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martes, 25 de septiembre de 2012

ACTAS DE MUNACIO FELIX, FLAMEN PERPETUO, AÑO 303

Octavo consulado de Diocleciano y séptimo de Maximiano, el 14 de las calendas de junio. Copia de las actas de Munacio Félix, flamen perpetuo, administrador de la colonia de Cirta.
Llegados a la casa en que los cristianos acostumbraban reunirse, Félix, flamen perpetuo, administrador, dijo al obispo Pablo: 
Sacad las Escrituras de vuestra ley y todo lo demás que aquí tengáis, como está mandado, a íin de obedecer a las órdenes de los emperadores
El obispo Pablo dijo:
Las Escrituras las tienen los lectores; por nuestra parte, os entregamos lo que aquí hay.
Félix, flamen perpetuo, administrador, dijo al obispo Pablo: 
Muestra a los lectores o manda por ellos
Pablo, obispo, dijo: 
Todos los conocéis.
Félix, flamen perpetuo, administrador de la cosa pública, dijo:
No los conocemos.
El obispo Pablo dijo:
Los conoce la audiencia pública, quiero decir, los escribanos Edusio y Junio.
Félix, flamen perpetuo, administrador de la cosa pública, dijo:
A un lado el asunto de los lectores, que los agentes de la audiencia se encargarán de descubrir; vosotros tenéis que entregar lo que aquí tengáis.
Tomando asiento Pablo, obispo, junto con Montano y Víctor, Densatelio y Memorio, presbíteros, y teniendo a su lado a Marte y Helio, diáconos, Marcuclio, Catulino, Silvano y Caroso, subdiáconos; Jenaro, Meraclo, Fructuoso, Miggín, Saturnino, Víctor y los demás enterradores, Víctor, hijo de Aufidio, redactó el siguiente inventario:
Dos cálices de oro, seis cálices de plata, seis vinajeras de plata, un calderillo de plata, seis lámparas de plata, dos grandes candeleros, siete candelabros de bronce menores con sus lámparas, once lámparas de bronce con sus cadenas de suspensión, ochenta y dos túnicas de mujer, treinta y ocho velos, dieciséis túnicas de hombre, trece pares de sandalias de hombres, cuarenta y siete pares de zapatillas de mujer, dieciocho capas de campesino.
Félix, flamen perpetuo, administrador de la cosa pública, dijo a Marcuclio, Silvano y Caroso, enterradores: 
Sacad lo que tenéis.
Silvano y Caroso dijeron:
Todo lo que aquí había lo hemos sacado. 
Félix, flamen perpetuo, administrador de la cosa pública, dijo a Marcuclio, Silvano y Caroso: 
Vuestra respuesta constará en las actas. 
Llegados a la biblioteca, se hallaron los armarios vacíos, y en aquel momento presentó Silvano un cofre de plata y una lámpara de lo mismo que dijo haber hallado detrás de un tonel.
Víctor, hijo de Aufidio, dijo a Silvano: 
Si no las hubieras hallado, te hubiera costado la vida.
Félix, flamen perpetuo, administrador de la república, dijo a Silvano:
—Busca con más cuidado, no sea que quede aquí algo. 
Silvano dijo:
No ha quedado nada; todo lo hemos sacado. 
Abrieron el comedor y se hallaron allí tres tinajas y siete toneles. Félix, flamen perpetuo, administrador de la cosa pública, dijo:
Sacad las Escrituras que tenéis, a fin de poder obedecer a la orden de los emperadores.
Catulino sacó un códice solo de extraordinario tamaño. Félix, flamen perpetuo, administrador de la cosa pública, dijo a Marcuclio y a Silvano:
¿Por qué no habéis entregado ahora más que un solo códice? Sacad las Escrituras que tenéis. 
Catulino y Marcuclio dijeron:
No tenemos más, pues nosotros somos subdiáconos; los códices los guardan los lectores.
Félix, flamen perpetuo, administrador de la cosa pública, dijo:
¡Descubrid los lectores! 
Marcuclio y Catulino dijeron:
No sabemos dónde viven.
Félix, flamen perpetuo, administrador de la cosa pública, dijo: 
Si no sabéis dónde viven, dad, por lo menos, sus nombres.
Catulino y Marcuclio dijeron:
Nosotros no somos traidores. Aquí nos tienes: manda que nos maten.
Félix, flamen perpetuo; administrador de la república, dijo:
Arrésteselos.
Llegados a casa de Eugenio, Félix, llamen perpetuo, administrador de la cosa pública, dijo a Eugenio:
Saca las Escrituras que tienes, a fin de obedecer a lo mandado.
Y sacó cuatro códices.
Félix, flamen perpetuo, administrador de la república, dijo a Silvano y Caroso:
Descubrid los demás lectores. 
Silvano y Caroso dijeron:
Ya dijo el obispo que los escribanos Edusio y Junio los conocen a todos. Que ellos te los descubran en sus casas.
Edusio y Junio, escribanos, dijeron: 
Nosotros te los descubriremos, señor. 
Y llegado que hubieron a casa de Félix, constructor de mosaicos, presentó cinco códices; y en casa de Victorino, éste presentó ocho códices; y en casa de Proyecto, éste presentó cinco códices mayores y dos menores; y en casa del gramático Víctor, Félix, flamen perpetuo, administrador, dijo al gramático:
Saca las Escrituras que tienes, para obedecer a lo mandado.
El gramático Víctor presentó dos códices y cuatro cuadernos.
Félix, flamen perpetuo, administrador de la república, dijo a Víctor:
Saca las Escrituras, pues tienes más. 
Víctor, gramático, dijo: 
Si más tuviera, más hubiera presentado. 
En casa de Euticio, natural de Cesarea, Félix, flamen perpetuo, administrador de la república, dijo a Euticio: 
Saca las Escrituras que tienes, a fin de obedecer a lo mandado. Euticio dijo: 
No tengo ninguna.
Félix, flamen perpetuo, administrador de la república, dijo:
Tu declaración constará en las actas. 
En casa de Coddeón, su mujer presentó seis códices. Félix, flamen perpetuo, administrador de la cosa pública, dijo:
Busca bien, no sea tengas más, y sácalos. 
La mujer contestó: 
No tengo más.
Félix, flamen perpetuo, administrador de la república, dijo a Buey, esclavo público:
Entra y busca, a ver si tiene más. 
El esclavo público dijo: 
He buscado y no he encontrado. 
Félix, flamen perpetuo, administrador de la república, dijo a Victorino, Silvano y Caroso:
Si se ha dejado algo, vosotros sois responsables.

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