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lunes, 29 de septiembre de 2014

SAN IGNACIO DE LOYOLA (15)

LIBRO III
EL MAESTRO ESPIRITUAL
Capítulo Décimotercero 
LA COMPOSICIÓN DEL LIBRO DE LOS  EJERCICIOS (1522 -1540) 

     Hay acerca de la composición del libro de los Ejercicios Espirituales, una opinión de la que se podría precisar su fecha y los nombres de sus vulgarizadores, y es ésta: en la gruta de Manresa la Virgen misma dictó e Ignacio de Loyola escribió, este libro famoso.
     Ya hemos anotado en la vida del convertido de 1521 las intervenciones maternales de María; todavía tendremos que señalar otras. En los orígenes de una obra destinada por la Providencia a colocar en el camino de salvación y de perfección a tantas almas, a través de los siglos, sería inadmisible el rehusar una parte a Aquella que la Iglesia, con San Bernardo, considera como el acueducto de la  gracia y que ciertos teólogos llaman la corredentora de los cristianos.
     Iñigo salió de Loyola, llevando sobre su pecho una imagen de Nuestra Señora de la Piedad. En el camino, se arrodilló en el Santuario de Nuestra Señora de Aranzazú, ofreció algunos ducados para adornar una imagen de María en Navarrete, e hizo voto de castidad. Llegado a Montserrat delante de la milagrosa estatua de la Virgen, veló toda una noche. En Manresa, María mostrará en sus numerosas apariciones, que ama a su siervo con un amor privilegiado. Pero si el Evangelio de San Lucas no fue escrito bajo el dictado de la Virgen ¿cómo los Ejercicios Espirituales habrían podido serlo?
     En 1625, el Padre Mucio Vitelleschi, General de la Compañía de Jesús, hizo pintar un cuadro en el que María, teniendo al Niño Jesús en sus brazos, parece hablar a Ignacio que está de rodillas con la vista levantada y la pluma en la mano, presto a escribir. Al pie de aquella tela se lee: Dictante Deipara, discit et docet. Ahora también, en lo alto del altar de la Santa Cueva de Manresa, se ve un bajorrelieve de Grau, en mármol blanco, que representa la misma escena. Estas imágenes del siglo XVII no son un instrumento de superchería; son el símbolo expresivo de una verdad cierta; a condición de no interpretarlas en un sentido groseramente literal. María ciertamente ayudó mucho al ejercitante de Manresa. (1)

