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lunes, 4 de febrero de 2013

CATECISMO PARA TRADICIONALISTAS DESORIENTADOS. (1)

Por Mons. José Franklin Urbina Aznar
1.- ¿QUE SON LOS SACRAMENTOS?.

     Los Sacramentos son signos sensibles y exteriores de la Gracia, instituidos por nuestro Señor Jesucristo, por los cuales se comunica al alma esa Gracia significada.
     El Papa León XIII enseña en la Bula APOSTOLICAE CURAE, que los Sacramentos son signos externos que efectúan lo que significan, y significan lo que efectúan. 
     Santo Tomás de Aquino enseña que los Sacramentos (Sum. Theo. 1-2, q. 101, a. 4; q. 102, a. 5) pertenecen al género de signo, pues son signos de una realidad sagrada, pero no de cualquier realidad sagrada, sino solo de una realidad que santifica a los hombres.
     Este signo, externo y visible que se puede percibir por los sentidos, indica algo más que no se puede percibir que es la Gracia de Dios comunicada al alma.
     Fueron instituidos directa e inmediatamente por Jesucristo, así como lo definió el santo Concilio de Trento (Sess. VII, Can. I).
     Son signos eficaces de la Gracia, la contienen y efectúan su producción directamente y en virtud del poder que Dios mismo ha querido darles, y de quien son instrumentos.
     Los cristianos, colectivamente considerados, no forman más que un cuerpo religioso, que es la Iglesia de Cristo, y por lo tanto, estando formado por hombres, era necesario que tuviera signos exteriores por los cuales pudieran conocerse y unirse bajo una misma bandera.
  Habiendo sido los Sacramentos instituidos directa e inmediatamente por Jesucristo, requieren para poder realizarse ciertas condiciones claramente definidas por su Autor, que no pueden estar nunca sometidas a la opinión, conveniencia o capricho de los hombres, puesto que si esto se hace, no estando de acuerdo con la voluntad de Dios que los utiliza como canales de Su Gracia, los Sacramentos no se realizan, es decir, son inválidos.

2.- ¿QUE CONDICIONES SE REQUIEREN PARA QUE HAYA VERDADERO SACRAMENTO?.

     Siempre se ha enseñado que los Sacramentos requieren para ser válidos: MATERIA, FORMA (o fórmula, que son las palabras que el ministro pronuncia), MINISTRO e INTENCION.
     Sobre la materia de cada Sacramento, recae la forma, constituida de ciertas palabras, que no deben tener un significado ambiguo, sino bien definido que distinga la Gracia que se da en ese Sacramento y que no se pueda confundir con una Gracia de naturaleza diferente, como puede ser, por ejemplo, la que se da en otro Sacramento, pues en esta forma, los Sacramentos no se realizan, es decir, que son invalidos.
     Esa forma, debe además recaer simultáneamente sobre la materia, conforme lo requiere la naturaleza de cada Sacramento. En el rito de ordenación, sin embargo, no hay una absoluta simultaneidad entre la imposición de las manos y la pronunciación de la forma, pero hay una coincidencia moral. Asi por ejemplo, el Dr. Ludwig Ott en su libro FUNDAMENTOS DEL DOGMA CATOLICO dice: "No es necesario que coincidan absolutamente (es decir, materia y forma) desde el punto de vista del tiempo; una coincidencia moral basta; es decir, que ellas deben estar conectadas una con otra de tal modo que según la general estimación, ellas compongan un signo unitario".
     Cualquier cambio substancial en la materia o en la forma de los Sacramentos, los hace inválidos. La forma del Sacramento, es la expresión de la Voluntad de Cristo. Por eso, un cambio en la significación de esa Voluntad, es invalidante.
     También son necesarios un ministro válido, y la intención en el que administra que debe ser igual a la intención de la Iglesia, o a la intención de Cristo, que viene a ser lo mismo.

3.- ¿COMO DEJO NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO A SU IGLESIA LAS FORMAS DE LOS SACRAMENTOS?.

     Unos los dejó de manera muy precisa, determinando la materia y la forma que debían usarse. Estos son los que fueron determinados "IN SPECIE", para usar el término teológico. De los demás se enseña comúnmente que la materia y la forma fueron determinados "IN GENERE", es decir, de una manera general, dejando a los Apóstoles y a la Iglesia el cuidado y el poder de determinarlos con más precisión. Así dice, por ejemplo la ENCICLOPEDIA CATOLICA, V. 13, Pág. 299.

4.- ¿TIENE PODER LA IGLESIA PARA CAMBIAR LAS FORMAS "IN SPECIE"?.

     Absolutamente no, pues han sido determinadas directa e inmediatamente por Jesucristo. A la Iglesia le encomendaron solamente la fiel custodia de estas formas y materias, para que fueran usadas sin alteración hasta el fin del mundo.

5.- ¿TIENE PODER LA IGLESIA PARA CAMBIAR LAS FORMAS RECIBIDAS "IN GENERE"?. 

