SAGRADA CONGREGACIÓN, SEMINARIOS Y UNIVERSIDADES
(13 de abril de 1938.)
El racismo
El año último, en víspera de la Natividad del Señor, el Augusto Pontífice, felizmente reinante, en su alocución a los eminentísimos cardenales y a los prelados de la Curia Romana, habló con tristeza de la dura persecución que, como todo el mundo sabe, se ensaña contra la Iglesia Católica en Alemania.
Pero la principal aflicción del Santo Padre proviene de que, para excusar una tan grande injusticia, se hacen intervenir calumnias desvergonzadas, y por doquiera se difunden las más perniciosas doctrinas, falsamente coloradas con nombre de ciencia, al objeto de pervertir los espíritus y arrancarles la verdadera religión.
Ante tal situación, la Sagrada Congregación de Estudios ordena a las Universidades y Facultades católicas que apliquen todos sus esfuerzos y su actividad para defender la verdad contra la Invasión del error.
Por tanto, los profesores deberán emplear todos sus medios para tomar de la Biología, de la Historia, de la Filosofía, de la Apologética, de las Ciencias jurídicas y morales, armas con que refutar con solidez y competencia las insostenibles aserciones siguientes:
1°. Las razas humanas, por sus caracteres naturales e inmutables, de tal modo son diferentes, que la más humilde de entre ellas está más lejos de la más elevada que de la especie animal más alta.
2°. Es necesario, por todos los medios, conservar y cultivar el vigor de la raza y la pureza de la sangre; todo lo que conduce a este resultado es, por lo mismo, honesto y permitido.
3°. De la sangre, sede de los caracteres de la raza, como de su fuente principal, se derivan todas las cualidades intelectuales y morales del hombre.
4°. El fin principal de la educación es envolver los caracteres de la raza e inflamar los espíritus de un amor ardiente a la suya propia, como a bien supremo.
5°. La religión está sometida y debe adaptarse a la ley de la raza.
6°. La fuente primera y la regla suprema de todo orden jurídico es el instinto racial.
7°. Sólo existe el Cosmos, o Universo, como ser viviente; todas las otras cosas, entre ellas el hombre, no son sino formas diversas, que se amplifican en el curso de las edades, del universo viviente.
8°. El hombre no existe sino por el Estado y para el Estado. Todo lo que él posee, en derecho, se deriva únicamente de una concesión del Estado.
A estas proposiciones tan detestables, fácilmente podrán añadirse otras.
Al cumplir el deber de comunicároslo, os manifiesto mis sentimientos...
El Santo Padre, prefecto de nuestra Congregación, tiene la seguridad, eminentísimo señor, de que nada omitiréis para elevar a su perfecto cumplimiento las prescripciones contenidas en esta carta.
Dr. Luis Alonso Muñoyerro
MORAL MEDICA EN LOS SACRAMENTOS DE LA IGLESIA
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