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martes, 6 de julio de 2010

LAS TRES SEÑALES DE SAN PABLO

Voy a transcribir primero un texto del Apóstol San Pablo de su segunda carta a los fieles de Tesalónica (Cap. II, ver. 1 al 15): "Por lo que respecta a la Venida de nuestro Señor Jesucristo y a nuestra reunión con Él, os rogamos, que no os dejéis alterar tan fácilmente en vuestros ánimos, ni os alarméis, por algunas manifestaciones proféticas, por algunas palabras o por alguna carta presentada como nuestra, que os haga suponer que está inminente el Día del Señor. Que nadie os engañe de ninguna manera. Primero tiene que venir la apostasía y manifestarse el hombre impío, el Hijo de Perdición, el Adversario que se eleva sobre todo lo que eleva el nombre de Dios o es objeto de culto, hasta el extremo de sentarse él mismo en el Santuario de Dios y proclamar que él mismo es Dios. ¿No os acordáis que ya os dije esto cuando estuve entre vosotros?. Vosotros sabéis qué es lo que ahora lo retiene, para que se manifieste en su momento oportuno. Porque el misterio de impiedad (o de iniquidad, dicen otras biblias), ya está actuando. Tan sólo con que sea quitado de en medio el que ahora le retiene, entonces se manifestará el Impío, a quien el Señor destruirá con el soplo de Su boca y aniquilará con la manifestación de Su venida. La venida del Impío estará señalada por el influjo de Satanás, con toda clase de milagros, señales y prodigios engañosos y de todo tipo de maldades que seducirán a los que se han de condenar por no haber aceptado el amor de la verdad que les hubiera salvado. Por eso Dios les envía un poder seductor que les hace creer en la mentira, para que sean condenados todos cuantos no creyeron en la verdad y prefirieron la iniquidad. Nosotros, en cambio, debemos dar gracias en todo tiempo a Dios por vosotros, hermanos, amados del Señor, porque Dios os ha escogido desde el principio para la salvación mediante la acción santificadora del Espíritu Santo y la fe en la verdad. Para esto os ha llamado por medio de nuestro Evangelio, para que consigáis la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Así, pues, hermanos, manteneos firmes y conservad las tradiciones que habéis aprendido de nosotros, de viva voz o por carta".
Debo de comentar algunos puntos importantes de este texto de San Pablo:
.- Dice San Pablo que la venida del Impío, que no es otro que el Anticristo, estará señalada por toda clase de milagros, señales y prodigios engañosos y de todo tipo de maldades que seducirán a los hombres.
De todas las versiones de la Biblia, solamente la versión de Torres Amat dice que los milagros y prodigios del Anticristo y más bien del tiempo del Anticristo van a ser "falsos". La Biblia de Jerusalén, -de dónde copie el texto- y la de Nacar-Colunga dicen que esos prodigios son "engañosos". Straubinger dice que son prodigios "de mentira" y una versión de Scio de San Miguel de 1854 los llama "mentirosos". La versión protestante de Cipriano de Valera de 1877, y la de Cipriano de Valera y Casiodoro de Reina de 1960, dicen que son prodigios "mentirosos". El Diccionario de sinónimos dice: "FALSO: engañoso, mentiroso,... etc.", entonces, no podemos tomar "falso" por aparente. Y mucho menos tomar "engañoso", "de mentira" o "mentiroso" por aparente, sino más bien como prodigios y milagros que llevan a la mentira, que afirman en la mentira, que sujetan al pueblo en las filas del Anticristo. Pero ciertamente no serán aparentes, como no fue aparente el prodigio que hicieron los hechiceros del Faraón, con el poder de Satanás. Porque solamente el poder del Demonio permitido por Dios, de quien viene todo poder, puede explicar que los bastones de madera se cambien en serpientes.