     Aunque a la Iglesia Jesucristo le dio el poder de determinar las formas de ciertos Sacramentos, ella lo hizo en tiempos de los Apóstoles, por lo cual, estos componentes forman parte de la Tradición y no pueden ser cambiados sin correrse el grave peligro de alterar la esencia del Sacramento y así invalidarlo. Por ese motivo, aunque tiene el poder, no lo hace.
     La Bula APOSTOLICAE CURAE de León XIII dice: "La Iglesia tiene prohibido cambiar o incluso tocar la materia y la forma de algún Sacramento. Ella puede cambiar, abolir o introducir alguna parte de los ritos no esenciales o ceremonias para ser usadas en la administración de los Sacramentos, tales como procesiones, oraciones: Himnos, antes o después de que sean recitadas las palabras act ual es ce la forma...".

6.- ¿ENTONCES, AUNQUE ESTA PROHIBIDO TOCAR LA FORMA DE LOS SACRAMENTOS "IN GENERE", LA IGLESIA SI TIENE PODER PARA CAMBIARLAS?.

     Es evidente que sí, pero para respetar la Tradición y los ritos antiguos conservados, muchos de ellos desde los tiempos apostólicos, y por el peligro de alterar la esencia del Sacramento, la Iglesia no lo hace. Mons. P. Batiffol, escribió en en año de 1939 en el Prefacio de LAS ETAPAS DEL SACERDOCIO que el Pontifical, "es el libro litúrgico más magnífico que nosotros poseemos. Nos viene en línea directa de la antigüedad cristiana sin haber sufrido las restauraciones del Misal y del Breviario; es un completo testimonio de las antiguas épocas. En el Pontifical, todo son palabras y gestos del Obispo, y estas palabras y estos gestos expresan los actos más solemnes de la vida de la Iglesia, aquellos a los que ha querido dar la publicidad más augusta, como la Consagración de los Obispos, las Ordenaciones, la consagración de las iglesias...".
     San Pío X, dice en EX CUO NONO: "Es bien sabido que no pertenece a la Iglesia el derecho de innovar nada en la substancia de los Sacramentos". El Santo Concilio de Trento (Sesión XXI, Cap. 2), dice: "...en la administración de los Sacramentos, sin violar la substancia, ella (la Iglesia), puede determinar o cambiar cualquier cosa que ella juzgue más conveniente para beneficio de aquellos que los reciben". Y también Santo Tomás de Aquino (Sum. Theo. 3, q. 60, a. 8), escribe: "Está claro que, si es suprimida alguna parte substancial de la forma sacramental, se destruye el significado esencial de las palabras, y consiguientemente el Sacramento no es válido".
     Sería una tontería cambiar las formas de los Sacramentos que por tantos siglos la Iglesia ha usado con suma seguridad y que ha sido avaladas por tantos Padres, papas, concilios, santos y teólogos todo ese tiempo, para inaugurar otras formas por el mero afán de las novedades. Un cambio con viciada intención, invalidaría el Sacramento, como enseña el Papa León XIII en su Bula antes mencionada. ¿Qué caso tiene lo nuevo y como se justificaría abandonar lo que ya es perfecto?.

7.- ¿CUALES SON LOS SACRAMENTOS CUYAS MATERIAS Y FORMAS ENTREGO NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO A SU IGLESIA "IN SPECIE"?.

Los Sacramentos del Bautismo y de la Eucaristía.

8.- ¿CUALES SON LOS SACRAMENTOS QUE ENTREGO A SU IGLESIA "IN GENERE"?.

     Todos los demás Sacramentos, siempre y cuando la esencia no fuera alterada y que significara con toda claridad la gracia que por ellos se conceden, pues, si esto no fuera asi, o las formas pudieran entenderse de varias maneras, el Sacramento seria completamente nulo.

9.- ¿BASTA PARA LA VALIDEZ DE UN SACRAMENTO TENER LA VERDADERA MATERIA, PRONUNCIAR LA VERDADERA FORMA, Y A UN MINISTRO VALIDO QUE PRONUNCIA LA FORMA DEL SACRAMENTO CON LA INTENCION DE LA IGLESIA? 

