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viernes, 13 de enero de 2012

EXTRACTO DE LAS ACTAS DE LAS SESIONES Y CONGREGACIONES (VIII) CONCILIO LATINO AMERICANO 1899

Acción de Gracias y Petición
POR
LOS FIELES Y PUEBLOS DE LA AMERICA LATINA.

Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo, por todos los siglos de los siglos. Amén.
A Ti, Dios Padre Ingénito, a Ti, Hijo Unigénito, a Ti. Espíritu Santo Paráclito, santa é individua Trinidad, de todo corazón Te confesamos, alabamos y bendicimos. A Tí tribútese gloria por todos los siglos; a Tí dénse gracias por toda la eternidad: confirma, oh Dios, lo que has obrado en nosotros: sálvanos y salva a nuestros pueblos.
Alabado sea el Corazón divino por quien hemos alcanzado la salvación, sea glorificado y ensalzado por todos los siglos de los siglos.
Corazón sacratísimo de Jesús, Corazón, delicia de los bienaventurados , Corazón, firme esperanza de los mortales: Tuyos somos, Tuyos queremos ser; sálvanos y salva a nuestros pueblos; escóndenos en la dulcísima mansión de Tu amor; porque eres suave oh Señor, y Tu misericordia se extiende a toda la eternidad.
Perdónanos, pues, oh Corazón suavísimo de Jesús, perdona a nuestras Repúblicas, que criadas en la fe de Tu Iglesia, gracias á Tí, han conservado maravillosamente el tesoro de la fe verdadera, defendiéndolo contra todo género de asechanzas.
Acepta, pues, oh Corazón sacratísimo de Jesús, las gracias rendidas del clero y del pueblo de las Repúblicas de la América Latina a quienes ha salvado la abundancia de Tus beneficios.
Oh Santísima Virgen María, preservada de la culpa original, amantísima y poderosa Patrona de nuestra América Latina, alabada seas Tú también eternamente, venerada seas por todos los siglos de los siglos, dénsete gracias en Cristo Jesús.
Oh Madre nuestra Inmaculada, oh benignísima Madre nuestra, oh dulcísima y augusta Reina nuestra: con el corazón henchido de gratitud pregonamos tus misericordias.
Bajo tu amparo nos acogemos. Oh Señora, cuya dulzura arrebata los corazones, tú has arrebatado nuestros corazones y los de nuestros pueblos. Tú confirmaste, extendiste y consolidaste las primicias de nuestra fe, con tu benignísima presencia y suavísimo patrocinio, en el Santuario de Guadalupe y en los demás monumentos de tu amor maternal, por todos nuestros países. Oh Señora nuestra, oh Madre nuestra, cuya planta virginal quebrantó la cabeza de la serpiente: libra a nuestros pueblos de las emponzoñadas flechas de los impíos y de los herejes. Tú que fuiste nutriz y educadora de nuestros pueblos en la fe de tu Hijo muy amado, sé también nuestra tutora, defensora y baluarte. Tuyos somos, Tuyos queremos ser; muestra que eres nuestra madre y patrona , guárdanos , sálvanos con tus valiosas oraciones.
Santísimo José, Esposo castísimo de la Madre de Dios, que siempre has sido Protector muy amado de la América Latina, alabado seas y venerado en Cristo Jesús.
Custodio de vírgenes, a quien ensalzan llenas de gozo las legiones angélicas, cuyos loores cantan todos los coros de cristianos, intercede por nosotros, recibe nuestros corazones, y preséntalos, entrégalos y conságralos con irrevocable donación, al Corazón dulcísimo de tu Inmaculada Esposa.
A vosotros también os invocamos, Santos y Bienaventurados, que con vuestras santas obras disteis honor a nuestros países. Acuérdate de nosotros, tú especialmente, Toribio santísimo, dechado y gloria esplendorosa de los Prelados y Concilios de la América Latina. Miranos con ojos benignos, Protomártir nuestro, San Felipe de Jesús, que exaltado y glorificado en la cruz, te convertiste en maestro y despertador de los heraldos de la Cruz de Jesucristo.
Interceded por nosotros, invictos Cuarenta Mártires, que con el Bienaventurado Ignacio de Acevedo a la cabeza, ofrecisteis a Dios, y consagrasteis con vuestra propia sangre, a la Nación Brasileña.
Rogad por nosotros, Ínclitos mártires de Cristo, Bienaventurados Bartolomé Gutiérrez, Bartolomé Laurel, Pedro Zúñiga y Luis Flores, que adornasteis la preciosa corona de santidad de las Iglesias de la América Latina, con piedras de encendido color.
Invocamos asimismo vuestro patrocinio, oh Santos Francisco Solano, Pedro Claver y Luis Beltrán, Apóstoles y Protectores de nuestra América; y el vuestro, Bienaventurados Sebastián de Aparicio, Martin de Porres y Juan Macias, que supisteis atraer a nuestro pueblo hacia Cristo con vuestras Apostólicas virtudes.
Volved los ojos a nosotros y orad por nosotros, también vosotras, Vírgenes de Cristo, Santa Rosa de Lima, Patrona de América, y Bienaventurada Mariana de Jesús, blancas y refulgentes azucenas, que, con la maravillosa fragancia de vuestras virtudes, deleitasteis y santificasteis toda la América Latina.
Oh Corazón sacratísimo de Jesús: salva a nuestras Repúblicas y a sus Supremos Magistrados, y a todas nuestras naciones. Haz también, oh Señor, que formen una sola entidad, por la unidad de la fe, por el amor a la patria, y la aspiración a la gloria y defensa de nuestra raza común, de toda nuestra América Latina. Oh María Inmaculada, Patrona y Baluarte nuestro: protégenos, sálvanos, une nuestras naciones en el amor común a nuestra conservación, unidad é integridad, y en la solemne profesión de nuestra fe católica y Apostólica. Amén.

