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lunes, 11 de abril de 2011

Explicación breve de la doctrina cristiana, para leer en familia (I)

El sagrado texto de la doctrina cristiana contiene las oraciones siguientes: el Padre nuestro, el Ave maría, el Credo, la salve, los Artículos de la fe, los mandamientos de la ley de Dios, los Mandamientos de la santa madre Iglesia, los sacramentos, las obras de Misericordia, los Pecados mortales o capitales, las siete Virtudes contrarias a los siete vicios capitales, los enemigos del alma, las Virtudes teologales, las Virtudes cardinales, las Potencias del alma, los Sentidos corporales, los Dones del Espíritu Santo, los Frutos del Espíritu Santo, y las Bienaventuranzas. El Padre nuestro, el Ave María y la Salve son propiamente oraciones; las otras son enseñanza del cristiano.
No hay obligación en conciencia de saber todas estas oraciones, como diremos después; pero será bien que se lean con su breve explicación, porque contienen la ciencia principal de los cristianos. Lo que es necesario saber y entender, lo diremos en su propio lugar.

I.- De la excelencia y dignidad del cristiano.
¿Sois cristiano? Si, por la gracia de nuestro Señor Jesucristo.
¿Por qué decís por la gracia de nuestro Señor Jesucristo? Porque no soy cristiano por mis merecimientos, sino por los merecimientos de nuestro Señor Jesucristo.
¿Qué dignidad recibe el hombre cuando le hacen cristiano? Hácese hijo de bendición, hijo adoptivo de Dios, y heredero del cielo.
Y el que no es cristiano, ¿qué es? Es hijo de maldición, esclavo del demonio, y desheredado del cielo.
CONSIDERACIÓN.
Considera que no eres cristiano por merecimientos propios, sino por los infinitos merecimientos de nuestro Señor Jesucristo, que quiso por su gran misericordia tener compasión de ti, criarte entre cristianos, que te podia haber criado en tierra de infieles, y te guardó la vida hasta que te bautizases, pudiéndotela haber quitado en el vientre de tu madre, ó luego que naciste trasladarte al túmulo; no tenias merecimiento alguno propio para merecer el santo bautismo, porque naciste en pecado original, enemigo de Dios, hijo de ira, como dice san Pablo, y desheredado de la gloria; por lo cual no por merecimientos tuyos, sino por los infinitos merecimientos del Señor que murió, por ti, recibiste la estimable dignidad de ser cristiano, discípulo de Cristo, y heredero de la eterna bienaventuranza. Pondera mucho cuan mal discípulo has sido del Señor; pues según tus malas obras, mas has parecido discípulo del demonio y del mundo, cuya doctrina has seguido, que fiel discípulo de Cristo, etc.
A esta solicitud te compondrás tú mismo otras consideraciones santas sobre todo forestante de la doctrina cristiana, si quieres de veras aprovechar tu alma, y seguir con sólido fundamento el camino de la perfección. Todo lo demás, sin esto, va sin fundamento permanente, y no puede ser verdadera perfección la que no se funda sobre fundamento perfecto.

¿Quién es Cristo? Es verdadero Dios, y Hombre verdadero.
¿Qué quiere decir Cristo? Ungido; porque fue ungido con la plenitud y gracia del Espíritu Santo (Joan., ni, 17).
¿Qué quiere decir Jesús? Salvador; porque nos salvó, redimió con su preciosísimo sangre, y nos ha enseñado el camino del cielo con su doctrina cristiana.
¿Cuál es la doctrina cristiana? Es la que Cristo nuestro Señor nos enseñó, y la que nos enseña la santa madre Iglesia católica, apostólica, romana.
¿Qué se contiene en la doctrina cristiana? En ella se nos enseñan cuatro cosas. La primera, lo que debemos creer, y esto se contiene en el credo, y en los artículos de la fe. La segunda, lo que debemos obrar, y esto se contiene en los mandamientos de la ley de, Dios, y en los de la santa madre Iglesia. La tercera, lo que habernos de orar y pedir a Dios nuestro Señor, y a la Virgen santísima, y esto se contiene en el Padre nuestro, en el Ave María, y en la Salve. Estas son en propiedad oraciones; las otras son enseñanza del cristiano. La cuarta, lo que ha de recibir, y esto se contiene en los sacramentos.