     Aunque la Iglesia ha definido (Concilio de Florencia), que para la validez de los Sacramentos solamente se requiere: materia, forma, ministro e intención, es necesario hacer sobre la intención, algunas consideraciones:
     Las formas de los Sacramentos, individual y aisladamente consideradas, pueden dar lugar a muchos equívocos. La palabra o la expresión, resultan a veces ambiguas. Ortega y Gasset decía: "No todo decir expresa sin más, lo que queremos decir. Sería ilusorio pensarlo. El lenguaje no da para tanto". "Es la servidumbre del lenguaje humano", dice el Prof. Tello Corraliza.
     Por ese motivo, la Iglesia ha rodeado la administración de todos los Sacramentos con ritos que en muchas de sus partes o en todo el conjunto, determinan el significado sacramental de la fórmula operativa, en un sentido que resulte inequívoco.
  Las formas de los Sacramentos, siendo vulnerables a la ambigüedad o a interpretaciones heterodoxas, encuentran en el contexto litúrgico, que llamaremos en adelante SIGNIFICATIO EX ADIUNCTIS, la obviedad necesaria y la expresión de una segura intención que garantizan el efecto intentado.
     La importancia de la SIGNIFICATIO EX ADIUNCTIS es tan grande en la administración de los Sacramentos, que puede esta corromper y falsear la intención, y aunque se pronuncien las palabras correctas de las formas sacramentales, no se administran válidamente los Sacramentos. Esta doctrina está fuertemente cimentada en las doctrinas enseñadas por el Papa León XIII en su Bula APOSTOLICAE CURAE, que definió la nulidad de las ordenaciones anglicanas.
     Así, la SIGNIFICATIO EX ADIUNCTIS es, "contexto litúrgico, expresiones ya consagradas; así como los ritos explicativos de que habla Werner, o la forma total a la que se refiere el Dr. Wendland. El Padre Aldama en nota a pie de página, hace referencia al modo de considerar la forma (San Agustín), como el complejo de todas las ceremonias que se realizan en la administración de los Sacramentos" (Prof. Tello Corraliza. LA VALIDEZ DE LOS RITOS POSCONCILIARES CUESTIONADA).
     Entonces, la Iglesia cuando define que la intención es necesaria para la validez de un Sacramento, considera que la SIGNIFICATIO EX ADIUNCTIS, es positiva, es decir, que en nada se opone, que afirma, que aclara, que completa la forma sacramental. Todas las partes del rito contribuyen a determinar el significado sacramental de la misma forma, suprimiendo toda ambigüedad y oponiéndose como una barrera eficaz, a todas las infiltraciones heréticas.
     No puede entenderse, cómo sería posible que un sacerdote verdadero, usando la verdadera materia del Sacramento, pronuncie las verdaderas palabras de la forma, pero todo el contexto litúrgico se oponga a la intención supuestamente ortodoxa que tuvo al pronunciar esa forma, y aún así se diga que realiza el Sacramento. Esto no es posible. Por lo tanto, toda la SIGNIFICATIO EX ADIUNCTIS, en absoluta armonía con la doctrina de la Iglesia sobre los Sacramentos, aclarando, afirmando y explicando en mayor forma la Gracia que se quiere significar y que se confiere, son absolutamente necesarias y están consideradas en la verdadera intención. No puede haber Sacramento válido, si la SIGNIFICATIO EX ADIUNCTIS es negativa, aun llenándose todos los demás requisitos.

LA SANTA MISA.

10.- ¿DE QUE MANERA SE CAMBIARON LAS FORMAS DE LA CONSAGRACION DE LA MISA IMPUESTA POR PAULO VI DESDE EL 30 DE NOVIEMBRE DE 1969?.