.- San Pablo dice que serán seducidos por estos prodigios, todos quienes se han de condenar, por no haber creído en la verdad prefiriendo la iniquidad. Sobre esto, la Biblia comentada de Torres Amat dice: "Este pasaje es tal vez uno de los más terribles de la Sagrada Escritura y digno de grave meditación. Dios que es la misericordia misma, es también la verdad, cuya expresión nos da en su Hijo Jesucristo, que es el Verbo o la Palabra encarnada y que no cesa de presentarse como la Verdad y la Luz. Así, pues, como habrá una tremenda venganza del amor despreciado" (cfr. Cant. VIII, 6), así también vemos aquí la venganza de la verdad desoída". Vemos en S. 80, 13, que Dios abandonó a sus devaneos al pueblo de Israel que no quiso escucharle; así hará aquí entregándolos desarmados "para que crean a la mentira, ya que no tuvieron interés en armarse de la espada del espíritu que es la Palabra de Dios" (Efe. VI, 11, 13 y 17). Y se cumplirá, entonces, trágicamente -como hace tiempo se está cumpliendo- aquella palabra de Jesús en Juan V, 43, que algunos interpretan precisamente como un anuncio del Anticristo.
El texto de Juan V, 43 dice: "...Yo os conozco; Yo sé que el amor de Dios no habita en vosotros. Pues Yo vine en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viene de su propia autoridad, a aquel recibiréis. Y ¿cómo es posible que creáis vosotros, que andáis mendigando alabanzas unos de otros, y no procuráis aquella gloria que de sólo Dios procede?". Indudablemente este texto puede ser aplicado a los hombres del fin del mundo que han rechazado la verdad viniendo a la Apostasía, como también, aunque en forma menos general -como será la final Apostasía- se puede aplicar a todo hombre que a través de la historia rechazó la verdad, se entregó a las fábulas y creyó más en los hombres que en Cristo que es la Palabra y es la Verdad, y en la doctrina eterna e invariable que Su Iglesia predica. Pero es indudable que este texto se aplica con más propiedad al Anticristo, será recibido en la sinagoga que San Juan en el Apocalipsis llama "sinagoga de Satanás". Cristo anuncia con claridad que aquel a quien los jefes de Israel reciban, vendrá con la propia autoridad, y no con la autoridad de Dios. Entonces, se trata de un usurpador, de un falsario, de un engañador. Se trata del Anticristo, quien traiciona a su Representado.
El pueblo, sin embargo, estará tan prostituido que el Anticristo, el mayor adversario de Cristo, será visto como un santo. Y al mismo tiempo que la falsa religión y la falsa Iglesia se consolidan con toda clase de apariciones, imágenes que lloran o sangran, curaciones, portentos aéreos y demás cosas que tienen lugar, con la misma clase de portentos se afianzan las sectas y se extiende el culto a Satanás aceleradamente en todos los estratos sociales, al igual que toda clase de ataques e infestaciones suceden. Porque por un lado el Diablo destruye a la Iglesia y por el otro arrastra a los hombres, especialmente a los jóvenes para preparar un nuevo paganismo que le de el culto y la adoración que perdió por la Redención.
