Por Dr. Homero Johas
1.- La Iglesia Católica no se rige por las opiniones de sus enemigos; por juicios humanos no
subordinados al Derecho divino.
“Dejemos
que los muertos entierren a sus muertos”.
2.- "Fuera de la Iglesia no existe salvación”.
Así la Iglesia es el único medio necesario de salvación,
como el Arca de Noé, única.
3.- Para la existencia de la Iglesia es necesario su gobernante:
pues “Donde no existe gobernante el pueblo se dispersa” (Prov. XI, 4).
Luego, la elección de una Cabeza visible en la Iglesia
es de necesidad absoluta.
4.- Siendo la Cabeza visible de la Iglesia el Sumo
Pontífice, el Obispo de Roma, tiene él necesidad absoluta del Sacramento del
Orden. De ahi la necesidad doble, del
poder: de Jurisdicción y de Orden, en nivel supremo.
5.- El Sacerdocio es necesario,
por norma divina, para el Sacrificio perene, para el
perdón de los pecados; para el Bautismo; para la predicación de
la fe verdadera; para tener la entrada al reino de los cielos, cuyas llaves fueron dadas, primero,
sólo a Pedro.
6.- Siendo de necesidad absoluta la existencia de
pastores fieles para regir el rebaño de Cristo, y habiendo personas idóneas capaces
del ejercicio de este ministerio, tales personas
hasta podrían ser coaccionadas a aceptar este encargo, sean ellas célibes o
casadas, pues las leyes humanas tienen excepciones en caso de necesidad.
7. – Así la Iglesia no está “sin
solución”; no retira el “deber de
obrar”; no espera la solución sólo de Dios, sin cumplir los deberes
imperados por Dios y por la Iglesia. El Quietismo pasivo es negación dolosa de
cumplimiento de los deberes imperados por Dios y por la Iglesia.
ASPECTOS DE LA SECTA DE
LOS ACÉFALOS
1. NECESIDAD ABSOLUTA DE
LA CABEZA VISIBLE
La Cabeza visible de la Iglesia es de necesidad de medio, sine qua non, para la existencia de la
Iglesia. Porque: “Ubi non est gubernatur,
populus corruet” (Prov. XI, 4). Sin la Cabeza visible la Iglesia visible
desaparece; la Iglesia perpetúa ya no será perpetua.
Ella no puede ser “no visible”,
“non tenens caput” (Col. II, 18-19). Así la secta de los acéfalos son
destructores de la Iglesia. El Sacramento del Orden es de necesidad absoluta
para el orden social de la Iglesia. Así como el Bautismo es de necesidad
absoluta para a salvación individual; así también el Orden y la elección papal es
para la existencia de la Iglesia, medio único de salvación social para toda la humanidad,
en el orden público, visible (Rom X, 10). El Sucesor de Pedro es el Sumo
Pontífice, el Obispo de Roma.
2. LA UNIDAD EN LA HEREJÍA
El V Concilio enseña que la Iglesia condenando una doctrina falsa,
condena universalmente y simultáneamente a todos los que tuvieron, tienen, o tengan
idéntica doctrina falsa, en el pasado, en el presente o en lo futuro (Sentencia
de los 3 Capítulos). Paulo IV reitera esto en la Bula “Cum ex Apostolatus”.
3.- NEGACIÓN DE LA FE
UNIVERSAL
Escribió Santo Tomás de Aquino:
“Quien viola la ley divina, para impedir el fin que el Legislador tuvo
en mente, peca mortalmente”
(S.T. 1-2,96, 6).
Por otro lado la ley divina, universal y abstracta,
no sería verdadera si el juicio racional verdadero no correspondiese a la realidad
en el orden exterior, real, concreto.
Si lo que es posible en el orden mental no fuese posible
en el orden real, sería una sentencia
falsa.
Esto es lo que dicen ciertos acéfalos sobre el dogma
de fe de los perpetuos Sucesores de Pedro. Dicen que no niegan el dogma en el orden
abstracto; sino que él es imposible en
el orden concreto.
El dogma siempre fue posible en el pasado, en 2000
años. Siendo universal y verdadero para todos los tiempos: pasados, presentes,
futuros.
Así las opiniones de esas personas levantan una
sentencia herética, contra la fe universal.
