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lunes, 27 de agosto de 2012

La Alegría

     Hay jóvenes que están siempre sombríos y tristes. Mala señal: la tristeza viene de las pasiones.
     Vosotros reíd, hijos míos, que el entusiasmo de vuestra juventud se convierta en plena alegría.
     Es preciso amar la risa. La risa es sana, nos trae el olvido de los males humanos; es un bálsamo para las heridas del corazón; facilita y abrevia el camino.
     Ríe, pues. Ser algo loco es propio de vuestra edad, y las algarabías sonoras de vuestro buen humor, como el canto de los pájaros en primavera, es uno de los encantos de la naturaleza.
     Reíd... Recordad, sin embargo, que ninguna edad tiene el derecho de ser culpable. No sois monjes, pero sois cristianos: ¡no podéis tener austeridad, conservad la inocencia!
     Si un poco de alboroto no es un crimen entre jóvenes en que hierve la savia de la vida, la disipación desenfrenada destruiría vuestras fuerzas morales y llegaríais a ser unos malvados. Divertios como jóvenes inteligentes que, dandose por completo a la alegría, conservan la virtud.
     Recreándonos así no os complacéis en vuestros pasatiempos y no los buscáis por ellos mismos. Las distracciones no deben ser a vuestros ojos más que una interrupción pasajera, de la que debéis sacar nuevo vigor para mejor combatir y mejor vencer.
     Sabed distraeros; el descanso tomado sabiamente, da energía a la vida y multiplica el trabajo; pero sabed medir vuestros descansos legítimos; sobre todo, que vuestros placeres no dejen después ni faltas, ni ruinas, ni remordimientos.
     ¡Ah!, con demasiada frecuencia las risas son entremezcladas de dolores y el duelo sucede a las fiestas...

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