No escuches a los impíos que ponen mil locas objeciones contra la confesión. Es Jesús quien ha instituido la Confesión, ¿y no sabes tú por experiencia que nos hace más puros, mejores y más felices?
Las burlas de los incrédulos no merecen más que el desprecio. En cuanto a los incrédulos, compadécelos: ellos desconocen la obra maestra de la ternura divina.
Que si el orgullo o la vergüenza quieren retenerte, sobreponte al orgullo o a la vergüenza: más vale afrontar un instante de pena saludable, que exponerse al oprobio eterno del infierno y a las terribles revelaciones del último día.
Además, que nada te desvíe de recurrir —desde que tengas necesidad de ello— al adorable Sacramento que regenera al alma moribunda en las aguas de un segundo bautismo.
Examínate con seriedad y sencillez, con sinceridad, sin inquietud ni vehemencia de espíritu; después, "llégate al sacerdote según el mandamiento", y acúsate tú mismo, con la sencillez de un niño y con verdadero arrepentimiento.
Quedará tu alma elevada y tranquila, tu frente serena, con el sentimiento divino de un sobrenatural bienestar, y con todas las fuerzas que necesitas para continuar el combate.
Que si el orgullo o la vergüenza quieren retenerte, sobreponte al orgullo o a la vergüenza: más vale afrontar un instante de pena saludable, que exponerse al oprobio eterno del infierno y a las terribles revelaciones del último día.
Además, que nada te desvíe de recurrir —desde que tengas necesidad de ello— al adorable Sacramento que regenera al alma moribunda en las aguas de un segundo bautismo.
Examínate con seriedad y sencillez, con sinceridad, sin inquietud ni vehemencia de espíritu; después, "llégate al sacerdote según el mandamiento", y acúsate tú mismo, con la sencillez de un niño y con verdadero arrepentimiento.
Quedará tu alma elevada y tranquila, tu frente serena, con el sentimiento divino de un sobrenatural bienestar, y con todas las fuerzas que necesitas para continuar el combate.
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