     La forma tradicional para la consagración del cáliz es: "Este es el cáliz de mi sangre, del nuevo y eterno testamento, misterio de fe, que será derramada por vosotros y por muchos, para remisión de los pecados". La forma del nuevo rito impuesto, dice asi: "Este es el cáliz de mi sangre, de la nueva y eterna alianza, que será derramada por vosotros y por todos los hombres, para remisión de los pecados".
     Estas son dos formas (o fórmulas) aparentemente iguales, cuya significación y esencia no parece variar. Pero esto solamente es aparente a los ojos del pueblo. Para destruir la Misa Católica, no podía alterarse la materia con facilidad porque hubiera sido demasiado evidente al pueblo que con seguridad se hubiera rebelado. Pero las palabras cuyos significados pueden introducir oscuridades, ambigüedades y diversas interpretaciones a veces encontradas, se utilizaron como un medio eficaz.
     No hay que olvidar que los cambios substanciales o los cambios que ya no reflejan la intención de Cristo con suma fidelidad, invalidan el Sacramento.
     Los católicos, haciendo completamente a un lado sus propias opiniones, a las que son tan afectos, tienen que atenerse completamente y en todo a las enseñanzas de los teólogos y al Magisterio, sobre la doctrina de los Sacramentos, para detectar errores que a simple vista no pueden descubrir.
     En las nuevas formas sacramentales introducidas en la Misa de Paulo VI, no solamente hay cambios substanciales, sino supresión descarada de palabras pronunciadas por el mismo Jesucristo en el Cenáculo, que simplemente desaparecieron.
     Los textos que vamos a aportar nos aclaran suficientemente: el Dr. Gregorio Alastruey, rector de la Universidad Pontificia de Salamanca y reconocido teólogo, en su libro TRATADO DE LA SANTISIMA EUCARISTIA, publicado por la B.A.C. en 1952, dice: "Finalmente se dice (en la forma de la consagración del cáliz): LA CUAL SERA DERRAMADA POR VOSOTROS Y POR MUCHOS PARA REMISION DE LOS PECADOS. No se dice PRO OMNIBUS (por todos los hombres), porque aunque la sangre de Cristo fuese derramada por todos en cuanto a la suficiencia, sin embargo, no obtiene de hecho ese efecto en todos, sino solamente en los que se han de salvar; se dice "por vosotros y por muchos", porque la sangre de la Pasión de Cristo no sólo debía tener eficacia en los judíos elegidos, sino también en los gentiles; ni solamente en los sacerdotes que consagran este Sacramento o en los fieles que lo reciben, sino también en aquellos por quienes se ofrece, y por eso dice "por vosotros", esto es por los judíos, y "por muchos", es decir, por los gentiles; o "por vosotros" que lo recibís, y "por muchos", por quienes se ofrece" (Pág. 62).
     Analizando la doctrina expresada por el Dr. Alastruey, podemos descubrir que así como Cristo, "no dijo POR TODOS, porque...", y da la razón teológica, lógicamente si se dijera "POR TODOS" en la forma, se estaría expresando una doctrina contraria a la doctrina católica tradicional.
     Si la doctrina que se expresa es diversa o contraria, entonces es herética. La expresion "por todos los hombres", obedece solamente al ideal ecuménico herético puesto en circulación por el Concilio Vaticano II.                   
     Las palabras de Cristo "POR MUCHOS", incluyen el libre albedrio de los hombres que Dios siempre respeta. Ellos son libres de elegir y condenarse y Dios omnipotente, aunque quiere que todos se salven, respeta esa decisión. Por eso dice "POR MUCHOS", pues muchos pueden ser todos, pero también pueden no ser todos. Solamente se salvarán, quienes voluntariamente se apliquen Su Sangre redentora.
     Igualmente el CATECISMO ROMANO DEL CONCILIO DE TRENTO, publicado también por la B.A.C. en 1956, Págs. 459-460, dice algo que nos resultará aun más claro: "Las palabras "POR VOSOTROS Y POR MUCHOS...", significan el fruto y la fecundidad de la Pasión de nuestro Señor. Porque considerando su eficacísima virtud, debemos admitir que Cristo derramó Su Sangre por la salud de todos los hombres; mas, si atendemos el fruto que de ella consiguen los hombres, habremos de admitir que no todos la participan efectivamente, sino sólo muchos".
     "Por consiguiente, al decir Cristo POR VOSOTROS, significó a los Apóstoles, con quienes hablaba, excepto Judas, y a los elegidos entre los judíos, como discípulos suyos. Y al añadir POR MUCHOS, quiso referirse a todos los demás elegidos, tanto judíos como gentiles. CON RAZON NO DIJO "POR TODOS", tratándose de los frutos de Su Pasión, que solamente los elegidos perciben. En este sentido deben entenderse las palabras de San Pablo: "Cristo, que se ofreció una vez para soportar los pecados de todos, por segunda vez aparecerá, sin pecado, a los que esperan, para recibir la salud" (Heb. IX, 28). Y aquellas otras del mismo Señor: "Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que tú me diste, porque son tuyos" (Juan, XVII, 9)".
