Secta de antiguos herejes, que pareció á fines del segundo siglo; se cree que fueron una rama de los basilidianos y de los carpocracianos.
Según San Epifanio, tomaron el nombre de adamitas, porque pretendían haber sido restablecidos al estado de naturaleza inocente; el ser en un todo semejantes a Adán en el momento de su creación, y por consiguiente deber imitar su desnudez. Detestaban el matrimonio, sostenían que la unión conyugal no hubiera tenido jamás lugar sobre la tierra sin el pecado, y consideraban el goce de las mujeres en común, como un privilegio de su pretendido restablecimiento a la justicia original. Por incompatibles que fueran estos dogmas infames con una vida casta, algunos de ellos no dejaban de vanagloriarse de ser continentes, y aseguraban que si alguno de los suyos incurría en el pecado de la carne, le arrojaban de su asamblea, como lo habían sido Adán y Eva del paraíso terrenal, por haber comido del fruto prohibido; se consideraban como Adán y Eva, y a su templo como el paraíso. Pero este templo, no era mas que un subterráneo, una caverna obscura, o una estufa en la que entraban hombres y mujeres completamente desnudos, y en donde todo les era permitido, hasta el adulterio y el incesto, desde el momento en que el mas antiguo o el jefe de su sociedad, pronunciaba estas palabras del Génesis, I, 22. «Crescite et multiplicamini.»
Según San Epifanio, tomaron el nombre de adamitas, porque pretendían haber sido restablecidos al estado de naturaleza inocente; el ser en un todo semejantes a Adán en el momento de su creación, y por consiguiente deber imitar su desnudez. Detestaban el matrimonio, sostenían que la unión conyugal no hubiera tenido jamás lugar sobre la tierra sin el pecado, y consideraban el goce de las mujeres en común, como un privilegio de su pretendido restablecimiento a la justicia original. Por incompatibles que fueran estos dogmas infames con una vida casta, algunos de ellos no dejaban de vanagloriarse de ser continentes, y aseguraban que si alguno de los suyos incurría en el pecado de la carne, le arrojaban de su asamblea, como lo habían sido Adán y Eva del paraíso terrenal, por haber comido del fruto prohibido; se consideraban como Adán y Eva, y a su templo como el paraíso. Pero este templo, no era mas que un subterráneo, una caverna obscura, o una estufa en la que entraban hombres y mujeres completamente desnudos, y en donde todo les era permitido, hasta el adulterio y el incesto, desde el momento en que el mas antiguo o el jefe de su sociedad, pronunciaba estas palabras del Génesis, I, 22. «Crescite et multiplicamini.»
Teodoreto añade, que para Cometer semejantes acciones, no tenían en cuenta el decoro público, é imitaban la impudencia de los cínicos del paganismo.
Tertuliano asegura que negaban con Valentino la unidad de Dios, la necesidad de la oracion, y trataban al martirio de locura y extravagancia.
San Clemente de Alejandria dice, que se alababan de tener los libros secretos de Zoroastres; lo que hace creer a M. de Tillemont, que eran libros de magia, T. II, p. 280.
Esta secta infame fué renovada en el siglo XII por un cierto Tendemo, conocido todavía bajo el nombre de Tanguelino, que esparció sus errores en Amberes, bajo el reinado del emperador Enrique V. Los principales eran, que no había distinción entre los sacerdotes y seglares, y que la fornicación y el adulterio eran acciones santas y meritorias. Acompañado de tres mil malvados armados, acreditó esta doctrina por su elocuencia y ejemplos; le sobrevivió poco su secta, y fué extinguida por el zelo de San Noberto.
Otros adamitas aparecieron también en el siglo XIV, bajo el nombre de turlupinos y hermanos pobres, en el Delfinado y la Saboya. Sostenían que el hombre, llegando a un cierto estado de perfección, debía estar eximido de la ley de las pasiones; y lejos de que la libertad del hombre sabio dependiera de no estar sujeto a su imperio, por el contrario, la hacían consistir en sacudir el yugo de las leyes divinas. Andaban enteramente desnudos, y cometían a la vista de todo el mundo las acciones mas brutales. El rey Carlos V hizo quemar a muchos; así como algunos de sus libros en París, en la plaza del mercado de animales vivos, al salir de la calle de San Honoré.
Un fanático llamado Picard natural de Flandes, habiendo penetrado en Alemania y en Bohemia a principios del siglo XV, renovó sus errores, y los esparció principalmente entre el ejército del famoso Zisca. Apesar de la severidad de este general, Picard engañaba a los pueblos con sus prodigios, y se calificaba con el título de hijo de Dios. Pretendía que habia sido enviado al mundo como un nuevo Adán, para restablecer en él la ley de la naturaleza, la que hacia consistir principalmente en la desnudez de todas las partes del cuerpo y en la mancomunidad de las mujeres. Mandaba a sus discípulos que fueran desnudos por las calles y las plazas públicas; en esto no fué tan reservado como los antiguos adamitas que no se atrevían a practicarlo mas que en sus reuniones. Algunos anabaptistas intentaron en Holanda el aumentar el número de los sectarios de Picard, pero la severidad del gobierno acabó bien pronto con ellos. Esta secta hizo también prosélitos en Polonia y en Inglaterra, se reunían por la noche, y se cree que una de las máximas fundamentales de su sociedad estaba contenida en este verso:
Esta secta infame fué renovada en el siglo XII por un cierto Tendemo, conocido todavía bajo el nombre de Tanguelino, que esparció sus errores en Amberes, bajo el reinado del emperador Enrique V. Los principales eran, que no había distinción entre los sacerdotes y seglares, y que la fornicación y el adulterio eran acciones santas y meritorias. Acompañado de tres mil malvados armados, acreditó esta doctrina por su elocuencia y ejemplos; le sobrevivió poco su secta, y fué extinguida por el zelo de San Noberto.
