En Galilea: Un campo florecido:
un océano de lirios y azucenas.
En medio, un árbol, que da sombra apenas
a Jesús y a sus doce compañeros.
Del árbol hay, en cada rama, un nido
que amantes han tejido
los jilgueros,
y buscan cada una de las pomas
como media docena de palomas...
Habla Jesús, extática sonrisa
se dibuja en los labios de los suyos;
y, por oírlo, enmudeció la brisa
(y no se mueven con vaivén de olas
las nevadas corolas),
ni hay en las ramas trinos, ni hay arrullos.. .
Habla el Maestro:
"Hombres de poca fe: tened confianza
en aquel Padre nuestro
que en los cielos está ¿A quién no alcanza
su dulce Providencia paternal?. . .
¡Confiad en nuestro Padre celestial!
"Mirad a esas palomas y jilgueros;
ni esparcen la semilla, ni la riegan
ni han arado jamás, ni nunca siegan
ni guardan en graneros,
¿ Y tienen hambre? ¿alguna vez siquiera,
en invierno, en otoño, en primavera,
les faltó el alimento?. . .
(Adviértese un extraño movimiento
en el fresco ramaje
silencioso.. .!
Los pájaros esponjan su plumaje,
y se mira su pecho tembloroso
cual si fuera a estallar en un sollozo. . .)
Sigue el Maestro: "Contemplad las flores;
¿Saben hilar? ¿tejer? ¿tienen colores
para teñir su traje?. . .
Y Salomón, en todo su esplendor,
en su riqueza y su sabiduría,
pudo ostentar, siquiera por un día
un vestido mejor
que el de una flor?. . .
No os afanéis jamás por el vestido,
¿Puede mi Padre echaros en olvido?
¡Sólo os puede caber alguna duda
cuando mirareis una flor desnuda. . .!
Enmudece jesús. Nada contesta
el labio enternecido de los sayos;
pero estalla en las ramas una orquesta
de trinos y de arrullos,
de todas las flores y capullos,
como van las abejas a la miel. . .
van todos hacia El,
como enjambre de besos, los aromas
y prosigue, callado, su camino
el Maestro divino
bajo un dosel de alas de palomas. . .
Mons. Vicente M. Camacho
Marzo 16de 1920
un océano de lirios y azucenas.
En medio, un árbol, que da sombra apenas
a Jesús y a sus doce compañeros.
Del árbol hay, en cada rama, un nido
que amantes han tejido
los jilgueros,
y buscan cada una de las pomas
como media docena de palomas...
Habla Jesús, extática sonrisa
se dibuja en los labios de los suyos;
y, por oírlo, enmudeció la brisa
(y no se mueven con vaivén de olas
las nevadas corolas),
ni hay en las ramas trinos, ni hay arrullos.. .
Habla el Maestro:
"Hombres de poca fe: tened confianza
en aquel Padre nuestro
que en los cielos está ¿A quién no alcanza
su dulce Providencia paternal?. . .
¡Confiad en nuestro Padre celestial!
"Mirad a esas palomas y jilgueros;
ni esparcen la semilla, ni la riegan
ni han arado jamás, ni nunca siegan
ni guardan en graneros,
¿ Y tienen hambre? ¿alguna vez siquiera,
en invierno, en otoño, en primavera,
les faltó el alimento?. . .
(Adviértese un extraño movimiento
en el fresco ramaje
silencioso.. .!
Los pájaros esponjan su plumaje,
y se mira su pecho tembloroso
cual si fuera a estallar en un sollozo. . .)
Sigue el Maestro: "Contemplad las flores;
¿Saben hilar? ¿tejer? ¿tienen colores
para teñir su traje?. . .
Y Salomón, en todo su esplendor,
en su riqueza y su sabiduría,
pudo ostentar, siquiera por un día
un vestido mejor
que el de una flor?. . .
No os afanéis jamás por el vestido,
¿Puede mi Padre echaros en olvido?
¡Sólo os puede caber alguna duda
cuando mirareis una flor desnuda. . .!
Enmudece jesús. Nada contesta
el labio enternecido de los sayos;
pero estalla en las ramas una orquesta
de trinos y de arrullos,
de todas las flores y capullos,
como van las abejas a la miel. . .
van todos hacia El,
como enjambre de besos, los aromas
y prosigue, callado, su camino
el Maestro divino
bajo un dosel de alas de palomas. . .
Mons. Vicente M. Camacho
Marzo 16de 1920
No hay comentarios:
Publicar un comentario