.- San Pablo dice también que "el misterio de la iniquidad ya está actuando". Esto me recuerda un texto de San Gregorio: "cuando la tempestad nace, primero se despiertan blandas las ondas y después se vuelven mayores y a la postre se suben a las alturas y trastornan con su fortaleza a cualquier navegante. Así ciertamente se acerca aquella tempestad postrera de las almas, que ha de subvertir a todo el mundo; porque ahora con batallas y muertes así como con unas ondas nos demuestra sus principios, y cuanto más cercanos nos hacemos cada día al fin, tanto más graves vueltas de tribulación vemos venir. Pero a la postre, conmovidos todos los elementos, y viniendo el Juez soberano, traerá el fin de todas las cosas porque entonces la tempestad levantará sus ondas hasta el cielo. Los santos varones miran esta tempestad con vigilancia y cada día se espantan de las ondas levantadas sobre sí, y de las tribulaciones que ahora sufren, preven las que se han de seguir" (LOS MORALES, Lib. XXI, Cap. XXII, 35). ¿Cuál será la maldad de los hombres en el tiempo del fin?. Parece mentira que este es uno de los motivos que ocultarán a los hombres los últimos días del mundo, porque por un lado, los hombres corrompidos no verán tan malo lo que ocurre y por el otro la falsa idea que se han hecho del Anticristo y su tiempo, que imaginan como un hombre y un tiempo mitificados de máxima maldad, de la aparición del mismo Demonio, los hará pensar que el tiempo está lejano. La maldad será la que Dios quiera tolerar y no la que se imagina. No se va a aparecer el Diablo sino el Anticristo con cara de Santo. No se puede olvidar que dos armas terribles utilizará el Anticristo: el engaño y la seducción. La simulación, el teatro, la pantomima. San Pío X denunció en su Enc. PASCENDI que la Iglesia estaba siendo invadida por los peores enemigos que nunca haya tenido. El jefe de todos estos es el Anticristo. Que estaban dentro, que se ocultaban y se extendían por todas partes. ¡Esto fue a principio del siglo XX,y ya han pasado más de 100 años!. ¿Qué ha pasado con este ejército maligno?, ¿se ha convertido en masa si lo que vemos es el fiel cumplimiento de lo que el Papa denunciaba y temía?
.- Dice San Pablo que el Anticristo será aniquilado por Cristo el día de la Parusía. Pero el Anticristo , si hablamos con propiedad no es solamente la cabeza, ese hombre al que le corresponde antonomásticamente el título, sino que es también el cuerpo. ¡Pero las células del cuerpo del Anticristo estarán en toda la tierra formando un ejército tan numeroso como las arenas del mar por lo cual la verdadera Iglesia se verá arrinconada y apretada en las nuevas catacumbas! Así se explica lo que dicen algunos teólogos: Cristo vino la primera vez en Belén, por los hombres; por segunda vez a los hombres en el Sacramento eucarístico; pero la tercera venida será contra los hombres, en el día del fin del mundo. Entonces, la segunda venida de Cristo destruirá no solamente a la cabeza, sino al cuerpo. Toda la obra que los hombres hayan construido contra la Iglesia y contra Su Doctrina. Pero, ¿se me puede decir, qué es lo que actualmente queda sano?, ¿se puede encontrar algo en este mundo actual que no sea agresivo, hostil a la moral, a la Doctrina Cristiana, a la Iglesia llamada preconciliar?, ¿no es cierto que la misma Iglesia del Vaticano se ha revertido furiosamente contra todo lo que sea anterior al Concilio Vaticano II?. Los cristianos, aun los que se creen más piadosos, se han ido conformando, es decir, acomodando al mundo que se va presentando y construyendo, según los deseos de los enemigos cuyo brutal poder ya no es posible combatir con las solas fuerzas humanas. Se se hiciera una disección del cuerpo social de nuestro día, ¿qué encontraríamos bajo la piel que ya va denunciando la descomposición interna?, ¿nos encontraríamos órganos sanos, venas, nervios, músculos y ligamentos de buen color, tejidos firmes y un armonioso sistema que debe funcionar adecuadamente?, de ninguna manera. Nos encontraríamos con una intricadísima red de fibras tumefactas, descoloridas o en descomposición que invaden los espacios de los órganos y sistemas, que se han introducido por el camino de las arterias, venas y vasos capilares, que invaden y destruyen los espacios de los músculos y tejidos, que han licuado y convertido en jugos morbosos el cerebro y otros tejidos vitales. El cuerpo de un monstruo repugnante y mal oliente preparado para la quema. ¿Qué clase de hijos podrá este engendro producir para el futuro?.
