Vistas de página en total

lunes, 8 de septiembre de 2014

Fiesta de la Natividad de Nuestra Señora


8 DE SEPTIEMBRE
INTRODUCCIÓN

Génesis y significación de la fiesta.
     La Iglesia rehuye, en general, celebrar la venida de los santos a un mundo, en el cual ven la luz manchados con la culpa original y sujetos a las miserias que son consecuencia de la misma. Guarda su regocijo, no para el comienzo de una prueba, cuyo éxito es aun dudoso, sino para, el fin, que es su gloriosa corona (Por el decr. gen. de la S. Congr. de Ritos, 19-21 de diciembre de 1893, n. 3816, la Santa Iglesia ha recordado una vez más esta ley, que una dévoción indiscreta se proponía violar. No toquemos con ligereza los usos de la Iglesia. Profunda, es ordinariamente su razón de ser). La santificación de San Juan Bautista en el seno de su madre dio lugar muy pronto a una excepción. Otra derogación de esta regla se debía, con mayor razón, a aquella cuyo nacimiento, semejante a la aurora, anunció al divino Sol de justicia, Jesucristo. Desde el siglo VII, lo más tarde, vemos celebrada la fiesta del Nacimiento de Nuestra Señora, así en Oriente como en Occidente (El Oriente nos ofrece dos sermones de Andrés Cretense (720) sobre el Nacimiento de María. En Occidente, esta fiesta es mencionada con la Asunción en el Sacramentario Gelasiano de principios del siglo VII); pero su observancia universal no se remonta más allá, del siglo X o principios del XI. Desde entonces este día bendito llegó a ser una de las principales festividades de María. En el siglo XIII fue enriquecida con una octava, que los cardenales reunidos en cónclave para elegir sucesor a Gregorio IX, habían prometido instituir si triunfaban, de las divisiones y de las dificultades suscitadas por las intrigas de Federico II y por el descontento del pueblo. El Papa elegido, Celestino IV, no reinó más de 18 días. La promesa no pudo, por consiguiente, cumplirse hasta el tiempo de Inocencio IV, a mediados del siglo XIII.

Plan de la meditación.
     La Natividad da María a la tierra, la Asunción la da al cielo. ¡Con qué gozo fue acogida por los Ángeles y los bienaventurados! ¿No debemos también los hombres celebrar con gozo la venida de María a la tierra? Nativitas tua gaudium annuntiavit universo mundo: tu Natividad fue un anuncio de gozo para el mundo entero (Oficio de la Natividad de la Virgen.). Meditaremos, pues, el misterio bajo este aspecto que nos ofrece la siguiente división: La Natividad de María es fuente de gozo para el mundo; este gozo es, por desgracia, ignorado; podemos hacerlo nuestro espiritualmente.

MEDITACIÓN
«Multi in nativitate ejus gaudebunt» 
(Luc. I, 14).
Muchos se alegrarán en su nacimiento

     1er. Preludio: Veamos la modesta casa de San Joaquín y Santa Ana, y la cunita en que descansa la niña destinada a ser Madre de Dios. ¡Con qué gozo aquellos santos padres contemplan el fruto de bendición que el Señor les ha dado!
      Preludio: Pidamos con insistencia la gracia de sentir un gozo fecundo en el nacimiento de María, Madre de Dios y Madre nuestra.

