La doctrina de la Iglesia es formal: Dios solo conoce el porvenir. No hay, pues, verdadero profetismo fuera de aquel que viene de Dios. Cualquier otra predicción del porvenir no es más que una suposición, que tiene más o menos probabilidad de realizarse, de acuerdo con las facultades y la inteligencia de aquel que la hace, pero desprovista de toda seguridad.
Profetismo verdadero
El verdadero profetismo comprende:
1°— las Revelaciones directas de Dios,
2°— las Revelaciones indirectas de Dios, por intermedio de los Ángeles.
Profetismo relativo
El profetismo que podríamos llamar relativo, comprende:
1° El profetismo relativo preternatural:
a) por los Ángeles,
b) por los demonios
Unos y otros, por el hecho de sus conocimientos más extendidos y más precisos, desde ciertos puntos de vista, que los conocimientos humanos, por el hecho de su inteligencia, pueden deducir probabilidades del futuro, que nos pueden hacer conocer mediante autorización divina, ya sea de un modo objetivo (aparición, palabra, médium, falso profeta, etc., según el caso), ya sea en forma subjetiva (intuición, ensueño, etc.)
No hay que olvidar, además, que el poder de los ángeles buenos o malos sobre el mundo material es normal y considerable (Cardenal Lépicier, pág. 96); que un ángel bueno o malo puede levantar y trasladar a un hombre, con permiso de Dios; que puede también "hasta cierto punto cambiar su forma exterior y modificar su constitución física interna, hasta causarle la salud o la enfermedad o aun la muerte" (id, pág. 107). Será pues posible a un espíritu diabólico —en cierta medida— provocar el incidente o el accidente del cual ha dado la premonición y que no resultará así producido espontáneamente. Es un profetismo artificial. Dios puede dejar hacer como prueba fortalecedora para la fe y la fidelidad del justo, o como castigo material y moral de los que —a pesar del veto de la Iglesia— se dedican al ocultismo.
2° El profetismo relativo natural.
El trabajo de nuestro automatismo cerebral puede, en realidad, combinando nuestros conocimientos, nuestras impresiones y tal vez facultades telepáticas o telestésicas, ya por una intuición en el estado de vigilia, ya durante un ensueño, ya en estado de hipnosis, ya por la mediación real de un objeto adivinatorio (cristal, varita, péndulo, etc.), la noción de la probabilidad de ciertos acontecimientos.
Falsos profetas
Tomemos nota finalmente del falso profetismo patológico, ya sea delirio profético, ya sean fenómenos histéricos-catalépticos, de donde los familiares de las pitonisas, por ejemplo, quieren extraer oráculos. Una intervención preternatural —es bueno advertirlo -, puede, a veces, prestar el aspecto de cierta realidad a esas predicaciones.
Esta reseña basta para demostrar que la reducción hecho por los materialistas de todos los fenómenos proféticos al profetismo patológico, no tiene en cuenta para nada la realidad y que, también en esto, a la aprecición de los hechos debe presidir un espíritu analítico y objetivo.
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