Es congruente, entonces, lo que dice Santo Tomás (Sum. Theo. Supl. q. 73, a. 1): "...aunque los hombres se aterroricen por las señales que han de preceder al Juicio, mientras están no comiencen a aparecer, los impíos creerán gozar de paz y seguridad al comprobar que el mundo no se acabará inmediatamente después de la muerte del Anticristo, según ellos creían". Entonces, ¿qué quiere decir San Pablo cuando dice que el Señor con el soplo de Su boca y la manifestación de Su venida va a aniquilar al Impío?. Parece entonces que aquí no habla solamente de la cabeza sino del cuerpo que fue el que produjo el advenimiento de la cabeza. Una humanidad corrompida que produce anticristos y anticristos que son escuchados por aquellos que los produjeron. La humanidad abandona a Dios, y como en el Paraíso, quiere determinar lo que es bueno y lo que es malo, lo que se debe hacer y lo que debe evitar, sin tener en cuenta para nada las leyes del supremo Legislador.
.- También dice San Pablo que antes de la Parusía se tienen que dar tres acontecimientos sin los cuales no se debe esperar el fin del mundo. Estos son: la aparición del Anticristo, la Apostasía y la eliminación de un impedimento que no menciona en su carta.
a) Sobre la Apostasía debo decir que la Encíclica PASCENDI de San Pío X fue toral para identificarla, pues si este santo Papa llama al Modernismo "la suma de todas las herejías", es obvio que ya no puede haber algo mayor, porque lo reune todo. La invasión modernista que al fin dio como resultado la firma de todos los documentos heréticos del Concilio Vaticano II un 7 de diciembre de 1965, le dio figura jurídica, formal a una herejía total que ya lo invadía todo y que presentaba al pueblo católico doctrinas heréticas para ser creídas como doctrina católica. Evidentemente la herejía estaba mezclada con verdades que dicho Concilio afirmó. El Anticristo no podía reinar con la Doctrina Ortodoxa que era un estorbo para arrastrar al pueblo al paganismo. Tampoco podía reinar con los Sacramentos, por lo cual fue necesario nulificarlos, especialmente el Sacramento eucarístico y el Santo Sacrificio de la Misa. La supresión del Santo Sacrificio de la Misa, anunciado por nuestro Señor Jesucristo, por el profeta Daniel, por el profeta Isaías y por San Pablo, fue posible por la adulteración de las fórmulas sacramentales que no solamente invalidaron el sacrificio, sino que rompían el pacto eterno proclamado por Cristo en el Cenáculo.
b) La Santa Misa era la fuerza sobrenatural que impedía la destrucción de la Iglesia. Era el pararrayos que detenía la ira divina que el mundo merecía por los pecados de los hombres en constante aumento. Pero la prostitución doctrinal trajo como consecuencia la eliminación del Sacrificio y así el mundo quedó abandonado a sus propias fuerzas y a la justicia de Dios. Se impuso un rito falso y sacrílego que el pueblo en masa aceptó de buena gana. Y así, los vahos pestilentes que prepararían el castigo final y la destrucción del mundo, comenzaron a actuar y a introducirse en los senos más íntimos de la sociedad. La gran Apostasía como la eliminación del santo Sacrificio, necesario para el reinado del impío, era indispensables a Satanás para destruir al hombre, pues mucho se equivoca quien piense que este ángel caído pretende un reino satánico en el mundo, porque lo que quiere, odiando a los hombres, es la destrucción de la humanidad a fin de arrastrar a sus esclavos a su reino que es el Infierno. El Anticristo reinante gracias a la eliminación de estos impedimentos va a llevar a los hombres a su autodestrucción. Causa asombro y verdadera tristeza ver que los hombres a veces