LEÓN PAPA XIII.
Para perpetua memoria. Entre los subsidios espirituales que Nuestros Venerables Hermanos los Obispos de la América Latina, reunidos el año pasado en Concilio Plenario en esta Nuestra alma Ciudad, muy oportunamente excogitaron, para que la Fe Católica se aumente cada dia más y más, en aquella nobilísima región, ocupan el primer lugar las preces que a Dios, a Su Inmaculada Madre y a los Santos, especialmente a los que engrandecieron la América con sus heroicas virtudes, han de dirigirse, y en las cuales se pide con fervor el auxilio divino para aquellos fieles y pueblos. Estas piadosas oraciones, aprobadas por Nuestra Sagrada Congregación de Ritos, y de las cuales se conserva un ejemplar en el archivo de Nuestra Secretaria de Breves, tienen por titulo «Acción de gracias y petición en favor de los fieles y pueblos de la América Latina», empiezan con las palabras «Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo, por los siglos de los siglos, Amén» y acaban «en la solemne profesión de la Fe Católica, Amén».
Por tanto, para que el rezo de dichas preces se propague y se extienda por todas partes, y redunde en mayor provecho de las almas, accediendo a los deseos de los referidos Venerables Hermanos, con muy buena voluntad enriquecemos las mismas preces con los celestiales tesoros de la Iglesia. Por tanto, confiando en la misericordia de Dios Todopoderoso, y en la autoridad de sus Santos Apóstoles Pedro y Pablo, a todos y cada uno de los fieles de ambos sexos de la América Latina, o que moren en la América Latina, que por lo menos con el corazón contrito, rezaren devotamente las preces arriba mencionadas, el dia que en la forma acostumbrada por la Iglesia, siete años de las penitencias que se les hubieren impuesto, o que de otro modo cualquiera, debieren practicar; y concedemos que estas indulgencias puedan también aplicarse, por vía de sufragio, a las almas de los fieles que, unidas a Dios por la caridad, emigraron de este mundo. Que nada en contrario sirva de obstáculo. Las presentes serán válidas perpetuamente, pero conforme al tenor de Nuestra reciente constitución suspendiendo las indulgencias en este año del Jubileo.
Dado en Roma, junto a San Pedro, sellado con el anillo del Pescador, el dia 3 Abril de 1900, año vigésimo tercero de Nuestro Pontificado.

Por el Sr. Cardenal MACCHI,
Nicolás Marini, Substituto.

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