II. De la señal de la santa Cruz.
¿Cuál es la señal del cristiano? 1.a santa cruz; porque en ella nos redimió nuestro Señor Jesucristo (Ephes.,I, 16).
¿En cuántas maneras usa de esta señal de la cruz el cristiano? En dos, que son signar y santiguar.
¿Qué cosa es signar? Es hacer tres cruces con el pulgar de la mano derecha; la primera en la frente, la segunda en la boca, y la tercera en el pecho, diciendo: por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro.
En la frente hacérnos la cruz, para que nos libre Dios de los malos pensamientos: en la boca, para que nos libre Dios de las malas palabras: en el pecho, para que nos libre Dios de las malas obras.
¿Qué cosa es santiguar? Es hacer una cruz larga con la mano derecha, desde la frente hasta la cintura, y desde el hombro izquierdo hasta el derecho, diciendo: en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amen Jesús.
¿Porqué nos signamos y santiguamos de esta manera? Para significar dos grandes misterios; el uno de la santísima Trinidad en tres cruces, y el otro de la Encarnación del Verbo divino en las entrañas purísimas de la virgen María en la cruz larga.
¿Cuándo habernos de usar de la señal de la cruz? Todas las veces que comenzamos alguna obra, ó nos vemos en alguna necesidad.
¿Por qué tantas veces nos habernos de hacer la señal de la cruz? Porque en todo tiempo y en todo lugar nos guarde Dios de nuestros enemigos.

III. Las cosas que debe saber un cristiano.
Lo primero que debe saber es, que hay un solo Dios verdadero, que le ha criado para conocerle, amarle y servirle en esta vida, y después verle y gozarle en la otra. Debe creer que Dios es justo Remunerador, que ha de dar premio a los buenos, y castigo a los malos.
Debe saber y entender tres misterios, y cinco oraciones. Los misterios son: el de la santísima Trinidad, el de la Encarnación, el de la Eucaristía, que es el santísimo Sacramento del altar. El misterio de que hay un solo Dios verdadero, que premia a los buenos, y castiga a los malos; el de la santísima Trinidad, y el de la Encarnación, y que Cristo nos redimió, y murió por nosotros, y resucitó, debe saberse con necesidad de medio para salvarse; los demás se deben saber por necesidad de precepto, como lo enseñan los teólogos. Las cinco oraciones son: el Padre nuestro, el credo, los mandamientos de la santa madre Iglesia, que son cinco, y los sacramentos, que son siete; y ha de saber y entender los que ha de recibir.
Cuatro cosas son necesarias al hombre para alcanzar su fin y salvarse:que son fe, esperanza, caridad y buenas obras.
Cada uno debe saber en conciencia las obligaciones principales de su estado; y si no las sabe, peca, y debe aprenderlas.
Tienen obligación de enseñar la doctrina cristiana los padres a los hijos, los amos a los criados y criadas, los maestros a los discípulos, los prelados a sus subditos, y los curas párrocos y rectores a sus feligreses y parroquianos.
A los que no cumplen con sus obligaciones, los llevara Dios en compañía de los que obran la iniquidad, dice la sagrada Escritura (Psalm., CXXIV, 5).