El fin de la perpetuidad de los Sucesores de Pedro es la: “perpetua salud y bien de la Iglesia” enseña
el Vaticano I (D.S. 3056). Así la sentencia de los acéfalos tiene por fin
destruir la perpetúa salud y bien de la Iglesia. Obran contra la Iglesia de
Cristo.
4. EL
SOFISMA DE LOS MODERNISTA
Los sedevacantistas, pertenecientes a
la secta de los acéfalos, levantan un ardid para alejar
a los “perpetuos Sucesores” de
San Pedro, dogma de fe universal.
Dicen que ellos son posibles en el orden
teórico y abstracto; pero que son imposibles en el orden concreto y
práctico.
Y tal imposibilidad se debe a que para ser posible esta
elección, se requiere
un acuerdo universal entre todos los católicos del mundo.
Y dicen, como tal acuerdo prácticamente no es posible, también tal elección no podría ser cumplido en el orden
concreto y práctico. Pues el acuerdo no
existe porque “estamos divididos”.
Tal argumentado oculta el Agnosticismo, base de la
herejía modernista.
La razón humana conoce las verdades universales abstractas.
Toda Ciencia racional es teórica, universal, abstracta. La
Lógica tiene reglas universales, abstractas. La Ética natural y revelada tiene
normas universales, abstractas. La Revelación divina enseña una
fe universal, abstracta y el Magisterio de la Iglesia es
universal y abstracto.
Así rechazar la Lógica y Dogma universal abstracto es
rechazar la verdad racional y la fe divina y católica. Es profesar
la herejía del Agnosticismo de los modernistas. Es rechazar
el Magisterio universal de la Iglesia, la fe y la Moral católica.
En lugar de la verdad divina universal estas personas
colocan un acuerdo o consenso humano, entre voluntades libres individuales.
Cambian la monarquía de Derecho divino por la Democracia agnóstica de las voluntades
individuales humanas. De ahí discurren los “derechos
individuales” de las personas humanas, libres para seguir o “no seguir la verdad”. Lo universal, necesario,
divino es mudado por lo individual, libre, humano.
Así lo que es posible en el Derecho divino universal, se vuelve imposible por
falta de un acuerdo humano entre “todos los católicos” del mundo. Los
heréticos modernistas ahí se incluyen entre estos falsos católicos, aunque
ya separados en la verdad racional y de la fe divina y católica.
Mons. Lefèbvre quiso mudar la “Lógica absoluta de los principios y el
Dogma” por el “orden práctico”. El Sr. John
Daly niega a posibilidad de un “consenso universal entre todos los católicos”. Un padre niega
la posibilidad de un papa “porque estamos divididos”. El Sr. A. Daniele dice que tal acuerdo es imposible. Mons. Alarcón dice lo mismo. Todos subordinan
el Derecho divino a arbitrio de los hombres, a la voluntad propia.
Vimos, ya en el tiempo de Pio XII, el Santo Oficio, haciendo “concordatos”
entre el Vaticano y estados no católicos para fundar, jurídicamente, el
Individualismo libre en materia religiosa.
Tal doctrina viene del Agnosticismo de
Kant. Aleja la “Razón Teórica” por el Agnosticismo y quiere una “Razón Práctica” del arbitrio humano. La razón humana es la misma para las verdades
teóricas y prácticas. El Legislador divino es el mismo en el Dogma y en la Ética.
No tenemos una Ética laica, individualista, arbitraria,
rigiendo la razón y la fe.
Pio VI condenó al heresiarca Febronio, que decía que el
poder papal venia del pueblo, tanto la jurisdicción como el poder de Orden (D.S. 2592). Condenó la misma doctrina en los
Jansenistas del Sínodo de Pistoya (D.S. 2602-2603).
El Concilio Vaticano I condenó colocar las verdades
divinas como procedentes del “consenso
de las Iglesias” (D.S. 3074).
San Pio X condenó tal doctrina en la encíclica “Pascendi” y en el Decreto “Lamentabili”; Según estos herejes los dogmas de fe no deben ser considerados como normas del creer, sino como normas
preceptivas del obrar (D.S. 3426).
Tal doctrina es la base del Ecumenismo, sin unidad de fe y fundado en el “consenso”, pactos y acuerdos libres (Mortalium ánimos).