bien informados sobre estas cosas, aun así no las creen y siguen aferrados a las cosas del mundo, a los placeres mundanos, a los benefactores mundanos, a los pecados, a la indiferencia, a sus asuntos particulares sin preocuparse para nada en rectificar ya, hoy mismos sus vidas disolutas y vanas como si pudieran tener todo el tiempo a su disposición para hacer todo lo que quieran. Y no se habla aquí de juicio particular. Se habla de una hecatombe universal precedida por los fenómenos más aterradores y las desgracias que la humanidad nunca ha visto antes. Pero aun en nuestro tiempo que esos fenómenos provocados por la Naturaleza contra el hombre comienzan a suceder y que alarman a la comunidad científica mundial, los hombres aunque se estremecen y les temen, no los mueve a cambiar sus vidas, a dejar el pecado y antes bien, hacen planes con frialdad para un futuro que ya no llegará, y con los ojos de una vaca que ve un portón nuevo, siguen corriendo con frenesí al abismo, en tropel desorganizado y caótico que recuerda a la piara que endemoniada se precipitó en el barranco. Se habla ya del fin del mundo. Se habla de abrirse las puertas de la eternidad y la liquidación para siempre del mundo y de sus maldades. Se habla de la separación definitiva de los buenos y de los malos, para la Gloria unos y para el infierno los otros. Se habla del arrancamiento feroz y doloroso de todo apego a las cosas del mundo y de los sentimientos que a él arraigaron a quienes sembraron en la carne. Los cuales, aun a la vista de que las profecías comienzan a cumplirse, no se quieren desprender del trozo de piltrafa que mordisquea entre sus dientes. Estos son hombres que van a ser arrojados al Infierno, teniendo aun entre las uñas y entre los dientes esas piltrafas del mundo que ya les han arrancado porque aunque se los hayan arrancado materialmente, destruido ya, se llevan aun los mas bajos sentimientos de su apego y de sus deseos de mundanidad y prostitución. Pero esta insensatez, esta locura, no debe extrañar, estando claramente profetizada en las Sagradas Escrituras. En el Cap. XVII de San Lucas, leemos: "Lo que acaeció en el tiempo de Noé, igualmente acaecerá el día del Hijo del hombre. Comían y bebían, se casaban y celebraban bodas, hasta el día en que Noé entró en el Arca, y sobreviniendo entonces el diluvio, que acabó con todos. Como también lo que sucedió en los días de Lot: Comían y bebían, compraban y vendían, hacían plantíos, edificaban casas; mas el día que salió Lot de Sodoma llovió del cielo fuego y azufre que los abrasó a todos. DE ESTA MANERA SERÁ el día en que se manifestará el Hijo del hombre".
La Biblia comentada de Torres Amat, dice: "SERÁ GENERAL EL DESCREIMIENTO Y LA BURLA como en tiempos de Noé y de Lot". Nácar-Colunga en su comentario al versículo 20 del Cap. III de la primera carta de San Pedro, escribe: "Los contemporáneos de Noé TOMARON A CUENTO el Diluvio anunciado por el Patriarca Y SE BURLARON DE ÉL cuando le veían hacer la Arca. Así dice Jesús que tomarán los hombres A LA SEGUNDA VENIDA". San Isidoro de Sevilla en su PEQUEÑA DEFENSA DE LA FE CATÓLICA dice: "...de repente, como la pared que se viene abajo (Cristo) aplastará a Sus enemigos". La enormidad de las señales, las aterradoras señales que han de venir, están a la medida de la maldad de los hombres. Quiere Dios que los hombres reflexionen y se conviertan al enviar medicinas enérgicas adecuadas al mal que se padece. De esas admoniciones medicinales, es el hombre el único culpable por sus pecados y por su locura porque se han de dar a la prostitución mundial de forma que pueda rescatarse a la mayor cantidad de almas posible.