sábado, 27 de septiembre de 2014

Heresiarca, Herético

HERESIARCA
     Primer autor de una herejía, o jefe de una secta herética.
     Es constante que los más antiguos heresiarcas, hasta Manes inclusive, eran o Judíos que querían sujetar los cristianos a la ley de Moisés, o paganos mal convertidos que trataban de someter la doctrina cristiana a las opiniones de la filosofía. Tertuliano lo ha demostrado en su libro De las prescripciones, c. 7, y ha manifestado un detalle que todos los errores que habían perturbado el cristianismo hasta entonces, provenían de alguna de las escuelas de filosofía. San Jerónimo pensó lo mismo, (In Nahum, c. 3, col. 1588). Según la observación de un sabio académico, los filósofos no vieron sin envidia un pueblo que despreciaban, hecho sin estudio, infinitamente mas ilustrado que ellos, respecto a las cuestiones mas interesantes para el género humano, sobre la naturaleza de Dios y del hombre, sobre el origen de todas las cosas, sobre la Providencia que gobierna el mundo, y sobre la regla de costumbres; trataron de apropiarse una parte de sus riquezas para hacer creer que se debían a la filosofía mas bien que al Evangelio. (Mem. de la academ. de las Inscripc. T. 50, en 12°, pág. 287). Este motivo no era bastante puro para formar cristianos fieles y dóciles.
     Una religión revelada por Dios,que propone misterios, que no deja libertad para disputar ni argumentar contra la palabra de Dios, jamás será del agrado de hombres vanos y pertinaces, que se lisonjean de descubrir toda verdad por la fuerza de su entendimiento. Someter la razón y la curiosidad al yugo de la fe, encadenar las pasiones por la moral severa del Evangelio es un doble sacrificio penoso para la naturaleza; no es admirable que en todos los siglos se hayan encontrado hombres poco dispuestos a hacerlo, o que después de haberlo hecho al principio se volviesen atrás.
     Los jefes de las herejías no han hecho otra cosa mas que llevar a la religión ese espíritu contencioso, inquieto y celoso, que siempre ha reinado en las escuelas de filosofía.
     Mosheim conjetura con mucha probabilidad que los judíos aferrados en la santidad y perpetuidad de la ley de Moisés, no querían reconocer la dignidad de Jesucristo ni confesar que era el Hijo de Dios, por temor de verse obligados a convenir en que en calidad de tal había podido abolir la ley de Moisés; que los herejes llamados gnósticos seguían mas bien los dogmas de la filosofía oriental que los de Platón y los demás filósofos griegos. Pero esta segunda opinión no es tan cierta ni tan importante como dice Mosheim. Hace mención de una tercera especie de herejes; eran unos libertinos que pretendían que la gracia del Evangelio libertaba a los hombres de toda ley religiosa o civil, y que llevaban una vida conforme a esta máxima. Seria difícil probar que estas gentes compusieron una secta particular.
     Desde el primer siglo los apóstoles colocaron en el número de los herejes a Hymmeneo, Filetes, Hermógenes, Figélus, Démas, Alejandro, Diotrefo, Simón el Mago, a los nicolaítas y a los nazarenos. Parece que San Juan Evangelista no había muerto todavía cuando Dositeo, Menandro, Ebion, Corintio y algunos otros metieron mucho ruido. En el siglo II, mas de cuarenta sectarios hicieron hablar de ellos y tuvieron partidarios. Fabricio, (Salut. lux Evangelii, etc.,c. 8. 4 y 5). Entonces el cristianismo, que no hacia mas que nacer, ocupaba todos los entendimientos, era objeto de todas las disputas, dividía todas las escuelas; pero Hegesippo atestiguaba que hasta su tiempo, es decir hasta el año 133 de Jesucristo, la Iglesia de Jerusalen no se había dejado todavía corromper por los herejes; el celo y la vigilancia de sus obispos la habían puesto al abrigo de la seducción.
     Hay que hacer una observación importante con este motivo; y es que los heresiarcas mas antiguos y mas al alcance de comprobar los hechos referidos en el Evangelio, jamás pusieron en duda la verdad. Aunque interesados en desacreditar el testimonio de los apóstoles, jamás negaron su sinceridad. Ya hemos repetido esta observación hablando de cada una de las antiguas sectas, porque es decisiva contra los incrédulos que se han atrevido a decir que los hechos evangélicos no fueron creídos ni confesados sino por hombres de partido.
     Bayle definió un heresiarca, un hombre que por hacerse jefe de partido siembra la discordia en la Iglesia y rompe su unidad, no por el celo de la verdad, sino por ambición, por envidia o por alguna otra pasión injusta. Es raro, dice, que los autores de los cismas obren de buena fe. He aquí porqué San Pablo pone a las sectas o las herejías en el número de las obras de la carne que dañan a los que las cometen (Galat. V, 20); esta es la razón por que dice que un hereje es un hombre perverso, condenado por su propio juicio (Tit. III, 10). Por consiguiente Bayle conviene en que no hay delito mas enorme que el de desgarrar el cuerpo místico de Jesucristo. calumniar a la Iglesia, su esposa, hacer sublevarse a los hijos contra su madre; que es un crimen de lesa majestad divina en el primer jefe. (Supl.del Coment. filosóf., pref. y c. 8).
     Sin duda que los apologistas de los heresiarcas no acusarán a Bayle de ser un casuista demasiado severo. Con efecto, aun cuando un doctor cualquiera estuviese íntimamente persuadido de que la Iglesia universal está en el error, y que él puede probarlo de una manera invencible; ¿quién le ha dado la misión para predicar contra ella? No puede desde luego, sin un exceso de presunción, lisonjearse de entender mejor la doctrina de Jesucristo, que lo ha sido hasta aquí, desde los apóstoles hasta nosotros, por los doctores mas hábiles. No puede sin una temeridad insoportable suponer que Jesucristo ha faltado a la palabra que ha dado a su Iglesia de velar sobre ella y defenderla contra los asaltos del infierno hasta la consumación de los siglos. Aun cuando por imposible hubiese descubierto algún error en la creencia de la Iglesia, el bien que podría hacer publicándolo y refutándolo, ¿igualaría nunca al mal que han causado en todos tiempos los que tuvieron el furor de dogmatizar?
     Si un heresiarca pudiese prever la suerte de su doctrina, jamás tendría valor para darla a luz. No hay uno solo cuyas opiniones hayan sido fielmente seguidas por sus prosélitos, que no haya causado guerras intestinas en su propia secta, que no haya sido refutado y contradicho en muchos puntos por los mismos que había seducido. La doctrina de Manés no fue conservada por completo, ni entre los paulicianos, ni entre los búlgaros, ni entre los albigenses; la de Arrio fue atacada por los semiarrianos lo mismo que por los católicos: los nestorianos hacen profesión de no seguir a Nestorio, y los jacobitas dicen anatema a Eutíques: unos y otros se averguerzan del nombre de sus fundadores. Los luteranos no siguen ya las opiniones de Lutero, ni los calvinistas las de Calvino. Es imposible que estos dos heresiarcas no se arrepintiesen a la vista de las contradicciones que experimentaron de los enemigos que hacían, de las guerras que excitaban y de los crímenes de que era su primera causa.
     En el siglo III, Tertuliano pintó de antemano a los heresiarcas de todos los siglos en su libro de las Prescripciones. Rechazan, dice, los libros de la Escritura que les incomodan; interpretan los demás a su manera; no tienen escrúpulo en alterar el sentido en sus versiones. Para ganar un prosélito, le predican la necesidad de examinarlo todo, de buscar la verdad por si mismo; cuando ya le tienen por suyo, no permiten que se les contradiga. Lisonjean a las mujeres y a los ignorantes, haciéndoles creer que bien pronto sabrán mas que todos los doctores; declaman contra la corrupción de la Iglesia y del clero; sus discursos son vanos, arrogantes, llenos de hiel, marcados con todo el sello de las pasiones humanas, etc. Aun cuando Tertuliano hubiese vivido en el siglo XVI, no hubiera pintado mejor a los pretendidos reformadores. Erasmo hacia un retrato muy semejante.