     Este texto del CATECISMO ROMANO resulta aun más claro para comprender la Doctrina, pues cuando dice "CON RAZON NO DIJO...", enseña con claridad meridiana que si la forma se dijera "POR TODOS LOS HOMBRES", se expresaría una doctrina y razón contraria a la razón de la Doctrina Católica que está enseñando, y por lo tanto errada. Así lo ha entendido la Iglesia siempre y así lo ha enseñado. Las doctrinas erradas o ambiguas no pueden caber en las formas de los Sacramentos. Razones nuevas, no son razones católicas, sobre todo si son diversas o contrarias. Son solamente gimnasias sicofantes y manipuleo herético .
     San Alfonso María de Ligorio, Doctor de la Iglesia, enseña: "Las palabras PRO VOBIS ET PRO MULTIS (por vosotros y por muchos), úsanse para distinguir la virtud de la Sangre de Cristo de sus frutos; porque la Sangre de nuestro Salvador es de suficiente valor para salvar a todos los hombres, empero sus frutos, son aplicables solamente a un cierto numero, no a todos, y esto por culpa de ellos. O, como dicen los teólogos, esta preciosa Sangre (en sí misma) es suficiente (sufficienter) para salvar a todos, empero (de nuestra parte) efectivamente (efficaciter) no a todos los salvará, sino solamente a aquellos que cooperen con la Gracia" (Citado por el Padre H. Omlor en su libro QUESTIONING THE VALIDITY OF THE MASSES USING THE NEW ALL ENGLISH CANON. Athanasius Press. Reno, Nevada, 1969, Pag. 60).
     Las palabras "por vosotros y por muchos", son esenciales para la validez de la consagración del cáliz, porque son parte de lo que en Teología Sacramental se llama la "res sacramenti" de la forma, término que aunque es un poco difícil de traducir, se refiere a la INTENCION y al FIN del Sacramento, fin e intención para quienes se habrán de conceder las particulares Gracias que se confieren por medio del Sacramento.
     En el Sacramento eucarístico, la RES SACRAMENTI, son esas palabras precisamente las que en la forma indican la redención de los que han de salvarse por medio del Sacrificio de Cristo y de Su unión con el Cuerpo místico.
     Entonces, estas palabras, conteniendo el fin y la intención de Cristo son parte de la esencia de la forma del Sacramento, y no pueden ser tocadas. La Iglesia no tiene el poder de tocar nada de la esencia de los Sacramentos porque si esto se hace, los Sacramentos se invalidan.
     Igualmente, Santo Tomás de Aquino en su SUMA TEOLOGICA, Sup. q. 99, a. 2, dice: "...se compadeció, (Cristo), de los judíos y de los gentiles, mas no de todos los gentiles ni de todos los judíos".
   Conviene incluir aquí dos textos del Pbro. Dr. Rama Coomaraswamy que copiamos de su libro EL DRAMA ANGLICANO DEL CLERO CATOLICO POSTCONCILIAR. En la Pág. 17 leemos: "La Iglesia, siendo una amante madre, desea y en verdad requiere que los fieles nunca estén en duda acerca de la validez de los Sacramentos. Para un sacerdote ofrecer Sacramentos dudosos es claramente sacrilego, y cuando esta duda es compartida por los fieles, ELLOS TAMBIEN SON CULPABLES DE SACRILEGIO. Como el Padre Brey declara en su introducción al libro QUESTIONNING THE VALIDITY OF THE MASSES USING THE NEW ALL-ENGLISH CANON (La cuestión de la validez de las Misas que usan el nuevo canon inglés), de Patrick Henry Omlor: "En la práctica, el verdadero planteamiento de las cuestiones o dudas acerca de la validez de una determinada manera de conferir un Sacramento -si esta cuestión se basa en un aparente defecto de la materia o de la forma- necesitaría la estricta abstención del uso de la materia dudosa de realizar el acto sacramental, hasta que la duda sea resuelta. Al conferir los Sacramentos, todo sacerdote está obligado a seguir el "médium certum", es decir, "el camino más seguro". Similarmente el Padre Henry Davis, S. J., dice: "Al realizar los Sacramentos, como también en la Consagración de la Misa, nunca está permitido adoptar un probable camino de acción, como válido, y abandonar "el camino más seguro". Esto fue explícitamente condenado por el Papa Inocencio XI (1670-1676). Hacerlo de este modo, sería un grave pecado contra la religión, o sea, un acto de irreverencia hacia lo que Cristo nuestro Señor instituyó. Sería un grave pecado contra la Caridad, ya que el receptor estaría probablemente privado de la Gracia y efectos del Sacramento. Sería un grave pecado contra la justicia, porque el receptor tiene derecho a un Sacramento válido". Hasta aquí el Dr. Coomaraswamy.
     ¿Qué será, entonces, lo que estamos enfrentando?, porque, ¡no hablamos de Sacramentos dudosos!. Estamos hablando de Sacramentos absoluta y completamente inválidos, porque no se trata de FORMAS DUDOSAS , sino de FORMAS INVALIDAS, porque al cambiarse la esencia de la significación de las palabras y la SIGNIFICATIO EX ADIUNCTIS, solamente eso tenemos. Estamos frente a la "abominación de la desolación" instalada en el lugar santo.
     También, Santo Tomás, Doctor de la Iglesia en la SUMA TEOLOGICA, escribe al respecto de la forma de la consagración del cáliz: "Sobre esta forma, ha habido dos opiniones. Unos afirman que solo constituye la substancia de la forma las palabras "este es el cáliz de mi sangre" y no las siguientes. Mas no parece esto exacto, porque las que siguen son como ciertas determinaciones del predicado o de la Sangre de Cristo y por ello pertenecen a la integridad de la locución".
