Aquí están tus ovejas enfermitas;
Traen de espinas el cuerpo claveteado;
Ya no pueden andar... las pobrecitas
Oyeron tus silbidos y a tus pies
Han venido arrastrándose.. . ¿Las ves...?
Padre querido:
Aquí están tus hijos, los que lloran.
Los que sintiendo el corazón herido
Con herida mortal, en vano imploran
Consuelo a su dolor,... su triste suerte.
No tiene más remedio que la muerte!
Angel del cielo:
Tus sonrisas nos hablan de esperanzas,
Tus miradas nos saben a consuelo:
Tu voz despierta dulces remembranzas
De los tiempos dichosos, y nos dice
Que Dios nos quiere mucho y nos bendice.
Háblanos. Padre!
Dínos que el Cielo nos espera; dinos
Que la Madre de Dios es nuestra Madre,
Que se van acortando los caminos
Tan largos de la vida.. . Que en la altura
No hay dolor, ni desprecios, ni amargura..
En donde quiera
Al saludarte, te ofrecieron ramos
de flores que entreabrió la primavera:
Nosotros, pobrecitos. . . ¿Qué te damos?
El corazón herido, agonizante.
Hecho pedazos, pero fiel y amante.. !
Ven con frecuencia
A visitarnos, Padre. La alegría
Volverá a iluminar nuestra existencia.
Será menos amarga la agonía...
No temas que lleguemos a abrazarte...
Nos bastará de lejos contemplarte.
Besen tu mano.
El rico, el pobre, el sabio, el ignorante,
La doncella, y el niño, y el anciano.
Nosotros, no, Señor! Pero al instante
En que nos dejes solos, de tu planta
Besaremos la huella sacrosanta!
Ven con frecuencia,
A dar aliento y esperanza y gozo,
A esos pálidos lirios de inocencia,
A las esposas del Celeste Esposo;
Las que me curan, porque estoy enfermo;
Las que velan mi sueño, cuando duermo.
Si la tristeza
Alguna vez anubla tu semblante,
Y corona de espinas tu cabeza,
Dirige acá tus pasos al instante:
Aquí se halla la fuente del consuelo,
Aquí a dos pasos se contempla el cielo!!
Traen de espinas el cuerpo claveteado;
Ya no pueden andar... las pobrecitas
Oyeron tus silbidos y a tus pies
Han venido arrastrándose.. . ¿Las ves...?
Padre querido:
Aquí están tus hijos, los que lloran.
Los que sintiendo el corazón herido
Con herida mortal, en vano imploran
Consuelo a su dolor,... su triste suerte.
No tiene más remedio que la muerte!
Angel del cielo:
Tus sonrisas nos hablan de esperanzas,
Tus miradas nos saben a consuelo:
Tu voz despierta dulces remembranzas
De los tiempos dichosos, y nos dice
Que Dios nos quiere mucho y nos bendice.
Háblanos. Padre!
Dínos que el Cielo nos espera; dinos
Que la Madre de Dios es nuestra Madre,
Que se van acortando los caminos
Tan largos de la vida.. . Que en la altura
No hay dolor, ni desprecios, ni amargura..
En donde quiera
Al saludarte, te ofrecieron ramos
de flores que entreabrió la primavera:
Nosotros, pobrecitos. . . ¿Qué te damos?
El corazón herido, agonizante.
Hecho pedazos, pero fiel y amante.. !
Ven con frecuencia
A visitarnos, Padre. La alegría
Volverá a iluminar nuestra existencia.
Será menos amarga la agonía...
No temas que lleguemos a abrazarte...
Nos bastará de lejos contemplarte.
Besen tu mano.
El rico, el pobre, el sabio, el ignorante,
La doncella, y el niño, y el anciano.
Nosotros, no, Señor! Pero al instante
En que nos dejes solos, de tu planta
Besaremos la huella sacrosanta!
Ven con frecuencia,
A dar aliento y esperanza y gozo,
A esos pálidos lirios de inocencia,
A las esposas del Celeste Esposo;
Las que me curan, porque estoy enfermo;
Las que velan mi sueño, cuando duermo.
Si la tristeza
Alguna vez anubla tu semblante,
Y corona de espinas tu cabeza,
Dirige acá tus pasos al instante:
Aquí se halla la fuente del consuelo,
Aquí a dos pasos se contempla el cielo!!
Mons. Vicente M. Camacho
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