HERÉTICO
    Nota de herejía impresa a una proposición por la censura de la Iglesia. Demostrar lo herético de una opinión, es hacer ver que es terminantemente contraria a un dogma de fe decidido y profesado por la Iglesia Católica. Herético es lo opuesto a catolicidad, ortodoxia.

EL HOMBRE DE LO TEMPORAL

     No me satisface, por incompleta, la definición del laico como “el hombre de lo temporal”. Por muy inmerso en lo temporal que se le quiera suponer, es imposible prescindir del llamamiento universal a la santidad...
     El religioso, que está religado; el sacerdote, que está consagrado, es el hombre de lo espiritual, aunque no exclusivamente. Está “segregado”, como dice San Pablo, pero no incomunicado.
     El seglar, el laico, sería el hombre de lo temporal, aunque no exclusivamente, porque le ocasionaría la ruina.
     Esta parcela de lo temporal, que por voluntad divina le ha tocado en suerte, como lote de trabajo, no es renuncia a lo espiritual ni exclusión de las miras de eternidad que hicieron cristiana a toda la Edad Media. El tiene obligación de dignificar y espiritualizar lo temporal; de poner gotas y peso de eternidad en el instante fugitivo y en la obra caduca; de orientarse cada momento hacia la ciudad futura que ha de permanecer...
     Un poeta colombiano ha dicho lindamente que el hombre pasa por el mundo:
     "tocada la sandalia con polvo de la tierra, tocada la pupila con resplandor del cielo...” 
     Vamos a conceder, para el laico principalmente, que el polvo de la tierra llega a tocarle también las manos y la frente...
     Dichoso él si sabe caminar así hasta Dios y llevarle los testimonios de su labor de cada día.
     Entre el polvo del taller se santificó José, el de Nazaret; sobre el barro de Castilla, San Isidro; con polvo de infolios, el profesor Fe-rrini...
     Pero en la pupila y en el alma llevaban siempre la luz del cielo. La ley de Dios era antorcha para sus pies. Eran emisarios de la creación que, mediante ellos, iba realizando su retorno a Dios.
     Todo viene del Padre y debe retornar a El... Intermediario y Pontífice de este retorno del Universo es el hombre, empinamiento y vértice de la materia sobre la cual trasciende y vuela por aquel soplo divino y aquella imagen divina que lleva consigo...
     Inmerso en la materia, la recapitula, y emerge de ella en acto de liberación propia y de oblación suprema al Padre y Creador.
     Su vida debe ser un ofertorio permanente. Mediante su inteligencia atrae, filtra y capta lo natural; y el mundo entero y mil mundos posibles le danzan armoniosamente en el alma.
     Mediante su voluntad, él hace de las criaturas peldaños para la ascensión a la casa del Padre.
     Mediante su amor, el presta voz a toda la creación y almas y estrellas cantan el salmo de la gloria y de las misericordias divinas...
     “Bendecid todas las obras del Señor al Señor: alabadle y enaltecedle por todos los siglos.”
     El religioso y el sacerdote son la plegaria del mundo que se eleva a Dios en regreso de adoración y de gratitud; pero la Iglesia quiere que a ellos se una el simple fiel en la oblación de su faena diaria, como una modesta y amorosa contribución del esfuerzo humano a la plenitud final cuando todo quede consumado y recapitulado en Dios...
     Y lo hace por Nuestro Señor Jesucristo.
     Porque El, Dios y Hombre verdadero, es el Gran Pontífice y el intercesor ante el Padre.
     Todo hombre hace puente (pontifex), porque eslabona en sí materia y espíritu. Y es pontífice de la creación porque le corresponde de oficio trocarse en plegaria y en vuelo hacia Dios en nombre de todas las criaturas inanimadas o irracionales.
     Pero el Gran Pontífice es Cristo, Dios y Hombre, primogénito de sus hermanos y corona del mundo.
     El, mediante la encarnación, atrajo a Sí, misteriosamente, inefablemente, tedas las criaturas. Y su persona, universo viviente, conciliación de alturas y de abismos, se ofrece a los cielos y al Padre como representante de todas las cosas. Y ahora mismo el Gran Pontífice vive para interpelar por nosotros...
     Mirada así la vida del simple fiel, a la luz de estas perspectivas universales y cósmicas y como aportación al ritmo y “al destino total y armonioso de la creación”, que se va cumpliendo bajo la faz del Padre que está en los cielos, cambia por completo el sentido de nuestra existencia, se alumbra nuestro camino, se alivia la faena de cada día y se vive como viandante —homo viator— que sabe de dónde viene y a dónde va, por qué sufre y por qué espera, por qué reza y por qué trabaja y canta, Quién le guía y a Quién ha de volver cuando se consume el regreso...
     Entonces ya no será el viandante, sino el ciudadano del reino de Dios.
R. P. Carlos E. Mesa C.M.F.
CONSIGNAS Y SUGERENCIAS PARA MILITANTES DE CRISTO

jueves, 25 de septiembre de 2014

EL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO (5) La continencia periódica

