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sábado, 7 de julio de 2012

De milagros que hizo San Vicente después de su canonización, sacados de diversos autores extranjeros

El maestro Juan López de Salamanca cuenta tres milagros de San Vicente. El primero, que llevando a enterrar un mozo a San Pedro Mártir, de Toledo, su madre dió una gran voz al entrar de la iglesia, diciendo: Señor padre San Vicente, ten lástima de mí, que no tenía más que a este hijo, y aun éste le quería para ti. Luego los que traían el ataúd sintieron rebullir dentro de él el cuerpo muerto, y quitando de presto la cubierta o tapa, hallaron al mozo vivo, que no fue pequeña honra del Santo. El segundo es que fray Juan Bernal venía de Roma por mar y traía un artejo de este Santo, el cual enviaba el cardenal de San Sixto Juan de Torquemada, de la Orden de Santo Domingo, a doña Leonor de Pimentel, condesa que entonces se llamaba de Plasencia, la cual fue devotísima del mesmo Santo. Pues como se levantase una tormenta muy recia y tuviesen ya la nave por perdida, dijo el fray Juan a su compañero que sacase la reliquia y por ventura Nuestro Señor, por los méritos de su siervo, los remediaría. Sacándola, pues, con la devoción que en semejantes acaecimientos suelen los hombres tener, en continente cesó el viento que movía la tormenta y ellos fueron libres. El tercero que con su favor fue librado de la muerte y rabia, fue un mozo que estaba rabioso por razón de -una mordedura de un perro.
Otro autor italiano, natural de Bresa, escribe que en Crema estuvo tres horas muerta una mochacha en un pozo, y que por los méritos de San Vicente la resucitó Nuestro Señor.
En Mantua una señora llamada doña Marquesa, temiendo mucho los dolores que al tiempo de parir suelen padecer las otras mujeres, se encomendó devotísimamente al Santo, y al tiempo de parir no sintió dolor ninguno, o a lo menos fue tan liviano que no dió muestras de él ni hizo los extremos que en semejantes casos vemos. Otra señora parió una cosa sin forma, y diciendo una misa en honra de Dios y de su siervo San Vicente, apareció la criatura poco a poco con todos los miembros y partes muy distintas. Y para que las señoras en sus partos tengan devoción a este Santo y al glorioso San Pedro Mártir, háganse leer un grande milagro que hizo San Pedro Mártir aqui en Valencia (que por eso le escribo en este libro) con una mujer que tuvo un parto muy revesado y echó una criatura envuelta con las parias, que parecia muerta; el cual milagro hallarán en el maestro Pere Antoni Beuter, clérigo, en el capítulo 52 del libro II de la primera parte de sus Historias.
Otros muchísimos milagros ha hecho y hace el padre San Vicente Ferrer en diversas partes del mundo, los cuales, por evitar prolijidad, voy dejando, advirtiendo que en hartas ciudades de Italia es tenido en tanta veneración como en Valencia. Los sicilianos especialmente se muestran muy devotos suyos; tanto, que en nuestros conventos de Palermo y Messina y otras ciudades se hace cada día una memoria de él en el divino oficio después de la salve de Nuestra Señora. En Florencia, en nuestra casa de Santa María la Novella tienen un hueso suyo, y con él hace Nuestro Señor muchas maravillas. Y lo que más espanta es lo que dijo un obispo de Armenia a una persona fidedigna de esta nación: que en Armenia ningún santo confesor de la Iglesia latina era más celebrado que San Vicente. La razón por qué en Sicilia le son tan devotos es que un niño, de quien arriba dijimos que fue vuelto a la vida después de haber sido muerto por su madre propia, vino a ser fraile de Santo Domingo y predicaba muchas veces en Sicilia de la vida de San Vicente; y en testimonio de su santidad mostraba algunas de ellas las señales coloradas de la difusión que en su cuerpo había quedado.
Fray Justiniano Antist O. P.
VIDA DE SAN VICENTE FERRER

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