Tal doctrina espuria es la base del Concilio
Vaticano II, en el escrito de la “nueva
iglesia”, “Lumen gentium” (n° 22 y 23), viene de acuerdos humanos de los
hombres “entre sí”, sin la
subordinación jerárquica al Derecho divino.
El Agnosticismo es una forma de retirar al único Dios
verdadero, con normas universales racionales en el creer y en el obrar, en el orden
natural y sobrenatural es de colocar el arbitrio humano como norma suprema de
la verdad y del bien, según la voluntad libre de los racionalistas y ateos
(D.S. 2903).
En esto convergen los lefèbvristas
y mayeristas, los guerardistas y secuaces de Mons.
Sanborn; los sedevacantistas acéfalos: John Daly, A. Daniele, Mons. Pivarunas, Mons. Alarcón y otros miembros de la secta, aunque
usen los ritos de Sao Pio V. Colocan un credo humano y alejan el divino. Quieren
la “unión” ecuménica de los
hombres “entre sí”, sin el Derecho
divino. O son ignorantes, imperitos, o dolosos, ocultando la
propia malicia en cuanto substituyen el Derecho divino por el
arbitrio individual humano. La norma divina católica, universal y necesaria,
no es humana, individual y libre. Dios es el Señor,
no el hombre.
“Para que toda carne sepa que Yo soy el Señor, desenvainare mi espada, de modo irrevocable”
(Ez. XXI, 5).
He ahí el destino de los acéfalos, sin Dios, sin el único Pastor divino. Los
que reconocen el herético como "papa" y los que rechazan al Pastor supremo, según el Derecho
divino, ambos están unidos, las huestes del Anticristo. Son todos ecuménicos, sin unidad en la verdadera fe.
ACEFALÍA PERENNE: APOSTASÍA
La doctrina de la acefalía perenne
de la Iglesia, de la secta de los acéfalos es anti-católica
porque no procede de la obediencia al Magisterio infalible y perenne de la Iglesia,
cosa de necesidad para la salvación (Bonifácio VIII — D.S. 875). Ella
contradice el “deber gravísimo y santísimo” de elegir una Cabeza visible de la Iglesia enseñado por
San Pio X (Vacante Sede Apostólica). Coloca el “juicio propio” (Tit III, 10-11) individual del herético contra el juicio universal
infalible del Sucesor de Pedro, trascendente a los tiempos, a los actos concretos
individuales, a las opiniones humanas opuestas.
Tal sentencia de acefalía destruye la Iglesia de Cristo,
medio único de salvación. De hecho dice la Revelación divina: “Donde no existe gobernante el pueblo se dispersa” (Prov. XI, 14). No hay una “religión de los ángeles no visibles” que “no tiene una Cabeza” visible, dice la
Revelación (Col. II, 18). Así, sin la Cabeza visible la Iglesia se destruye. Sin el fundamento el edificio se derrumba. Sin un credo universal, perpetuo, cada uno tendrá su credo individual y libre.
No hay en la Iglesia evolución de los dogmas según las
opiniones humanas o por el consenso de los hombres. Los dogmas católicos deben conservar perpetuamente el mismo sentido (D.S. 3020) y no pueden ser libremente
cambiar su sentido, como lo hizo Lutero.
La salvación individual exige la fe universal, íntegra
e inviolada (D.S. 75) dice el Símbolo de la fe.
El “deber gravísimo y santísimo” de elegir un papa no puede ser convertido en lo contrario: deber de no elegir; sin excluir de la Iglesia a los seguidores del “non serviam” (Jer. II, 20).
Dios no manda cosas imposibles. Esta es otra
excusa de los herejes, condenada por la Iglesia (D.S. 1568) en Jansénio (D.S.
2001-2006). Así las sentencias de la secta de los acéfalos proceden de la herejía, de la
apostasía, de personas opuestas a la existencia de la Iglesia de Cristo y de la
autoridad divina de la Sede de Pedro.
Jesucristo no instituyó una Iglesia acéfala,
sino con “perpetuos Sucesores” de Pedro. Esto es dogma de fe; no es cosa imposible.
Traducción:
R.P. Manuel Martinez Hernández
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