CAPITULO VI (3)
DEL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO
Artículo Segundo (II)
TUTELA MEDICA DE LA PROCREACIÓN (3)
§ 3. Continencia periódica.

138. Razón de este título. 
139. I. Antecedentes históricos: Capellmann y sus contradictores.
140. II. Método de Ogino-Knaus en el orden médico: Los investigadores y sus descubrimientos.
141. Aplicación práctica del método. 
142. Valor científico del método. 
143. III. Moralidad de La continencia periódica: Estado de la cuestión. 
144. Opinión que afirma la licitud. 
145. 1° Moralidad por razón del objeto. 
146. 2° Moralidad por razón de las circunstancias. 
147. 3° Moralidad por el fin: motivos malos; motivos justificantes.
148. Sentencia que niega la licitud. 
149. Crítica de la sentencia negativa.
150. IV. Conducta de médicos y sacerdotes: 1° Los médicos; 2° Los sacerdotes: inconvenientes de la continencia periódica; ventajas; deber del sacerdote.

138. Razón de este titulo.
     Para los problemas de diversa índole que, por motivos médicos, eugenésicos, sociales y económicos, el nacimiento de la prole crea a los cónyuges, e indirectamente a la sociedad, no ofrecen solución acertada ni lícita los medios ya estudiados: prohibición del matrimonio, esterilización, neomaltusianismo, aborto. Cuando razones graves aconsejan evitar el nacimiento del hijo, a todos es posible, con la oración y la gracia de Dios, la continencia absoluta, según el Pontífice Pío XI enseña en su citada Encíclica Casti Connubii pero nadie duda que en muchísimos casos este medio es inútil aconsejarlo. ¿No habrá otro medio que, siendo lícito, sea práctico, y al tiempo que dé solución a los problemas aludidos, no imponga a los esposos el deber heroico de abstenerse totalmente de las relaciones conyugales? He aquí un estudio que tanto a médicos como a moralistas viene preocupando desde mediados del pasado siglo, y especialmente después de los descubrimientos fisiológicos de Ogino-Knaus en la tercera década del siglo que corremos acerca del período de fecundidad de la mujer. De ellos vamos a ocuparnos brevemente, como corresponde a esta obra, dejando a los escritores que se explayen con toda la amplitud que les convenga en revistas médicas y eclesiásticas y en monografías.
     Nosotros veremos: 
     I, antecedentes históricos; 
     II, el método de Ogino-Knaus en el orden científico-médico; 
     III. dicho método en el orden moral; 
     IV, conducta de médicos y sacerdotes en relación con los aludidos descubrimientos.

lunes, 22 de septiembre de 2014

DOCUMENTOS PONTIFICIOS BÍBLICOS DE SAN PIO X (1910-1914) (tercera parte)

Motu proprio «Illibatae»,
Fórmula de juramento antimodernista 
Carta "Iucunda sane»
Programa para los exámenes de grados en Sagrada Escritura 
Respuesta 8va. de la Pontificia Comisión Bíblica sobre el autor, el tiempo de composición y la verdad histórica del Evangelio según San Mateo,
Carta «Ad Pontificium Institutum Biblicum»
carta circular «Le visite apostoliche»

Respuesta 7 de la Pontificia Comisión Bíblica, sobre los autores y sobre el tiempo de la composición de los Salmos, 1 de mayo de 1910

