¡Dejadlos que blasfemen!
no saben otro grito
más que ese que vomitan
los labios del precito
que llora eternamente
en la infernal mansión...
¡Dejadlos que blasfemen!
También se forma un canto
con el rugido eterno
con el eterno llanto...
que cantan los blasfemos
al Cristo vengador!!
¡Dejadlos que blasfemen!
sus gritos destemplados
se pierden en el himno
que cantan extasiados
al Dios de las alturas
la tierra, cielo y mar...
¡Dejadlos que blasfemen!
la voz de un pobre grillo
jamás quitó su fuego
al disco fulgurante
del sol primaveral!!...
¡Dejadlos que blasfemen!
que se hagan mil pedazos,
queriendo echar por tierra
con sus endebles brazos
la cruz, en que agoniza
por los mortales, Dios.
¡Dejadlos que blasfemen!
El mundo siempre ha visto
partirse en mil pedazos
al pie de Jesucristo
las piedras... como el día
en que Jesús murió!...
¡Dejadlos que blasfemen!
El polvo que pisamos
es polvo de blasfemos!...
El aire que aspiramos
tiene átomos de lenguas
que hablaron contra Dios!...
¡Dejadlos que blasfemen!
Mañana serán tierra!..
y su alma miserable
que a Cristo mueve guerra,
alabará, rugiendo,
al Cristo vengador!!
Seguid, pobres blasfemos,
seguid dando la nota
más ronca del sublime
cantar que siempre brota
de todo el universo,
al Trono Celestia!!...
Seguid pobres blasfemos,
mientras os parta el rayo
de la Eterna Justicia.
Seguid en el ensayo
del himno que en las sombras
eternas vibrará!...
Mons. Vicente M. Camacho
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