbosa del espíritu, que lo lleva a plantearse sin cesar las mismas preguntas y a perseguir contestaciones a sus interrogaciones que no siempre las tienen. Se han admitido, sin excesivo interés, dudosos metafísicos y dudosos realistas".
Los dudosos realistas se empecinan en la búsqueda de la razón de ser de los sexos, del color de los ojos, de la forma de las hojas de los árboles; ésta se pregunta si ella es la madre de sus hijos, aquélla si las mujeres que encuentra el marido son bellas. La angustia nace de la falta de solución a esas cuestiones, que retornan con el carácter de verdadera obsesión.
Los dudosos metafísicos, como su nombre lo indica, dirigen su duda hacia las cuestiones metafísicas: origen del mundo, existencia de Dios, del alma, dogmas religiosos, etc. Un enfermo del doctor Paúl Masoin (Ann. méd. psych., 1901, tomo XIII, pág. 240) repetía a cada instante: "¿No existe Dios, verdad?" Los doctores H. Claude y Borel encontraron el delirio de la duda metafísica en un psicasténico con crisis de ansiedad (Presse Medícale, 1922, pág. 1424 ann.)
Es importante conocer esta forma de duda en psicología religiosa. Explica ciertas crisis de la fe que pueden martirizar al paciente, desorientar al confesor, inquietar a una familia. Explica palabras, conversaciones, publicaciones y controversias en que se supondría fácilmente la mala fe, mientras que se trata de una obsesión de duda, en la que ningún argumento, ninguna prueba hacen mella duradera.
Un dudoso metafísico que dará escándalo en una comunidad religiosa y sería deshonrado en ciertos países y en determinadas épocas, hará la figura de un gran hombre en otros países y en ambientes materialistas que no estén enterados. No merece ni ese exceso de honores, ni esa indignidad, sino sólo ser libertado de su obsesión o delirio y ser devuelto al empleo normal de sus facultades. Entonces podrá ser a su gusto religioso, escéptico o ateo; eso será cuestión de su inteligencia, de su sensibilidad y de la gracia de Dios.
Dr. Henry Bon
MEDICINA CATOLICA

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