     En cuanto a la autenticidad davidica de los Salmos, la Comisión considera imprudente negar que David sea el principal autor de los mismos o afirmar que sólo unos pocos le pueden ser atribuidos (Resp. IV). Especialmente se mantiene el origen davidico de seis salmos (Resp. V). Y se niega probabilidad a la sentencia que adscribe no pocos salmos a la época de Esdras y Nehemías e incluso a los tiempos macabeicos (Resp. VII). Se defiende el carácter profético y mesiánico individual de muchos de ellos, contra los que restringen su proyección solamente a la suerte del pueblo elegido (Resp. VIII). Aun reconociendo que los títulos de los Salmos acaso no sean auténticos, se mantiene su venerable antigüedad y se considera imprudente rechazarlos sin causa grave (Resp. II y III).
     La Comisión concede, no obstante, que —a pesar de su nombre y de la opinión de muchos Santos Padres— no todo el Salterio davidico es de David (Resp. I). Y asimismo se admite que algunos salmos —y se cita el ejemplo del Miserere— hayan podido ser levemente retocados para adaptarlos a las circunstancias históricas o litúrgicas de tiempos posteriores (Resp. VI).
     Dentro de su tónica evidentemente conservadora, la presente respuesta de la Comisión arguye un perfecto conocimiento del estado de los estudios críticos sobre el Salterio y deja a los exegetas un amplio margen de libertad.
355
     I. Si las denominaciones Salmos de David, Himnos de  David, Libro de los Salmos de David, Salterio davidico, empleadas en las antiguas colecciones y en los mismos concilios para designar el libro de los ciento cincuenta salmos del Antiguo Testamento, como asimismo la opinión de muchos Padres y Doctores que sostuvieron que habían de ser atribuidos a sólo David absolutamente todos los salmos del Salterio, han de tener tanta fuerza que nos obliguen a considerar a David como autor único de todo el Salterio.
     Resp. Negativamente.
356 
     II. Si por la concordancia del texto hebreo con el texto griego alejandrino y con las otras versiones antiguas se puede argüir con razón que los títulos antepuestos al texto hebreo de los Salmos sean más antiguos que la llamada versión de los LXX varones, y que, por lo tanto, deriven, si * Obsérvese la manera de hablar, en todo semejante a la de otras respuestas en que la Comisión afirma la autenticidad ; Si 1a opinión de muchos Santos Padres tiene tanta fuerza que.,, no directamente de los mismos autores de los Salmos, sí por lo menos de una antigua tradición judía.
     Resp. Afirmativamente.
357
     III. Si los susodichos títulos de los salmos, testigos de la tradición judía, cuando no haya graves razones en contra de su genuinidad, pueden ser puestos en duda prudentemente.
     Resp. Negativamente.
358
     IV. Si, considerados los no poco frecuentes testimonios de la Sagrada Escritura acerca de la natural pericia de David, ilustrada por el carisma del Espíritu Santo, para componer canciones religiosas; las instituciones por él fundadas para el canto litúrgico de salmos; las atribuciones que se le hacen de salmos tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento y en las inscripciones prefijadas de antiguo a los mismos, así como el consentimiento de los judíos y de los Padres y Doctores de la Iglesia, se puede dudar prudentemente de que David sea el principal autor de los cantos del Salterio o, por el contrario, se pueda afirmar que sólo pocos de ellos se deban atribuir al Real Salmista.
     Resp. Negativamente a ambas partes.
359
     V. Si especialmente se puede negar el origen davídico de aquellos salmos que en el Antiguo o en el Nuevo Testamento se citan expresamente bajo el nombre de David, entre los cuales se han de contar, aparte de otros, el salmo 2, Quare frenuerunt gentes; salmo 15, Conserva me, Domine; salmo 17, Diligam te, Domine; salmo 31, Beati quorum remissae sunt iniquitates; salmo 68, Salvum me fac, Deus; salmo 109, Dixit Dominus Domino meo.
     Resp. Negativamente.
360
     VI. Si se puede admitir la sentencia de quienes piensan que hay entre los salmos del Salterio algunos, ya de David, ya de otros autores, que por razones litúrgicas o musicales, por error de los copistas o por otras causas desconocidas, han sido divididos en varios o reunidos en uno; y que hay otros salmos, como el Miserere mei, Deus, que, para adaptarlos mejor a las circunstancias históricas o a las solemnidades del pueblo judío, fueron levemente retocados o modificados, con la supresión o adición de algún que otro versículo, salva la inspiración de todo el texto sagrado.
     Resp. Afirmativamente a una y otra parte.
361
     VII. Si puede sostenerse con probabilidad la sentencia  de aquellos escritores modernos que, fundándose en criterios meramente internos o en una interpretación menos recta del sagrado texto, han intentado sostener que no pocos salmos fueron compuestos después de los tiempos de Esdras y Nehemías, incluso en la época de los Macabeos.
     Resp. Negativamente.
362
     VII. Si por el testimonio múltiple de los libros sagrados del Nuevo Testamento y el unánime consentimiento de los Padres, así como por confesión de los escritores del pueblo judío, se ha de reconocer la existencia de muchos salmos proféticos y mesiánicos que vaticinaron el advenimiento, el reinado, el sacerdocio, la pasión, muerte y resurrección del futuro Libertador, y si, por lo tanto, se debe rechazar en absoluto la sentencia de los que, pervirtiendo el carácter profético y mesiánico de los Salmos, coartan los citados oráculos sobre Cristo a pre-anunciar solamente la suerte futura del pueblo escogido.
     Resp. Afirmativamente a ambas partes.

     Y el día 1.° de mayo de 1910, en la audiencia benignamente concedida a los consultores secretarios, Su Santidad ratificó las respuestas anteriores y mandó hacerlas públicas.
     Roma, 1 de mayo de 1910. — Fulcrano Vigouroux, P. S. S.; Lorenzo Janssens, O. S. B., consultores secretarios.

