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sábado, 7 de agosto de 2010

SEÑALES Y COMIENZOS

"HAY TANTAS SEÑALES QUE TU RETORNO ESTA CERCA"
Pío XII.

Hay tal profusión de señales para el castigo, que se impone advertir los comienzos y sus límites, su principio y su fin. El mapa de la amargura humana, que comienza, tiene sus cimas y sus valles, su nacimiento y su desembocadura.
Al observar todos los acontecimientos históricos, notamos que la Misericordia Divina, nos ha trazado el castigo pero junto al castigo ha existido siempre, las señal previa, la voz conminativa y el lapso para el regreso y la mejora, el marcha atrás hacia los buenos caminos.
Jesucristo al hablar de la destrucción de Jerusalén, que es la ciudad tipo, la de los desastres y la de las advertencias, la ciudad síntesis de las purgaciones y de las aspiraciones; la advierte como comenzaran los castigos, y las medidas que los justos deberán de tomar antes de la purgación.
Es una constante de la Providencia. En el castigo de los Egipcios, los ángeles señalan las puertas de los escogidos hebreos. En la destrucción de Sodoma, los ángeles avisan a los justos que abandonen las propiedades y no vuelvan la vista sobre la ciudad. Ninive, fue advertida por Jonás como Babilonia por Daniel.
Hoy como ayer, los justos son avisados, lo mismo que los pecadores. Pero junto a los oráculos de la Divinidad, está la perfidia racionalista y escéptica de los pecadores; a veces hasta la de los consagrados a Dios.
Analicemos los avisos y comienzos. A través de los mensajes y de las profecías hechas a los Santos o a los Cristianos, de vida inminentemente devota, encontramos diversas clases de señales y de admoniciones, para antes de la Gran Prueba.

