PROPAGANDA PIADOSA DEL ROSARIO POR LOS DIFUNTOS
No existe, que nosotros sepamos, un Rosario especialmente dedicado a sufragar por las ánimas benditas del Purgatorio, y que, digno de la aprobación de la Iglesia, pueda ser adoptado por la piedad de los fieles. Por esto hemos imaginado este Rosario especial, que, recitado en pro de los difuntos, sea medio permanente de animar y extender tan santa y útil devoción. Proponemos un Rosario cortísimo, e igualmente muy rico en indulgencias aplicables a las almas de los finados, conciliando así (con la facilidad de que se rece diariamente) el mayor bien de éstas y el seguro aprovechamiento de sus bienhechores. Compónese de cuatro decenas, es decir, de cuarenta cuentas pequeñas, en honra y memoria de las cuarenta horas que después de su afrentosa muerte permaneció Nuestro Señor Jesucristo en el Limbo o seno de Abraham, a fin de consolar y sacar de él a las almas de los justos que esperaban su santo advenimiento, y llevarlos consigo a los cielos. A cada decena acompaña una cuenta gruesa, y del todo pende una cruz o medalla. El modo de rezarle es el siguiente: Tomada la cruz o medalla en la mano, se dice el salmo De profundis (los que lo ignoran rezarán en su lugar un Padrenuestro y una Avemaria), y luego, al repasar las cuentas, dirán en las gruesas los actos de fe, esperanza y caridad, V. Dales, Señor, el descanso eterno. R. Y que las ilumine la eterna luz. V. De la puerta del infierno. R. Libra, Señor, sus almas. V. Descansen en paz. R. Amén, Jesús.
En las pequeñas, esta invocación: Dulce Corazón de María, salvadme.
Concluye el Rosario con el De profundis o el Padrenuestro y Avemaria.
Como se ve, este Rosario a la vez es muy corto y está enriquecido con muchas indulgencias, porque lucra el que lo reza veintitrés mil trescientos días de indulgencia. En efecto: por los actos de fe, esperanza y caridad se ganan toties quoties, es decir, todas las veces que se digan, siete años y siete cuarentenas de perdón; y como tales actos se repiten cuatro veces, es claro que se obtienen por ellos once mil trescientos días de indulgencia.
De la misma manera, por la invocación "Dulce Corazón de María, salvadme," se consiguen trescientos días (Pío IX, Breve de 30 de Septiembre de 1852) por cada vez que se rece; y como esto se hace cuarenta veces, resultan doce mil días.
Ahora bien; no siendo necesaria una fórmula determinada para obtener las indulgencias anexas a la enunciación de los actos de fe, esperanza y caridad, en gracia de la brevedad, nos basta producirlos así:
Dios mío, creo en Vos, porque sois la misma verdad; espero en Vos, porque sois infinitamente bueno, y os amo con todo mi corazón y sobre todas las cosas, porque sois infinitamente perfecto, y por amor a Vos amo a mi prójimo como a mí mismo.
Con tan pocas palabras se expresa perfectamente el objeto y fin de tales actos, condición necesaria y bastante para ganar las indulgencias que les están anexas. ¡Quiera Dios que las personas piadosas procuren con empeño propagar la devoción de este Rosario por los difuntos, a quienes tanto bien alcanza, siendo al mismo tiempo saludable a los que lo rezan! Santo Tomás afirma que la oración por los muertos es la mejor de todas, y San Francisco de Sales nos enseña que la caridad con las almas del Purgatorio contiene en sí sola, por su grande excelencia, juntas todas las obras de caridad.
Cien días de indulgencia por cada vez que se diga y responda: V. Alabado sea Jesucristo. R. Sea por siempre alabado. (Sixto V, Bula Reddituri de 15 de Julio de 1587).
ORACIÓN
por las Benditas Almas del Purgatorio
Dígnate, adorable Salvador mío, por tu preciosa Sangre, por tu dolorosa Pasión y cruelísima muerte, por las tormentos que tu augusta Madre sufrió al pie de la cruz cuando te vio exhalar el último aliento, dígnate dirigir una mirada de piedad al seno profundo del Purgatorio, y sacar de allí las almas que gimen privadas temporalmente de tu vista, y que suspiran por el instante de reunirse contigo en el paraíso celestial. Principalmente te pido por el alma de N. y de aquéllos por quienes más particularmente debo pedir. No desoigas, Señor, mis ruegos, que uno a los que por todos los fieles difuntos te dirige nuestra santa madre la Iglesia católica, a fin de que tu misericordia las lleve allá donde con el Padre y el Espíritu Santo vives y reinas por todos los siglos de los siglos. Amén. Jesús.
ORACIÓN
para Ofrecer las Indulgencias por las Benditas Almas del Purgatorio
Señor Dios mío, yo os ofrezco estas indulgencias por el ánima de N., y lo que ella no hubiere menester de esta satisfacción, os suplico lo apliquéis, como se lo aplico, al ánima que, según el orden de caridad, más cerca está de salir del Purgatorio, o al ánima que más necesidad y desamparo tiene; y en caso de igualdad, escojo y prefiero a la que Vos, mi Dios, sabéis que me inclinaría si delante la tuviera. Amén. Jesús.
R.P. J. M. Lelen, Ph.D
EL DEVOTO DEL PURGATORIO
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