Motu proprio «Illibatae», sobre el juramento que han de prestar los que van a ser nombrados doctores en Sagrada Escritura, 29 de junio de 1910

     Para garantía de ortodoxia en los que han de enseñar Sagrada Escritura, se obliga a los doctorandos en dicha ciencia a que emitan un juramento por el que se comprometen a seguir en la interpretación de la Divina Palabra- las directrices de la Santa Sede, y en especial de la Pontificia Comisión Bíblica.

jueves, 18 de septiembre de 2014

¿SE PUEDE AMAR A LOS CONDENADOS?

CIEN PROBLEMAS SOBRE CUESTIONES DE FE
56
¿SE PUEDE AMAR A LOS CONDENADOS?

     ¿No son ellos también hombres y los más desgraciados? Y la caridad ¿no enseña a amar a los infieles y a compadecerlos? (Para terminar la consulta de E. V.—Módena.)

     La misma distinción entre la Humanidadal menos potencialmente incorporada a Cristo, del pecador y del enemigoque siempre es amada, y su pecado que en cambio es condenado, aclara esta ulterior consulta y sugiere la respuesta rotundamente negativa.
     Los condenados eternamente han perdido en realidad por completo toda potencialidad de redención, están definitivamente separados del Cuerpo místico, cuya Cabeza es Cristo. Falta, por tanto, todo título para que sobre la base de aquella distinción se pueda conservar el amor a su Humanidad.
     Esta se halla en adelante inmutablemente identificada con el desorden del pecado y del odio a Dios y colocada por completo fuera de la esfera del amor.
     ¡Clara y tremenda verdad!
     Pero ¿quién puede saber con certeza si una determinada alma se ha condenado? Aunque hay que temer que muchos puedan ser los condenados, ordinariamente no se puede nunca estar seguro de los individuos, porque la misericordia de Dios puede suscitar un arrepentimiento, en el último momento, aun en el pecador más empedernido. Por tanto, siempre se puede pedir, al menos en privado, por todo difunto; y la oración es amor.
     Solo en el "más allá", cuando se corra el velo del reino de los bienaventurados y de los condenados, estarán estos excluidos para siempre de toda palpitación de amor.

BIBLIOGRAFIA
Bibliografia de la consulta 54.
Santo Tomás: Summa Theol., II-II, 25, 11.

Pier Carlo Landucci
CIEN PROBLEMAS SOBRE CUESTIONES DE FE

martes, 16 de septiembre de 2014

LA NECESIDAD DE LA JURISDICCIÓN Y DEL ORDEN

Por Dr. Homero Johas        
          1.- La Iglesia Católica no se rige por las opiniones de sus enemigos; por juicios humanos no subordinados al Derecho divino. 
“Dejemos que los muertos entierren a sus muertos”.
2.- "Fuera de la Iglesia no existe salvación”.
Así la Iglesia es el único medio necesario de salvación, como el Arca de Noé, única.
3.- Para la existencia de la Iglesia es necesario su gobernante: pues “Donde no existe gobernante el pueblo se dispersa” (Prov. XI, 4).
Luego, la elección de una Cabeza visible en la Iglesia es de necesidad absoluta.
4.- Siendo la Cabeza visible de la Iglesia el Sumo Pontífice, el Obispo de Roma, tiene él necesidad absoluta del Sacramento del Orden. De ahi la necesidad doble, del poder: de Jurisdicción y de Orden, en nivel supremo.
5.- El Sacerdocio es necesario, por norma divina, para el Sacrificio perene, para el perdón de los pecados; para el Bautismo; para la predicación de la fe verdadera; para tener la entrada al reino de los cielos, cuyas llaves fueron dadas, primero, sólo a Pedro.
6.- Siendo de necesidad absoluta la existencia de pastores fieles para regir el rebaño de Cristo, y habiendo personas idóneas capaces del ejercicio de este ministerio, tales personas hasta podrían ser coaccionadas a aceptar este encargo, sean ellas célibes o casadas, pues las leyes humanas tienen excepciones en caso de necesidad.
7. – Así la Iglesia no está “sin solución”; no retira el “deber de obrar”; no espera la solución sólo de Dios, sin cumplir los deberes imperados por Dios y por la Iglesia. El Quietismo pasivo es negación dolosa de cumplimiento de los deberes imperados por Dios y por la Iglesia.

ASPECTOS DE LA SECTA DE LOS ACÉFALOS
1. NECESIDAD ABSOLUTA DE LA CABEZA VISIBLE
La Cabeza visible de la Iglesia es de necesidad de medio, sine qua non, para la existencia de la Iglesia. Porque: “Ubi non est gubernatur, populus corruet” (Prov. XI, 4). Sin la Cabeza visible la Iglesia visible desaparece; la Iglesia perpetúa ya no será perpetua.
Ella no puede ser “no visible”, “non tenens caput” (Col. II, 18-19). Así la secta de los acéfalos son destructores de la Iglesia. El Sacramento del Orden es de necesidad absoluta para el orden social de la Iglesia. Así como el Bautismo es de necesidad absoluta para a salvación individual; así también el Orden y la elección papal es para la existencia de la Iglesia, medio único de salvación social para toda la humanidad, en el orden público, visible (Rom X, 10). El Sucesor de Pedro es el Sumo Pontífice, el Obispo de Roma.