Nuestro Señor Jesucristo, habló de estas señales escatológicas: hambres, terremotos, grandes olas que aterrarán a los hombres, etc. Sería una gran tontería pensar que un día el mar de todas las playas del mundo levante olas de treinta metros que arrasan las ciudades y pueblos cercanos. Tampoco se puede decir que esos terremotos vendrán a un mismo tiempo en toda la tierra. Son acontecimientos aislados en distancia y en tiempo. Son graves, muy graves, porque la Naturaleza se habrá hecho hostil al hombre, pero son señales aisladas en el devenir histórico de los últimos días. Así se entiende claramente en los textos de la Sagrada Escritura, pues claramente se dice que los hombres estarán indiferentes y desprevenidos, pues el día final les caerá como "una red" en toda la tierra. Entonces, es evidente que no todas las regiones del planeta sufrirán estas cosas, o todas estas cosas. Son señales. Son avisos fuertes. Son advertencias solamente. Pero, ¿qué sucederá con los hombres a quienes no les haya tocado uno de estos acontecimientos, aunque perfectamente se enteren de lo que pase en otras latitudes?, pues pedantes, engreídos, aferrados al mundo como perros al trozo de carne, seguirán en el pecado, y harán planes para divertirse, para viajar, para banquetear y sordos a todo seguirán construyendo un porvenir en el mundo enfermo y agonizante. ¡Da mucha lástima verlos y hablar con ellos!. Porque muchas veces lejos de rectificar su conducta, acercarse a Dios dejando el pecado, todo lo que van sabiendo con un interés moroso solamente, será una información que les permitirá enseñar a otros los conocimientos que por dentro les arde, como decía san Gregorio que deben demostrar. Pues les arde el prúrito de mostrar que saben lo oculto.
Para mí, es incuestionable que así como se concretó la Apostasía el día que la jerarquía mundial firmó los documentos heréticos, más bien, gravemente penetrados de herejías -en diamentral oposición con lo enseñado por la Iglesia durante dos mil años-, del Concilio Vaticano II, el impedimento que San Pablo no menciona en su carta a los fieles de Tesalónica, es el santo Sacrificio de la Misa, por dos razones que me parecen suficientes: PRIMERA RAZÓN: La introducción de la herejía inicialmente aceptada por la Jerarquía mundial, estaba en flagrante contradicción con la Teología de la Misa que manifestaba claramente la Teología preconciliar que se había abandonado y hasta reprobado. Era absolutamente incongruente con las nuevas doctrinas puestas en circulación y por esto, había que "adaptarla" a los nuevos tiempos o "modernizarla". Esta adaptación la invalidó al ser cambiadas las fórmulas sacramentales que perdieron la esencia o la intención de Cristo igualándose a la clase de ecumenismo de nuevo cuño que se predicaba y a las doctrinas protestantes. Era normal que los herejes en posesión de todos los puestos de mando de la Iglesia, arremetieran contra todos los Sacramentos, para quienes son solamente -como dice San Pío X en la PASCENDI- símbolos y no realidades de una gracia que se confiere por el poder mismo del Sacramento realizado. Son unos ilusos los que piensan que el Anticristo vendría con tropas diabólicas, espada en mano y cuernos en la cabeza -émulos de Atila- para cerrar todas las capillas e Iglesias del mundo, prohibir la celebración de las Misas y perseguir a los católicos.
El destierro de lo que para mí es el impedimento de San Pablo se podría hacer gracias al engaño y a la seducción. Por esto, la humanidad quedaba sin pararrayos y el camino expedito para la implantación del reino de Satanás que lleva incuestionablemente a la destrucción del hombre. SEGUNDA RAZÓN: San Pablo, al referirse al impedimento, dice que es "lo que le retiene", pero seguidamente dice que es "el que le retiene". Me parece muy propio decir que "lo que le retiene" es un rito, el rito de la Misa, y "el que le retiene" es Cristo mismo presente en el altar. No creo que haya un impedimento más grande y más fuerte.