     Este argumento falso, no solamente es utilizado por los actuales herejes para defender la validez de las nuevas fórmulas consecratorias, sino que anteriormente al Concilio Vaticano II algunos se atrevieron a defenderlo. Santo Tomás lo destruye.
     Continúa Santo Tomás: "Por esto, otros dicen que las siguientes palabras hasta "cuantas veces hiciereis esto", son de la substancia de la forma; pero estas ya no, porque se refieren al uso del Sacramento. Y por ello el sacerdote las pronuncia de la misma manera y con idéntico rito, teniendo el cáliz entre las manos (es decir, las palabras hasta "cuantas veces..."). En San Lucas, también se interpone a las palabras indicadas estas otras: "Este cáliz, es nuevo testamento en mi sangre". Hay que decir, pues, que dichas palabras son de la substancia de la forma, y que las primeras: "Este es el cáliz de mi sangre" significan el hecho de la conversión del vino en la sangre, del modo en que se ha indicado en la forma de la consagración del pan. Las siguientes designan la virtud de la sangre derramada en la pasión, que actúa en el Sacramento y se ordena a tres cosas. La primera y principal, a alcanzar la herencia eterna, por aquello: "Teniendo esperanza de entrar en el santuario en virtud de la sangre de Cristo"; y está expresada al decir "del nuevo y eterno testamento". La segunda, a la gracia de la justificación que se nos da con la fe, según aquello: "A quien ha puesto Dios como propiciación por la fe en su sangre, para manifestación de su justicia y para justificar a todo el que cree en Jesucristo", Y LA SIGNIFICAN LAS PALABRAS "MISTERIO DE FE". Y la tercera, a quitar los obstáculos de las dos cosas dichas, que son los pecados, según aquello: "La sangre de Cristo limpiará nuestra conciencia de las obras muertas"; y asi se añade: "que será derramada por vosotros y por muchos en remisión de los pecados".
     Quedan explicadas así, todas las palabras contenidas en la forma tradicional y la esencial necesidad de cada una de ellas por ser de la substancia del Sacramento, así como lo definió el Concilio de Florencia.
     También dice Santo Tomás: "La sangre de la pasión de Cristo, no solamente es eficaz para los judíos, a quienes se dio la del Antiguo Testamento, sino también para los gentiles. Tampoco sólo para los sacerdotes que consagran el Sacramento o para los que comulgan, sino, además, para aquellos por quienes se ofrece. Por eso, expresamente se dice "por vosotros", los judíos, y "por muchos", los gentiles. O también "por vosotros" que lo coméis y "por muchos" por quienes se ofrece. Los evangelistas, no intentaban darnos las formas de los Sacramentos, que convenía que estuvieran ocultas en la primitiva Iglesia, como dice Dionosio; su intento fue escribir la historia de Cristo" (3, q. 78, a. 3) .
     Vale la pena analizar, estudiar y comprender los párrafos antes transcriptos para calar a fondo el engaño introducido en las palabras de la nueva forma impuesta por Paulo VI desde el 30 de noviembre de 1969 que elimina la forma que siempre antes, uso la Iglesia desde los tiempos apostólicos.
     Además, al haberse eliminado de la forma de la consagración del cáliz las palabras "misterio de fe", se da pie indudablemente a la antigua herejía que negaba que Cristo estuviera verdaderamente presente en el Sacramento después de las palabras consecratorias, pues decían que esa presencia solamente era "mística". El siguiente texto de Santo Tomás nos ilustra suficientemente: "Hay que quitar al hombre, las ocasiones de error, por aquello: "Desembarazad el camino de mi pueblo". Algunos erraron al pensar que el Cuerpo y la Sangre de Cristo, estaban sólo místicamente en el Sacramento, de ahí que no sea oportuno decir en esta forma "MISTERIO DE FE" (Sum. Theo. 3, q. 78, a. 3, 5). Es decir, que quienes negaban la real presencia del Cuerpo y de la Sangre de Cristo en el Sacramento eucarístico, pensando que Su presencia era solamente mística, se oponían a pronunciar la fórmula de la consagración del cáliz, intercalando la expresión "misterio de fe".
     Indudablemente los herejes actuales del Vaticano, usurpadores de los lugares que a los católicos corresponden, no reconocieron barreras para alterar incluso la esencia de las formas sacramentales y su significación, infectados con el miasma sicodélico de la libertad religiosa y del ecumenismo, e igualaron los ritos católicos más sagrados con los ritos y doctrinas protestantes en su afán ecuménico de unir a todos incluyendo la verdad con el error.
     Pero en las sagradas Escrituras, ¡tampoco encontramos el término por todos los hombres!. Esto se puede consultar con facilidad. En este momento en el que hay por todas partes una algarabía por la lectura de la Biblia, nos encontramos estupefactos la inmensa incongruencia e infidelidad al texto bíblico. En el Evangelio de San Mateo, Cap. 26, v. 28, Cristo dice: "Y tomando el cáliz, dio gracias, y dióselo, diciendo: Bebed todos de él; porque esta es mi sangre del Nuevo Testamento la cual será derramada POR MUCHOS para remisión de los pecados". Igualmente en el Evangelio de San Marcos, encontramos lo mismo. En el Cap. 14, v. 24, Cristo dice: "Y díjoles: esta es la sangre mía del Nuevo Testamento, la cual será derramada POR MUCHOS".
