Antitactos
Antiguos herejes gnósticos, llamados así, porque al confesar que Dios, criador del universo, era bueno y justo, sostenían que una de sus criaturas había sembrado la cizaña, es decir, criado el mal moral, y nos habia obligado a seguirle para ponernos en oposícion con Dios; de aquí trae origen su nombre de yo me opongo, yo combato. Añadían que los mandamientos de la ley estaban basados sobre malos principios, y lejos de considerar como un crimen el quebrantarlos creian vindicar a Dios y hacerse agradables a sus ojos violándolos. Han sido los precursores de los maniqueos. Véase a San Clemente de Alej. Strom. I. 3; Dupin Bible des auteurs eccl. des trois premiers siécles; Tillemont t. 2,p. 357.
Antitrinitarios
Este nombre conviene á todos los herejes que han atacado el misterio de la Santísima Trinidad, y que no han querido reconocer tres personas en Dios. Los samosatenses, que no admitían ninguna distinción entre las Personas divinas, los arrianos, que negaban la divinidad del Verbo, y los macedonianos, que ponían en duda la del Espíritu Santo, todos han sido antitrinitarios. Con este nombre se entienden principalmente en el día los socianos, que también se denominan unitarios.
Apelitas
O Apelianos, como los llama San Epifanio; herejes del siglo II, sectarios de Apeles, discípulos de Marcion, pero que no siguieron en un todo las opiniones de su maestro. No admitió como él dos dioses ó dos principios activos y coeternos, sino un solo Dios existente por sí mismo y soberanamente bueno; sin embargo probablemente suponía la eternidad de la materia. Según él, el mundo no habia sido hecho por este Dios bueno, sino por un espíritu de un rango inferior, cuya impotencia y poca habilidad eran causa de los males que experimentamos. ¿Pensaba que Dios habia criado libremente a este obrero inhábil, ó que este provenia necesariamente de Dios por emanación? Los antiguos nada de esto dicen. Por lo demás, Apeles no acusaba a este espíritu de maldad; por el contrario suponía que por sus oraciones habia obtenido de Dios el que enviara a su hijo sobre la tierra a fin de corregir el mundo.
No sostenía como Marcion que el hijo de Dios no habia tenido mas que una carne aparente, que engañaba a todos los sentidos; pero decia que al bajar del cielo el hijo de Dios se habia formado a sí mismo un cuerpo sacado de los cuatro elementos sin encarnar en el seno de una virgen ; que habia padecido realmente, que había muerto y resucitado; que antes de su ascención habia vuelto a los elementos el cuerpo que habia sacado de ellos; que solo su alma volvió al cielo. Por consiguiente negaba lo mismo que Marción la resurrección futura de la carne. No rechazaba absolutamente como él todo el antiguo Testamento, pero decia que había en él bueno y malo; a nosotros toca elegir. Se le acusa de no haber imitado la continencia de su maestro, haberse entregado a las mujeres, y aun de ser seducido por una tal Filumena, a quien miraba como a una inspirada profetisa.
La multitud de sectas que esparcieron en el siglo II la diversidad de delirios forjados por sus doctores, nos darán con frecuencia motivo de hacer reflexiones.
No sostenía como Marcion que el hijo de Dios no habia tenido mas que una carne aparente, que engañaba a todos los sentidos; pero decia que al bajar del cielo el hijo de Dios se habia formado a sí mismo un cuerpo sacado de los cuatro elementos sin encarnar en el seno de una virgen ; que habia padecido realmente, que había muerto y resucitado; que antes de su ascención habia vuelto a los elementos el cuerpo que habia sacado de ellos; que solo su alma volvió al cielo. Por consiguiente negaba lo mismo que Marción la resurrección futura de la carne. No rechazaba absolutamente como él todo el antiguo Testamento, pero decia que había en él bueno y malo; a nosotros toca elegir. Se le acusa de no haber imitado la continencia de su maestro, haberse entregado a las mujeres, y aun de ser seducido por una tal Filumena, a quien miraba como a una inspirada profetisa.
La multitud de sectas que esparcieron en el siglo II la diversidad de delirios forjados por sus doctores, nos darán con frecuencia motivo de hacer reflexiones.
1° Todos estos razonadores eran filósofos procedentes de la escuela de Alejandría, ó de otra parte, que querían poner de acuerdo los dogmas del cristianismo con la doctrina de Pitágoras y de Platón, y saber mas que plugo a Dios revelarnos.
2° Todos querían explicar el origen del mal, y ninguna de sus hipótesis resolvía la dificultad. Si fuese Dios el que crió libremente al hacedor del mundo previendo el mal que tenia que suceder, es tan responsable de ello como si lo hubiese hecho él mismo. Si este obrero existió necesariamente, todo es una fatalidad pura, ó lo que es lo mismo que Dios no lo pudo hacer mejor.
3° Aunque interesados en poner en duda la historia del Evangelio, y al alcance de verificar los hechos, no se han atrevido a rehusar el testimonio de los apóstoles, antes bien lo confirmaron.
4° San Pablo los pintó al natural, II Tim. IV, l. «No podrán, dice, sufrir una doctrina sana, estarán impacientes por escuchar nuevos maestros; cerrarán sus oídos a la verdad, y correrán en pos de las fábulas.»
Apolinarios ó Apolinaristas.
Antiguos herejes que pretendían que Jesucristo no habia tomado un cuerpo de carne como el nuestro, ni un alma racional semejante a la nuestra.