Otros adamitas aparecieron también en el siglo XIV, bajo el nombre de turlupinos y hermanos pobres, en el Delfinado y la Saboya. Sostenían que el hombre, llegando a un cierto estado de perfección, debía estar eximido de la ley de las pasiones; y lejos de que la libertad del hombre sabio dependiera de no estar sujeto a su imperio, por el contrario, la hacían consistir en sacudir el yugo de las leyes divinas. Andaban enteramente desnudos, y cometían a la vista de todo el mundo las acciones mas brutales. El rey Carlos V hizo quemar a muchos; así como algunos de sus libros en París, en la plaza del mercado de animales vivos, al salir de la calle de San Honoré.
Un fanático llamado Picard natural de Flandes, habiendo penetrado en Alemania y en Bohemia a principios del siglo XV, renovó sus errores, y los esparció principalmente entre el ejército del famoso Zisca. Apesar de la severidad de este general, Picard engañaba a los pueblos con sus prodigios, y se calificaba con el título de hijo de Dios. Pretendía que habia sido enviado al mundo como un nuevo Adán, para restablecer en él la ley de la naturaleza, la que hacia consistir principalmente en la desnudez de todas las partes del cuerpo y en la mancomunidad de las mujeres. Mandaba a sus discípulos que fueran desnudos por las calles y las plazas públicas; en esto no fué tan reservado como los antiguos adamitas que no se atrevían a practicarlo mas que en sus reuniones. Algunos anabaptistas intentaron en Holanda el aumentar el número de los sectarios de Picard, pero la severidad del gobierno acabó bien pronto con ellos. Esta secta hizo también prosélitos en Polonia y en Inglaterra, se reunían por la noche, y se cree que una de las máximas fundamentales de su sociedad estaba contenida en este verso:
Jura, perjura, secretum prodere noli.
Mosheim que examinó de cerca la historia de estos fanáticos, cree que el nombre de Picardos no traía su origen de un jefe llamado de esta manera, sino que era una corrupción de la voz begardos ó bigardos. Su máxima capital era que el que use vestidos para cubrir su desnudez, y no sea capaz de ver sin emocion el cuerpo desnudo de una persona de sexo diferente al suyo no es todavía libre, es decir, suficientemente desprendido de las afecciones corporales. Era imposible que con tal principio puesto en práctica, no hubiera nada de criminal en sus reuniones. Tampoco Mosheim opina de la misma manera que Basnage, que ha tratado de justificar los picardos ó adamitas de Bohemia, y los confundió con los valdenses. Trad. de l'Hist. ecclesiast. de Mosheim, t. 3, p. 472.
Algunos sabios son de opinion que el origen de los adamitas data de una época mas antigua que la del establecimiento del cristianismo: para esto se fundan en que Maacha, madre de Asa rey de Judá, era gran sacerdotisa de Priapo, y que en los sacrificios nocturnos que hacían las mujeres a este ídolo obsceno, se presentaban desnudas. El motivo de los adamitas no era el mismo que el de los adoradores de Priapo; y se ha visto por su teología, que no tomaron del paganismo mas que el espíritu de disipación, y no el culto de Priapo.
Adelfo, filósofo platónico que adoptó los principios de los Gnósticos, como explanaciones del platonismo reunió muchos libros de Alejandro el de Lybia y de las pretendidas relaciones de Zoroastres,y los mezcló con los principios del platonismo y con los de los Gnósticos. De esta amalgama formó un cuerpo de doctrina que sedujo a muchos en el siglo III.
Este mismo Adelfo pretendía haber dado un paso mas que Platón en el conocimiento del Ser Supremo. Plotin, que era el jefe de los platónicos, le refutó en sus lecciones, y escribió contra él. Aurelius hizo cuarenta libros para refutar el de Zostriano, y Porfirio trabajó también mucho, para demostrar que aquel libro de Zoroastres era nuevo y compuesto por Adelfo y sus discípulos.
También tenemos una obra de Plotin, contra aquellos Gnósticos puramente filósofos, como se ve por la creencia que el mismo les atribuye en su 1. 18, p. 203.
Algunos sabios son de opinion que el origen de los adamitas data de una época mas antigua que la del establecimiento del cristianismo: para esto se fundan en que Maacha, madre de Asa rey de Judá, era gran sacerdotisa de Priapo, y que en los sacrificios nocturnos que hacían las mujeres a este ídolo obsceno, se presentaban desnudas. El motivo de los adamitas no era el mismo que el de los adoradores de Priapo; y se ha visto por su teología, que no tomaron del paganismo mas que el espíritu de disipación, y no el culto de Priapo.
Adelfo, filósofo platónico que adoptó los principios de los Gnósticos, como explanaciones del platonismo reunió muchos libros de Alejandro el de Lybia y de las pretendidas relaciones de Zoroastres,y los mezcló con los principios del platonismo y con los de los Gnósticos. De esta amalgama formó un cuerpo de doctrina que sedujo a muchos en el siglo III.
Este mismo Adelfo pretendía haber dado un paso mas que Platón en el conocimiento del Ser Supremo. Plotin, que era el jefe de los platónicos, le refutó en sus lecciones, y escribió contra él. Aurelius hizo cuarenta libros para refutar el de Zostriano, y Porfirio trabajó también mucho, para demostrar que aquel libro de Zoroastres era nuevo y compuesto por Adelfo y sus discípulos.
También tenemos una obra de Plotin, contra aquellos Gnósticos puramente filósofos, como se ve por la creencia que el mismo les atribuye en su 1. 18, p. 203.
No hay comentarios:
Publicar un comentario