     Algunos quisieron defender este cambio, diciendo que "muchos" y "todos" es lo mismo, pues ni en el hebreo ni en el arameo había palabras para decir una y otra cosa. Esta es una gran tontería y una gran ignorancia. Veamos, por ejemplo, qué resulta de decir que muchos es igual a todos. En el Evangelio de San Mateo, Cap. 24, v. 5, si creemos que muchos es igual a todos, podemos decir: "porque TODOS (¡es decir, cada uno de nosotros!) vendrán en mi nombre diciendo: Yo soy el Cristo, y seducirán A TODOS" (¡es decir, a cada uno de nosotros). ¿No es esta una estupidez mayúscula?.
     La nueva forma, no tiene sustentación tampoco, en las sagradas Escrituras.
     La forma tradicional en la consagración del cáliz, usaba la palabra "TESTAMENTO". La introducción en la forma de la expresión "NUEVA ALIANZA" también está viciada de ese espíritu ecuménico herético inspirado por el Concilio Vaticano II, que busca alianzas con toda clase de sectas tratando de encontrar las doctrinas coincidentes para olvidar las diferencias. Si éste es el espíritu de esa nueva expresión en la consagración del cáliz, lo cual parece obvio, no es el espíritu y la intención de Cristo. Bastarla esta palabra con una intención heterodoxa, para hacer inválida la consagración.
     El cambio de la palabra "MUCHOS", por "TODOS", obedece también a ese espíritu ecuménico del mencionado Concilio. Es claro que "TODOS", está de acuerdo con "NUEVA ALIANZA". Es congruente. Es decir, que se busca UNA NUEVA ALIANZA CON TODOS LOS HOMBRES. Esta intención deforma substancialmente la forma de la consagración del vino, y cambia la intención de Cristo, por lo cual, los "sacerdotes" que "consagran" con esta nueva forma, de ninguna manera pueden tener la misma intención de Cristo. Todo esto se opone diametralmente a la doctrina tradicional sobre el Sacramento de la Eucaristía, y por lo tanto, siendo la consagración del cáliz INVALIDA, las supuestas misas que se celebran de esta manera, están llevando al pueblo ignorante a adorar un poco de vino.
     Esa "nueva alianza" que todos los días se proclama "con todos los hombres", en las nuevas misas, no tiene nada que ver con la Iglesia Católica que fundó Jesucristo. La "nueva alianza" que Cristo anuncia, es "en Su Sangre". La alianza es con Su Iglesia, es con los que se aplican a sí mismos los frutos de Su redención. No con los demás. Es solamente con los que quieren ser salvados. Esos son "muchos", y desgraciadamente no "todos".
     Para tener una ligera idea del incalificable cinismo con que se viciaron las formas consecratorias, basta leer el texto del Decreto MISSALE ROMANUM de Paulo VI. En el leemos: "Con todo, y por razones pastorales y para facilitar la concelebración, hemos ordenado que las palabras del Señor han de ser idénticas en cada forma del Canon. Así que en cada Oración Eucarística, queremos que las palabras sean pronunciadas así:... etc". ¿No se pregunta uno estupefacto, ¡cómo es posible!, que un papa diga: "hemos ordenado que las palabras del Señor han de ser...", y luego nos cambie una forma recibida en el Cenáculo y custodiada por la Iglesia durante toda la historia?.
     El Santo Concilio de Trento, (Sesión XXII, Cap. 5, Canon 7), dice: "...siendo tal la naturaleza de los hombres, que no se puede elevar fácilmente a la meditación de las cosas divinas sin auxilios o medios extrínsecos; nuestra piadosa madre la Iglesia estableció por esta causa ciertos ritos, es a saber, que algunas cosas de la Misa se pronuncien en voz baja, y otras con voz más elevada. Además de esto se valió de ceremonias, como bendiciones místicas, luces, inciensos, ornamentos y otras muchas cosas de este género, POR ENSEÑANZA Y TRADICION DE LOS APOSTOLES con el fin de recomendar por este medio la majestad de tan gran Sacrificio, y excitar los ánimos de los fieles por estas señales visibles de religión y piedad a la contemplación de los altísimos misterios, que están ocultos en este Sacrificio". Por consiguiente, "si alguno dijere que las ceremonias, vestiduras y signos externos, que usa la Iglesia Católica en la celebración de las Misas, son más bien incentivos de piedad, que obsequios de piedad, sea excomulgado".
     Es interesante lo que dice el P. Adrián Fortescue en su libro 'THE MASS. A Study of the Román Liturgy publicado en Londres en 1950: "...el Misal de San Pío V, es el Sacramentarlo Gregoriano, que otro tanto está formado del Libro de San Gelasio y este de la colección del Papa San León I. Hallamos en el tratado DE SACRAMENTIS, oraciones de nuestro Canon y alusiones a él en el siglo IV; de suerte que nuestra Misa, sin mudanza en lo esencial, se remonta a aquella edad en que por primera vez se vino desenvolviendo de la Liturgia, la más antigua de todas. Despide aún el aroma litúrgico de los días en que los Césares como emperadores, pensaban que les era dable acabar con la Fe de Jesucristo; días en que se juntaban, antes de rayar la aurora, nuestros Padres, y cantaban himnos a Cristo como Dios... no hay en toda la cristiandad un rito tan venerable, como el nuestro".