2. LA UNIDAD EN LA HEREJÍA
El V Concilio enseña que la Iglesia condenando una doctrina falsa, condena universalmente y simultáneamente a todos los que tuvieron, tienen, o tengan idéntica doctrina falsa, en el pasado, en el presente o en lo futuro (Sentencia de los 3 Capítulos). Paulo IV reitera esto en la Bula “Cum ex Apostolatus”.

3.- NEGACIÓN DE LA FE UNIVERSAL
Escribió Santo Tomás de Aquino:
“Quien viola la ley divina, para impedir el fin que el Legislador tuvo en mente, peca mortalmente” (S.T. 1-2,96, 6).
Por otro lado la ley divina, universal y abstracta, no sería verdadera si el juicio racional verdadero no correspondiese a la realidad en el orden exterior, real, concreto.
Si lo que es posible en el orden mental no fuese posible en el orden real, sería una sentencia falsa.
Esto es lo que dicen ciertos acéfalos sobre el dogma de fe de los perpetuos Sucesores de Pedro. Dicen que no niegan el dogma en el orden abstracto; sino  que él es imposible en el orden concreto.
El dogma siempre fue posible en el pasado, en 2000 años. Siendo universal y verdadero para todos los tiempos: pasados, presentes, futuros.
Así las opiniones de esas personas levantan una sentencia herética, contra la fe universal.
El fin de la perpetuidad de los Sucesores de Pedro es la: “perpetua salud y bien de la Iglesia” enseña el Vaticano I (D.S. 3056). Así la sentencia de los acéfalos tiene por fin destruir la perpetúa salud y bien de la Iglesia. Obran contra la Iglesia de Cristo.

4. EL SOFISMA DE LOS MODERNISTA
Los sedevacantistas, pertenecientes a la secta de los acéfalos, levantan un ardid para alejar a los “perpetuos Sucesores” de San Pedro, dogma de fe universal.
Dicen que ellos son posibles en el orden teórico y abstracto; pero que son imposibles en el orden concreto y práctico.
Y tal imposibilidad se debe a que para ser posible esta elección, se requiere un acuerdo universal entre todos los católicos del mundo.
Y dicen, como tal acuerdo prácticamente no es posible, también tal elección no podría ser cumplido en el orden concreto y práctico. Pues el acuerdo no existe porque “estamos divididos”.
Tal argumentado oculta el Agnosticismo, base de la herejía modernista.
La razón humana conoce las verdades universales abstractas. Toda Ciencia racional es teórica, universal, abstracta. La Lógica tiene reglas universales, abstractas. La Ética natural y revelada tiene normas universales, abstractas. La Revelación divina enseña una fe universal, abstracta y el Magisterio de la Iglesia es universal y abstracto.
Así rechazar la Lógica y Dogma universal abstracto es rechazar la verdad racional y la fe divina y católica. Es profesar la herejía del Agnosticismo de los modernistas. Es rechazar el Magisterio universal de la Iglesia, la fe y la Moral católica.
En lugar de la verdad divina universal estas personas colocan un acuerdo o consenso humano, entre voluntades libres individuales. Cambian la monarquía de Derecho divino por la Democracia agnóstica de las voluntades individuales humanas. De ahí discurren los “derechos individuales” de las personas humanas, libres para seguir o “no seguir la verdad”. Lo universal, necesario, divino es mudado por lo individual, libre, humano. Así lo que es posible en el Derecho divino universal, se vuelve imposible por falta de un acuerdo humano entre “todos los católicos” del mundo. Los heréticos modernistas ahí se incluyen entre estos falsos católicos, aunque ya separados en la verdad racional y de la fe divina y católica.
Mons. Lefèbvre quiso mudar la “Lógica absoluta de los principios y el Dogma” por el “orden práctico”. El Sr. John Daly niega a posibilidad de un “consenso universal entre todos los católicos”. Un padre niega la posibilidad de un papa “porque estamos divididos”. El Sr. A. Daniele dice que tal acuerdo es imposible. Mons. Alarcón dice lo mismo. Todos subordinan el Derecho divino a arbitrio de los hombres, a la voluntad propia.
Vimos, ya en el tiempo de Pio XII, el Santo Oficio, haciendo “concordatos” entre el Vaticano y estados no católicos para fundar, jurídicamente, el Individualismo libre en materia religiosa.
Tal doctrina viene del Agnosticismo de Kant. Aleja la “Razón Teórica” por el Agnosticismo y quiere una “Razón Práctica” del arbitrio humano. La razón humana es la misma para las verdades teóricas y prácticas. El Legislador divino es el mismo en el Dogma y en la Ética. No tenemos una Ética laica, individualista, arbitraria, rigiendo la razón y la fe.
Pio VI condenó al heresiarca Febronio, que decía que el poder papal venia del pueblo, tanto la jurisdicción como el poder de Orden (D.S. 2592). Condenó la misma doctrina en los Jansenistas del Sínodo de Pistoya (D.S. 2602-2603).
El Concilio Vaticano I condenó colocar las verdades divinas como procedentes del “consenso de las Iglesias” (D.S. 3074).
San Pio X condenó tal doctrina en la encíclica “Pascendi” y en el Decreto “Lamentabili”; Según estos herejes los dogmas de fe no deben ser considerados como normas del creer, sino como normas preceptivas del obrar (D.S. 3426).
Tal doctrina es la base del Ecumenismo, sin unidad de fe y fundado en el “consenso”, pactos y acuerdos libres (Mortalium ánimos).
Tal doctrina espuria es la base del Concilio Vaticano II, en el escrito de la “nueva iglesia”, “Lumen gentium” (n° 22 y 23), viene de acuerdos humanos de los hombres “entre sí”, sin la subordinación jerárquica al Derecho divino.
El Agnosticismo es una forma de retirar al único Dios verdadero, con normas universales racionales en el creer y en el obrar, en el orden natural y sobrenatural es de colocar el arbitrio humano como norma suprema de la verdad y del bien, según la voluntad libre de los racionalistas y ateos (D.S. 2903).
En esto convergen los lefèbvristas y mayeristas, los guerardistas y secuaces de Mons. Sanborn; los sedevacantistas acéfalos: John Daly, A. Daniele, Mons. Pivarunas, Mons. Alarcón y otros miembros de la secta, aunque usen los ritos de Sao Pio V. Colocan un credo humano y alejan el divino. Quieren la “unión” ecuménica de los hombres “entre sí”, sin el Derecho divino. O son ignorantes, imperitos, o dolosos, ocultando la propia malicia en cuanto substituyen el Derecho divino por el arbitrio individual humano. La norma divina católica, universal y necesaria, no es humana, individual y libre. Dios es el Señor, no el hombre.
“Para que toda carne sepa que Yo soy el Señor, desenvainare mi espada, de modo irrevocable” (Ez. XXI, 5).
He ahí el destino de los acéfalos, sin Dios, sin el único Pastor divino. Los que reconocen el herético como "papa" y los que rechazan al Pastor supremo, según el Derecho divino, ambos están unidos, las huestes del Anticristo. Son todos ecuménicos, sin unidad en la verdadera fe.