UNA SEÑAL ASTRONÓMICA: EL TRUENO
"El estallido del TRUENO, hará temblar la tierra, la tierra temblará desde sus cimientos". (Julie de la Faudais).
María de Terreaux, la humilde criada que no sabía leer al escribir, pero que estaba dotada de un eminente don profético y de una vida muy virtuosa, nos avisa ya desde el año 1810:
"Vi lanzarse el golpe fatal que fue terrible. En el momento en que comenzó a ejercer Dios su justicia, oí UN TRUENO TAN ESPANTOSO, que se conmovió la tierra. Esta será la señal por la que reconocerán los buenos, que ha llegado la hora para el gran combate. Oí una voz terrible que gritaba: ¡Todo está perdido!".
Mas tarde en otra profecía, nos completa las características:
"La hora del gran acontecimiento será anunciada por los rayos y relámpagos de un TRUENO TAN VIOLENTO QUE PARECERÁ DESQUICIARSE LA TIERRA EN SUS CIMIENTOS".
El último de los mensajes recibidos por Pío XII de parte de una hermana de la Caridad de Montreal, anuncia la misma señal que parece es de categoría universal. La revelación de la Santísima Virgen a dicha religiosa, dice así:
"Ahora voy a darte algunos signos que precederán a las grandes plagas que ya te hice conocer. POR UNA NOCHE MUY FRÍA DE INVIERNO SE OIRÁ UN ESPANTOSO TRUENO... cuando suene EL TRUENO CON TAL FUERZA que se estremezcan los montes, escondeos del mundo exterior, no os abandoneis a la curiosidad al contemplar estos sucesos terribles. Rogad entonces y haced penitencia; dad gracias a Dios por esta purificación. Otra vez creed en Dios".
La profecía de una venerable religiosa trapense, presentada hace más de un siglo por el Padre Theard, canónigo de Nantes, nos dice:
"En el momento de pronunciarse estas palabras, vi el cielo abierto tornarse en una profunda noche; jamás había visto yo una cosa tan oscura. Esta oscuridad fue simultánea a un TRUENO, pareciendo venir este de las cuatro partes de la tierra... El Trueno, retumbaba siempre en los aires pavorosamente, cuando oí una voz que me dijo: No temas, no. Mi ira caerá sobre quienes han encendido mi cólera, pero en un momento desaparecerán".
Coinciden ciertas profecías también anunciando los comienzos con un GRAN HURACÁN.
San Juan Bosco, nos dice en los vaticinios sobre Francia e Italia:
"SOBREVENDRÁ UN GRAN HURACÁN"
Un sacerdote de Turín nos ha dejado estas revelaciones:
"Los impíos, rumiando en su mente, maldades horrendas, se decían victoriosos; ha concluido la era de los sacerdotes y de los religiosos de Roma; la sangre de los ungidos del Señor, de las monjas y de los fieles virtuosos correrá en abundancia... y he aquí que en una hermosa mañana sopló UN VIENTO entre Levante y Mediodía para los malos que son homicidas; y del Septentrión, vino un granizo asolador enviado por la Divina Justicia. Espantados los malos se miraban, palidecían silenciosos, temblaban, huían y caían.
Más el mismo VIENTO y granizo eran saludables para los buenos, los cuales se levantaban como la yerba del prado, abatida por el furioso huracán al vivificarla, benéfico el sol".
Los mártires auguraban su martirio porque antes de que estallasen la persecución, les predecían señales y visiones proféticas de sus tormentos. Josefo y Tácito, nos cuentan que antes de la destrucción de Jerusalén, estuvo brillando una estrella que tenía forma de espada y que permaneció durante un año sobre el cielo. En el martirio de San Felipe de Jesús, junto con el de sus compañeros, aparecieron grandes señales sobre los mártires. Durante 90 días, los cuerpos, que merodeaban los cuervos, permanecieron intactos. La persecución del Cristianismo en aquellas tierras fue señalada con un cometa que puso el terror y la admiración entre los aborígenes y entre los cristianos. Todavía se recuerda aquel célebre cometa que apareció meses antes de la primera guerra mundial.
Otra de las señales características, que señalarán los comienzos y que a la vez será parte del castigo, ES EL FUEGO.
La venerable religiosa Trapense antes citada nos anuncia:
"Me es imposible pintar mi espanto: El cielo, todo se convirtió en FUEGO LANZANDO FLECHAS INFLAMADAS POR TODAS PARTES; oíase un ruido tan terrible que parecía anunciar la completa ruina del mundo. Divisé entonces una nube roja, color de sangre de buey, la cual rodaba por todas las partes causándome mucha inquietud, no sabiendo su significado".
Magdalena de Porsat, una eminente iluminada con el don profético, nos corrobora las dos clases de FUEGO.
"Ved aquí cómo después del Fuego de lo "bajo" para incendiarlo todo y removerlo, vendrá el Fuego de lo "alto" para abrasarlo todo y transfigurarlo".
Marie Julie de la Faudais, nos lo avisaba en 1819:
"Los rayos y centellas penetrarán las casas, pero no apagarán la luz de las velas benditas".
Ana María Taigi, vio en sus visiones las dos clases de castigos:
Los de la tierra y los del cielo. A estos castigos del cielo corresponden las tinieblas y el fuego misterioso, que algunas videntes, han dicho que vendrán del cielo en forma de centellas, que caerán sobre las gentes caminantes, destrozándolas. Ese fuego es la misteriosa luz que Cristo nos habla en el mensaje de Heede.
La religiosa Canadiense que avisó a Pío XII, nos lo describe con pormenores.
"Un conjunto de ESTRELLAS ARDIENTES REDUCIRÁ A CENIZAS TODO LO QUE FUE CORROMPIDO POR EL PECADO; si, todo lo que es del pecado será destruido... Soplarán VIENTOS ARDIENTES y el aire estará lleno de un gas envenenado con azufre y humo sofocante. Luego, todos los edificios construídos con espíritu malo y provocador y por la gloria personal serán destruidos, y los hombres y las cosas...