Apolinar de Laodicea, jefe de esta secta, daba a Jesucristo una especie de cuerpo con el que el Verbo habia sido revestido para toda la eternidad: cuerpo impasible que habia bajado del cielo al seno de la Santísima Virgen, pero que no nació de ella; que por lo tanto Jesucristo no padeció, ni murió y resucitó sino en apariencia. Establecía una diferencia entre el alma de Jesucristo y lo que los griegos llaman voos, espíritu, entendimiento; por consiguiente decia que Cristo habia tomado un alma, pero sin entendimiento; falta, decia él, suplida por la presencia del Verbo. Entre estos sectarios los habia que afirmaban decididamente que Cristo no tomó alma humana. Se les dió el nombre de Sinousiastas, del mismo modo que a los eutiquianos y a todos los que confundían las dos naturalezas de Jesucristo en una sola.
Apolinar reprodujo la herejía de los milenarios, y enseñaba otros errores acerca de la Trinidad. Teodoreto le acusa de haber confundido las personas en Dios, y de incurrir en el mismo error que los sabelianos. San Basilio le echa en cara por otra parte el abandonar el sentido literal de la Escritura, y hacer los libros santos enteramente alegóricos.
La herejía de Apolinar consistía, como vemos, en distinciones muy sutiles que eran incomprensibles para el común de los fieles; no obstante, la historia eclesiástica nos dice que hizo progresos considerables en Oriente; muchas Iglesias de aquella parte del mundo se vieron infestadas con dicha herejía. Fué anatematizada en un concilio de Alejandría en tiempo de San Atanasio en 360; en otro celebrado en Roma bajo el pontificado de Dámaso en 374, y en el general de Constantinopla en 381. Los apolínaristas se llamaron también dimeritas ó separadores, porque separaban el alma de Jesucristo del entendimiento, error que provenia sin duda alguna de la opinion de Platon que distinguía el alma sensitiva de la racional.
Es preciso no contundir el hereje de quien hablamos con Apolinar obispo de Hieraples que vivió en el siglo II, y presentó el año 177 al emperador Marco Aurelio una apología del cristianismo. Algunos autores dicen que el de Laodicea escribio contra Juliano Apóstata.
Apolinar de Laodicea, jefe de esta secta, daba a Jesucristo una especie de cuerpo con el que el Verbo habia sido revestido para toda la eternidad: cuerpo impasible que habia bajado del cielo al seno de la Santísima Virgen, pero que no nació de ella; que por lo tanto Jesucristo no padeció, ni murió y resucitó sino en apariencia. Establecía una diferencia entre el alma de Jesucristo y lo que los griegos llaman voos, espíritu, entendimiento; por consiguiente decia que Cristo habia tomado un alma, pero sin entendimiento; falta, decia él, suplida por la presencia del Verbo. Entre estos sectarios los habia que afirmaban decididamente que Cristo no tomó alma humana. Se les dió el nombre de Sinousiastas, del mismo modo que a los eutiquianos y a todos los que confundían las dos naturalezas de Jesucristo en una sola.
Apolinar reprodujo la herejía de los milenarios, y enseñaba otros errores acerca de la Trinidad. Teodoreto le acusa de haber confundido las personas en Dios, y de incurrir en el mismo error que los sabelianos. San Basilio le echa en cara por otra parte el abandonar el sentido literal de la Escritura, y hacer los libros santos enteramente alegóricos.
La herejía de Apolinar consistía, como vemos, en distinciones muy sutiles que eran incomprensibles para el común de los fieles; no obstante, la historia eclesiástica nos dice que hizo progresos considerables en Oriente; muchas Iglesias de aquella parte del mundo se vieron infestadas con dicha herejía. Fué anatematizada en un concilio de Alejandría en tiempo de San Atanasio en 360; en otro celebrado en Roma bajo el pontificado de Dámaso en 374, y en el general de Constantinopla en 381. Los apolínaristas se llamaron también dimeritas ó separadores, porque separaban el alma de Jesucristo del entendimiento, error que provenia sin duda alguna de la opinion de Platon que distinguía el alma sensitiva de la racional.
Es preciso no contundir el hereje de quien hablamos con Apolinar obispo de Hieraples que vivió en el siglo II, y presentó el año 177 al emperador Marco Aurelio una apología del cristianismo. Algunos autores dicen que el de Laodicea escribio contra Juliano Apóstata.
Dos de los discípulos de Apolinar Vital y Timoteo fueron obispos de la secta, uno en Antioquía y otro en Alejandría. Los concilios celebrados en ambas ciudades recibieron los decretos de Damaso contra Apolinar; y a su vez fueron recibidos también por el concilio general de Constantinopla. Este heresiarca llegó a una edad muy avanzada, y murió hácia el año 381. Es autor juntamente con su padre de muchas obras en prosa y verso, sagradas y profanas. En la biblioteca de los Padres se halla su interpretación de los salmos, en verso, que contiene máximas erróneas sobre Jesucristo. En las obras de San Gregorio Nacianceno hay una tragedia de Jesucristo padeciendo, que se cree ser de Apolinar. Compuso estas piezas a fin de que los cristianos pudiesen aprender las bellas letras sin el auxilio de los autores profanos. Escribió en versos heroicos, y a imitación de Homero, la Historia sagrada hasta Saúl, dividida en veinte y cuatro libros, según el orden del alfabeto griego: intención loable, dice Feller, aunque el éxito no haya correspondido, y mas le habría valido estar alerta contra el error, que tratar de preservar a los demás.
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