ACEFALÍA PERENNE: APOSTASÍA
La doctrina de la acefalía perenne de la Iglesia, de la secta de los acéfalos es anti-católica porque no procede de la obediencia al Magisterio infalible y perenne de la Iglesia, cosa de necesidad para la salvación (Bonifácio VIII — D.S. 875). Ella contradice el “deber gravísimo y santísimo” de elegir una Cabeza visible de la Iglesia enseñado por San Pio X (Vacante Sede Apostólica). Coloca el “juicio propio” (Tit III, 10-11) individual del herético contra el juicio universal infalible del Sucesor de Pedro, trascendente a los tiempos, a los actos concretos individuales, a las opiniones humanas opuestas.
          Tal sentencia de acefalía destruye la Iglesia de Cristo, medio único de salvación. De hecho dice la Revelación divina: “Donde no existe gobernante el pueblo se dispersa” (Prov. XI, 14). No hay una “religión de los ángeles no visibles” que “no tiene una Cabeza” visible, dice la Revelación (Col. II, 18). Así, sin la Cabeza visible la Iglesia se destruye. Sin el fundamento el edificio se derrumba. Sin un credo universal, perpetuo, cada uno tendrá su credo individual y libre.
          No hay en la Iglesia evolución de los dogmas según las opiniones humanas o por el consenso de los hombres. Los dogmas católicos deben conservar perpetuamente el mismo sentido (D.S. 3020) y no pueden ser libremente cambiar su sentido, como lo hizo Lutero.
          La salvación individual exige la fe universal, íntegra e inviolada (D.S. 75) dice el Símbolo de la fe.
          El “deber gravísimo y santísimo” de elegir un papa no puede ser convertido en lo contrario: deber de no elegir; sin excluir de la Iglesia a los seguidores del “non serviam” (Jer. II, 20).
          Dios no manda cosas imposibles. Esta es otra excusa de los herejes, condenada por la Iglesia (D.S. 1568) en Jansénio (D.S. 2001-2006). Así las sentencias de la secta de los acéfalos proceden de la herejía, de la apostasía, de personas opuestas a la existencia de la Iglesia de Cristo y de la autoridad divina de la Sede de Pedro.
Jesucristo no instituyó una Iglesia acéfala, sino con “perpetuos Sucesores” de Pedro. Esto es dogma de fe; no es cosa imposible.
Traducción:
R.P. Manuel Martinez Hernández