I. LA NATIVIDAD DE MARIA, FUENTE DE GOZO
     I. 1. Nuestra miseria y los dolores del parto no impiden que proclamemos dichoso el día en que un hombre viene al mundo. Sin embargo, para el que reflexiona, ¿es éste un gozo sin mezcla de tristeza ?
     ¿No está expuesta esta débil existencia a ser arrebatada por el primer soplo del cierzo, causando con este desenlace una pena mayor que el consuelo que trajo su venida?
     Por lo demás, ¿adonde va a parar? Es la existencia de un viajero que puede equivocar el camino y caer en un horroroso precipicio.
     Este niño, funesto tal vez para sí mismo, puede también llegar a serlo para otros. Tan tiernamente acogido por un padre, por una madre, es capaz de llenar su vida de amarguras; su influencia nefasta puede propagarse muy lejos, arruinando los cuerpos, las almas, las familias, las ciudades, las comarcas.
     He aquí cómo las obscuridades del porvenir son causa de una justa ansiedad. Y lo son, sobre todo, como consecuencia de esa triste mancha contraída aun antes de nacer: la mancha hereditaria del alma, el pecado original.
     2.- ¡Qué gozo tan completo debió de embellecer el día en que nació la hija de Joaquín y Ana! En vez de estar manchada, el alma de esta niña resplandece con el tnás uñoso brillo de la gracia. Ya desde la cuna sobrepuja a los serafines en sobrenatural belleza. Destinada a ser la Madre Dios, está al abrigo aun de las desdichas temporales, y una especial Providencia la levantará de la plenitud de la gracia a la de la gloria.
     Para los demás hombres, para el mundo entero, este nacimiento de la Madre es el preludio del nacimiento de la única alegría del mundo, el Salvador que viene a destruir el pecado, fuente de todos nuestros infortunios. María no es solamente la aurora que anuncia el claro día; su poder y su caridad intervendrán también para llamar a los hombres a que se aprovechen de su luz.
     3.- Los padres de la Santísima Virgen aun sin conocer, a lo que parece, todos sus grandes destinos, debieron sentir un indecible regocijo al nacer aquella su amadísima hijita, Hija única, según se cree, obtenida después de ardientes y prolongadas plegarias, y revestida de un encanto exquisito, reflejo de sus gracias interiores. ¿Y no estaba su felicidad muy por encima de la causa visible que la producía? ¿No añadía Dios algunas secretas delicias, cuyo misterio no les revelaba?
     II. 1. Felicitemos a San Joaquín y Santa Ana por el nacimiento de María; unámonos con el pensamiento a su gozo: más aún, con la Santa Iglesia, sintámonos gozosos por el mundo mismo. ¡Oh, Virgen, vuestra Natividad anunció un gran gozo al universo entero!
     2. Comprendamos una vez más, en esta ocasión, que todo lo que aleja del pecado, aleja una causa de desdicha y le tristeza.

II. REGOCIJO IGNORADO DEL MUNDO
     1. Los santos padres de la Santísima Virgen no conocían sino imperfectamente los motivos de su gozo; pero el mundo desconocía completamente su dicha. Mientras celebraba con ruidosos festejos, y aun hartas veces con juegos crueles, el nacimiento de los príncipes y de los grandes, la natividad de su Soberana pasaba inadvertida.
     2. ¡Pobre mundo engañador y engañado! ¿Merece que se tengan muy en cuenta sus extraviados juicios?
     En muchas ocasiones, según el favor personal de que uno goza por su popularidad o por circunstancias imprevistas un mismo hecho es públicamente realzado y alabado, o pasa inadvertido. Para nuestra vanidad, suele haber aquí una ocasión de pequeños cuidados, de pequeñas preocupaciones, de pequeños errores, de pequeños desalientos. Seamos bastante nobles, bastante libres, bastante grandes para mantenernos en la independencia de una leal sinceridad, que ni presuma de hábil antes de tiempo, ni se entristece con demasía si no acierta.

III. NUESTRA INTIMA PARTICIPACIÓN EN ESTE GOZO
     1. El mundo, por desdicha suya, ignora el nacimiento de la Santísima Virgen. En cuanto a nosotros, no ignoramos que María nace espiritualmente en aquéllos corazones que un tierno y sólido afecto llena de su bondad. Conocemos igualmente cuán a propósito viene a alegrarnos semejante Natividad.
     Natividad efectivamente dichosa por el sentimiento de que nos llena, pues suele dilatar el corazón, consolarlo, fomentar un gozo verdadero y una gran confianza. Dichosa también por los frutos que produce: frutos de conversión, frutos de santidad. María nos anuncia y nos trae a Jesucristo
     2. Procuremos, pues, cuidadosamente sentir una filial devoción a la Santísima Virgen. Que esta devoción sea sólida y, para ello, fundada en su verdadero motivo; tomemos a pechos el tener siempre presente este motivo en nuestra mente y aun el profundizar en él. Que sea una devoción viva, es decir, fomentada por una práctica continua.
     De este modo podremos, en días más dichosos que los de este mundo, repetir lo que ya con júbilo decimos acá abajo: «Vuestra natividad; oh Virgen, ha anunciado el gozo al mundo entero»

Coloquio
     En un fervoroso coloquio, supliquemos con insistencia al Señor que nos conceda la gracia de una tierna devoción a su Santísima Madre. Ave María.
Arturo Vermeersch S.J.
MEDITACIONES SOBRE LA SANTÍSIMA VIRGEN

No hay comentarios: