Llegó el mayordomo a Tlatelolco. - ¿Eres tú mi hermana, o quién eres? - Soy, Señor, vuestra hermana Papatzin a quienes antes de ayer enterraste. Estoy viva, porque así os importa. Se sentó el Rey y otros reyes tributarios y toda la nobleza azteca, que conmovida por el suceso, acudió con el espanto y el miedo religioso del momento. Papatzin con una grandilocuencia tranquila, comentó las luces y las sombras de la otra orilla. Los oráculos de la princesa muerta, caían como lluvias de plata, sobre una armadura repujada, que había que cincelar con las uronografías de una cábala sagrada, para hacer un guerrero inmortal... "Después que morí, o si no podéis asentir a que he muerto, después que un letargo me privó del movimiento y de los sentidos. Me hallé improvisadamente en una dilatada llanura, cuyos términos no alcanzaba a ver por ninguna parte. En medio de esta llanura, observé un camino que después se dividía en varías sendas, y en una parte de él corría un caudaloso río, cuyos raudales hacía un rumor espantoso. Y pensando echarme al agua para pasar a nado a la otra orilla, se me puso delante un hermoso joven de buena vestidura, vestido de hábito largo, blanco como la nieve, y resplandeciente como el sol, con esta señal en la frente, (y poniendo el dedo pulgar sobre el índice, formó la señal de la Cruz) y con alas formadas de vistosas plumas y tomándome la mano, me dijo: "Detente, que aún no es tiempo de pasar ese río. Dios te ama mucho aunque tú no lo conoces; y con esto me fue llevando por la orilla del río donde vi muchos cráneos y huesos de muertos, y oí unos gemidos tan lastimeros que movían a compasión. Volviendo después, los ojos a la corriente, vi río arriba, a unos grandes barcos y en ellos unos hombres de color y traje muy diferente al nuestro. Eran blancos, traían estandartes en las manos y capacetes en las cabezas. "Dios -me dijo entonces el joven- quiere que vivas para que seas testigo de las revoluciones de este reino". Los gemidos que escuchas de entre aquellos huesos, son de las almas de tus antepasados, que penan y penarán para siempre por sus delitos. Aquellos que ves venir en los barcos, son los que a fuerza de armas, se han de apoderar de este reino, y con ellos vendrá la noticia y conocimiento del verdadero Dios creador del cielo y de la tierra. Tú, luego que pase la guerra y se promulgue el lavatorio con que se borran los pecados, sé la primera en recibirlo, y guía con tu ejemplo a los de tu Nación. Dicho esto, desapareció el joven y yo me hallé restituída a la vida, me levanté del lugar en que yacía, removí la lápida que cerraba el sepulcro y salí al jardín en donde me hallaron los domésticos". ("Historia antigua de Méjico" Francisco Clavigero. Cap XI. Tomo II). Atónitos, quedaron los nobles y los reyes. La noticia de un nuevo reino y de una nueva religión, consternó y puso triste a los más valientes soldados de la decadencia. Era la tarde del imperio y los muertos imperiales como Papatzin, atestiguaban cosas maravillosas. Dios empezaba a distinguir a Méjico. Más tarde en 1524, Papatzin se bautizó en Tlatelolco, llamándose María Papatzin; vivió en gran abstinencia y recogimiento, como una mujer cargada de muchas virtudes. Era la primer alma de Méjico, entroncada manifiestamente con la divinidad. Señales misteriosas comenzaron a aparecer desde entonces. Un cometa brillante y raudo, apareció por el cielo de Méjico. Entonces fue cuando la gente se sintió consternada al sentir el movimiento de aguas de la laguna, que derribó bastantes casa de la ciudad, sin haber terremoto ni viento ni otra "causa natural". En 1510, en un noche apacible y clara, sin saber por qué, se quemaron violentamente las torres del Teocali mayor de Méjico. Empezaba el crepúsculo de los dioses aztecas. Y lo más terrible y profético, que pudiera ser hasta una profecía sobre el Méjico actual y futuro, es que el año 1515: "SE VIERON EN EL AIRE HOMBRES ARMADOS QUE COMBATÍAN ENTRE SI Y SE MATABAN". ¿Qué significa esta visión que concuerda con ciertas profecías sobre nuestra época, una guerra aérea, una invasión por el cielo, un bombardeo aéreo? Podría ser hasta un vislumbre genial sin elementos humanos, es decir, un testimonio celeste de las luchas y castigos aéreos sobre Méjico, manifestado por el cielo sin que intervengan los mismos videntes o profetas. Esto cuentan las historias antiguas de Méjico. Predilección y aviso de parte del cielo. Los pueblos predestinados, tienen señales y testimonios singulares.
Sustancialmente Méjico, es un pueblo religioso. La etimología de su nombre nos lo está indicando. Méjico, significa: "ALTAR EN LA ROCA". Parece que el mismo nombre tiene una gran alusión ala Virgen, en la montaña del Tepeyac. La leyenda del pueblo azteca, nos trae una lejana y entrañable afinidad con Israel, el pueblo escogido. Méjico, fue una tierra prometida por la profecía de Huitziloposchtli, al sacerdote de la misma divinidad Tenoch: "CUANDO VEÁIS SOBRE UN TUNAL UN ÁGUILA DEVORANDO UNA SERPIENTE, ESA SERÁ LA TIERRA PROMETIDA DE LOS DIOSES". Los aztecas, tienen pues, una profecía, una tierra de promisión y un errabundaje por mandato de los dioses. Y los aztecas caminantes en el destierro por el Valle, encontraron un día el águila parda y majestuosa de la profecía. Desde entonces, el símbolo y el escudo de Méjico, adquieren misteriosas resonancias bíblicas. La profecía de Huitziloposchtli, tiene misteriosas afinidades con la Virgen de Guadalupe. El Altar en la Roca del pueblo, entroniza la religión antes que la Patria, el pago o la tribu. Cuando la Virgen de Guadalupe habla a Juan Diego, le recomienda su voluntad para que el Sr. Obispo y el pueblo, la llamen: "La siempre Virgen María de Guadalupe". La Virgen María se Dirigió a Juan Diego en Nahuatl. Al expresar la voluntad de llamarse, Guadalupe, lo hizo con este sentido profundo de la unión del significado de Méjico con la Inmaculada. Según afirman los grandes eruditos y los grandes filólogos mejicanos, la Virgen empleó el sustantivo nahuatl "COATLALLOPE", una palabra compuesta de "COATL" que significa serpiente, A, forma contacto de una preposición, y "LLOPE" que quiere decir aplastar, luego viene a resultar que la palabra Guadalupe, en nahuatl, significa, "LA QUE APLASTÓ LA SERPIENTE". Y he aquí unidas, en providenciales nupcias, la profecía de los dioses aztecas, con el bautizo solemne de la Virgen de Guadalupe. La Serpiente de la leyenda azteca, y la serpiente del nombre de la Virgen, se unen en un mismo lugar: EN EL ALTAR DE UNA ROCA: MÉJICO. El escudo y la leyenda de Méjico, se ha interpretado vergonzosamente. El águila, significa el lobo rapaz y la serpiente, la traición y la falsedad. Los méjicanos, no son dioses de bronce con alma de geniecillos forestales y nórdicos, poéticos susurradores de los hados y los tiempos prósperos. Tienen como todos los pueblos, sus luces y sus sombras. Pero el sentido de este maridaje espiritual de la tierra y el cielo, de la profecía azteca y la teología Mariana de Guadalupe, ha sintetizado la unión y el símbolo de este pueblo. Por la leyenda azteca, este pueblo águila sobre los cielos y sobre un islote, está verticalmente dirigido hacia la Virgen. El águila que simbólicamente destruye a la serpiente, son esos tipos aristócratas con la sangre de los predestinados. Méjico, como María, dará la batalla al diablo sobre la tierra. La leyenda, pues, azteca, tuvo un barrunto genial en su lengua de dioses y de sacerdotes, de la Virgen María. ¿Quién como Ella ha dado la batalla al demonio? Por María este Méjico, islote sagrado de altares y de rocas, se librará de todas las influencias formidablemente dañinas y deletéreas. Podrán caer los buenos como semillas al surco sin victoria, pero la victoria de los méjicanos, como la de los auténticos cristianos, es caer silenciosamente, no haciendo retóricas de la muerte. Méjico ha caído como los buenos. Por eso, ser mejicano, autenticamente mejicano, es ser casi predestinado. Y nada mejor como nacer bajo esa águila de María en esta tierra que está predestinada a la tentación y a las insidias del diablo, pero por la lucha y la protección de María, también esta predestinada a la Gloria. El mensaje de la Virgen de Guadalupe, tiene una gran filosofía. En ninguna de las apariciones de la historia, la Virgen ha dado un testimonio tan humano y tan poético, de su venida. Manda por delante como embajadora de sus sueños y de su protección a las rosas maravillosas de un diciembre primaveral. Cuando la Virgen manda rosas a un pueblo y a toda una generación de hijos, ese pueblo está predestinado al amor de la Madre. Porque eso son las rosas: la melodía enamorada de todos los jardines y la poesía de todas las fragancias hecha encanto. Cuando las cosas se dicen con flores, están muy lejos los castigos y muy cerca la intimidad. La admiración se ha hecho amor y la protección, se ha dulcificado a su máxima cualidad, la maternidad. No hay reyes por medio, sino el indio Juan Diego. Ningún contestador, ningún evangelizador, fue señalado para la gran misión y el gran mensaje. Y el amor no necesita filósofos, sino poetas y cantores. Por eso, este pueblo se ha hecho junto al regazo de la Guadalupana, niño como ningún niño, y poeta y cantor, como los trovadores medievales al pie de los castillos o bajo la sombra de los pórticos, en las vísperas de las grandes romerías. La Virgen manda también su retrato y dedicatoria en lenguaje mestizo de Indita Glorificada y Humilde. Para Europa, venían bien, las Madonnas bizantinas, hieráticas y reinas en su trono, con su cetro. O las madonnas cortesanas, llenas de glorias inaccesibles bajo los cielos y las miradas trinitarias del Empíreo. En Méjico, el cielo y la revelación, se han hecho democráticas y raciales, con el color de los soles aztecas de bronce, y con las lumbres doradas como plumas de guacamayas y aves del paraíso de los andes. El mensaje de Guadalupe, es un mensaje de amor; no hay castigos ni tremendas ruinas que anunciar al pueblo, o a los gobernantes. Su silencio tiene una profundidad de Cruz. Méjico, ha tenido una historia penumbrosa a la luz de este mensaje. La Guadalupana, nos trae una protección y una sombra como aquella que guiaba a los Israelitas por el desierto. Las palabras de la Virgen de Guadalupe a Juan Diego, tienen sabor para todos los mejicanos: -"Oye y ten entendido hijo mío, el más pequeño... ¿No estoy Yo aquí que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No soy Yo tu salud? ¿No estás por ventura, en mi regazo? ¿Qué más has menester?"... Y sin embargo, viendo la historia religiosa de este pueblo, diríase que esta predilección de la Virgen, no se ha cumplido. Se podrán vanagloriar las fuerzas negras, ocultas, la masonería, que ellos llevan la educación de las Normales y dela Universidades. Que la Iglesia no tiene libertad, sino una falsa apariencia de consentimiento. Se podría hablar de días de insurrección y martirio de los buenos, se podrá decir que el triunfo de los Cristeros fue una broma sangrienta; podrán decirnos que han conquistado el ideal de todas las juventudes. Ese ideal para la indiferencia y esa calma chicha por todo lo que significa restauración moral y política. Todo se nos podrá decir. Pero yo os digo que hay dos maneras de triunfar. O en el Tabor, o en el Calvario. Y Méjico ha tenido la gloria de triunfar en la Cruz. Los triunfos y las buenas rachas políticas y los grandes frutos nacionales, algunos los obtienen en la gloria y la victoria. Méjico como legado de María, tiene la Cruz y desde aquí se triunfa. Y donde está la Cruz, ahí está Ella, dolorosamente triste, atormentada místicamente. Por eso, hasta que no llegue el día glorioso de la restauración en Cristo, Méjico, seguirá en la Cruz, qué es donde mejor se está, aún cuando nos duela. Y ahí está su eficacia. El que siembra desde la Cruz, recoge desde el Paraíso...
Relato la última profecía sobre Méjico. Tuvo lugar, en el éxtasis luminoso de una religiosa probada en virtud. Con una sencillez maravillosa, la religiosa mejicana de vida contemplativa, me lo contaba bajo el mandato de su Superior Religioso. La obediencia le hacía hablar para trasmitir los mensajes. El día uno de noviembre de 1958, estando esta Madre con un grupo de religiosas, tuvo que abandonarlas. Su alma y su mente empezaban a trasvolar, barruntando la llamada de Dios. La urgían dolorosamente para el coloquio y el mensaje. Eran las diez de la mañana. Salió a la habitación contigua. No pudo más y cayó transida de sollozos sobre el pupitre de la mesa de estudio. Su alma tuvo una bilocación tripartita, la monja llegó a tres lugares diferentes del cielo, en tres vuelos sucesivos. El cuerpo de la religiosa, estaba sobre el pupitre abandonado a los sollozos, al dolor y al horror del mundo, que ella contemplaba pasar. Más bien, ella asistía con su alma bilocada a los cuadros dantescos, del mundo incendiado y destruido. Contemplo, entonces, un mundo cósmico, lleno de horror y de fuego. Cruzaban el espacio gigantescas centellas y un potente fuego misterioso. Ese fuego universal, invadía la tierra, bajado desde el cielo. En el lenguaje de imágenes y de locuciones secretas, la dijeron: "HE AHÍ, EL CASTIGO DEL MUNDO SE EXTENDERÁ SOBRE AMÉRICA Y SOBRE MÉJICO". Un Cristo grande, se interponía sobre el mundo en llamas. El Cristo dijo a la Madre vidente: "¡HA LLEGADO LA HORA DEL IMPERIO DE LA CRUZ! ¡HA LLEGADO EL IMPERIO DE LA CRUZ!" La monja dialogaba con Cristo: - ¿Señor, qué es el imperio de la Cruz? Se quejaba amorosamente Cristo: - "Comprended la Cruz, para que estos castigos, no os sorprendan descreídos ni desesperados. Hay que salvar el mayor número de almas. Hay que avisar a todos. Pero serán muchos los incrédulos y los escépticos. "HA LLEGADO YA EL CASTIGO. SE ESTA LLEGANDO". La vidente mejicana, cuyo nombre tengo que guardar, vio entonces sobre Méjico en llamas, a la Virgen de Guadalupe. Se interponía en el castigo. Le decía, maravillosamente triste, a la monja: -"DI A MIS MEJICANOS QUE ESTOY CON ELLOS. YO ESTOY CON ELLOS EN MEDIO DE LA PRUEBA". Luego, llegará la prueba, que para nosotros tendrá tal vez menos rigor, gracias a la intervención de la Virgen de Guadalupe. Llega la Cruz para redimirnos, bajo la forma de gigantesca purga, a base del fuego y de cataclismos insospechados. Es la hora de amar la Cruz, de disponernos al sacrificio, a renunciar a muchas cosas lícitas e ilícitas, de amar lo que hemos olvidado. Llega la hora DEL IMPERIO DE LAS CATÁSTROFES Y DE LOS SISMOS ATÓMICOS. Sólo por la Cruz, se llega a la Luz de la Inmensa Amanecida, y a la Nueva Primavera de Méjico. Esta profecía, concuerda con la de Teresa Neumann sobre Méjico. Varios años, después de la primera Guerra Mundial, estando en Roma, fue invitado, el canónigo de Queretaro, don Pedro Vera y Zuria, para sumarse a la Comisión Pontificia, que partía a una aldea de Alemania. Se trataba de fallar científicamente sobre la estigmatizada famosa. La Comisión fue seleccionada en el Vaticano, y llevaba eminentes personalidades de varias naciones. Llegaron a presencia de Teresa Neumann un viernes. Aquel viernes había caído en éxtasis. El canónigo queretano, con las grandes eminencias, contemplaba, aquella carne congelada y fresca, pre presenciaba lejanos vaticinios y visiones maravillosas. Teresa Neumann, en éxtasis lloraba lágrimas de sangre. La Comisión Pontificia, bajo la presión de la obediencia, obligaba a Teresa a que dijera, en el éxtasis, lo que veía de las naciones. Le preguntaban en francés. Ella respondía con un exquisito acento parisino. -Francia será abatida de nuevo... Los alemanes se interesaban, también por sus designios. Les contestaba en alemán, hablándoles de Dunquerque y de la Derrota... Alemania perderá la guerra... Después volverá a Dios... El futuro arzobispo de Puebla, sintió la llama de su Patria. Su vocecilla de mejicano castizo, le preguntaba en el éxtasis: -Teresita... no has dicho nada de mi Patria. ¿Qué será de Méjico? La vidente estigmatizada, cambió en risueñas complacencias, su rostro dramático, al oír el nombre de Méjico. Aquel castellano de la vidente de Kennersreuth, le supo a cielo, al futuro obispo de Puebla: -"MÉJICO, SERÁ UNA DE LAS NACIONES MENOS CASTIGADAS, PORQUE ESTA DEBAJO DEL MANTO DE LA VIRGEN".
Profecías sobre Méjico (4)
[Image]Relato la última profecía sobre Méjico.
Tuvo lugar, en el éxtasis luminoso de una religiosa probada en virtud. Con una sencillez maravillosa, la religiosa mejicana de vida contemplativa, me lo contaba bajo el mandato de su Superior Religioso. La obediencia le hacía hablar para trasmitir los mensajes.
El día uno de noviembre de 1958, estando esta Madre con un grupo de religiosas, tuvo que abandonarlas. Su alma y su mente empezaban a trasvolar, barruntando la llamada de Dios. La urgían dolorosamente para el coloquio y el mensaje. Eran las diez de la mañana.
Salió a la habitación contigua. No pudo más y cayó transida de sollozos sobre el pupitre de la mesa de estudio. Su alma tuvo una bilocación tripartita, la monja llegó a tres lugares diferentes del cielo, en tres vuelos sucesivos. El cuerpo de la religiosa, estaba sobre el pupitre abandonado a los sollozos, al dolor y al horror del mundo, que ella contemplaba pasar. Más bien, ella asistía con su alma bilocada a los cuadros dantescos, del mundo incendiado y destruido.
Contemplo, entonces, un mundo cósmico, lleno de horror y de fuego. Cruzaban el espacio gigantescas centellas y un potente fuego misterioso. Ese fuego universal, invadía la tierra, bajado desde el cielo.
En el lenguaje de imágenes y de locuciones secretas, la dijeron:
"HE AHÍ, EL CASTIGO DEL MUNDO SE EXTENDERÁ SOBRE AMÉRICA Y SOBRE MÉJICO".
Un Cristo grande, se interponía sobre el mundo en llamas. El Cristo dijo a la Madre vidente:
"¡HA LLEGADO LA HORA DEL IMPERIO DE LA CRUZ! ¡HA LLEGADO EL IMPERIO DE LA CRUZ!"
La monja dialogaba con Cristo:
- ¿Señor, qué es el imperio de la Cruz?
Se quejaba amorosamente Cristo:
- "Comprended la Cruz, para que estos castigos, no os sorprendan descreídos ni desesperados. Hay que salvar el mayor número de almas. Hay que avisar a todos.
Pero serán muchos los incrédulos y los escépticos. "HA LLEGADO YA EL CASTIGO. SE ESTA LLEGANDO".
La vidente mejicana, cuyo nombre tengo que guardar, vio entonces sobre Méjico en llamas, a la Virgen de Guadalupe. Se interponía en el castigo. Le decía, maravillosamente triste, a la monja:
-"DI A MIS MEJICANOS QUE ESTOY CON ELLOS. YO ESTOY CON ELLOS EN MEDIO DE LA PRUEBA".
Luego, llegará la prueba, que para nosotros tendrá tal vez menos rigor, gracias a la intervención de la Virgen de Guadalupe.
Llega la Cruz para redimirnos, bajo la forma de gigantesca purga, a base del fuego y de cataclismos insospechados.
Es la hora de amar la Cruz, de disponernos al sacrificio, a renunciar a muchas cosas lícitas e ilícitas, de amar lo que hemos olvidado.
Llega la hora DEL IMPERIO DE LAS CATÁSTROFES Y DE LOS SISMOS ATÓMICOS.
Sólo por la Cruz, se llega a la Luz de la Inmensa Amanecida, y a la Nueva Primavera de Méjico.
Esta profecía, concuerda con la de Teresa Neumann sobre Méjico.
Varios años, después de la primera Guerra Mundial, estando en Roma, fue invitado, el canónigo de Queretaro, don Pedro Vera y Zuria, para sumarse a la Comisión Pontificia, que partía a una aldea de Alemania.
Se trataba de fallar científicamente sobre la estigmatizada famosa. La Comisión fue seleccionada en el Vaticano, y llevaba eminentes personalidades de varias naciones.
Llegaron a presencia de Teresa Neumann un viernes. Aquel viernes había caído en éxtasis. El canónigo queretano, con las grandes eminencias, contemplaba, aquella carne congelada y fresca, pre presenciaba lejanos vaticinios y visiones maravillosas. Teresa Neumann, en éxtasis lloraba lágrimas de sangre. La Comisión Pontificia, bajo la presión de la obediencia, obligaba a Teresa a que dijera, en el éxtasis, lo que veía de las naciones.
Le preguntaban en francés. Ella respondía con un exquisito acento parisino.
-Francia será abatida de nuevo...
Los alemanes se interesaban, también por sus designios. Les contestaba en alemán, hablándoles de Dunquerque y de la Derrota...
Alemania perderá la guerra... Después volverá a Dios...
El futuro arzobispo de Puebla, sintió la llama de su Patria. Su vocecilla de mejicano castizo, le preguntaba en el éxtasis:
-Teresita... no has dicho nada de mi Patria. ¿Qué será de Méjico?
La vidente estigmatizada, cambió en risueñas complacencias, su rostro dramático, al oír el nombre de Méjico.
Aquel castellano de la vidente de Kennersreuth, le supo a cielo, al futuro obispo de Puebla:
-"MÉJICO, SERÁ UNA DE LAS NACIONES MENOS CASTIGADAS, PORQUE ESTA DEBAJO DEL MANTO DE LA VIRGEN".
Ricardo Rasines Uriarte
1960... y el fin del mundo.
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