     Con respecto a la consagración del pan, en general se ha conservado la forma tradicional, sin embargo, algunos la pronuncian igualmente "ESTE ES MI CUERPO...", o "ESTO ES MI CUERPO...". El cambio a la palabra "ESTE", implica también la invalidación del Sacramento. Y la explicación es clara. Cuando el sacerdote tiene en las manos el pan, a punto de pronunciar las palabras consecratorias, sabe que en ese momento es pan, pero que en el último instante de la prolación de las palabras, se convertirá en el Cuerpo de Cristo. La conversión no puede ir sucediendo poco a poco, conforme la forma es pronunciada, porque así tendríamos que en algún momento el pan y el Cuerpo de Cristo estarían igualmente presentes. Y esto no puede ser. El sacerdote tiene, entonces, dos referencias. El pan al comenzar a pronunciar la forma, y el Cuerpo de Cristo al terminarla. No puede decir, entonces: ESTE PAN ES EL CUERPO DE CRISTO, porque eso sería mentiroso y blasfemo. Si no puede referirse a "pan", lo debe hacer necesariamente al "Cuerpo". Tendría que decir, entonces: ESTE CUERPO, ES EL CUERPO DE CRISTO, y eso es mentiroso, porque lo que tiene en las manos todavía es pan. El problema se resuelve, entonces, en INDEFINIDO. Por eso la forma dice "ESTO". Cambiar esa palabra, es igualmente invalidar el Sacramento.
     Sin embargo, si el sacerdote pronuncia las palabras correctas para la consagración del pan y las incorrectas para la consagración del vino, no se puede decir que ha consagrado válidamente el pan, y no ha consagrado el vino, EN PRIMER LUGAR, porque para consagrar un sacerdote en la Misa, debe tener la misma intención de Cristo, que es hacer dos consagraciones: la del pan y la del vino, como dos partes de un todo, por lo cual, viciar la intención de una de las consagraciones, es viciar también la intención de repetir mística e incruentamente el Sacrificio de Cristo, representado en la santa Misa por la separación del Cuerpo y de la Sangre derramada. Si esto fuera posible, entonces tendríamos la presencia real en el pan, pero no en el vino. En esta forma el Sacrificio no existiría y esa "misa" sería sacrilega. A los que defienden la posibilidad de que un sacerdote con su poder puede consagrar una materia solamente, les diremos que tendrían que aceptar que un sacerdote que se introduce en una panadería, con su poder y voluntad, puede consagrar todos los panes que tiene la panadería.
     Y EN SEGUNDO LUGAR, porque estando viciados todos los ritos de la Misa, o sea, la SIGNIFICATIO EX ADIUNCTIS, para favorecer las doctrinas protestantes o de cualquier herejía, ya sea callando lo que expresa la Doctrina Católica, introduciendo expresiones o acciones que pueden ser interpretadas de diversas maneras, o atacando abiertamente la Teología de la santa Misa que era una barrera infranqueable contra las infiltraciones heréticas, como afirmaron los Cardenales Ottaviani y Bacci en su BREVE EXAMEN CRITICO sobre la Nueva Misa, entonces tendríamos de todas maneras una Misa inexistente y un rito sacrilego, porque todos esos ritos periféricos, son una afirmación y una clarificación de la intención que el ministro tiene al pronunciar las formas sacramentales, y de ninguna manera se puede aceptar que la intención al pronunciar esas formas es ortodoxa y la intención de los ritos y oraciones que acompañan, sean heterodoxas y se oponen a la esencia. La forma, es el fondo, y si no hay una congruencia sólida, clara, ortodoxa, segura, la santa Misa es inválida, incluso con la pronunciación correcta de las formas tradicionales.
     Dice el Dr. Coomaraswamy en la obra citada antes: "En los siete Sacramentos, el "misterio" esta constituido por el hecho de que las cosas sensibles (la materia, la forma), producen realmente cosas sobrenaturales invisibles (la Gracia propia de cada Sacramento). El misterio de cada Sacramento está contenido integralmente en la significación propia de cada signo. Todos y cada uno de estos signos sensibles, fueron instituidos por el Hombre-Dios y confiados por El a Su Iglesia. Esta posee, pues, sobre cada uno de ellos, un verdadero derecho. Derecho de administrarlos, de explicarlos y también, uno estaría tentado a decir "sobre todo", derecho de conservarlos, tal como el Señor los quiso al instituirlos".
     Y dice en otro lugar: "Hay algún debate respecto a si la Confirmación y la Extrema-Unción fueron establecidas directamente por Cristo o por medio de los Apóstoles. La cuestión no tiene importancia, ya que la Revelación viene a nosotros de ambos: Cristo y los Apóstoles. Estos últimos, innecesario es decirlo, difícilmente se habrían ocupado de crear Sacramentos, sin la autoridad divina".
     Lo mismo puede decirse de todo lo demás de aquellos Sacramentos dados a la Iglesia "IN GENERE".

1 comentario:

Ale dijo...

Muchas gracias por la explicacion sobre las palabras de la consagracion del pan y del vino.