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domingo, 8 de julio de 2012

DESDE EL ARCHIVO

Revista "Claves"
De la Fundación San Vicente Ferrer
Año I, N° 1
Febrero de 1993

 EDITORIAL
No es el afán de polemizar, disputar o tratar cuestiones «teológicas» y otras lo que nos provoca a publicar esta revista; no nos interesa la compulsa sin sentido, ni la buscamos, ni nos preocupa. Sin embargo, sabemos perfectamente a qué nos exponemos; simplemente rompemos el silencio que nos funde en la complicidad y exponemos la verdad de las cosas, según su sentido y en orden a respetar sus exigencias, porque la Caridad de Cristo nos apremia.
La tarea es ardua, pero necesaria. Es en medio de una densa tiniebla en que no se vislumbran claridades que guían donde nos movemos, sólo la FE nos orienta, y su certeza es la más elevada.
Pero la situación es verdaderamente dolorosa para quien ama la Iglesia de Cristo: se está apelando a una táctica simplemente diabólica, se está realizando una obra perversa, cuya profundidad no alcanzamos a sondear. Es el ocultamiento de la verdad; su deformación, la ignorancia provocada, la falsa información. la desinformación, los rumores, las insidias, las mentiras a que se recurre para tales fines. El objeto de la inteligencia es la verdad, y el de la voluntad es el bien conocido; el acto de la inteligencia es el conocer, y el de la voluntad el amar lo conocido. Pero una vez falseados los elementos de juicio, han de cambiar los objetos del amor y del odio. Entonces el «católico» amará una Iglesia que no es tal, y odiará la Santa Iglesia de Cristo; detestará lo que se le figura como un cisma, y amará una imitación de Iglesia. Serán esos días aquellos a los que se refirió Nuestro Señor, tal vez, cuando anunciaba que perseguirían pensando en la gloria de Dios. Y bien, es nuestra denuncia la desnaturalización de la Iglesia; pero ésta no viene de los modernistas; el modernismo es la fase avanzada, es la que insinúa, la que sugiere la plástica de una Iglesia cismática posconciliar. Esto no engaña a nadie más: Será tarea a realizar por los «tradicionalistas» y la traición vendrá de los «tradicionalistas», porque a ellos compete presentar la «Iglesia imperfecta» como verdadera, y sólo a ellos creería un católico de buena fe. La levadura de los fariseos no es fermento del modernismo. sino de los «tradicionalistas» que serán quienes se encargarán de entregar al Señor a la Cruz con un beso de Judas.
Si se quisiera hacer odiar a la Iglesia, bastaría con lograr que se ame aquello que no es la Iglesia.
El andamiaje posconciliar no existen; es la Fraternidad San Pío X y anexos, la que consumará la traición a la Iglesia.

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