IV. Explicase el misterio de la santísima Trinidad.
Consiste el misterio de la santísima Trinidad en ser tres personas distintas, y un solo Dios verdadero, infinitamente Santo, Sabio, Poderoso, y Criador de todo lo que tiene ser en el cielo y en la tierra, y de todas las criaturas invisibles y visibles.
Padre, Hijo, y Espíritu Santo son tres personas distintas, y un solo Dios verdadero; porque todas las tres Personas tienen una misma esencia, y una misma naturaleza divina.
El Padre es persona distinta del Hijo y del Espíritu Santo. El Hijo es persona distinta del Espíritu Santo y del Padre; y el Espíritu Santo es persona distinta del Padre y del Hijo; pero todas tres son un mismo Dios; y tienen una sola naturaleza divina, un solo entendimiento, una sola voluntad.
El Padre es Dios, el Hijo es Dios, y el Espíritu Santo es Dios, pero no son tres dioses, sino un Dios; porque no tienen tres naturalezas divinas, sino una sola.
El Padre es increado, el Hijo es increado, y el Espíritu Santo es increado: pero no son tres increados, sino uno solo, porque son un solo Dios.
El Padre es Inmenso, el Hijo es Inmenso, y el Espíritu Santo es Inmenso, pero no son tres inmensos, sino un solo Inmenso; porque son un solo Dios.
El Padre es Eterno, el Hijo es Eterno, y el Espíritu Santo es Eterno, pero no son tres eternos, sino un Eterno; porque son un solo Dios.
El Padre es Omnipotente, el Hijo es Omnipotente, y el Espíritu Santo es Omnipotente, pero no son tres omnipotentes, sino un solo Omnipotente; porque son un solo Dios.
El Padre es Criador, el Hijo es Criador, y el Espíritu Santo es Criador, pero no son tres criadores, sino un solo Criador; porque son un solo Dios, y todas las tres divinas Personas tienen una sola voluntad, y una sola omnipotencia.
El Padre es Señor, el Hijo es Señor, y el Espíritu Santo es Señor, pero no son tres señores, sino un solo Señor; porque son un solo Dios.
El Padre de nadie procede, ni es hecho ni creado, ni engendrado.
El Hijo nace del Padre, y no es hecho ni creado, sino engendrado por el entendimiento del Padre.
El Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo; y no es hecho, ni creado, ni engendrado, sino que procede por la voluntad del Padre y del Hijo.
Uno es el Padre, y no son tres Padres: uno es el Hijo, y no son tres Hijos; y uno es el Espíritu Santo, y no son tres Espíritus Santos.
Y en esta Trinidad de personas todas son iguales, ninguna de las tres es mas que otra, ninguna es antes que otra en tiempo alguno; sino que todas tres son igualmente eternas.
El que se quisiere salvar, así ha de sentir del grande misterio de la santísima Trinidad; no confundiendo las personas, ni dividiendo la esencia divina, sino confesando tres personas distintas con una misma naturaleza divina, con que todas tres son un solo Dios verdadero.
Entre los ejemplares materiales y vulgares con que se suele explicar este soberano misterio, uno es el de la manzana, que tiene tres cosas distintas, olor, color y sabor, y la manzana es una misma y en tres dobles de un paño, que los dobles se distinguen uno de otro, y el paño es uno mismo.