Si los hombres no enmiendan sus vidas, un terrible castigo DE FUEGO VENDRÁ DESDE EL CIELO SOBRE TODAS LAS NACIONES DEL MUNDO, y los hombres serán castigados de acuerdo con sus pecados cometidos, por la Justicia Divina. (Extracto de los documentos entregados a Pío XII de la religiosa Canadiense, por Mr. Breynat, Obispo del Mackensie. Visión abril de 1955).
Este fuego misterioso que vendrá del cielo, reducirá a cenizas a París. Es tan grande el número de profecías sobre la incineración de París, por un Fuego Celeste.
"La gran prostituta, será destruida POR EL FUEGO. Nadie sabrá de donde haya venido el fuego". (Profecía de Mariana Galtier).
Este fuego destruirá muchas naciones y a otras las purificará. Pertenece, pues, el Fuego al Cielo, no al Fuego de las bombas, ni los misiles teledirigidos.
Otras señales del comienzo serán LOS TERREMOTOS Y LAS HAMBRES.
"Violentos terremotos sacudirán la tierra". (Religiosa Canadiense a Pío XII)
"La Justicia de Dios, está encima del mundo. La humanidad enlodada pronto será lavada en su propia sangre, por enfermedades, hambres, TERREMOTOS, lluvias torrenciales, ciclones, terribles tempestades y por la guerra" (Profecía de una religiosa estigmatizada de Quebec, 8 de abril de 1955)
Las señales anunciadas son señales terrestres y celestes. Hay 8un hecho trascendental que pone en guardia y es un acontecimiento político como señal de los comienzos.
Y el comienzo de los acontecimientos empezará por París y Francia. Primero, REVOLUCIÓN, después LA GUERRA INESPERADA.
Hablan las profecías:
"Cuando veáis la guerra entre Francia y Alemania, podéis decir que es el comienzo de la Tercera y última plaga. ¡Ay! tres veces, ¡Ay de Francia! tres veces ¡Ay de Alemania! tres veces ¡Ay de Italia!...
Francia, dividida entre sí, carecerá de auxilio. El ángel no meterá la espada en la vaina sino hasta haber castigado a todas las naciones.
En el tiempo de las cosechas de las uvas habrá un gran combate entre París y Lyón" (Profecía de Mariana Galtier)
La Revolución, nacerá en Francia, después seguirá a Inglaterra: DESPUÉS EL CASTIGO SERÁ UNIVERSAL.
"Inglaterra a su vez, experimentará una revolución más terrible que la Revolución francesa y durará bastante para que Francia tenga el tiempo de tranquilizarse. Francia será la que ayude a Inglaterra al restablecimiento de la paz". (Profecía del Padre Nectou).
¿Cuándo sucederán estos acontecimientos? Las profecías nos dan también las señales cuya característica es la calma peligrosa de los tiempos. María Terreaux, la sublime criada, nos lo profetiza en el nombre de Dios:
"En los años que precederán al gran suceso, habrá gran mortandad y miseria. Los malos serán desconcertados muchas veces en sus proyectos sanguinarios, por las oraciones de las alamas buenas. No desistirán por eso de la resolución de hacer perecer a todos los buenos, de los que con anticipación formaron listas y señalarán las casas y puertas para que ninguno escape. Pero cuando estén a punto de ejecutar esta nueva justicia, comenzará Dios a ejecutar la suya. Se verán como ciegos y heridos de vértigo; la división reinará entre ellos y se degollarán unos a otros.
El año que precederá al Gran Acontecimiento, será muy malo, al contrario el año en que tenga lugar, ofrecerá una magnífica cosecha; más no quedará gente bastante para consumir su abundancia. Al aproximarse este Gran Suceso, aparecerán en el cielo Sucesos Extraordinarios. Un Gran personaje se convertirá en París y hablará de formar un campo en la llanura de Sainfond cerca de Lyón: y Lyón, cuyas fortificaciones no se habrán terminado, se verá rodeada de grandes aparatos de guerra. Hacia aquel tiempo adoptarán los malos para reconocerse unos casquetes de fondo llano y rojo que caiga de un lado.
Habrá un momento de anarquía horrible, durante el cual se renovarán todos los desórdenes de los tiempos malos. El crimen sin represión llegará a su colmo. Mas este tiempo de desolación será corto. La Santa Iglesia será atacada por tercera vez, con una furia y una rabia inauditas, pero en esto sufrirá muy poco, mientras que sus enemigos se verán aniquilados casi en su totalidad.
París será reducido como Sodoma y Gomorra, y lo que quede de sus habitantes se refugiará en gran parte de Lyón.
Cuando SE VIERE SU FUGA ESTARÁ PRÓXIMO EL GRAN ACONTECIMIENTO".
La señal del comienzo, tiene este Gran Aviso. La Revolución en Francia, María Terreaux nos alumbra el porvenir:
"En el momento en que Francia sea castigada de esta manera tan terrible, TODO EL UNIVERSO LO SERÁ IGUALMENTE. No se me ha dicho cómo. Se me ha anunciado que habrá un acontecimiento tan espantoso, que los que no estuvieren prevenidos, creerán haber llegado al fin del mundo".
La fecha del Gran Acontecimiento queda declarada: París quemado, un año nuevo en el calendario, después la muerte.
"¡Ay! ¡Ay!, de la ciudad corrompida. Aparece un año nuevo. El Gran Pontífice muere. Ya no se entienden. ¡Huid, hijos de Dios, huid! ¡Ha llegado el día de los muertos!." (Profecía de la religiosa de Belley)
San Vicente Ferrer, aquel dominico con aires de ángel del Apocalipsis, nos describe las circunstancias del tiempo del castigo:
"Llorará la Iglesia. Ahora está lejos (profetizaba en el siglo XIV) pero llegará sin falta y muy cerca de aquel tiempo, en que dos empezarán a hacerse reyes, pero sus días no se alargarán mucho. VEREIS UNA SEÑAL Y NO LA CONOCERÉIS. Pero advertid, que en aquel tiempo, las mujeres vestirán como hombres y se portarán según sus gustos licenciosamente, y los hombres vestirán de mujeres".

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