Es cierto que la debilidad parece más propia de la mujer que del hombre. Mientras éste se jacta de su resistencia y de su vigor, aquélla presume de gracia y delicadeza. Y, sin embargo, esta blandura femenina es tan sólo en lo físico; hablando del carácter se nos ofrecen ejemplos numerosos: ora de fortaleza en el obrar, ora de arrojo y decisión. Esta energía en las decisiones, este obrar, es el sello de la mujer de carácter, de la mujer fuerte.
Tal es la fortaleza que debes perseguir, amada joven. Fortaleza que reside en el obrar, no en los ensueños. Hay muchachas que son capaces de todo... pero sólo con el pensamiento, con la imaginación. Dominar el mal humor, trabajar sin ganas, levantarse al sonar la hora, asistir a clase...; obrar y no soñar, en eso consiste la fortaleza.
Pero advierte que tampoco es fortaleza, voluntad varonil, la precipitación desatinada. Meterse en el peligro diciendo entre sí: «Ya me ayudará Dios», y resolver, sin pensar antes, todos los problemas.
Emprenderlo todo para dejarlo mañana no es tampoco de ánimo fuerte. Hoy empiezas a coser una prenda, mañana la abandonas en el fondo de tu cestillo de costura sin prestarle la menor atención. En compensación intentas hacer un dibujo que te cansa a los tres días, porque ya no te interesa y lo cambias por otra cosa. Te entregas en cuerpo y alma a la lectura de poesías, de novelas, al baile por unas semanas, al cabo de las cuales ya estás cansada y lo dejas. Nada de esto es fortaleza.
El dicho alemán expresa esta fortaleza muy exactamente: "Erst wágen, dan wagen”: «Antes pesarlo, después lanzarse». Es decir: pesar bien la cuestión, el deber. Considerar las circunstancias. Pero cuando ves que has de hacerlo, o vale la pena de que lo hagas, entonces no has de retroceder, por más abnegación, perseverancia, sacrificio que te costare; he de hacerlo; es deber mío; por tanto, lo hago; esto ya es fortaleza, que hace la verdadera mujer de carácter.
Monseñor Dr. Tihamer Toth
¡MUCHACHA! ASI...
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