.-Por fin, la tercera señal de San Pablo que debe acontecer antes del fin del mundo es la aparición del Anticristo. San Jerónimo pensaba que el Anticristo eran varios hombres, porque, decía, el mal que hará es tan grande que no es posible hacerlo todo durante la vida de un solo hombre. Veremos más adelante cómo tenía razón. Otros opinaban que era solamente una persona, pero una persona mitificada y deformada como una encarnación del mismo Diablo. Otros opinaron que será un jefe político o religioso de una potencia o religión enemigas de la Iglesia. No hay idea más lejana a la realidad. El Anticristo es el enemigo número uno de Cristo. Es el traidor perfecto. Es el representante que traiciona a Su representado. Es el obrador de la perfecta traición. No se trata de un enemigo histórico. Se trata de esos vahos pecaminosos que han descompuesto todo el Cuerpo Místico de Cristo. Es el producto de todos los pecados del pueblo. El Anticiristo, no será un demonio, como escribe el Padre Benavides, "sino un hombre demoníaco que tendrá ojos de hombre levantados con la plenitud de la ciencia humana y hará gala de humanidad y de humanismo". Habrá en su reinado una estrepitosa alegría falsa y exterior, cubriendo la más profunda y pagana desesperación. En su tiempo, "acaecerán los más extraños disturbios cósmicos, como si los elementos se desencuadernaran", dice. "La humanidad estará en la más intensa espectativa y la confusión y la disipación más grande reinará entre os hombres". El Anticristo llegará sin dejarse sentir, poco a poco y se valdrá del engaño y de la seducción para hacerse seguir, pero pienso que esto no le dará mucho trabajo, como a sus agentes, pues el pueblo está prostituído y realmente les dirá lo que quieren oír. El tendrá fama de santo, y sus doctrinas erradas y sus hechos, no parecerán condenables a ese pueblo prostituído, pues vendrá a los suyos y los suyos le han de recibir.
Ahora sabemos que el Anticristo, no solamente abolirá el santo sacrificio de la Misa e impondrá un culto malvado que implica apostasía y sacrilegio, sino que también abolirá el sacerdocio y el episcopado cambiando a la Esposa de Cristo en una secta diabólica entregada a Satanás. La nota al versículo 8 cap. XIII del Apocalípsis de la Biblia comentada de Felix Torres Amat, dice: "En la Gran Tribulación desencadenada por el Anticristo, no perecerán, pues, todos; habrá quien permanezca fiel para la venida de Cristo. Como observa un autor, esta gloria y poder del Anticristo sobre todo el mundo, le serán dados por el Dragón (Satanás), que fue precipitado a la tierra como se lee en el Cap. XII, V. 9. Para obtenerlo, EL ANTICRISTO HABRÁ HECHO SIN DUDA ESE ACTO DE ADORACIÓN DEL DIABLO QUE JESÚS NEGÓ A ESTE EN SAN LUCAS IV, 4-8 Y A CAMBIO DEL CUAL SATANÁS LE PROMETÍA ESE MISMO PODER Y GLORIA QUE EL TIENE COMO PRINCIPE DE ESTE MUNDO" (Juan XIV, 30).
Entonces, el terreno ganado a Satanás por el avance de la Iglesia, por sus bendiciones, por sus exorcismos, comienza a reducirse y los papeles se invierten. La verdadera Iglesia queda arrinconada en pequeños islotes de la Fe, y el poder del Demonio crece y por todas partes impera el reino de la iniquidad y de la mentira, un gobierno puramente exterior y tiránico y libertades desenfrenadas de placeres y diversiones. Satanás es entronizado en el corazón de la Iglesia, en el mismo Vaticano un 29 de junio de 1963 y es coronado con la Tiara de los Papas.
Aparente triunfo de Satanás sobre los santos (Apoc. XIII, 7) y de una falsa fe en la tierra -como sucedió durante la muerte de Cristo y Su permanencia tres días en el sepulcro- (Mat. XXIV, 24; Luc. XVIII, 8) y de una derrota de Jesucristo, extendida por falsas ideologías que se introducen bajo la etiqueta de cultura, progreso y aun virtudes humanas que matan la verdadera Fe apuntalados con extremo poder por la enorme técnica moderna mediante la cual se puede monopolizar la opinión y la moral pública.
Debemos de analizar la figura del Anticristo, entonces, a la luz de las sagradas Escrituras y del mensaje de nuestra Señora de La Salette.

Mons. José F. Urbina Aznar

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