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viernes, 12 de octubre de 2012

LA MISA "IN ECCLESIA"

Revista CLAVES
Año I N° 5
Abril 1993

El reduccionismo ritualista de muchos católicos, convierte el rito de la Misa en el centro original y único sobre el cual debe cuidarse. La dinámica propia de ésta deformación preocupante, es precipitarse hacia las formas rituales "tradicionales" de la Misa, sin atender a aquéllas circunstancias que puedan desplazarlas fuera del ámbito de la Iglesia, fuera del ámbito de la Fe.
Y sin embargo, un rito "tradicional" válido puede, sin ninguna dificultad, ser usado en el cisma. Ahora bien, los testimonios de la Tradición al respecto son contundentes. (1)
Sólo en la Iglesia expande sus frutos efectivos la significación oculta de la Eucaristía. No significa necesariamene la invalidez del rito (pues puede efectuarse la transubstanciación) sino su ilegitimidad. Es preciso aprender la diferencia entre invalidez e ilicitud.
Santo Tomás (2) enseña repitiendo la sentencia de San Agustín que "una cosa es no tener algo en absoluto, y otra no tenerlo rectamente". Aquéllos que se separan de la Iglesia no usan rectamente la Eucaristía, ni usan rectamente su potestad de consagrar, "y por tanto, no perciben el fruto del sacrificio que es el sacrificio espiritual". Es decir, que si la Misa no es "in Ecclesia", no se ofrece legítimamente el sacrificio, por consiguiente no puede existir el sacrificio espiritual que "es ciertamente el verdadero fruto".

  Para hablar el sacerdote en la Misa en nombre de la Iglesia, debe pertenecer a la unidad de la Iglesia: "Y por eso si el sacerdote separado de la unidad de la Iglesia celebra la Misa, puesto que no perdió la potestad de orden, consagra el verdadero Cuerpo y Sangre de Cristo; mas por hablarse separado de la unidad de la Iglesia, sus oraciones no tienen eficacia". (3) El sacerdote que celebra el sacrificio en comunión con un cismático, mencionándolo en el canon como cabeza de la Iglesia, y ofreciéndo por lo tanto ese sacrificio en nombre de OTRA IGLESIA , no habla en nombre de la Iglesia Católica, ni pertenece —al menos objetivamente— a la unidad de la Iglesia, ni ofrece un sacrificio verdadero.
Inicialmente concluímos que no hay que buscar la Misa, sino la Fe. El desglose de ambos no es lícito. La Fe sólo la posee la Iglesia en su unidad, y la profesa PUBLICAMENTE (4). La posición cómoda de muchos que sólo piden "sacramentos", constituye un reduccionismo ritualista que linda peligrosamente con el abandono de la verdadera Fe, y aún la Fe expresada de un modo cultual.
Se trata entonces de un plano superior, más elevado pero por lo mismo más diáfano: el vínculo con la Iglesia es la Fe. La "Fides" constituye entonces un ámbito fuera del cual no es posible que exista la potencia espiritual plena del sacramento; más aún, en muchas ocasiones en la historia magna de la Iglesia, tuvieron , los católicos, que abstenerse de la comunicación ritual por motivos de Fe, o de unidad en la caridad. (5)
El Altar es uno, sólo uno. Únicamente respetando la dimensión real de esta verdad, se podrá evitar que se eleve "altar contra altar", como reclamaba San Optato de Milevi (6). El altar es uno porque el culto es culto de la Iglesia, que es una y es la Iglesia la que centra en su quicio definitivo la acción cultual (7). El culto es "in Ecclesia".
Tan lamentablemente adormecido el amor a la Iglesia en el mundo, tan mortificado el sentido de la Fe, tan lejos como estas dos constantes, estamos de los cristianos de los siglos primeros. Tanta nuestra comodidad, cuanto el enfriamiento de la caridad.
Es responsabilidad gravísima del sacerdote y el obispo católicos proferir la Fe: decir la Fe, pública y abiertamente. Sólo de ese modo se le proporcionará a las almas el modo de conocer el seno de la Iglesia.
Por último, el reduccionismo ritual, por ser restrictivo y resolutivo en un plano en el fondo meramente material, no hará nada eficaz en orden a la recapitulación crística de las cosas. La "Misa en casa" terminará con los últimos mecenas y con sus personas cuasi episcopales se dispersará el rebaño.






NOTAS: 
(1) Pelagio I dice que "aquéllos que se segregan a sí mismos no pueden tener el sacrificio" (P.L., 69,412). San Gregorio Magno: "En la sola Iglesia Católica es inmolada la verdadera hostia del Redentor" (Moralia in Job, 1. XXXV,C.8,N.13.- P.L.,76,756C-.) "La Víctima —dice Orígenesno puede ser llevada fuera de la mansión sagrada" (Hom. in Pasch., I, N.15 ). San Alberto Magno afirmaba en su Liber de sacramento eucharistiae: "Extra Ecclesiam non est Deus in sacramentis" (d.3, tract. 3, c.2. n.4). San Agustín: "Quien recibe el misterio de la unidad sin el vínculo de la paz, no lo recibe para su bien, sino que es un testimonio en su contra" (Sermón 272, P.L., 38,1248).
(2) Supl. q. LXXXII, a. 7
(3) Id. ad 3um.
(4) "La Fe tiene necesariamente una dimensión excluyente, porque tiene un perfil. E insisto: Fe, en la condición epocal de la historia, es proferición de la Fe, es semántica de la Fe" (Carlos Disandro, "La crisis de la Fe..." Ed. H. Vol. La Plata, 1986).
(5) Arrianismo, cisma donatista, etc.
(6) Adv. Donat.
(7) Enc. "Mediator Dei"; deS.S. Pío XII.

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