V.- Explicase el misterio de la Encarnación.
Este sagrado misterio consiste en que la segunda Persona de la santísima trinidad, que es el Hijo, se hizo hombre por nosotros en las entrañas purísimas de la virgen María: y esto se hizo, no por obra de varón, sino por obra del Espíritu Santo (Luc, I, 38).
Cuando se dice que el Verbo divino (que es el Hijo de Dios, y la segunda Persona de la santísima Trinidad) bajó del cielo a la tierra, y encarnó en las purísimas entrañas de la virgen María, no se ha de entender que dejó el cielo, y bajó a la tierra; porque Dios en cuanto Dios es inmenso, y está en todas partes, y no se puede mover de lugar a lugar, sino que se dice, que bajó del cielo a la tierra, porque de impasible se hizo pasible, de inmortal se hizo mortal, y de inmenso se hizo pequeño, uniéndose a nuestra naturaleza humana, que es pasible, mortal y limitada.
En un mismo instante de tiempo se formó por obra del Espíritu Santo en el vientre virginal de María santísima el sagrado cuerpo de nuestro Señor Jesucristo. Crio Dios el alma, y esta se unió con el cuerpo con unión natural, y resultó la humanidad, y con la humanidad, que es el cuerpo y alma unidos, se unió la Persona del Verbo, y esta unión se dice hipostática. Todo esto se hizo en un instante de tiempo, de que resulta, que la virgen María es verdadera Madre de Dios, y su santísimo Hijo es hombre y Dios verdadero, Hijo verdadero de Dios, ó Hijo verdadero de María santísima.
San José fue esposo verdadero de la vírgen santísima; pero no fue padre natural y verdadero de Cristo Señor nuestro, sino padre putativo, esto es, que pensaban los hombres ignorantes del misterio, que Cristo era hijo de san José; pero no lo era sino en la opinión de los hombres, y en cuanto le sustentaba de su trabajo, y era esposo de su santísima Madre.
En Cristo Señor nuestro hay dos naturalezas, divina y humana; y tiene dos entendimientos, uno divino, en cuanto Dios, y otro humano, en cuanto hombre; y tiene dos voluntades, una divina, en cuanto Dios, y otra humana, en cuanto hombre; pero no tiene sino una memoria en cuanto hombre; porque en cuanto Dios no tiene, ni ha menester memoria, porque todas las cosas las conoce y las ve presentes.
En Cristo Señor nuestro hay dos naturalezas, divina y humana; pero no hay dos personas, sino sola una persona, y esta es divina, que es el Hijo del eterno Padre, segunda persona de la Santísima Trinidad. Persona humana no hay en Cristo.
Las demás cosas que pertenecen a nuestro Señor Jesucristo se dirán en la explicación del Credo, y como la Virgen santísima fue siempre Virgen, antes del parto, en el parto, y después del parto.
La explicación del soberano misterio de la Eucaristía se, hallará en la explicación del cuarto sacramento.
Las oraciones se hallarán en el libro de la Doctrina cristiana. Aquí solo pondremos su explicación, para que se lea a la familia.

VI.- Explicación del Padre nuestro.
Nuestro Señor Jesucristo hizo la oración del Padre nuestro, y la dijo por su santísima boca, para enseñarnos a orar.
No hay otra oración mejor que esta, ni mas excelente, porque la hizo nuestro Señor Jesucristo. En ella se habla con Dios nuestro Señor, que es nuestro Padre celestial.
En aquellas primeras palabras, que dicen: Padre nuestro, que estás en los cielos, se levanta nuestro entendimiento y corazón a Dios con humildad y esperanza, para después pedirle (Matth., VI, 2).
Llamamos a Dios nuestro Padre, acordándonos del grande amor que nos tiene, y así le pedimos con mayor confianza.
Decimos Padre nuestro, y no mió, porque Dios es padre de todos, y todos somos hermanos.
Dios está en el cielo y en la tierra, y en todo lugar; pero decimos que está en los cielos, porque allá se ve la cara de Dios, y allá se muestra mas su poder y majestad.
También está Dios en los infiernos y en el fuego, y no se quema, porque es purísimo Espíritu; y está en el agua, y no se moja, por la misma razón.
Cristo Señor nuestro, en cuanto Dios, este en el cielo y en la tierra, y en todo lugar; pero en cuanto hombre, solo está en el cielo y en el santísimo Sacramento del altar, como adelante diremos. La Virgen santísima solo está en el cielo, y no en otra parte, porque en la tierra no tenemos sino sus santas imágenes, como se dirá en la explicación del Ave María.
En la oración del Padre nuestro le hacemos á Dios siete peticiones de las cosas mas necesarias a nuestras almas y nuestra vida.
La primera petición dice: Santificado sea el tu nombre. En ella le pedimos a Dios, que sea conocido y alabado de todas las criaturas del mundo, y le conozcan y le amen, y se conviertan a Dios todos los infieles, y todos los pecadores, y todos alcancen la gracia de Dios. (Ex Matth., VI, cit.)
La segunda petición dice: Venga a nos el tu reino. En ella pedimosa Dios nuestra bienaventuranza, y que Dios reine en nosotros en esta vida, y después nos conceda el reino de los cielos.
La tercera petición dice: Hagase tu voluntad, así en la tierra, como en el cielo. En ella pedimos a Dios, que en todo se haga y se cumpla su santísima voluntad, así en nosotros en la tierra, como se cumple en los santos, ángeles y bienaventurados en el cielo.
La cuarta petición dice: El pan nuestro de cada dia, dánosle hoy. En ella pedimos a Dios nuestro Señor, que nos dé el pan y mantenimiento corporal y espiritual.
La quinta petición dice: Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores. En ella pedimos, que Dios nos perdone nuestros pecados, así como nosotros perdonamos a los otros. Por lo cual conviene mucho que nosotros perdonemos de corazón, para que Dios nos perdone (Marc, XI, 26).
La sexta petición dice: No nos dejes caer en la tentación. En ella pedimos, que Dios nos asista y nos ayude, para vencer todas las tentaciones, y para nunca pecar.
La séptima petición dice: Mas líbranos de mal. En ella pedimos a Dios nos libre de todo mal de alma y cuerpo, y del demonio, nuestro cruel enemigo.
El mayor mal de los males es el pecado; porque es peor y mas feo que el demonio, el cual fue hecho feo por soló el pecado. Qué cosa es pecado mortal se explica en otra parte con distinción del venial.
Amen, quiere decir, que así sea; que Dios nos libre de todos los males, y nos conceda las peticiones que le habernos hecho.

VII.- Explicación del Ave María.
Hizo el Ave María el ángel san Gabriel, cuando vino a saludar a nuestra Señora, y la saludó diciendo: Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo (Luc., I, 36).
Las otras palabras, que dicen: Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, las dijo a la Virgen santísima su prima santa Isabel (Luc., I, 42); y las otras hasta el fin del Ave María, las ha añadido la Iglesia.
En el Ave María hablamos con nuestra Señora, que es la Madre de Dios, Virgen, llena de gracia, y de toda virtud, Reina del cielo y de la tierra, y Abogada nuestra.
Nuestra Señora está en el cielo solamente; porque las que veneramos en los altares de las iglesias no son la Virgen santísima, sino imágenes de la Virgen, nuestra Señora, que está en el cielo.
Decimos nuestra Señora de la Piedad, del Remedio, del Pilar, de los Desamparados, y de otros nombres de diversos apellidos; no porque haya muchas nuestras Señoras, sino por los muchos y diversos beneficios que nos alcanza.
En aquellas palabras: Dios te salve, María, la saludamos, para proseguir en sus alabanzas.
Cuando decimos: Llena eres de gracia, confesamos que su gracia fue tan grande, que no pudo tener mas, porque esta llena de gracia; y cuando sobrevino el Espíritu Santo, de la superabundancia de María santísima redundó en nosotros, como dice san Bernardo.
En aquellas palabras: El Señor es contigo, confesamos, que la Virgen santísima, siempre estuvo con Dios, y Dios nuestro Señor con su santísima Madre.
En las otras palabras que decimos: Bendita tú eres entre todas las mujeres, alabamos a la Virgen santísima, confesándola mas santa que todas las santas; y es mas santa que todos los ángeles y santos.
Bendito es el fruto de tu vientre Jesús. En estas palabras alabamos y bendecimos a nuestro Señor Jesucristo, que es el preciosísimo fruto del vientre generoso de María santísima nuestra Señora.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora, y en la hora de nuestra muerte. Amen Jesús. En estas palabras oramos y rogamos a la Virgen santísima, que nos asista y ruege por nosotros ahora en la vida, y después en la hora terrible de nuestra muerte, y nos defienda del demonio; y para esto la acordamos el mayor de sus privilegios que es el ser Madre de Dios.

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